Al igual que el libro reseñado el 06/04/14, este tomo reúne varias historias escritas por el uruguayo Silvio Galizzi, protagonizadas por el antihéroe que creara junto al cineasta Guzmán Vila y que lleva los rasgos del actor-guionista. Como ya vimos la vez pasada, Vlad Tepes es un personaje repulsivo, una exageración de todos los rasgos machistas, violentos, xenófobos y políticamente incorrectos de Galizzi, potenciados por el hecho de que –como su nombre lo sugiere- es un vampiro poderoso e inmortal.
Esta vez, además, el libro promete que el erotismo será el tema central, el que englobe a todas las historias cortas… y es una promesa que no cumple. En casi todas las historias el sexo es un elemento muy menor, a veces presente en una o dos viñetas, y que casi siempre se podría haber omitido sin alterar el curso de las tramas. Lo interesante es que casi todas las historias nos muestran a Tepes en alguna época histórica, interactuando con personajes reales de cada una de esas épocas. De nuevo, algunas aprovechan mejor y otras peor las posibilidades que brindan estas ambientaciones, pero está muy bien que el contexto para estas historias violentas y pasadas de rosca sean momentos bien investigados de la historia real, de la Historia con mayúsculas. Veamos qué onda cada una de estas historias.
La primera es una versión alternativa del cuento de Blancanieves, con unos garches bastante bien incorporados y un final shockeante. El dibujo es de Quique Alcatena con bastantes pilas, pero rotulado por él mismo, que no es precisamente un buen letrista. La segunda, ambientada en una de las tantas guerras entre Inglaterra y Francia, es una comedia de enredos bastante violenta, en la que el sexo no tiene mayor incidencia. Dibuja Guillermo Hansz, el de El Club de los Ilustres.
La tercera es una historia tremendamente sangrienta y retorcida, con una trama interesante, pero a la que le juega en contra la cantidad de saltos al vacío (gráficos y narrativos) que ensaya Matías Bergara. Me encanta cómo trabaja con la mancha, con las tramas mecánicas y demás, pero por momentos la historia se hace muy confusa, especialmente en las tres páginas que no tienen textos.
La que dibuja Andrés Lozano es una de 10 páginas ambientada en la conquista de América, con un poco menos de violencia y con poco protagonismo del sexo, que apenas brinda el remate cómico para las últimas viñetas. Otra donde el erotismo no tiene el menor peso es en la que dibuja Beto Ledes, ambientada en EEUU en la época de Abraham Lincoln y el General Custer. Tiene una página muy salvaje en términos de machaca, un final sorpresa que se podía preveer sin ser un genio y un desarrollo muy hablado, pero atractivo. El dibujo cumple apenas, está a milímetros de irse a la B.
Fernando Ramos emplea un estilo oscuro, a mitad de camino entre un Juan Carlos Flicker y un clon de Mike Mignola para una historia que mezcla a Vlad Tepes, Bram Stoker y los crímenes de Jack el Destripador. Una buena idea, un poco compleja para ocho páginas. La de Rasputín, ambientada en Rusia entre 1914 y 1917, es la que mejor trabaja con la historia real, hasta llegar a una viñeta final muy impactante. Acompaña el dibujo de Lauri Fernández, bien en los climas y muy jugado a la caricatura.
A nivel dibujo y narrativa, creo que el que se lleva la medalla de oro es Esteban Tolj, quien tiene a su cargo las 10 páginas en las que Tepes se cuela en la desgarradora historia de Anna Frank. Los garches no aportan mucho, pero sin dudas es una excelente historia. Y se me acaba el espacio, pero quedan tres historias: una muy cortita con Diego Velázquez, más grosera que divertida; una con Marilyn Monroe, con un buen guión y dibujos bastante dignos; y una ambientada en el presente (de lo más flojo del libro tanto en guión como en dibujo) en la que por lo menos el sexo tiene razón de ser.
En síntesis, una antología rara, picantita, con altas dosis de mala leche, con puntos altos y otros no tanto, que seguramente disfrutarán los fans del impiadoso vampiro uruguayo.
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