Final para esta serie con la que el maestro Brian Wood redefinió la historieta histórica, por lo menos para los parámetros del comic yanki, donde nunca hubo una tradición muy importante centrada en este género. En Argentina y en Europa sí, tuvimos muchas historietas de vikingos muy investigadas, con mucho rigor en la recreación del período histórico, etc., pero no sé si alguna tuvo la ambición, la magnitud de lo que hizo Wood a lo largo de estos 50 episodios de Northlanders.
Este último recopilatorio ofrece una historia contada en tres tandas de tres capítulos. Todo se centra en la vida del clan Hauksson, desde su llegada a las inclementes tierras de Islandia en el año 871, hasta su caída en el año 1260. La primera tanda de episodios nos muestra la llegada a Islandia y la dura adaptación al nuevo terreno, complicado por la feroz rivalidad entre los Hauksson y los Belgarssons, una pica que forzará a ambos clanes a adoptar prácticas extremas y sucias, como las que siglos más tarde implementarían los mafiosos. El tramo que va de 871 a 887 es una historia de aguante, de gente que se ve obligada a endurecerse, a hacerse cruel y abyecta para sobrevivir. También de ilusión, de apostarle fuerte a un futuro que quizás estos pioneros no llegaron a disfrutar.
El segundo tramo, que va de 999 a 1000, nos muestra a los Hauksson ya asentados como uno de los clanes más poderosos de Islandia, dueños y señores de tierras, ejércitos, negocios y riquezas. La pica contra los Belgarssons no cede y en el medio aparece un elemento desestabilizador, con el cual estos curtidos guerreros no saben cómo lidiar: la fe católica avanza por todo el mundo y llega a las heladas tierras del norte para forzar replanteos, nuevas alianzas y –obviamente- nuevos negocios.
Hasta acá, los protagonistas de estos dos arcos (Ulf en el primero, Brida en el segundo) eran jóvenes con mucha personalidad, con convicciones muy firmes, pero que en un punto aceptaban los cambios, se adaptaban a las nuevas realidades que les tocaban vivir. Para el tercer arco (el que transcurre en el año 1260), Wood nos propone un protagonista también joven y decidido, pero esta vez Oskar no se adapta a la realidad, sino que hará lo imposible para que la realidad se adapte a él, a sus deseos y a sus caprichos. Manipulado por su mujer y deslegitimado por su padre (lejos, el mejor personaje secundario del tomo), Oskar conducirá a los Hauksson a la ruina, la derrota y la deshonra. Y al final quedarán vivos los ideales, la promesa de una vida mejor en esta isla que queda en el culo del mundo (pero para el otro lado) y que –según Wood- nunca traiciona a los que dejan su sangre por ella.
En promedio, la Trilogía de Islandia tiene menos machaca que otros tomos, y cuando esta aparece está bien integrada al complejo equilibrio que propone Wood entre rigor documental, runfla política y exploración a fondo de las costumbres de estos hombres y mujeres que nos quedan geográfica y temporalmente tan lejos. Si hay que extraer un mensaje, yo diría que lo que el creador de DMZ nos quiere transmitir es que en todas partes y en todas las épocas hay garcas, soberbios, avechuchos, manipuladores, idiotas con poder, valientes, cagones, gente que se desloma para darle una vida digna a su familia, gente que apuesta por sus sueños más limados, gente con convicciones y gente que va para donde sopla el viento. Esta vez, Wood nos transmite el mensaje de un modo bastante sombrío, bastante triste, en historias en las que la esperanza tiene poca cabida y la alegría, ninguna.
El primer tramo está dibujado por el correcto Paul Azaceta, en un estilo adusto, agreste, con influencias de Michael Lark y Jorge Zaffino, entre otros. El segundo tramo está a cargo de Declan Shalvey, otro dibujante sin mayores inconsistencias, al que le falta definir una impronta visual propia, un grafismo que lo identifique al toque. Talento no le falta. Y en el arco final tenemos una vez más al genio croata Danijel Zezelj, en un nivel impresionante, por ahí no tan zarpado como en otros trabajos, sino más comprometido con la narrativa y con el guión. Zezelj impacta con su línea, con su técnica, con el armado de las secuencias, con esos homenajes alucinantes a Sergio Toppi, y felizmente el colorista Dave McCaig se acopla a la onda siempre vanguardista del croata.
No te quiero mentir: The Icelandic Trilogy no es el mejor tomo de Northlanders. Lo cual no significa que, en el global de los 50 episodios y los siete TPBs, no podamos hablar de una serie magnífica, que realmente marcó un antes y un después, y que terminó de poner a Brian Wood en la lista de los guionistas absolutamente imprescindibles que tiene hoy el comic yanki. Gracias Vertigo, gracias Wood, gracias Odin por tanta gloria.
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5 comentarios:
Gente si alguien tiene datos por favor sería bueno compartir experiencias en la importación de libros de acá en mas.
Yo me iba traer el compilatorio de Stragers in paradise pero la verdad que ahora desensillé hasta que aclare como diría el general.
Yo me pedí, hace un mes los 4 tomos de Planetary y me llegaron sin ningún problema (como siempre) con una etiqueta de Certificada Plus.
Otro logro de la democracia K!!!! que hasta comprar libros afuera sea una odisea, menos mal que cada vez falta menos de esta mierda...
Grande Northlanders, que Wood cumpla la promesa y vuelva en alguna forma.
La verdad que está cada vez más complicado importar cultura, creo que deberían re checkear el tema y diferenciar el que comprar Play 4 para hacer su negocio y el que compra 4 tomos de Planetary....digo....
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