el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 11 de diciembre de 2011

11/ 12: PEPLUM


Esta es una obra de Blutch muy poquito anterior a Blotch, aquella maravilla de fines de los ´90 que visitáramos allá por Febrero de este año.
El dibujo está a ese mismo e inverosímil nivel. La magia que hace Blutch con la pluma no se puede siquiera describir. Esto hay que verlo para creerlo. Blutch combina el festival del cross-hatching y los sombreados finitos, elegantes, las texturas sutiles por un lado; y por el otro un claroscuro radical, jugadísimo, tipo David B., con imágenes que parecen grabados, más que dibujos. El combo produce alucinaciones, te deja idiota (o más idiota, en mi caso). El décimo capítulo, que está narrado prácticamente sin textos, tiene momentos que recuerdan además al Enrique Breccia más experimental, el de las historias cortas de principios de los ´70. Todo está obscenamente bien dibujado, con un expresionismo al límite, un balance perfecto entre negros y blancos, unos efectos gloriosos de raspado sobre las masas negras y un cuidado pasmoso en la ambientación histórica y en las expresiones faciales. Si comprás historietas por el dibujo, Peplum tiene que estar HOY en tu biblioteca, porque de verdad, es majestuoso.
Ahora, si lo tuyo son los guiones, esta es una obra de la que se puede prescindir. No es que estemos ante un bofe irredimible ni mucho menos. Pero el guión tiene puntos flojos, básicamente en su estructura dramática, que parece ir medio a la deriva, o conformarse con generar cada x páginas momentos impactantes, tensos, que después se resuelven medio así nomás. Tiene varios puntos a favor, también, como la construcción del personaje central. Tiene mucha acción, intensa, dura, inquietante. Tiene varios garches, tanto heterosexuales como homosexuales, todos muy cuidados, sin margen para la pornografía ni para el grotesco. Tiene algunos diálogos bellísimos, conmovedores. Y de nuevo, un gran esfuerzo por reproducir una época histórica (la del Imperio Romano bajo Julio César) con fidelidad y con habilidad para sacarle buen provecho.
Con todo eso a favor, esta historia de obsesión, de identidades usurpadas y amores traicionados, no llega a sostenerse con firmeza a lo largo de sus 112 páginas. Le sobran varias escenas intrascendentes y algunos personajes menores, abusa un poco de las casualidades y llega a un epílogo muy, muy notable, pero después de dar mil vueltas y unos cuantos saltos al vacío. Por momentos Blutch juega a la epopeya, por momentos a meterse a full en la psiquis del protagonista, por momentos sale a shockear, a impactar con la crueldad y la violencia de algunas escenas, y si bien cosecha algunos aciertos, en el resultado global apenas araña el empate.
Desempata el dibujo y ahí sí, Blutch te agujerea la red más veces de las humanamente concebibles. Si no te ahuyenta un guión que se queda a mitad de camino, el banquete que se van a hacer tus retinas con Peplum va a ser memorable.

No hay comentarios: