Empecé a recorrer esta saga creada por Enrico Marini un ya lejano 15/12/13 y recién ahora le entré al segundo tomo. Y no porque el primero no me hubiese dejado satisfecho, sino porque hubo que esperar a que Norma lo reeditara, porque este Vol.2 se agotó muy rápido.
Estamos ante un tomo raro. Hasta la página 43, la trama es muy clásica: Marco Valerio Falco está comprometido con una mina a la que no quiere, en un matrimonio por conveniencia, y lo mismo le pasa a la joven y hermosa Priscilla, con la diferencia de que su prometido es un poderoso político en la antigua Roma. Marco va con todo a tirarle los galgos a Priscilla y rápidamente surgen los obstáculos en la relación, desde la novia despechada de Marco hasta muchachones que responden al novio de Priscilla y lo quieren cagar a palos al lanzado legionario. Para terminar de complicar las cosas, mete la cola Morfea, la meretriz más famosa de Roma, que además es… bueno, no se puede contar sin spoilear un giro argumental realmente impactante.
La acción es más carnal que bélica, pero también hay unas cuantas peleas, como para matizar. Marini es un gran dibujante de escenas de sexo, y acá nos ofrece muy lindos garches y hasta una orgía memorable. El personaje de Marco es, lejos, el más trabajado, el que más protagonismo tiene y el que más consigue la identificación del lector. El otro personaje central de la saga, el rústico (y también muy ganador) Ermanamer queda bastante relegado a un segundo plano y tiene muchas menos escenas importantes que Priscilla. Ojo, no me animo a sacarlo de la discusión. Es muy probable que Ermanamer recupere protagonismo en los tomos posteriores, pero esta vez es claramente un personaje secundario.
Las Aguilas de Roma se reconcilia con su género, el peplum, en apenas tres páginas (44 a 46), donde Marini pela unas escenas de batalla impresionantes. Y de la 47 a la 56, el autor dedica el último tramo del álbum, ambientado cinco años después de la frustrada historia de amor, a sembrar el argumento para el tercer tomo. Se trata de largas escenas de diálogo, signadas por la rosca política y la intriga palaciega, que van tirando al fuego (para que se cocine despacito) una nueva trama de perfil mucho más bélico. Por supuesto, hay un artilugio del guión para que en el próximo tomo, entre combate y combate, Marco se pueda reencontrar con Priscilla, y obviamente con Ermanamer.
Al poder decidir cuántas viñetas van en cada página, Marini opta por cuadros más grandes y se da a sí mismo la comodidad que no tiene en El Escorpión. También ayuda el hecho de tener 56 páginas en vez de 44 ó 46. Lo cierto es que Marini trabaja con páginas que –en general- no tienen más de siete cuadros, con más secuencias mudas, con más espacio para desarrollar la acción y también algunas páginas muy sobrecargadas de texto, sobre todo cuando la machaca y los garches le dejan su espacio a la intriga política.
El dibujo es exquisito y nos invita a disfrutar de un Marini muy afianzado en su estilo, con algunas cositas de Chris Sprouse, de Carlos Pacheco y hasta efectos en el color muy típicos de Milo Manara. A diferencia de aquellos primeros trabajos de los ´90, el Marini de este siglo tiene un repertorio gráfico muy propio, y en Las Aguilas de Roma tanto el tratamiento del color como el manejo de la referencia y la documentación no hacen más que realzar la calidad e incluso la identidad del dibujo del autor.
Con este tomo, tan centrado en la historia de amor y tan alejado de la consigna del Vol.1, Enrico Marini nos está diciendo que en esta serie puede pasar casi cualquier cosa, obviamente dentro de los confines de la historieta realista con ambientación histórica. Esto puede causar que alguno se vaya a las puteadas, sintiéndose estafado porque casi no hay combates, y que otros nos quedemos muy cebados por la destreza con la que el autor abrió el espectro y se animó a sumar romance, runflas y perversiones sexuales a una saga que venía para el lado de la machaca y algún toque de comedia muy sutil. Vamos por el Vol.3, ni bien lo vea a un precio razonable.
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