Vamos con otro trip a los ´80, bien a fines de esa década, que es cuando el prolífico guionista estadounidense Chuck Dixon se enamora de los dibujantes argentinos y empieza a generar proyectos con cinco o seis de ellos. Invasion ´55 cobró forma en 1989 y como en aquella época yo era joven y contaba las monedas (no sé si para el bondi, pero seguro para comprar comics), agarraba gustoso laburos de traductor. Felizmente, el maestro Lito Fernández (con quien pegamos buena onda en esa época en la que ambos trabajábamos en Skorpio) me eligió para traducirle al castellano estos guiones de Chuck Dixon. O sea que yo leí esta historieta antes que uno de sus autores. Y digo “guiones”, en plural, porque originalmente esto fue una miniserie de tres episodios de 24 páginas, que recalaría en la ignota editorial Apple Comics. En esta edición (de 2002, a cargo de IDW) las 72 páginas se publican al hilo y si no sabés que originalmente eran tres comic-books, tampoco te das cuenta.
Pero vamos a lo importante. ¿Está buena la historia? Más o menos. Lo mejor que tiene es la caracterización de los personajes, que se mueven apenitas de ciertos parámetros clásicos, pero por lo menos tienen algo de profundidad. La trama en sí, es bastante chata: en 1955 una raza alienígena invade un pequeño pueblo de New Mexico, captura a todos sus habitantes para morfárselos, y será un puñado de sobrevivientes quienes logren repeler a los bichos malos y salvar a casi todos los humanos cautivos. ¿Cómo le ganan a un ejército extraterrestre un nene de ocho años, una chica periodista, un pibe rockabilly (émulo de James Dean) y un héroe de la guerra de Corea caído en desgracia por culpa del escabio? La respuesta que ofrece Dixon me dejó con gusto a “nah, me estás jodiendo”.
Hay otra cosa para rescatar (una vez superado el mal trago del verosímil hecho añicos) que es el ritmo. Los goles que Dixon no te mete con el argumento, te los ataja en su arco con el guión, como para evitar la goleada. El ritmo –decíamos- es muy entretenido. Las cosas pasan cuando tienen que pasar, las escenas tranqui en las que los personajes hablan de sus vidas están bien mechadas, el momento que elige Dixon para cortar cada escena y pasar a la siguiente siempre es acertado, los diálogos están bien, reflejan con criterio las distintas formas de hablar de cada personaje… O sea que aunque la aventura en sí sea medio simplista o medio frutihortícola, no te vas a querer cortar los huevos con una katana como si estuvieras leyendo una de esas historietas soporíferas e hiper-trilladas con las que tantas veces tuvo que lidiar Lito en sus décadas de producción industrial para Columba.
En parte por eso, el maestro entrega un trabajo cualitativamente muy superior, sólo comparable con sus mejores obras para la Skorpio (La Torre de los Milagros, o Video-Man). Sobre todo en los dos primeros tercios, se nota mucho la mano de Lito, que parece haber prescindido de su mítico ejército de asistentes casi hasta el final. La puesta en página, el equilibrio en la composición, el entintado de las caras… eso seguro que es 100% Lito de la primera página a la última. Y la verdad es que se ve muy bien. Los fondos están muy cuidados, la ambientación muy lograda, los personajes se mueven con gran plasticidad, pelan muy buenas expresiones faciales y sobre todo (y este es un mérito presente en casi toda la obra de Fernández) están muy bien diseñados, con rasgos muy propios, muy identificables. Como si esto fuera poco, el personaje del Teniente Holman le da a Lito la posibilidad de dibujar a una especie de primo-hermano de Johnny Hazard, y de paso rendirle homenaje a su ídolo máximo en la profesión, el legendario Frank Robbins. Por suerte a nadie se le ocurrió colorear este material, donde se nota ante todo la gran capacidad de Lito para conjurar climas y transmitir sensaciones con su plumín, su pincel y su gran manejo de la iluminación.
En fin, si extrañás las épocas en las que todos los meses la Skorpio te ofrecía 12 ó 14 páginas de Lito Fernández dando cátedra de historieta en blanco y negro, con aventuras no siempre de alto vuelo pero casi siempre por encima de la chatura que le daban para dibujar en Columba, Invasion ´55 te va a atrapar por lo menos desde lo visual. Y si sos fan de Chuck Dixon y le juraste lealtad eterna en la época en la que el pulpo te ametrallaba todos los meses con Detective Comics, Robin, Nightwing, Birds of Prey o Green Arrow, podés hacerle honor a ese juramento sin comerte garrones demasiado dañinos para tu salud.
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