el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 25 de septiembre de 2011

25/ 09: 21


Esta juega al límite, muy finito, entre historieta latinomericana y yanki. El autor es el puertorriqueño Wilfred Santiago (a quien visitamos en este blog allá por el 21 de Octubre de 2010), que vive y trabaja hace mil años en EEUU, que creo que no tiene obra publicada en castellano, y que no sé si escribe en nuestro idioma, o directamente en inglés.
21 narra la biografía de Roberto Clemente, el más destacado beisbolista que diera Puerto Rico, y además un verdadero héroe de la vida real, con final trágico y todo. Santiago elige el camino lineal: arranca en la niñez de Clemente y termina con su fatídica muerte, en un accidente de aviación (como su admirado Carlos Gardel), con sólo 38 años. Los matices están dados por la historia política de Puerto Rico, el eterno debate entre los que quieren que la isla sea independiente y los que quieren mantenerla bajo la protección de los EEUU. Santiago esgrime argumentos a favor y en contra de ambas posturas, pero sin profundizar en ninguno de ellos, porque está claro que la suya no es una historieta de tinte socio-político, sino que este elemento aparece como uno más, como un recurso para ilustrar el contexto en el que crece y vive Roberto Clemente.
La personalidad del ídolo tampoco da mucho jugo paar convertirla en un elemento de peso en la trama. Clemente era un muchacho recto, siempre lejos de la joda y los excesos, pero muy cerca de la sensibilidad, y sobre todo de la solidaridad. En las secuencias finales, cuando Clemente ya está recontra-consagrado como beisbolista, Santiago nos lo muestra en una infatigable cruzada por ayudar a los que menos tienen. Afectuoso con su familia, respetuoso con su mujer, cordial con sus compañeros, sin el menor resentimiento por los malos tratos y la discriminación que sufrió por ser de raza negra, Clemente aparece como un hombre íntegro, cuyo principal rasgo es la bondad (además del talento para el beisbol). Santiago se las ingenia para perturbarlo mínimamente (sólo en sueños) con un trauma infantil relacionado con la temprana muerte de su hermana Anairis. El resto, todo para adelante, sin fisuras ni dobleces.
¿Dónde reside, entonces, la fuerza del relato? En la epopeya 100% real de este prodigioso deportista y del equipo del que formó parte durante muchos años, los Pittsburgh Pirates, que desde bien abajo, con sacrificio y humildad ganaron torneos importantísimos frente a equipos mil veces más grossos. En la primera mitad de la novela, en la que el beisbol tiene menos presencia, el ritmo es más lento, y si bien no llega a aburrir, por ahí sobran escenas (y personajes) referidas al entorno familiar de Clemente. Pero cuando el ídolo pasa de un club canadiense a los Pirates (y aprende inglés), los partidos cobran protagonismo y Santiago aprovecha al máximo las posibilidades dramáticas que le brindan los mismos para centrarse –como decía más arriba- en el carácter épico del personaje central. Y ahí sí, la tensión, la emoción y la diversión te llevan a no querer que la novela se termine nunca. Hasta que, inevitablemente, esta termina de modo abrupto, como la vida de Clemente y deja un regusto tristón, mezclado con la alegría de ver cuántos de los sueños de este pibe llegaron a hacerse realidad en los 38 años que habitó nuestro mundo.
Fiel a su costumbre, Wilfred Santiago pela en 21 un estilo totalmente distinto al que mostrara en sus obras anteriores. Esta vez, va para el lado más cartoon, con una cierta onda Scott Morse/ Marc Hempel, mezclada con el trazo más melancólico y oscuro de Stassen. El resultado es muy bello y muy original. Santiago también experimenta en dos rubros donde cuelga varios home-rounds: la integración de referencias fotográficas a su estilo visual, y la incorporación de texturas (supongo que digitales) a su trabajo de línea con blanco, negro y tonos de amarillo similares a los de Valizas, de Santullo y Vergara. El giro hacia una estética tipo cartoon le da terreno a Santiago para extremar los recursos expresivos, con lo cual logra increíbles momentos no sólo en los partidos de beisbol, sino también en la secuencia del choque que termina con la muerte de otro hermano de Clemente, y su funeral, que es breve, pero sumamente emotivo. Como en In My Darkest Hour, Santiago lima brillantemente en las secuencias oníricas, donde se juega cartas bravas, dignas de Dave McKean.
Munido de un bate, la camiseta 21 (de ahí el título de la obra) y un montón de buenas intenciones, Roberto Clemente conoció la pobreza y la riqueza, el fracaso y el éxito, la gloria y la tragedia. Y con todo eso, Wilfred Santiago armó una novela gráfica hermosa, inmejorable tributo a la vida y la obra de un auténtico superhéroe de carne y hueso.

2 comentarios:

Sergiole dijo...

me gusto esto andres!! se conseigue aca?

Andres Accorsi dijo...

En las comiquerías, no creo. Yo se lo encargué a mi dealer ni bien lo vi anunciado en el Previews.
Si tu dealer consigue merca de Fantagraphics, seguro te lo puede traer.