Segunda y última parte de esta serie cuya primera entrega vimos hace apenas ocho días.
La verdad… no hacía falta. Okey, acá Sergio Macedo explica mucho más a fondo de qué juegan los seres sobrenaturales que aparecieron en el tomo anterior y cuál es el verdadero vínculo entre ellos y Vic Voyage, el protagonista de la saga. Pero la trama en sí es mucho más floja que la del Vol.1, los peligros son más forzados, las revelaciones impactantes impactan menos y encima pasaditas las primeras 12 ó 15 páginas la calidad del dibujo empieza a descender hasta terminar cerca del papelón.
Lo único mínimamente interesante de esta historia es el viaje interior de Vic Voyage, su aprendizaje, lo que descubre en cuanto su conexión con el universo, con la naturaleza, con la vida. Es un lindo chamuyo pseudo-chamánico, digno de un Carlos Castañeda o algún otro vendehumo new age de esos, presentado con bastante seriedad. El problema es cuando Macedo se da cuenta de que con eso sólo no llenás 47 páginas de historieta. Ahí echa mano a dos recursos… por lo menos fallidos.
Por un lado, la aventura “externa”, los malos, las peleas, las persecuciones… escenas totalmente al pedo en las que Vic queda como un Guacho Pistola y su compañera, Rita, está pintada al óleo en el trsite rol de la acompañante que no aporta nada más que ventajas para los villanos. Por el otro lado, en las primeras páginas (que son, lejos, las mejor dibujadas) Macedo se manda extensas parrafadas de tono didáctico acerca del Amazonas, su flora, su fauna y un montón de data sobre la cultura y la religión de sus pueblos originarios. Posta, parece que el tipo hubiese desempolvado unas láminas que había hecho para la Billiken, la Anteojito o lo que sea que leen los pibes brasileros en edad escolar. Son eso, láminas, donde no hay narrativa, no hay secuencia, sólo bloques de texto pegados encima de unas hermosas ilustraciones que tienen poquísimo que ver con la trama en sí.
Y hablando de la trama en sí… es muy difícil de sostener. Se supone que lo que la motoriza, lo que le da una direccionalidad, es lo que sucede en las páginas 13 y 14. Pero son dos páginas sepultadas de diálogos infinitos, donde los personajes se despachan unos monólogos interminables (parecidos a los del libro que leí ayer) y donde todo el texto es tan excesivo, que no te dan ganas de leer. En las páginas 25 y 26, donde los buenos quedan frente a frente con el malo, de nuevo: un alud de globos repletos de texto que entorpece totalmente el relato. Ahí ya querés que los personajes no hablen más, que desaparezcan, y que Macedo llene todas las páginas que faltan con esas tomas panorámicas alucinantes, en las que deja la vida para mostrarnos la belleza de la selva del Amazonas, en viñetas mudas que parecen posters de Pagsa. Además, para la segunda mitad del libro la calidad del dibujo baja tanto, que no querés seguir viendo cómo se deforman las caras de Vic y Rita, como cada expresión facial que intenta Macedo termina en un faux pas grotesco, que resta más de lo que suma.
En síntesis, aprovechemos que el Vol.1 tenía algo así como un final y dejémoslo ahí. Esta obra (de 1985) no mejora ni enaltece en lo más mínimo lo ya leído en el tomo anterior, a menos que te emocionen hasta las lágrimas el discurso epiritual de la new age y la bajada de línea ecologista, mucho más presente en este tomo que en el Vol.1. A mí, que esas cosas me chupan un huevo, esta segunda aventura de Vic Voyage me pareció el trabajo más flojo de Sergio Macedo, por lo menos de los que leí yo.
jueves, 21 de mayo de 2015
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