Tercer masacote de Lucifer, con 400 páginas y 16 episodios de la serie regular a cargo de Mike Carey, Peter Gross y amigos.
Repaso algunos conceptos vertidos en la reseña del Vol.1 (30/07/14) y me veo en la obligación de reiterar esta frase: “La sensación es que estos 16 episodios podrían haber sido ocho o nueve, aunque eso requeriría depurar a full el elenco y privarnos de muchas secuencias muy bien escritas, con una exploración minuciosa de las consecuencias de cada cosa que se hace o dice, con magníficos diálogos y bloques de texto”. Todo en esta serie está muy estirado, muy descomprimido y cosas que Carey cuenta en cinco episodios de 22 páginas se podrían contar tranquilamente en 50 ó 60 páginas. Ni siquiera está la excusa de “había una idea por TPB”, porque Lucifer combinaba arcos de cinco episodios, de cuatro, de tres, de dos y hasta muchos (y a veces muy buenos) episodios unitarios. Pero bueno, Carey estaba construyendo a largo plazo y así es como se sintió cómodo en este esquema de relato descomprimido, con margen para trabajar a fondo a un elenco numeroso, y con la decisión totalmente deliberada de “licuar” conflictos MUY pesados entre un montón de peripecias más light.
El mega-broli arranca con un arco de cuatro episodios, centrado en un duelo pendiente entre el ángel Amenadiel de los Tronos y Lucifer, cuyo poder está en un nivel bajísimo por culpa de una tramoya con los dioses japoneses que viene del tomo anterior. Finalmente, el otrora capo del Infierno va a hacer un pase de magia digno de John Constantine y va a dar vuelta la situación que claramente no lo favorecía. Después tenemos un unitario que, si no venías leyendo lo anterior o si no lo tenías muy fresco, no se entiende un choto. Lo cual no quita que esté muy bueno, pero es de esas historias en las que Lucifer no aparece ni una viñeta y que –me imagino- habrán exasperado a los que compraban esto una vez por mes en formato comic-book.
Después se viene una saga tan grossa, tan importante, que tiene dos episodios de prólogo y cinco de desarrollo propiamente dicho. Por supuesto todo podría comprimirse y durar mucho menos, pero acá Carey juega cartas fuertes. Un plot de inimaginables consecuencias en el que Lucifer es decisivo y uno importante, que viene de arrastre de los tomos anteriores, cuya resolución estará a cargo de los personajes secundarios, forzados a actuar más o menos en equipo. La trama donde el protagonista es Lucifer (junto a Michael y Jahweh) se resuelve sin acción, a puro chamuyo. Por eso es lógica la movida de mandar la otra trama en paralelo, porque en la epopeya de Mazikeen y los otros a bordo del Naglfar hay sobradas excusas para meter combates y machaca a todo o nada.
El siguiente unitaro también es un poco el epílogo a la extensa saga del Naglfar y después sí, es hora de explorar las consecuencias de lo que pasó con Samael, Michael y Jahweh en una trilogía que tiene todo: rosca política, chamuyo metafísico, psicopateadas entre hermanos, humanos envueltos en kilombos entre dioses, machaca en buenas dosis y lo único que le faltaba a Lucifer para ser un emblema de Vertigo: sexo entre mujeres. Y cerramos con un unitario MUY descolgado, que podría haber aparecido en cualquiera de los tres tomos, pero que tiene un guión BRILLANTE, redondísimo, zarpadísimo y muy, muy divertido, como para sacudir un poco esa solemnidad que tiene por momentos la serie.
En cuanto a los dibujantes, la dupla integrada por Peter Gross y Ryan Kelly sigue jugando de titular, a pesar de que a mí mucho no me convencen. Por suerte en la saga más larga se integra el gran Dean Ormston y se reparten las secuencias, aprovechando que Carey narra dos historias en paralelo. Ormston además dibuja él solito un unitario en el que pela magia, climas y todo el laburo en los fondos que (con motivos razonables) no le podrá a sus páginas de la saga del Naglfar. En el primer arco también hay un episodio en el que Gross sólo planta la puesta en página y aporta bocetos, que serán terminados por el siempre sofisticado Craig Hamilton. Más adelante hay un unitario dibujado de modo muy precario por el limitadísimo David Hahn y el episodio que cierra el tomo tiene (además de un guionazo) magníficos dibujos de Ted Naifeh, que en aquella época (2004) ya era bastante conocido por su serie Gloomcookie. Naifeh no tiene un estilo tan interesante como el de Ormston, pero se juega más en la puesta en página. Y al lado de Gross, tanto Naifeh como Ormston son Maradona y Francescoli.
Ya tengo el Vol.4 ahí en el aguante y el Vol.5 en camino, así que habrá más Lucifer en los próximos meses, acá en el blog.
miércoles, 3 de junio de 2015
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