O en realidad, Casanova Vol.3, como para retomar coherentemente esta serie a la que hace casi dos años que tenía abandonada.
Con Avaritia, el prolífico Matt Fraction propone un regreso a las fuentes, a la saga llamada Luxuria (que también vimos en 2011), y es un regreso por dos lados distintos. En primer lugar, la vuelta de Gabriel Bá como dibujante, tras un Vol.2 en el que se hizo cargo del dibujo su hermano gemelo, Fábio Moon. Y en segundo lugar, volvió la onda más compleja, más intrincada, más exigente para con el lector. Gula (el Vol.2) no te daba exactamente la papilla masticadita en la boca; por el contrario, tenía varios saltos al vacío realmente arriesgados. Avaritia se va al carajo bastante más seguido y por momentos nos obliga a prestar MUCHA atención para seguir esta historia laberíntica, que va para adelante, para atrás y para los costados.
Si leíste mucha ciencia-ficción (especialmente a Michael Moorcock) quizás esto te resulte una nimiedad. Básicamente, si lo reducimos a su mínima expresión, el argumento de Avaritia sería: Casanova Quinn, mezcla entre James Bond y Nick Fury de un mundo hiper-tecno, recorre infinidad de realidades paralelas y en todas tratará de boletear a Luther Desmond Diamond, antes de que este evolucione hasta convertirse en el peligroso villano Newman Xeno. En el medio pasan un montón de cosas más: muchas de estas realidades son obliteradas en escenas cataclísmicas, hay peripecias, escapes imposibles, runflas espúreas, amor heterosexual y del otro, una batalla en la que un robot gigante hace mierda media New York, canciones, peleas, garches y la inminente despedida del papá de Casanova, que tiene cáncer y se está por morir. Ah, y también muy buenos diálogos de los cuales los mejores se los lleva Luther.
Con todo esto, Fraction arma un cóctel explosivo y encima lo condimenta con muchas referencias a lo que sucedió en los tomos anteriores (no se te ocurra empezar a leer Casanova por acá) y con referencias meta-comiqueras, es decir, comentarios en los que los personajes se hacen cargo de estar viviendo dentro de una historieta. Casanova te propone frenesí, descontrol, violencia, sexo y mala leche, en un contexto de espionaje y ciencia-ficción al límite, con conceptos muy arriesgados y generalmente muy originales. Por eso la banco a full.
Ahora, si nada de eso te resulta atractivo (y en ese caso, es momento de serios replanteos en tu vida), Casanova tiene un ancho de espadas guardado en la manga, que es el dibujo de Gabriel Bá. Gabriel es el más filoso de los gemelos, el que opta por esa anatomía medio "blocky" que nos recuerda por momentos a la de Mike Mignola. También es el que simplifica muchísimo los rasgos faciales hasta llegar a un punto donde los personajes son expresión pura, como en Dupuy y Berberian, Frederick Peeters o Pablo Túnica. A la síntesis de su grafismo, Bá le contrapone una prodigiosa capacidad de meter muchos elementos en cada viñeta, muchas viñetas por página, y bancarse sin tropiezos secuencias muy complejas, donde hay que ser muy capo para que la narrativa fluya sin hacer ruido ni marear al lector. Gabriel es fan del claroscuro extremo, pero no se nota: acá está perfectamente complementado por la colorista Cris Peter, que entiende y potencia a niveles cósmicos el trazo atípico del gemelo brazuca.
Si ya estás adicto a Casanova, seguro que te compraste Avaritia ni bien salió. Si todavía no entraste al vicio, arrancá cuanto antes con el Vol.1 y aprovechá para ponerte al día, porque todavía no se sabe cuándo empieza la cuarta saga de esta increíble creación de Matt Fraction y Gabriel Bá, que tanta pasión genera en sus hinchas.
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