La que se desarrolló el finde pasado fue la décima edición de la New York Comic Con. O sea que la primera a la que asistí, la de 2012, fue la séptima. Aquella vez, me fue imposible no comparar al evento con las San Diego Comic Con de los ´90. Esta vez, me resulta imposible no comparar a la NYCC de 2015 con la de 2012, por lo cual recomiendo releer los posts del 7, 13, 16 y 19 de Noviembre de ese año.
La primera diferencia está en la cantidad de gente. En 2012, el jueves era el día tranqui, en el que se podía recorrer el predio sin mayores apretujes, avechuchear en los stands, pasear de modo distendido, y evitar los auditorios donde se hacían las charlas, simplemente porque la programación era poco atractiva. Este año, el evento explotó desde el jueves. Para las dos de la tarde de ese primer día, la horda de asistentes había hecho intransitable buena parte del predio, y el Artists´s Alley era casi el único resquicio donde podías colgarte a charlar con alguien sin que te llevara la marea humana.
El viernes, ni eso. Pasé por el Artists´s Alley a saludar amigos y para volver al pabellón de los stands, me encontré atrapado en un embotellamiento humano, una masa de gente trabada en un pasillo, que no era chico, pero estaba totalmente desbordado. Los pibes de la organización y gente de seguridad terminó “dirigiendo el tránsito”, pidiéndole a los que iban para un lado que se tiraran a su derecha, y lo mismo a los que iban para el otro lado, de modo de formar dos “carriles” por los que se pudiera avanzar. Imaginate el kilombo, hasta que esto se pudo organizar. Y no te imagines las agresiones táctiles y olfativas que sufrí en ese amontonamiento de gente, que durante muchos minutos era una cosa compacta, que casi no se movía.
Buena parte del kilombo lo genera el tema de los cosplayers. Había tantos, y algunos eran tan grossos, que la gente paraba a sacarles fotos en cualquier lado. Si la foto era en medio de un pasillo, mala leche: se cortaba la circulación de cientos de personas que trataban de avanzar, para que el pibe o mina le pudiera sacar la foto a su cosplayer favorito. Y eso que en el hall central había espacios especialmente preparados para sacarle fotos a los cosplayers… El tema es que, como ya dije, había demasiada gente y dentro de esa gente, muchísimos disfrazados. Cualquier espacio previsto para casi cualquier cosa se vio desbordado por la brutal cantidad de gente que copó las instalaciones del Javits Center.
Ese fue el principal punto débil del evento. Posta, los organiza-
dores deberían tomar conciencia de que, con esa cantidad de gente, es casi imposible disfrutar de la convención. O venden menos entradas, o venden menos stands y habilitan esos metros cuadrados para zonas de descanso, como para evitar la triste imagen, típica de las dos últimas horas, en las que los pibes se sentaban a descansar en el piso (en cualquier parte, junto a las columnas, en las escaleras, en el medio de los pasillos) y complicaban aún más la circulación del público por el predio. O habilitan más zonas donde los cosplayers se saquen fotos con la gente que viene sin d¡sfraz, para evitar que esto congestione el tránsito por los pasillos.
Lamentablemente, me parece que acá el negocio es tan grande, la cantidad de guita que se mueve entre stands y entradas es tan brutal, que va a tener que suceder una tragedia de proporciones cromañónicas para que alguien ponga freno a esta tendencia de meter cada vez más cosas y más gente en el espacio que ofrece el predio. Me acuerdo que la última vez que hablé (por chat, no personalmente) con Mike Mignola, yo ya sabía que este año iba a ir a la NYCC y le pregunté si él iba a estar, ya que en 2012 nos habíamos encontrado allá. Me respondió algo así como “No, ni en pedo. No voy más a Nueva York. Se fueron al carajo con la cantidad de gente que meten, es un evento totalmente colapsado, en el que no hay lugar ni para respirar”. Yo me imaginé que el prócer estaba exagerando un toque, pero hoy le doy la razón. Así no se puede.
Y no quiero que todo quede en la crítica y el comentario bajón, así que prometo para mañana un repaso por las cosas copadas que me dejó la NYCC 2015, la décima convención yanki a la que tuve el privilegio de asistir.
sábado, 17 de octubre de 2015
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1 comentario:
Posta, el jueves fue imposible. el viernes a la mañana ya era mas respirable pero a las 12 estaba para rajar. Ni me imagino los findes. Puede ser que haya algún aplastado algún año. Raro que con la fama de burocrática con los controles y persmisos que tiene NY, dejen que pase eso.
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