Final para esta ambiciosa obra de Santiago García y Pepo Pérez. O casi, porque sobre el final de este tomo me entero de que en la revista El Manglar salieron varias historias cortas de El Vecino, que van entre el Vol.2 y este, y que no están recopiladas en libro.
Lo importante es que el final me gustó bastante. Por lo menos el guión. Si el Vol.1 se jugaba bastante a la comedia y el Vol.2 se volcaba fuertemente hacia el drama, para este tomo final Santiago García opta por un camino intermedio y convierte a El Vecino en un slice of life, con cuatro protagonistas (Javier, José Ramón, Lola y Rosa) a los que vemos preocuparse básicamente de lo mismo que nosotros: laburar, llegar a fin de mes, encontrar un rumbo copado para sus vidas, pasarla bien, ponerla de vez en cuando... El hecho de que Javier sea además un famoso superhéroe (dato que manejan los cuatro protagonistas) pasa a ser sumamente menor.
Cuando García empieza a explorar la veta de la explotación comercial de Titán y entra en escena el fabricante de merchandising del superhéroe, la trama levanta muchísimo. Cuando se centra en las escenas más intimistas y habla de inseguridades, celos, histeriqueos y cuernos, tampoco está mal. Ojo, no cobra barato: hay que fumarse MUCHAS páginas de gente hablando para llegar a las escenas más fuertes. Pero por suerte los diálogos están muy bien y el guionista los usa para darle más tridimensionalidad a los personajes, tanto a los cuatro protagonistas como a los secundarios, entre los que se destacan Fermín y Daniela. En general, si te olvidás de que Javier es Titán y te dejás llevar, te vas a sentir cómodo, como si fueras un amigo más de este grupito, y vas a compartir las alegrías y las angustias de estos pibes y minas muy reales (en parte por sus defectos), con los que es muy fácil identificarse.
Lo que más tira para atrás no es el hecho de que en casi 130 páginas la gran mayoría sean diálogos. El tema es que a Pepo Pérez se le ocurrió cambiar bastante su estilo gráfico y el que eligió... me gusta bastante menos que el de los tomos anteriores. Para empezar, todo el tomo está en blanco y negro, excepto algunas secuencias en las que aparece Titán y ahí sí, le pintan el traje de rojo. Un bajón, porque el color de los dos primeros tomos estaba muy bien y se complementaba perfecto con esa onda Dupuy-Berberian-Peeters que tenía el dibujo de Pérez. Por otro lado, esa estética no está más! Pérez la abandona en favor de un estilo más sucio, más suelto, que le permite liquidar mucho más rápido cada página. Pérez entra en la onda de dibujar poquísimos fondos y de plantear el entintado como si no hubiera lápiz previo, eso que le queda tan bien a Joann Sfar y tan mal a tantos otros. Los personajes no pierden expresividad, pero ahora son menos lindos, menos redonditos y más crudos. La faz gráfica de este tomo no es precisamente bajonera ni chota, pero me queda claro que es un salto que Pérez se anima a dar porque le fue bien con los tomos anteriores y especula con que el lector va a querer comprar el final de la historia, aunque el dibujo no tenga el mismo cuidado (inmenso) que veníamos disfrutando hasta ahora.
Como conjunto, como balance de los tres tomos, El Vecino terminó por resultarme más raro que bueno. No está nada mal y por momentos es realmente excelente. El tema es que tanto Santiago García en el guión como Pepo Pérez en el dibujo saltan sin red más de una vez y pegan volantazos que no sé si eran necesarios, con los que me cuesta estar de acuerdo. El viraje al drama urbano en el Vol.2, el pase a blanco y negro en el Vol.3... entiendo que son riesgos que los autores eligen asumir convencidos de que eso les va a aumentar el potencial expresivo de la obra. Sin embargo, me parece que lo que mejor funcionaba era el planteo (gráfico y temático) del principio y que no hacía falta ni pegarle esos sacudones ni estirarlo más de 250 páginas. “Son decisiones”, diría Miguel Angel Russo.
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