Ufff... Meses y meses sin leer la adictiva serie de Mike Carey y Peter Gross, uno de los pocos éxitos genuinos que tiene hoy el sello Vertigo. Desde el 03/08/12 que no visitaba a Tom Taylor y sus amigos y la verdad es que los extrañaba mucho. Por suerte este es un tomo extra-large, con 10 episodios y mucho para leer.
Cinco de estos episodios integran la saga llamada “Tommy Taylor and the War of Words” y nos muestran la lucha más abierta, más frontal, menos subrepticia entre nuestro joven protagonista y los villanos de la serie, la poderosa secta conocida como “el Cabal”. Acá Tom ya sabe usar los poderes de la ficción y se la pasa tirando los conjuros que Tommy usaba en las novelas escritas por el viejo Wilson Taylor (si no entendiste esta frase, releé las reseñas de los tomos anteriores). Y está bien, pero cansa un poco. Tom actúa como el héroe clásico, los villanos como villanos clásicos, y el único que nos reserva alguna sorpresa es Pullman, el más pesutti de los malos, que durante muchos episodios aburre con su pose de duro y en el último... no te voy a contar lo que hace, pero está muy bien, levanta mucho la puntería.
Si nunca leíste The Unwritten, no se te ocurra empezar por acá. Esta es la batalla a todo o nada entre el héroe y sus némesis, donde se dirimen conflictos que se arrastran desde el Vol.1. También esta lucha crucial, definitiva, tendrá consecuencias grossas en los tomos futuros, porque Carey se anima (con ponderable audacia) a boletear a personajes muy importantes para la saga. Veremos cómo se acomoda todo. El último episodio pide a gritos uno o varios epílogos que pasen en limpio lo que sucedió y cómo se reorganiza el tablero para seguir adelante con la partida, a la que todavía le quedan varios tomos por editarse.
Los cinco episodios que no son parte de esta epopeya son unitarios, casi siempre con dibujantes invitados. El primero ofrece tres secuencias breves de la mano de tres monstruos: Mike Kaluta, Rick Geary y Bryan Talbot nos revelan distintas maniobras del Cabal para lograr, desde tiempos remotos, el control sobre los relatos, que es la verdadera fuente de su poder.
El siguiente unitario lo dibuja Peter Gross, pero casi no se nota, porque lo tapan mucho las excelentes tintas de Dean Ormston, que le imprime su estilo a la historieta. El argumento es una especie de Gilgamesh vs. Caín, pero con muchas puntas que conectan con lo que vimos en el Vol.4.
Gross vuelve para dibujar el tercer unitario, con tintas de Vince Locke, que también pone mucho de su propia cosecha. La historia narra el origen de Rausch, la enigmática titiritera que juega para el equipo de los malos.
El único unitario flojo es el que protagoniza Will Tallis (el verdadero nombre de Wilson Taylor) en la Primera Guerra Mundial, a pesar de los buenos dibujos de Gary Erskine.
Y el último es brillante, porque cuenta algo de lo que ya vimos en la lucha entre Tom y el Cabal, pero desde otra óptica totalmente distinta, y con muy buenos dibujos de Gabriel Hernández Walta. Sólo a un maestro se le ocurre hacer lo que hizo Carey en ese unitario.
Me falta destacar que en los episodios de la saga central el dibujo de Gross se ve mucho mejor que de costumbre porque ahora tiene como entintador a M.K. Perker, el virtuoso dibujante turco al que vimos pelar grandes laburos en Air. La combinación entre Gross y Perker funciona muy bien, y en los mejores momentos me hizo acordar a los números de Shade o de Generation X en los que Mark Buckingham entintaba a Chris Bachalo. Ojalá el turco se quede hasta el final de la serie, porque resolvió el principal problema (quizás el único) de The Unwritten, que era la escasa onda de los dibujos de Gross.
Para el año que viene, tengo ya encanutados un tomo más de esta serie y Tommy Taylor and the Ship that Sank Twice, la primera OGN de The Unwritten, que tiene muy buena pinta. Si te gusta leer, si te fascina el poder de los grandes relatos, si creés que la palabra define al mundo, si alguna vez soñaste con interactuar en el mundo real con tus héroes de la ficción, Mike Carey y Peter Gross te van a atrapar en una red sumamente compleja de aventuras, reflexiones, conjuras y emociones. Ya recomendé mil veces la lectura de esta serie, pero la recomiendo una vez más, porque –como dice Mirtha- el público se renueva.
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4 comentarios:
¿Por qué suponés que yo leo Iron Man, Nicolás?
que respuesta de forro que diste en comiqueando, te haces el soberbio y sos impresentable, volve a traducir para Clarin sorete.
Chupame un huevo, infeliz. Yo respondo lo que se me canta la chota. Al que no le guste, que vaya a preguntar a otro lado...
la nota de iron man levanto mas polemica que el pete de wanda nara jaja
Lo agarraron de mal humor al dogor.
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