El 09/12/14 cerraba la reseña del Vol.17 de Fables con la promesa de aguantar hasta 2015 para leer el siguiente tomo y la verdad que me costó cumplirla, porque quedé re-manija, atrapado en un momento increíble de la serie que escribe Bill Willingham, dibuja Mark Buckingham y se está por terminar de editar en EEUU.
Por segundo tomo consecutivo, Willingham concentra la trama en los hijos de Blancanieves y Bigby Wolf, y esta vez deja poco margen para todos los demás. De los otros dos hilos argumentales que veníamos viendo, uno desaparece por completo (el de Bufkin como líder de la revolución en Oz) y el otro (el del regreso a Fabletown tras la derrota de Mister Dark) apenas avanza, en las poquísimas páginas que le dedica el guionista. En realidad, cuando esto se publicó en revistitas, la historia de Bufkin apareció a modo de back-ups, de a tres o cuatro páginas por episodio, y supongo que eso se habrá recopilado en el Vol.19. Pero acá es TODO de los cachorros.
La saga larga, Cubs in Toyland, es una cátedra de imaginación y además de riesgo. Las cosas que le hace hacer Willingham a los protagonistas (Therese y Darien) y a los villanos son absolutamente extremas, muy zarpadas si pensamos que son chicos que todavía no tienen nueve años. Quizás lo mejor que tiene Cubs in Toyland sea que es casi una novela gráfica autoconclusiva, que –salvo por pequeños detalles que no son decisivos en la trama- se podría leer sin tener la más puta idea de que estos chicos son hijos de Bigby y Snow White y sin haber leído jamás un comic de Fables. Y además pasan cosas muy grossas, de las que no hay vuelta atrás. Seguramente el próximo tomo (que todavía no compré) explorará a fondo las consecuencias de lo que sucede en esta saga. O quizás no, viste cómo es Willingham… Por ahí cuelga a estos personajes un par de tomos para dedicarse a abrir o cerrar puntas por otro lado. Pero ya dio sobradas muestras de que acá se indaga SIEMPRE en las consecuencias de lo que se nos muestra, tarde o temprano, caiga quien caiga.
No quiero contar nada del argumento, porque es realmente muy fuerte, muy impactante, y no quiero que un spoiler le reste sorpresas cuando te sientes a leerlo. De hecho, para mi gusto la portada de este tomo cuenta DEMASIADO del argumento, mirá lo que te digo… Como postre, cuando se termina Cubs in Toyland, Willingham nos ofrece The Destiny Game, una maravillosa historia repleta de ideas alucinantes, que abre puntas a rolete (y quizás le aporta data al origen de Bigby Wolf), protagonizada por Ambrose (otro de los hijos de la extraña pareja) y –esto es una novedad- ambientada muchos años en el futuro, cuando este nene gordito y nerd es un cuarentón gordito, nerd y con una chapa infinita. Nunca leí que le preguntaran a Willingham con qué personaje de Fables se identifica, pero ya está, ya sé que si no responde “Ambrose” está chamuyando. Además de potenciar enormemente a este personaje, The Destiny Game incorpora también a los mitos artúricos, creaciones a las que DC le sacó mucho el jugo a lo largo de las décadas, pero que en Fables todavía no habían aparecido.
Por si no alcanzara con los magníficos diálogos, los brillantes bloques de texto, la acción, la rosca y los volantazos impredecibles, The Destiny Game tiene como atractivo extra los dibujos del maestro Gene Ha. Muy preocupado por el realismo, con un gran manejo de la referencia fotográfica, Ha deja la vida en cada viñeta, pone fuerte a la hora de graficar las escenas de acción y conjura unos climas memorables. Son apenas 34 páginas, pero las pongo entre lo mejor de la (no tan abultada) producción del co-creador de Top Ten. Y en todos los episodios de Cubs in Toyland lo tenemos al imbatible Mark Buckingham en otro trabajo increíble, que nos lo muestra afiladísimo en las expresiones faciales y zarpadísimo a la hora de imaginar un mundo que se parece poco al de los típicos cuentos de hadas. Es un placer, posta, ver cómo un tipo tan talentoso se queda tantos años al frente de una serie a la que le aporta todo lo bueno que había hecho hasta ese momento y mucho, muchísimo más.
Y no tengo más tomos de Fables sin leer. ¡Miento! Tengo el Vol.2 de Fairest, al que le voy a entrar este mes. Veremos, entonces, cuando retomamos la lectura de esta serie hipnótica y fascinante. Ojalá sea un paréntesis breve, pero tengo tantas series con las que tengo que avanzar, que no puedo prometer(me) nada.
domingo, 4 de enero de 2015
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