Shenzhen es el primero de los (cuatro) libros en los que el canadiense (radicado en Francia) Guy Delisle nos cuenta sus viajes por lugares medio bizarros del planeta. Este es un viaje que el autor realiza en 1997, narrado en un comic que se edita por primera vez en 2000. O sea que va antes de sus viajes a Pyongyang (lo reseñamos el 14/08/10) y a Birmania (lo reseñamos el 15/11/11). Veamos cómo le fue.
Shenzhen es una mega-ciudad de China, a la que Delisle viaja durante tres meses para supervisar la producción de una serie animada, producida por un estudio francés para el que trabaja. En esos meses, ademá, va a descubrir una nueva cultura, muy distinta de la canadiense y la francesa, siempre acompañado de intérpretes porque no entiende una palabra de chino y casi no encuentra chinos que hablen inglés, ni mucho menos francés. Buena parte de las más de 140 páginas que ofrece el libro, se tratan de eso, de una crónica graciosa de las costumbres, los paisajes, las comidas y hasta los olores que Delisle descubre en la mega-urbe china. Los restaurantes donde se morfa perro, los maniquíes en las vidrieras, el tránsito intenso de bicicletas, las obras en construcción, la basura y hasta la proliferación de soretes humanos en los lugares más improbables son algunas de las cosas que impactan al autor y este nos cuenta, obviamente en clave de humor.
Por suerte, esta vez no hay un contexto político tan denso como el de Corea del Norte, Myanmar o Israel. Delisle casi no ve militares, no respira ese clima de opresión, no le caen misiles a dos cuadras del hotel. Esta rara cruza de comunismo y capitalismo que experimenta en China le causa una cierta sorpresa, pero –de nuevo- le parece más graciosa o bizarra que indignante. Por supuesto le da por el quinto forro prender la tele y que haya sólo dos canales, pero no está contado como algo grave, no hay una intención de denunciar una injusticia o un disparate mayúsculos como sí se ve en otras crónicas del canadiense.
Lo más lindo, o lo que a mí más me gustó, es cómo Delisle nos mantiene enganchados todas esas páginas sin un conflicto fuerte. Se supone que el tipo llega con una misión: garantizarle un nivel de calidad a esta serie en la que trabajan los animadores chinos. Pero rápidamente se da cuenta de que todo está planteado con menos tiempo, menos guita y menos ganas de las que hacen falta para que todo salga bien y dice “ma´sí, váyanse a cagar”. Y en vez de hacerse mala sangre por la baja calidad de la animación, se relaja y se propone simplemente corregir los errores más groseros, que igual son muchos. Toda esa parte en la que Delisle nos muestra el backstage de la realización de la serie es muy divertida, muy ganchera, y claro, es la que peor hace quedar a los locales, porque los muestra como unos improvisados, colgados y bastante ineptos a la hora de laburar.
Por supuesto, a la hora de describir, de no narrar, de no engancharse a establecer un conflicto fuerte o a generar tensión, Delisle tiene un arma infalible que es la asombrosa calidad de su dibujo. Mezcla perfecta entre Lewis Trondheim y los humoristas de los diarios yankis (con Ted Rall a la cabeza), el grafismo del canadiense se embellece y se potencia con un fastuoso trabajo de grises aplicados con lápiz negro. De hecho, salvo algún fondo negro de alguna viñeta, toda la obra parece estar dibujada con lápiz negro, un elemento al que Delisle le arranca una gama de texturas virtualmente infinita. Quizás sea un efecto de photoshop que imita el trazo del lápiz, pero lo cierto es que se ve muy, muy suelto, muy genuino, y sobre todo muy bello. Cada tanto, el relato es interrumpido por una splah-page en la que el autor mete una ilustración sin textos, en la que retrata con un grado de detalle pasmoso algún edificio o algún paisaje urbano de Shenzhen que le llamó mucho la atención. Son imágenes imponentes, en cuya contemplación te podés colgar horas.
Si sos fan de Guy Delisle, no hace falta que te recomiende este libro. Ahora, si estás pensando en engancharte con las crónicas de este talentoso autor que recorre lugares bizarros, me parece que te van a impactar más Pyongyang, Crónicas de Birmania o Jerusalén, porque tienen todo ese contenido extra de los contextos socio-políticos espesos. Habrá más Delisle en el blog, en los próximos meses.
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3 comentarios:
Andrés, pregunta. ¿Hicieron alguna nota de "Marshall Law" en Comiqueando alguna vez? Me parece una serie muy interesante.
Sí, la hicimos con Luquitas Ferrero.
Está en la Comiqueando Extra n.6, la que tiene en la tapa a la Legion dibujada por Carlos Meglia.
lo que es la tapa es bien fea y empastada. tuve q mirarla varias veces hasta entender q ese manchon de negro y gris eran mesas con animadores
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