Otra vez me lo encuentro al guionista Mino Milani al frente de una aventura ambientada en el medioevo, esta vez acompañado nada menos que del maestro Hugo Pratt. Las 46 páginas de Fanfulla se publicaron originalmente en Il Corriere dei Piccoli, en 1967, es decir, en simultáneo con la primera aventura de Corto Maltés. Como su nombre lo indica, Il Corriere dei Piccoli era una revista para chicos y ese detalle jerarquiza de alguna manera a esta historia, porque el guión no condesciende en ningún momento, no se hace didáctico, ni excesivamente simplista ni sobre-explica nada de lo que está pasando. Es un guión que no te falta el respeto si lo leés ya de adulto.
La aventura se inicia durante el famoso saqueo de Roma, donde ya estuvimos de la mano de Dago allá por el 30/06/13. Y nos cuenta ese suceso desde la óptica contraria: Fanfulla es uno de los invasores, quizás el único al que le da asco ver a los hombres reducidos a bestias carroñeras a las que sólo les interesa robar, matar y violar. Pero transcurridas apenas siete páginas, el episodio de Roma será apenas un prólogo, algo menor, que se podría haber contado más adelante a modo de flashback, porque la historia de Fanfulla arranca para otro lado. El núcleo de la trama gira en torno a la resistencia de la ciudad de Florencia frente al embate de estas tropas de mercenarios saqueadores y la idea es resolverlo no desde el conflicto bélico sino desde la intriga palaciega. Las batallas tendrán su peso, pero sucederán básicamente “fuera de cámara”, mientras que el guión se centrará mucho más en las personas: Fanfulla, sus aliados y algún traidor infiltrado entre este grupito que lidera la resistencia.
Hasta ahí todo bien, hasta que se te ocurre abrir el libro. Y enseguida te asaltan dos realidades desoladoras: por un lado, la cantidad de viñetas por página que tiene esta “álbum” y por el otro –pero conformando un team-up casi perverso con lo anterior- la cantidad de texto que mandó Milani en cada viñeta. Esto está pensado para que le dediques mucho tiempo de lectura, porque en todos los cuadritos hay personajes que hablan, y a veces también hay bloques de texto que –por suerte- no repiten lo mismo que nos muestran las imágenes.
Para 1967, Pratt ya estaba acostumbrado a llenar páginas con viñetas microscópicas. Era (para mi gusto) el autor que mejor se movía en los limitadísimos confines de la página dividida en cuatro tiras de viñetas. Y acá lo vemos dibujar CINCO tiras de viñetas en casi todas las páginas, un atractivo que tiene más que ver con la filatelia que con el comic, porque más que cuadros de historieta parecen estampillitas con diálogos. Cuando Pratt “se rebela” y mete un cuadro más grande, se ve obligado a compensar y rodearlo de un montón de cuadritos aún más chiquitos que los normales y el resultado es muy poco atractivo.
Para hacer todo un poquito más triste, justo en este trabajo a Pratt se le ocurre probar un estilo “más libre”. Eso significa que el Tano empieza a definir figuras con poquísimos trazos, a veces con manchas y a veces simplemente con líneas, muy rústicas, muy básicas. Ni siquiera cuando tiene que dibujar paisajes Pratt se pone las pilas para crear imágenes más sofisticadas. Se ve que tenía poca guita para contratar asistentes… Y como además hay millones de cuadros por página, todos muy chiquititos, el veneciano opta por dibujar principalmente cabecitas, con lo cual vemos poca variación de planos. Hay algunos dibujos más jugados, donde Pratt propone figuras más grandes, en poses más atractivas, o primeros planos resueltos con un poco más de detalle y de expresividad. Pero en general es un laburo de esos que Pratt “sacaba con fritas”, en el que su genialidad gráfica aparece sólo de a breves chipazos.
Como para sintetizar, si sos muy fan de Hugo Pratt y lo bancás en todas, supongo que esto ya lo tenés porque se editó en España a principios de los ´80 y circuló bastante por nuestro país. Y si sos un poco más selectivo y querés reunir sólo aquellas obras del prolífico autor donde realmente dé cátedra ya sea en guiones o en dibujos, este es un trabajo que podés dejar pasar sin mayor inconveniente.
domingo, 7 de junio de 2015
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