el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 17 de enero de 2015

17/ 01: PICTURES THAT TICK Vol.2

Hace muchos años, el 29/04/10, yo cerraba la reseña del Vol.1 de Pictures That Tick con el deseo de que se editara pronto el Vol.2. Tardó varios años, pero finalmente acá está: Dark Horse logró reunir otras 256 páginas de historias cortas escritas e ilustradas por Dave McKean de 2001 para acá. Coincide con una época en la que hemos visto poca historieta de McKean, ya decididamente más volcado al cine, la animación, las artes plásticas y la ilustración. O sea que era un tomo que seguro nos iba a sorprender, porque no teníamos idea de qué podía llegar a recopilar.
Y la verdad es que las sorpresas son muchas, y no todas gratas. Varias de estas “historietas” fueron creadas por el artista inglés para ser expuestas en salas de arte, durante cinco o seis semanas. Fanático de las historias y la narrativa, se le ocurrió hacer muestras de cuadros, dibujos, esculturas y fotografías que no fueran simplemente trabajos colgados uno al lado del otro, sino que conformaran un relato, y obligaran al asistente a la muestra a seguirlo en un orden deliberado para entender la trama, el desarrollo de los personajes, etc. En total, el libro ofrece tres de esos experimentos y sinceramente ninguna de las historias me atrapó. Por supuesto, visualmente esto te masacra. McKean pela una genialidad atrás de otra, desde los retoques digitales en fotos hasta la magia que brota de su pincel crudo, seco, en esas viñetas despojadas y recontra-expresivas que parecen de Egon Schiele.
Me imagino la posibilidad de ver los originales de estas páginas en vivo, en tamaño real, poder mirar los detalles más mínimos, disfrutar ahí, cara a cara, de todos los prodigios técnicos y estéticos de McKean, y me vuelvo loco. Con la distancia que impone el libro, en cambio, uno se pone más exigente, más ortiva, y quiere además que las historias lo cautiven, lo seduzcan. No fue el caso. Algunas me aburrieron y otras me parecieron tranqui, nada del otro mundo, siempre muy, muy eclipsadas por el arte. La mejor me pareció Blue Tree, por lo volada, por su sana intención poética.
Fuera de las historias pensadas para ser exhibidas en salas, me gustó bastante Random Acts of Happiness, creada por McKean para un CD de una banda de jazz. Y lo mejor del tomo son, lejos, las dos historias que McKean imaginó como episodios de una serie de TV de la Jim Henson Company, que finalmente no se hizo. El autor convirtió esos dos guiones para TV en dos historietas magníficas, una de 30 páginas y una de 35, en las que además se da el lujo de hacer aparecer al gato que creó para Cages, su fundamental novela gráfica. Las dos historias cuentan en tono mítico las creaciones de la Isla Tortuga en un caso, y del universo mismo en el otro. Ambas combinan secuencias “de acción” con otras en las que vemos al narrador (y su gato) conversando, y en estas últimas McKean desarrolla un estilo sintético maravilloso, moderno, fuerte, con cositas del mejor David Rubín. Y el resto es la orgía visual de siempre, pero sustentada por una narrativa clara, sugestiva pero no retorcida, y por historias realmente hermosas, con textos de gran calidad perfectamente ensamblados con las imágenes. Claramente, las 65 páginas de las dos “creaciones míticas” justifican ampliamente la compra del libro. Y si algún día se editaran por afuera, en un tomo de 68 páginas que sólo ofreciera eso, no sé si no me lo compro y hago guita este mega-libro.
Más allá de cualquier crítica que le pueda hacer un cuatro de copas como yo, lo grosso que tiene Pictures That Tick es que nos muestra a un artista de otro planeta, un virtuoso de esos que mueven las fronteras del Noveno Arte cada vez que dibujan una viñeta, en pleno uso de lo más lindo que puede tener un autor, que es la libertad. Para bien o para mal, todo este material está creado con una sóla consigna, que es la de expresarse libremente, contar lo que McKean tiene ganas de contar, en sus tiempos, en sus palabras, con las técnicas que se le canta utilizar, sin límites de espacio, sin fechas de entrega, sin preocuparse por lo que le pueda llegar a sugerir o corregir un editor. Y eso se celebra aunque después uno no se termine de enganchar con algunas historias.

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