Este es el último tomo que tengo para leer del Marsupilami, y además el más raro. Primero, porque con sólo dos álbumes co-escritos con el maestro André Franquin, Greg abandona la serie y la deja en manos de otro guionista increíblemente prolífico. Y segundo porque el nuevo guionista (que no es otro que Yann) se las ingenia para proponer una historia vibrante, divertida, sólida... en la que el Marsupilami tiene un rol absolutamente secundario y podría tranquilamente no estar.
¿En qué estaba pensando Yann cuando Franquin lo llamó para integrarse al equipo? Ni idea, lo cierto es que Mars le Noir es un álbum muy bien escrito, con mucha acción, una aventura compleja, entretenida, muy bien matizada con una fuerte bajada de línea en favor de la ecología. Mars, el personaje que le roba groseramente el protagonismo al titular de la serie, le permite a los autores armar un atractivo juego de opuestos con nuestro bicho favorito, porque si bien es oriundo de Palombia, vivió casi toda su vida en cautiverio, como una atracción más del circo Zabaglione. Y cuando el payaso Noé lo suelte en su jungla natal, Mars descubrirá que tantos años de comodidades, de recibir la comida en la boca, lo convirtieron en un bicho poco apto para sobrevivir en un hábitat salvaje. Ahí está lo más jugoso del guión, cuando Yann y Franquin usan a Mars para responder la pregunta “¿cómo sería un marsupilami si creciera en cautiverio, alimentado y entrenado por los humanos?”. La respuesta es “bastante pelotudo”, pero sin embargo se esfuerzan para darle a Mars una buena cuota de carisma y de ingenio, como para que nos caiga bien a los lectores, aunque no sé si va a reaparecer en los tomos posteriores.
El peligro más grosso, el de la multinacional yanki que quiere construir una autopista que corte al medio la selva de Palombia, será desactivado gracias al accionar de Noé, mientras los dos marsupilamis (Mars y el clásico) quedan relegados a meros testigos de los cataclísmicos sucesos. Los villanos corporativos y sus sicarios, los que toman cartas en el asunto y se internan en la jungla para devastarla, son personajes chatos, unidimensionales, sin pliegues y sin sorpresas. Burdas caricaturas, bah. Por suerte hay pesonajes secundarios ricos y bien pensados, como el propio Noé (que de secundario tiene poco), Zabaglione y Bip y Sarah, los chicos humanos que viven ocultos en la selva.
El dibujo está una vez más a cargo de Batem, que banca perfectamente los trapos en el estilo clásico del maestro Franquin, sin copiarlo, pero sin despegarse de esa estética tan personal, perfectamente idónea para este tipo de aventuras, en las que tiene tanto peso el humor descontrolado. Con la restricción del estilo heredado de Franquin, más el condicionamiento que suponen las numerosas páginas con más de 10 viñetas, Batem podría tirarse a chanta, a cumplir con lo justo, y no le podríamos decir ni mu. Por suerte, el tipo se arremanga y deja todo en estas páginas difíciles de dibujar y también difíciles de colorear, con lo cual las loas se hacen extensibles al colorista Vittorio Leonardo, que hace un excelente trabajo.
Por ahora, me bajo en esta. Quizás más adelante vuelva a visitar a este ícono del comic franco-belga que tanta chapa cosechó a partir de sus apariciones en las aventuras de Spirou. Y hablando de Spirou, no me olvido que prometí reseñar antes de fin de año el último álbum de la etapa de Tome y Janry. La semana que viene, sin falta.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Perdón por lo colgado del comentario, pero vi estas tapas de Locke and Key y aluciné. Para Andrés y todos los seguidores de la serie:
http://joehillsthrills.tumblr.com/post/55511873087/ryallsfiles-locke-key-alpha-2-variant
RECUERDO AL MARSUPILANI CUANDO SALIA EN LA ANTEOJITO DE MI LEJANA NIÑEZ... QUE RECUERDOS!
Publicar un comentario