Por una cosa o por otra, recién ahora arranco con los TPBs de esta serie de la que recordaba haber disfrutado mucho los primeros dos numeritos cuando salieron allá por 2011. Los leí ni bien aparecieron y dije “cuando salga el TPB, lo compro de una”. Y entre que salió primero el hardco y que en un momento se agotó y que yo estoy muy atrasado en la lectura, pasaron más de tres años. No es tan grave.
Lo bueno es que los episodios que me habían gustado me volvieron a gustar y los que no había leído nunca también están muy bien. Lo único que no tiene este primer TPB son villanos grossos, que supongo que vendrán más adelante. Y lo mejor que tiene es el equilibrio que encuentra Geoff Johns entre la machaca (que no puede faltar en un comic de superhéroes) y un montón de escenas más tranquis, más conversadas, en las que se anima por un lado a meter una sana dosis de humor, y por el otro a darle bastante bola a lo que hacen los héroes cuando no están salvando al mundo: Aquaman va a comer a un restaurante, Mera va al almacén a comprar comida para el perro, se entablan diálogos (muy bien escritos) con gente común, periodistas, policías, nenes, curiosos anónimos que se les acercan a los protagonistas… Y Johns usa estos diálogos para desmitificar, o en realidad para desacreditar, todas las boludeces que dice sobre Aquaman la gilada que no entiende nada: que fuera del agua es un inútil, que su poder es hablar con los peces, que es un trastornado que se cree rey de un continente que no existe… Con todo eso, el guionista se hace un festín, y nos regala escenas muy interesantes.
Lo más loco: este es un comic de Geoff Johns donde no hay ninguna escena en museos ni en cementerios. Ese recurso, utilizado hasta el hartazgo por mi clon para meterse con el pasado, con la ilustre tradición, con el legado que de alguna manera abarca a casi todos los héroes de DC, acá no aparece. Y aún así hay bastante coqueteo con el pasado, bastante flashback como para mostrarnos por primera vez algunos momentos de la infancia de Aquaman y para pasar en limpio detalles del origen, barriendo abajo de la alfombra varias de las cosas que aportaron en los ´90 guionistas como Keith Giffen y Peter David.
Ya tuvimos un Aquaman trágico, un Aquaman más sacado, uno más místico, uno más político… y ahora vamos por un Aquaman más cercano a la gente común. Un tipo al que el trono de Atlantis le chupa un huevo y la cáscara del otro, que se banca el ninguneo de algunos y la incomprensión de otros y al que para ser feliz le alcanza con el amor de su esposa y con la satisfacción de ayudar al prójimo. Me cae bien este Aquaman, me gusta este enfoque que propone Johns, y por si faltara algo, las aventuras están buenas, las amenazas son creíbles, el subplot a largo plazo es ganchero y se ven buenas intenciones a la hora de reforzar el elenco de secundarios, algo que fue un punto flojo en casi todas las etapas de Aquaman al frente de su propia serie. Los relanzamientos de Green Lantern y Flash que encaró Johns me parecieron chotos, sobre todo porque mi clon los tuvo que traer de vuelta de la muerte, en ambos casos con chamuyos poco convincentes. Con Aquaman, el trabajo sucio ya estaba hecho en la nefasta Brightest Day, y felizmente no hace falta fumarse dicho bodrio para disfrutar y entender el arranque de esta serie.
Para darle imágenes a las historia de Johns, tenemos al muy buen dibujante brasilero Ivan Reis, una especie de Carlos Pacheco un poco más estridente, con cositas de Neal Adams, de Bryan Hitch, y también de Jim Lee y algún otro dibujantes emblemático del pochoclo noventoso. A Reis le gusta mucho armar la página con cuadros al estilo widescreen, pero sabe romper ese esquema cuando la narración así lo requiere. Hay viñetas realmente muy cargadas de detalles, que no llegan a molestar como en las historietas de David Finch y demás “sobredibujadores”. Buena parte de ese mérito es del entintador Joe Prado, que además se hace cargo de dibujar el sexto episodio a partir de los bocetos de Reis. El colorista es otro Reis (Rod, no sé si pariente de Ivan) y su labor también me pareció encomiable, importantísima a la hora de redondear una muy atractiva propuesta visual.
Aquaman no pretende cambiar tu historia, ni la historia del Noveno Arte. Pero es un comic de superhéroes que combina muy bien la impronta moderna de este tipo de relatos con un personaje al que le queda muy bien la actitud “clásica”. Johns y Reis entusiasman y entretienen con ideas frescas, peleas épicas y muchas escenas que uno (que le tiene cariño al personaje) siempre soñó o imaginó, y nunca antes había visto en un comic de Aquaman. Prometo entrarle pronto al Vol.2.
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1 comentario:
El tomo dos también está bueno. Yo nunca había leído nada del personaje y lo estoy disfrutando bastante!
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