el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 18 de enero de 2015

18/ 01: HAWK & DOVE: GHOSTS & DEMONS

Del comic finoli y experimental de un verdadero poeta de la imagen nos vamos a un exponente menor del pochoclo ochentoso. Y bueno, es así, la historieta da para todo.
Este TPB recopila la miniserie de 1988 que le sirvió al matrimonio de Barbara y Karl Kesel para relanzar a Hawk & Dove, un concepto creado en los ´60 por Steve Ditko que había quedado rengo con la muerte de Dove en Crisis on Infinite Earths. Hay que aclarar que era un concepto muy menor. Antes de esta miniserie, las apariciones de Hawk & Dove se contaban con los dedos de una mano y había que ser casi un erudito en materia de superhéroes de DC para saber quiénes eran y de qué jugaban. Sin embargo, la versión de los Kesel instaló de manera bastante definitiva a estos personajes en el DCU post-Crisis.
Si le perdonás una traición grossa, esta saga está realmente bien escrita. Quizás el principal mérito de los Kesel sea presentar de cero a varios personajes y lograr hacerlos atractivos, lograr que el lector sienta que los conoce. También presenta de cero a un villano interesante, por ahí más peligroso que profundo, y define el tono en el que se van a desarrollar las aventuras futuras de Hawk & Dove, con esa combinación entre acción superheroica y comedia estudiantil tipo Archie, en la que más adelante se van a colar algunos temas más densos, incluso para ser explorados a través de personajes a priori livianitos. La aventura funciona, la explicación de quién es Dawn Granger y por qué hace lo que hace está muy bien, la caracterización está cuidada, y los diálogos -además de tener chispa e ingenio- suenan a como hablarían los chicos de 19-20 años en el mundo real.
La traición grossa de los Kesel consiste en eliminar un elemento que estaba presente en la versión original de los ´60 y que a mí me resultaba muy atractivo: el contrapunto ideológico bien marcado entre un Dove que era pacifista y progre y un Hawk que era un facho visceral, fan del gatillo fácil y la violencia como medio de supresión del adversario. De hecho, entre la muerte de Dove y esta miniserie, hay tres o cuatro muy buenas apariciones de Hawk en distintos títulos (escritas por Mike Baron, John Ostrander, Dan Jurgens…) en las que nos lo muestran como el típico yanki ultraderechoso, una especie de Rambo con poderes, que banca cualquier acción imperialista de EEUU en los países del Tercer Mundo, siempre al límite de generar incidentes internacionales con su actitud patotera y pendenciera. Ahí no estaba Dove para dar el debate, pero los guionistas (todos más bien zurdos) utilizaban a Hawk para parodiar veladamente esa postura política, no tan alienígena en tiempos de Ronald Reagan. El rol de Hawk no era tan caricaturesco como el de Guy Gardner (a quien también nos mostraban como un facho recalcitrante), pero estaba ahí, al filo. Y en esta versión, Hawk es un pibe medio bestia, bastante leche hervida, al que le gustan los deportes violentos, pero no habla de política. En algunos diálogos le recuerdan los papelones que hizo en Nicaragua y demás países donde armó bardo, pero él no salta a defender su accionar envuelto en la bandera yanki. El tema político queda ahí, se lo barre prolijamente abajo de la alfombra y deja de ser un foco de conflicto entre Hawk & Dove, reemplazado –lógicamente- por la tensión sexual, que antes no existía porque los héroes eran varones y hermanos.
Al frente de la faz gráfica tenemos al querido Rob Liefeld, en su primer trabajo realmente visible para el mainstream. Que muy probablemente sea también el mejor. El propio Karl Kesel (que además de co-guionista es entintador de esta saga) me contó lo que tuvo que luchar para que estas páginas se vieran así de correctas, la cantidad de cosas que le tuvo que corregir a Liefeld, pero también valoraba mucho la pasión, el entusiasmo que puso la por entonces “joven promesa”. Si sabés mirar por debajo de las siempre solventes tintas de Kesel, vas a ver muchos de los vicios de Liefeld, que se notan mucho más cuando se entinta él mismo. Acá se sufren un poco la repetición de planos, algunas poses muy duras, esos personajes que engordan o adelgazan de una viñeta a otra… pero por lo menos no hay afanos tan evidentes, ni errores groseros en la anatomía, ni rebusques bizarros para no dibujar los pies de los personajes. El resultado termina por ser digno, no brillante, pero atractivo, intenso, obviamente lastrado por el color ochentoso que hoy nos daña las retinas y nos hace rogarle a DC que reedite todo este material en blanco y negro.
Personajes carismáticos, un lindo equilibrio entre machaca y caracterización y un dibujo fuerte, que se adelantaba un poco a las (nefastas) tendencias de la década siguiente, son los atractivos de esta saguita de Hawk & Dove, que pegó lo suficiente como para dar pie a una serie mensual bastante longeva. La serie (lanzada en 1989) superará ampliamente la calidad de esta mini, con los Kesel cada vez más afilados y un ignoto Greg Guler al frente de los dibujos, porque el amigo Rob ya le había vendido el pase a Marvel. Pero esa es otra historia…

1 comentario:

CONSULTAS A: dijo...

Buena reseña!! Aunque el color ochentoso lo prefiero a leer un showcase en byn. Saludos!!