Este libro lo compré porque lo vi en oferta, no porque le tuviera mucha fe al glorioso dibujante Enrico Marini en su debut como autor integral. Y la verdad es que me sorprendió. Apenas 56 páginas le alcanzaron al suizo hijo de italianos para demostrar que aprendió las lecciones correctas de los guionistas con los que le tocó trabajar en los 20 años que lleva de carrera en el comic franco-belga.
Para su primera serie como solista, Marini no arriesgó con la temática: se tiró a una aventura de ambientación histórica y eligió la época del Imperio Romano, una de las favoritas de los lectores francófonos. Pero fue más allá: uno de los protagonistas de Las Aguilas de Roma, Arminio, el bárbaro germánico que será entrenado para convertirse en un militar romano, es un personaje histórico que existió en la realidad y lo que hará Marini será “barnizar” un poco esa historia real para convertirla en una aventura emocionante para el lector.
Una aventura que –sospecho yo- comenzará a ganar protagonismo a partir del segundo tomo, porque acá Marini se dedica básicamente a plantear la situación histórica en la que transcurre la saga y a presentar a los protagonistas. En este último rubro, la labor del autor es sobresaliente. En no muchas páginas y sin un conflicto fuerte, acuciante, de por medio, los lectores llegamos a conocer a fondo al bravo Arminio, al impredecible Marco y a Tito Valerio Falco, que hasta ahora es el personaje secundario con más peso en la trama. Por supuesto hay varios secundarios interesantes más, principalmente Lucilla, la encargada de llevar adelante el plot que tiene que ver con la intriga palaciega, un componente importante en una primera entrega en la que la machaca, el aspecto bélico que podrían sugerir la portada y el título de la obra, no está tan enfatizado.
Más que en poner a los personajes en situaciones límite en la que todo está en juego, Marini se esfuerza por darles tridimensionalidad a través de escenas de sus vidas cotidianas. Veremos a Marco y Arminio forjar un vínculo, recibir un duro entrenamiento, conocer los placeres de la carne y ganarse amigos y enemigos dentro del entorno de los Falco. Todo esto en el marco de una reconstrucción muy fiel y muy atractiva de esos años (la historia arranca un año antes de Cristo y termina –por ahora- en el año 4 de nuestra era). ¿Se puede prescindir de la épica para contar una historia del Imperio Romano? Sí, Marini demuestra que, como mínimo, se pueden dedicar las primeras 56 páginas de la historia a contar cosas que no pasan por las batallas y donde, si bien hay escenas fuertes, violentas, bastante heavies, la cosa va para otro lado.
En cuanto al dibujo, el suizo también nos reserva algunas sorpresas. No en el color, que está tan perfecto como en los mejores tomos de El Escorpión, sino más bien en el grafismo y en la narrativa. En estos sentidos, Las Aguilas... es el trabajo más europeo de Marini. Acá hay más viñetas por página, más tomas “de lejos”, y más cositas (enfoques, secuencias, detalles) de Hermann y de André Juillard que de Katsuhiro Otomo o Carlos Pacheco, que eran referencias con las que nos encontrábamos muy a menudo en los álbumes anteriores del ídolo.
Este primer tomo de Las Aguilas de Roma tiene como principal atractivo (además del dibujo de Marini, siempre impecable) esta posibilidad de ver cómo dos chicos muy distintos entre sí se convierten en hombres al servicio del Imperio Romano. Uno de ellos prácticamente está cumpliendo su destino, y el otro, por el contrario, lo está desafiando de un modo brutal, lo cual seguramente activará una serie de conflictos muy espesos en los tomos posteriores. Ya me pongo en campaña para conseguir lo que sigue, para ver cómo cosecha Enrico Marini todo lo que sembró en este primer álbum (de 2007) que –repito- lo pone al suizo en la selecta lista de los grandes dibujantes que un día quisieron ser guionistas y pelaron lo que había que pelar. Hace poquito salió en Francia el Vol.4 y pareciera ser que el Vol.5 será el último. Por suerte me quedan muchas páginas por recorrer junto a estos personajes perfectamente delineados por un autor que no dejó nada librado al azar. “Alea jacta est”, dijo una vez un romano al que le gustaba jugarse el todo por el todo...
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2 comentarios:
LOs dibujos estan buenos pero la historia es tan mala como la de gladiador.
Yo leí hasta la tercer parte y la verdad que el argumento me re enganchó... me tendría que fijar si ya se consigue, de hecho, la cuarta (y creo, última) parte.
Saludos.
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