Esta es una serie que en Francia ya va por el tercer tomo. No sé qué onda en España, porque la empezó a editar Glénat, que ya no existe. En una de esas la serie quedó trunca y para completarla me voy a tener que conseguir los tomos restantes en francés. Lo cierto es que Segmentos marca la primera colaboración entre el guionista francés Richard Malka y el maestro mendocino Juan Giménez, que en su momento colgó Yo, Dragón para dedicarse a esta serie. Que además marcó su regreso a la ciencia-ficción, el género con el que más lo identifica la hinchada, después de haber coqueteado con la fantasía épica.
Segmentos tiene un planteo interesante, ideal para dar pie a múltiples aventuras, para sacarle buen jugo al formato de serie de álbumes de 46 páginas que –aún hoy- manda en el mercado francés. Los dos personajes protagónicos están bien construídos, el universo en el que van a vivir las distintas peripecias es atractivo, los diálogos están muy bien, los personajes secundarios no tienen mayor desarrollo (en 46 páginas no se puede hacer milagros) pero sí se vislumbra una puntita para darle más motivación y más tridimensionalidad a uno de los villanos. No me quiero extender en el análisis del argumento porque está bueno ir descubriendo qué corno pasa durante la lectura. De hecho, leí el texto de la contratapa antes de empezar el álbum y me spoileó un montón de cosas que prefería descubrir por mí mismo, a medida que Malka iba hacendo avanzar la trama.
Lo cierto es que el guionista hizo bien su trabajo. Las explicaciones cuasi-científicas no se hacen densas, las escenas con mucho diálogo tampoco, las peripecias resultan entretenidas, hay chistes, chispazos de humor, hay una bajada de línea muy clara, que le da a la historieta una cierta lectura “sociológica” si se quiere… Con lo cual si uno suspende el descreímiento un rato y se deja llevar por esta aventura, la pasa bien seguro. Falta (por ahora) una impronta más ambiciosa, más épica. En este primer tomo, los conflictos todavía son chiquitos, a una escala casi barrial. Está el potencial para que exploten, no te digo a niveles de La Casta de los Metabarones, pero a un nivel Star Wars, ponele. Ah, y otro potencial que el Vol.1 no explota es la vertiente erótica: Jezréel, la chica protagonista, está buenísima y son varios los personajes que lo señalan. De hecho, el chico protagonista, Loth, no para un minuto de tirarle los galgos. Y por ahora, no hay indicios de que se pueda producir lo que el lector quiere ver desde la página 14, que es una revolcada hiper-porno entre los dos protagonistas. Veremos si se da más adelante.
¿Y qué onda el dibujo? Muy grosso. Pasan los años, las décadas y el maestro Juan Giménez no hace más que acrecentar su leyenda. Acá nos ofrece una narrativa parecida a la de sus trabajos con guión propio, tipo Leo Roa o El Cuarto Poder. Esto es, muchos planos cortos, y no tanta abundancia de esas tomas panorámicas tan típicas del comic franco-belga. Sin embargo, cuando aparecen estas tomas, Giménez nos deslumbra con su talento e imaginación infinitas a la hora de crear edificios, naves y maquinaria futurista. Sólido en la acción, infalible en los primeros planos, dúctil a la hora de matarse en los fondos u omitirlos por completo (según lo que pida el ritmo de la secuencia), Giménez vuelve a sorprender a propios y extraños. Y claro, como ya es costumbre, lo que más fuerte pega es el tratamiento del color, a esta altura un sello de fábrica del mendocino: esas páginas engamadas en azules, la irrupción cada tanto de los rojos y naranjas, la inexistencia casi absoluta del amarillo y el verde, las texturas metálicas en fondos y armas… todas esas maravillas brotan del pincel de Giménez cuando colorea sus historietas y terminan de redondear una faceta gráfica realmente impactante.
La verdad, no te puedo decir que Segmentos sea una joya, ni una obra imprescindible. Es un entretenimiento muy ganchero, muy logrado, con un potencial enorme para desarrollar en los futuros tomos y que, como además está dibujado de puta madre por un ídolo al que le compro cualquier cosa que publique, la quiero seguir hasta donde llegue.
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