el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 30 de diciembre de 2011

30/ 12: ORANGE SHAFT Vol.1


Terminamos la temporada de reseñas con una nueva incursión en el comic latinoamericano contemporáneo, esta vez en la vecina República Oriental del Uruguay.
Orange Shaft (creado, escrito y dibujado por Roy) es un justiciero urbano de la B Metropolitana, eternamente a la sombra de Batman y los otros grossos. Hasta que un día se pudre: decide mudarse a una ciudad donde nunca haya habido paladines enmascarados, para combatir el crimen sin tanta competencia y –lógicamente- con más reconocimiento. Así cae en Montevideo y de ahí en más, la palabra clave será “cae”. Pobre pibe, no pega una.
La verdad es que Orange Shaft no tiene poderes, apenas una puntería increíble con el arco y las flechas. Pero la rema con actitud: es afroamericano, irascible, funky y fiestero. Roy usa a Orange Shaft para aplicar un recurso que funciona invariablemente bien en el humor costumbrista: ver la realidad a través de los ojos de un alienígena, de un tipo que no caza una, que no maneja en lo más mínimo los códigos de la sociedad en la que se trata de insertar. Orange Shaft no habla ni lee una palabra de castellano y apenas entiende cuando le hablan. Desde su óptica, las costumbres, contradicciones, miserias y prejuicios de los montevideanos adquieren una nueva dimensión, más absurda, más grotesca, más bizarra, con excelentes resultados cómicos.
Y más allá de esa fórmula cuasi-infalible y más vieja que Mirtha Legrand, entra también en la ecuación el talento del autor, no sólo en la construcción del personaje, sino en la mala leche para que este contraste entre un superhéroe yanki y la realidad cotidiana de la capital uruguaya se sostenga y sea atractivo a lo largo de 44 páginas. Para eso hay un par de buenos personajes secundarios, muchas situaciones impredecibles y muy buenos diálogos. Lo más loco es que, a lo largo de toda la obra, Orange Shaft sólo habla en inglés. Y no hay subtítulos. Si no sabés inglés, no entendés ni un sólo diálogo del protagonista. Si sabés inglés, te va a reconfortar descubrir que estos están cuidadísimos, sin ningún error, a años luz de lo que hacen los yankis cuando aparecen personajes que hablan castellano.
Una vez terminada “la novela”, Roy suma una historieta corta en la que Orange Shaft (y todos los demás personajes) hablan en castellano. Está dibujada a propósito en un estilo retro y es una parodia a los comics de superhéroes de los años ´50. Y si bien tiene su bienvenida cuota de mala leche, no es nada que no hayamos visto 100 veces en otras parodias al género. Sumale que el dibujo no tiene onda, y te quedan ocho paginitas que bien podrían no estar.
En las 44 páginas de la historia central, el dibujo de Roy cumple dignamente, sin mayores sobresaltos. No esperes genialidades, porque no las hay, pero tampoco vas a ver errores groseros. Roy se maneja bien en un estilo cercano al cartoon, tiene un muy buen manejo de las expresiones faciales, no pifia en la anatomía y para los fondos recurre a referencias fotográficas que están muy bien laburadas, como para integrarse sin hacer ruido al planteo estético de la obra. Los grises y las texturas digitales están aplicadas con criterio por Bea (novia y asistente de Roy) y no sé quién de los dos lo sugirió, pero me pareció brillante la forma en que se nos muestran las canciones que canta o escucha Orange Shaft.
En síntesis, esto no es para nadar de Buenos Aires a Montevideo con tal de conseguirlo, pero está más que bien. Tiene sátira social, acción, algún garchecito, buenos chistes y un personaje al que le sobran onda y carisma como para ganarse una hinchada nutrida, incluso en Montevideo, ciudad a la que Roy y su criatura desnudan y destripan sin piedad. Ojalá salga pronto el Vol.2.

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