el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 28 de enero de 2015

28/ 01: EX MACHINA Vol.9

Uh, cuánto hacía que tenía colgada esta serie! Desde el 23/10/12 que no pasaba a visitar a Mitchell Hundred, el ex-superhéroe convertido en intendente de New York. Quizás la prolongada absitinencia haya contribuído a que este tomo me haya parecido espectacular, muy por encima de lo que yo esperaba de esta gran serie de Brian K. Vaughan.
Empezamos con un unitario 100% meta-comiquero, en el que Vaughan y Tony Harris “audicionan” para que Hundred los contrate para contar sus vivencias en forma de novela gráfica. El personaje (de reconocida pasión por los comics) y los autores (que trabajan de hacer comics) se encuentran, comparten un mismo nivel de realidad, y hablan de Morrison, de Bendis, de Paul Levitz, de Bryan Hitch, de Brad Meltzer, de Y the Last Man, de Starman, de Vertigo… Es un episodio muy tranqui pero muy ganchero y el giro del final (con Garth Ennis y Jim Lee como ganadores) es muy gracioso.
Después viene otro unitario, dibujado por John Paul Leon, realmente brillante. El editor de un diario que vive tirándole mierda a Hundred aparece muerto, y el asesino dice haber sido mandado por el intendente. El ex-superhéroe va a tener que estar más afilado que nunca para resolver este despelote, que además le sirve a Vaughan para hablar de energía limpia, reciclaje y demás banderas históricas de los movimientos ecologistas.
Y para el cierre, el arco más extenso, que es el que da título al libro. Es tiempo de definiciones, porque el próximo tomo será el último, y acá Vaughan sale a cerrar plots a ocho manos: Hundred empieza a revelar cómo va a seguir su carrera política, el complot entre January y Kremlin pega el zarpazo y –lo más importante- se producen impactantes revelaciones acerca del origen de los poderes del intendente, revelaciones que involucran además a su antiguo archi-enemigo Pherson y a un par de personajes sumamente poderosos. Sobre el final, Hundred logra controlar un in crescendo de kilombos, pero no sin acumular dudas acerca de sus poderes, sus aliados y hasta de sus convicciones. Todo apunta a que el Vol.10 nos va a ofrecer un final realmente impactante. Por suerte lo tengo ahí, pidiendo pista.
Como siempre, lo más flojo de Ex Machina son los constantes y muchas veces innecesarios flashbacks a los años en los que Hundred combatía el crimen con su traje de Great Machine y su jetpack. Si –como a mí- te interesa que el comic se meta a fondo en temas que tienen que ver con la política, con el gobierno, con el poder, seguramente te va a parecer que todas esas escenas, a la larga, restan más de lo que suman. Entiendo que en los primeros tomos tuvieran que estar, para funcionar de anzuelo, de engaña-pichanga para los giles que no te compran un comic si no hay muchachones disfrazados repartiendo trompadas. Pero a cinco episodios del final, me parece difícil que piquen los que todavía no picaron.
Casi todo el tomo está dibujado por Tony Harris, el titular indiscutido de la serie, en ese estilo tan limpito, tan careta, que a mí no me termina de convencer. Es buenísimo, obviamente, pero a mí me gusta el Harris más dark. Esta vez, además, hay muchas, muchas páginas en las que no me dibuja un puto fondo y eso me subleva bastante. También hay que decir que en las últimas páginas, el guión propone un cambio de clima bastante extremo y Harris responde con enorme jerarquía. Lo de Jim Lee son dos páginas, es un chiste que no resiste mucho análisis. Y las 32 páginas de John Paul Leon son un lujo, por ahí con la referencia fotográfica menos integrada al grafismo del ídolo que en otros trabajos, pero con un excelente manejo del claroscuro, rostros y cuerpos muy expresivos y un increíble repertorio de recursos narrativos para darle onda y emoción tanto a las escenas de acción como a las de “talking heads”.
Esto venía bien y se puso muy, muy bien. Queda poco espacio y muchas cosas para resolver, y seguramente lamentaremos que Vaughan no haya desarrollado más a fondo a algún personaje secundario interesante para mostrarnos peleas intrascendentes de cuando Hundred era superhéroe. Pero queda lo más importante, que es un comic que, sin cagarse en las convenciones del mainstream, se animó a meterse con varios temas muy espesos y a encararlos con una cintura que ya envidiaría más de un político.

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