el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 30 de junio de 2015

30/ 06: EL GRAN BURLON

Dino Battaglia es un autor italiano de la camada de Hugo Pratt, de los que arrancaron con fuerza a principios de los ´50 y la rompieron en los ´60 y ´70. De hecho Battaglia era parte del grupo de artistas venecianos que se vinieron a Argentina a fines de los ´40 y fue el único que decidió quedarse en Italia, porque justo se estaba por casar. Durante años, fue uno más de ese ejército de correctos dibujantes de aventura clásica, pero para fines de los ´60 empezó a encontrar una identidad gráfica más personal, más interesante. Este trabajo, de 1975, pertenece a la etapa de madurez de un Battaglia que murió muy joven, con sólo 60 años, en 1983.
El título es un invento de los españoles. En el resto del mundo, esta novela gráfica siempre se llamó Till Ulenspiegel, como su protagonista, un personaje tomado del folklore de Flandes, una región que hoy es parte de Bélgica y en el medioevo pasó por las manos de varios emperadores y reyes de los grossos. En el libro este dato no se incluye, pero los especialistas sospechan que es una de las tantas obras de Battaglia en las que su esposa, Laura De Vescovi, metió mano en el guión y en el coloreado.
A lo largo de estas 56 páginas, Battaglia reúne un montón de historias que la tradición oral y otras obras anteriores (de la literatura, la música y el teatro) le atribuyen a Till Ulenspiegel, este muchacho esmirriado, repleto de ingenio, gracia y picardía, que un día se convertirá en héroe de su país. La primera mitad nos presenta a Till como un bufón que se gana la vida haciendo payasadas y en los ratos libres se burla de los burgueses y demás nabos agrandados. Está muy bien, es divertida, impredecible y tira buena data acerca de la vida cotidiana en Flandes en el Siglo XVI, cuando la región estaba bajo el yugo de los Habsburgo, que tenían en España la sede de un imperio vasto y poderoso. Después, con el correr de las páginas, la historieta se mete cada vez más a fondo con la Historia y el foco se desplaza hacia un relato más bien bélico, con escaso margen para la comedia, en el que Till cumple misiones arriesgadas para la resistencia flamenca, organizada contra los monarcas españoles. Y ahí el interés (por lo menos el mío) decrece viñeta a viñeta, mientras el bufón convertido en héroe desenmascara a traidores y ayuda a derrotar a flotas y ejércitos enemigos.
Este Battaglia maduro es un narrador raro, especialista en des-enfatizar la acción, en imponerle a la página un tono de quietud, casi de parsimonia. Acá lo vemos cometer algunos errores en el armado de las secuencias, que nos llevan a leer las viñetas en el orden incorrecto, algo que sumado a la gran proliferación de texto en algunos pasajes, hace que haya que esforzarse bastante para llegar al final de la obra. A su favor hay que decir que arma las páginas con pocos cuadros (nunca más de siete) y eso deja margen para atraparnos con su mejor recurso, que es el dibujo.
Debajo de un color hermoso, repleto de sutilezas, basado en un manejo alucinante de las acuarelas y las tintas de colores, se ve un dibujo muy fino, muy elegante, con gran atención por los climas y los detalles. Los fondos están trabajadísimos (seguro hubo referencia fotográfica, muy bien integrada al grafismo del autor), la reconstrucción de época es notable y hay un tratamiento muy acertado de las texturas y los efectos de iluminación. Como el inolvidable Tano Pratt, Battaglia sabe narrar “de lejos”, como le gusta a los franceses, y “de cerca”, como nos gusta a los americanos. Así, en los primeros planos (que abundan bastante) también nos mima con hallazgos y efectos de gran vuelo plástico, por momentos cercanos a los que ya pelaba Alberto Breccia en sus obras de mediados de los ´60. ¿Qué le falta a la faz gráfica? Garra, pasión, énfasis. Pasan muchas cosas impactantes a lo largo de la historia, pero el dibujo en ese sentido es cómplice de la narrativa. Es parte de esa conspiración para que la emoción no se note, para que la grandilocuencia no estalle, para que todo parezca frío, burocrático, protocolar. Con Breccia y Pratt, nosotros nos acostumbramos a otra cosa.
No sé si habrá obras de Dino Battaglia más gancheras que esta, más accesibles para el lector que sólo espera que lo entretengan un rato. Supongo que sí. Con su versión de Till Ulenspiegel, el veneciano revalidó sus credenciales de autor raro, muy sofisticado para estas obras “aptas para todo público” y muy clásico para ese tsunami de historieta vanguardista y rupturista que arrasó en Europa durante los ´70.

2 comentarios:

Capitán Manu dijo...

¡Justo me compré ésta maravilla el otro día en Parque Centenario a $50 (o, como me gusta decir: dos alfajores).
En una miradita rápida me pareció también medio parsimonioso, pero en estos días lo leo y te cuento qué onda...

Luq dijo...

Ni sabía que existía esta adaptación. Till (E)Ulenspiegel es un muy buen texto, un rara avis para su época, al ser picaresca no española. Igual, no recuerdo que hubiera historias en las que se volviera héroe en la guerra. De hecho, el Eulenspiegel histórico es anterior al siglo XVI. Eso es más propio de su continuador Simplicius Simplicissimus. No me extrañaría que hayan hecho alguna especie de fusión.

¿Sabés si se lo consigue por algún lado en Buenos Aires? Creo no haber leí nada de Battaglia.

Por otro lado, te mandé un mail a la dirección de Ciudad, ¿lo viste?
Un abrazo y suerte en el quirófano