Segundo tomo de esta serie de Brian Wood, cuya primera entrega vimos el 26/03/14. A lo largo de otro seis episodios, acompañamos al capitán Callum Israel y al resto de la tripulación del Kapital, que siguen navegando los mares de este mundo devastado en busca del Massive, el barco perdido que emite misteriosas señales.
El núcleo central de la trama es ese: un barco persigue a otro y no lo puede encontrar, ni obtener puebas contundentes de que está ahí, donde parece estar. Con esa consigna, Wood mueve a los tripulantes del Kapital por un planeta Tierra que todavía no termina de reacomodarse luego de una serie de cataclismos climáticos naturales, conocidos como “el Crash”, que cambiaron drásticamente los mapas y sobre todo la organización socio-económica de casi todos los países. Como en DMZ, más que héroes o villanos Wood nos presenta sobrevivientes, tipos y minas con pasados bastante turbios, pero con la mente puesta en aguantar, en seguir vivos en medio de un contexto hostil. Esta vez la situación anómala no se acota a una ciudad, sino al mundo entero. Por eso el ritmo de The Massive es más pausado, porque las distancias entre un lugar y otro (y por ende, entre una eventual peripecia y otra) son más grandes.
De todos modos, Wood tiene un Plan B para compensar la falta de acción, o de ritmo más aventurero, y se apoya muy bien en dos recursos: por un lado, en la indagación en este mundo post-Crash; y por el otro, en escarbar en el pasado y en la psiquis de este complejo elenco protagónico, que en vez de expandirse se achica, de modo que cada personaje tiene cada vez más peso específico en la trama. Quizás lo que menos me cierra de The Massive sea ese tono tan melancólico, tan crepuscular, donde no hay margen para la más mínima chispa de humor, donde entre los tantos recursos que escasean, escasea tremendamente la esperanza. Es una serie muy bien pensada, muy bien escrita, pero que obviamente no es para cualquier tipo de lector, porque hay que estar preparado para bancarse el ritmo parsimonioso al que avanza la trama, la bajada de línea ecologista y política de Wood y –lo más espeso- esto que señalaba yo recién del clima tan opresivo, tan depresivo, tan claustrofóbico a pesar de que casi todo transcurre al aire libre.
Como ya es costumbre en las series de Brian Wood, acá no tenemos un dibujante titular, sino que va cambiando en cada arco argumental e incluso en cada episodio unitario. Este tomo arranca con la trilogía de Subcontinental, en la que el dibujante es el correcto Garry Brown, a quien ya descubrimos en la segunda mitad del Vol.1. El combo entre Brown y el colorista Dave Stewart es muy efectivo, con marcadas reminiscencias de grandes dibujantes como John Paul Leon o Tommy Lee Edwards, obviamente sin llegar a ese nivel. La segunda mitad de este tomo ofrece tres episodios unitarios, todos con distintos dibujantes: en el primero lo tenemos al maestro británico Gary Erskine, hábil como siempre en el estilo realista, aunque quizás muy jugado a los primeros planos. En el segundo unitario lo tenemos a Declan Shalvey, un dibujante muy interesante, dueño de una línea muy dúctil, de excelentes recursos narrativos, una especie de Guy Davis sin esa obsesión por las rayitas, las texturitas y los detalles. Y en el episodio que cierra el tomo me reencuentro con un ídolo al que por suerte Wood siempre tiene en cuenta para todos sus proyectos: el croata Danijel Zezelj, titán del claroscuro, que acá pone todo lo que sabe en materia de anatomía, iluminación e integración de la referencia fotográfica para brindarnos las 22 páginas mejor dibujadas de esta entrega de The Massive. Mientras los demás dibujantes son genéricos, clásicos, Zezelj es absolutamente personal, inmediatamente identificable, porque no renuncia jamás a sus rasgos estilísticos que además son muy fuertes, muy poco frecuentes en el mainstream yanki.
Y bueno, vamos por un tomo más. Todavía no compré el Vol.3, pero está en la hit list para ver si lo capturo durante 2015. Repito: The Massive no es para cualquiera, pero si sos fan de Brian Wood, re-da para seguir haciéndole el aguante, a ver cómo se resuelven los conflictos que se plantearon en estos primeros dos tomos.
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