En esta serie lanzada por Image el año pasado, Matt Fraction cumple uno de sus mayores sueños: trabajar codo a codo con su ídolo de siempre, el maestro Howard Chaykin. Y es increíble, pero si no te dicen que Satellite Sam tiene un guionista, te podés creer tranquilamente que es una obra 100% creada por Chaykin. De alguna manera, Fraction logra hacerse invisible, logra reproducir de un modo tan perfecto la estética y la forma de urdir de las historias de Chaykin que convierte a Satellite Sam en un típico producto del veterano autor newyorkino.
Fraction adopta para la serie la ambientación que a Chaykin más le gusta: la Nueva York de los años ´50. Y hace que la trama gire en torno a una de las grandes obsesiones del maestro: la televisión. Si a esto le sumamos un elenco numeroso, poblado de cínicos, garcas, borrachos, femme fatales, gays encubiertos, empresarios inescrupulosos y políticos corruptos, ya está todo puesto en su lugar para que Chaykin brille acá como en las obras escritas por él mismo.
Satellite Sam nos sumerge desde la primera página en un mundo del que yo conocía poco: la televisión de principios de los ´50, cuando todo era nuevo, cuando todos los programas se hacían en vivo, cuando la gente recién se estaba acostumbrando a este fenómeno y las empresas empezaban a entender el brutal negocio que podía brotar de adentro de esas pantallas. La victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial todavía estaba fresquita y la amenaza comunista recién se empezaba a olfatear. Fraction le saca un jugo atractivo a este contexto y además tira mucha data acerca del “secret origin” de la tele en los EEUU. Por supuesto, como milita en el ala dura del chaykinismo, hace el típico truco de empezar los diálogos en cualquier parte, como si los personajes ya estuvieran conversando desde antes que “los tomara la cámara” y eso hace que la información esté menos expuesta, menos digerida, y el lector tenga que poner más de sí para armar el rompecabezas.
Y felizmente el esfuerzo garpa muchísimo. Hay un misterio bien llevado, grandes diálogos, personajes interesantísimos, vínculos entre ellos que van tomando formas impredecibles y otra característica de los comics de Chaykin: un tono sumamente irónico, una pátina de comedia malalechística con respuestas fulminantes, puteadas afiladísimas y garches al rojo vivo. O sea que, aunque la trama avance lento, o a veces parezca que Fraction tiene que hacer magia para que los dos o tres principales hilos argumentales avancen parejo y a buen ritmo, sin confundir al lector con tanta data, tenés ese gancho irresistible que son los diálogos y el trabajo fino en la caracterización y en el retrato de la época y el particular medio en el que se mueven los personajes.
A todo esto, no dije ni media palabra acerca del misterio, qué lo activa, quiénes y por qué intentan resolverlo. No importa. Bah, a los efectos de la trama sí importa. No importa tanto a los efectos de la reseña, porque encontré unos cuantos elementos más de los que agarrarme a la hora de recomendar enfáticamente esta serie.
Y bueno, entre esos elementos uno importantísimo es el dibujo de Howard Chaykin que, como en Black Kiss 2, deslumbra en un glorioso blanco y negro. En los más de 65 meses que lleva este blog ya reseñé muchas obras de Chaykin dibujadas por él mismo, así que es casi imposible no reiterar conceptos. Es más fácil hablar sólo lo indispensable acerca de la faz gráfica de este trabajo y destacar que, en líneas generales, se asemeja mucho a lo que vimos en Black Kiss 2 (reseñada el 06/10/14). Lo más notable es el trabajo en los decorados: cada alfombra, cada cortina, cada empapelado, cada tapizado de cada sillón tiene un peso gráfico alucinante. Y los efectos que pela Chaykin sin salir del blanco, el negro y algún grisado para lograr climas y atmósferas tan distintas entre sí como la del estudio de TV donde se hace un programa tipo Star Trek o la del cabarulo bien noctámbulo donde el humo y el jazz se enredan en una danza tan procaz como ominosa.
Chaykin en su salsa, Fraction decidido a volcar sobre el ídolo toneladas de fan service, una temática atractiva… la verdad que no se puede pedir mucho más. Y encima Satellite Sam efectivamente TE DA mucho más. No veo la hora de entrarle al Vol.2.
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