Segundo tomo de esta serie que empecé a leer el 02/07/14, y la verdad es que no hay mucho para agregar a la reseña del Vol.1.
Básicamente, lo que nos dice Joe Harris es que los que tienen a su cargo la conducción de un país no se pueden dar el lujo de ser héroes ni villanos: tienen que ser pragmáticos. Así es como lo vemos a Chas Worthington III, el joven heredero de la mega-corpo petrolera convertido en fundador y gobernante de New Texas, hacer las mil y una para caer bien parado, para defender los intereses de su incipiente nación. Esto es atractivo, impredecible, se hace dinámico aunque hay mucho diálogo… hasta un punto. Ya para el final, este pibe de 19 años (que obviamente está escrito para caernos bien) pela tantos recursos, tanta cintura para rosquear, para venderle humo a los grossos, para zafar de cosas tremendas, que ya parece John Constantine. Y John Constantine hay uno solo.
El resto, está muy bien. Harris se ve en la obligación de sumarle a la trama político-empresarial elementos fantásticos, que están bien llevados, que no se roban el protagonismo ni trivializan excesivamente todo lo otro. Great Pacific no se las da de comic importante, no es solemne, no es circunspecto, pero tampoco es pochoclo ni mucho menos. Hay aventura, peligros, misterios, conspiraciones, pero lo central va por otro lado. Veremos si sigue así hasta el final, que creo que ya está cerca.
Por el lado del dibujo, nuestro Martín Morazzo se ve bastante más sólido que en el tomo anterior, más canchero. Con su línea finita que recuerda a Frank Quitely, y esa base narrativa y de composición de las viñetas más europea, que recuerda a Eduardo Risso o a Milo Manara, Morazzo nos regala páginas y viñetas muy trabajadas, con muchísimos detalles, y con personajes muy expresivos, que se sueltan más y “actúan mejor” que en el Vol.1. El propio Morazzo comparte la tarea de colorear la historieta con los chicos del Estudio Tiza (Javi Suppa y Andrés Lozano) y entre los tres logran efectos y climas muy lindos, muy atractivos, y no pensados para reemplazar a los fondos (que están, y Morazzo los trabaja con muchísimas pilas) sino para realzar toda la faceta gráfica de la obra.
Si querés leer algo distinto, una historieta con una locación exótica, rosca política, bajada de línea ecologista, aventuras, dilemas morales espesos y personajes poco obvios, llenos de matices originales, Great Pacific te va a enganchar, de una. Si en el último tramo Joe Harris no derrapa con los malabares que le hace hacer a Chas, va a lograr redondear una serie muy interesante, que no se parece a nada y que se mete con temas que está muy bueno explorar en historietas de este tipo, de las que cualquier pibe fan de los superhéroes, los zombies o los jedis puede llegar a ojear y decir “Bueno, dale, la leo a ver qué onda”.
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2 comentarios:
Poniendome al día con el blog me colgué con la reseña anterior, Tortas fritas de polenta, y la verdad que sigo enganchado con el tema de la Fierro. Honestamente, sin doble discurso, me gustaría saber de dónde salen o con qué criterio le publican cosas a tipos como El Tomi, el marinero turco, cosas inexplicables como Borges de Lucas Nine... En serio, estaría buenísimo que Sasturain (un capo) lo explique algún día, porque novelas como tortas fritas demuestran que se puede levantar la puntería, y pasan los años, en cualquier momento se deja de publicar y lo que nos deja este resurgumiento de Fierro (que debería ser de bandera para lo que nos gusta esto) es muy poco, o por lo menos no es historieta. Buen año!
Yo hace bastante que no leo la Fierro, pero lo de Borges de Lucas Nine me pareció glorioso, y no veo la hora de que salga en libro para tenerlo completo.
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