Allá por el 05/12/12 yo me prendía fuego con Tres Sombras, una novela gráfica del francés Cyril Pedrosa que me convirtió en fan de por vida de este virtuoso del dibujo y del relato gráfico. Varios años después, logré hacerme con su siguiente novela gráfica, que es la que me toca reseñar hoy.
Lo primero que impacta de Portugal es el tamaño. Parece una lápida, más que un libro. Es enorme, con tapa dura, excelente papel, tirita de tela para usar de señalador… pornografía para estanterías, como dicen los yankis. La verdad, no me copa mucho tanto lujo. Esto se podría haber editado un toque más chico, o en softcover y no hubiese sido una falta de respeto al inmenso talento de Pedrosa. Pero bueno, Norma puso toda la carne al asador y Portugal se convirtió en un libro zarpado en peso y tamaño (como esssta) que obviamente vale una fortuna.
Vamos a la historia, mejor. Cyril Pedrosa se toma más de 250 páginas para narrar un fragmento de la vida de Simon Muchat, un muchacho de treinta y pico, dibujante, que a pesar de tener algunos álbumes publicados y un talento considerable, está a la deriva, sin ganas de hacer un carajo. En algún momento, cerca de tocar fondo, se propondrá viajar a Portugal en busca de datos sobre su abuelo Abel y para el final encontrará… algo de eso, algunos testimonios sobre la vida de su antepasado, al que nunca conoció.
Todo esto, contado a un ritmo MUY pachorro, con decenas de páginas en las que no pasa nada. Simon viaja a un pequeño festival de comics en un pueblito, a la vuelta tiene un cortocircuito grosso con su esposa, después se va con su papá al casamiento de una prima en un campo de Borgoña, después se va a Portugal a investigar sobre su abuelo, conoce tías, primos lejanos, amigos de sus tíos y abuelos, a veces dibuja, a veces se cuelga, sobre el final se garcha a otra minita, viaja en tren, en avión, en auto, en micro, en bicicleta… y todo va muy lento. Pedrosa se cuelga en eternas escenas de charlas entre Simon y sus parientes (su padre es, lejos, el personaje secundario más atractivo), cenas, fiestas, borracheras, paseos… Nada de lo que pasa se presenta en forma de un conflicto. Por el contrario (y como en la vida real) todo está mezclado, diluido en esta suculenta sopa de slice of life, en este devenir de hechos que se sienten tan reales, tan genuinos, que cuesta creer que Perdosa no nos está contando un capítulo de su propia biografía.
El argumento es menos que pobre, es indigente. Lo atractivo, lo que te engancha de punta a punta es el guión, es cómo cuenta Pedrosa este cachito de historia. Las pausas, los silencios, los flashbacks, las escenas flasheras que suceden en la mente de Simon, incluso los diálogos (que son infinitos) tienen onda y ayudan a mantener el interés en esas largas secuencias en las que no pasa absolutamente nada. Está claro que Pedrosa maneja una cantidad de recursos narrativos enorme, porque la trama se arrastra a un ritmo parsimonioso, casi exasperante, por momentos incluso desaparece, y sin embargo uno lo disfruta, se identifica con los personajes, se divierte con ellos, no está todo el tiempo diciendo “bueno, ya fue la charla, el morfi y las anécdotas graciosas, ahora que pasen cosas”. Eso es lo más notable que tiene el guión de Portugal.
Pero claro, ¿a quién carajo le importa el guión cuando tenemos más de 250 páginas dibujadas por Pedrosa? Si la cantidad de recursos narrativos te ponen los pelos de punta, el arsenal que te detona Pedrosa desde la faz gráfica es sencillamente indescriptible. Si el dibujo fuera sólo la línea (esa línea vibrante, nerviosa, elegante) ya estaríamos hablando de una genialidad. Pero además están las tramas, los sombreados, las manchas y un upgrade impresionante respecto de Tres Sombras, que es el color. El color puesto al servicio de los climas, fundamental para darle su impronta propia a cada escena, presente hasta en los globos de diálogo, y además con sus propios efectos, con formas y fondos logradas con pinceladas y manchas que son 100% color, sin línea negra en los contornos.
Portugal ofrece más introspección y más poesía que aventura y confictos, con lo cual no está pensada para seducir a todos los públicos. Pero desde lo visual hay tanta magia, tanta onda, tanto virtuosismo fuera de control, tantos hallazgos, que si no te emociona la trama seguro te va a emocionar el dibujo. Y si sos de los que bancan los relatos largos, a fondo, con un tratamiento exhaustivo de los mambos y los procesos internos de un personaje, con apuntes costumbristas y autobiográficos, en los que no importa que “pasen cosas” o que nos ceben a fuerza de ritmo y sacudones imprevistos, seguramente te vas a convencer de que Cyril Pedrosa es uno de los nombres 100% imprescindibles que tiene hoy la novela gráfica.
sábado, 3 de octubre de 2015
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2 comentarios:
Lo tengo en la mira a este tomo, lo tuve en mis manos y quedé en celo total.
Tenía entendido que se basaba en un viaje que Pedrosa había hecho a Portugal, había fotos en su blog, incluso.
Y ahora Dupuis sacaba (o ya salió) uno nuevo que se ve excelente.
Gran reseña cebadora!
Un chancho al asador no te da la felicidad que te da una historieta hecha con l recorcholois!
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