el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 4 de mayo de 2014

04/ 05: PIEDRA BUENA

Diez años después de su aparición, me siento a leer este libro que recopila tiras aparecidas en el diario Río Negro. En ese medio, el maestro Carlos “Chingolo” Casalla publicó durante muchos años la serie histórica Los Pioneros del Sur, escrita con un tono más aventurero que didáctico por el mismísimo dibujante de Cabo Savino, El Cosaco y tantos otros hitazos.
Por el dibujo del maestro, intuyo que esta etapa de la tira, la dedicada a narrar la vida de Luis Piedra Buena, debe ser de fines de los ´90 o principios de este siglo. Como aquella novela del Cabo Savino editada primero por Caleuche y después por La Duendes, esta historieta tiene el irresistible atractivo de ofrecernos un montón de páginas de Casalla en blanco y negro, sin ese color espantoso con el que lo tuvimos que padecer en las revistas de Columba, y con un rotulado manual impecable, aunque con alguna falta de ortografía. Casalla en blanco y negro es todo ganancia: acá se lucen el trazo vigoroso, nervioso de la pluma del maestro, su obsesión por los detalles, su gran equilibrio entre manchas negras y espacios blancos, y hasta hay lugar para efectos como esfumados, salpicados y texturas aplicadas con esponjas. Y después, por supuesto, la impronta personal de Casalla, lo que lo hace diferenciarse fácilmente de todos los demás dibujantes de estilo realista, que –si te gusta- acá se nota con muchísima fuerza.
La historia nos lleva a recorrer los 51 años de vida de Luis Piedra Buena, a quien Casalla nos presenta como un personaje noble, valiente, altruista, intrépido, leal, patriota, inteligente, compasivo, que se dedica a... matar ballenas, focas y pingüinos. Es muy loco que (en casi 140 páginas) al autor NUNCA le haga ruido que nos está tratando de vender como un héroe, como un prohombre ejemplar, a un tipo que se dedicaba (hace 150 años, cuando quizás no estaba tan mal visto como ahora) a cazar ballenas, focas, lobos marinos y demás ejemplares de la fauna de nuestra Patagonia. Nos muestra esta faceta de Piedra Buena con total naturalidad, como si nos dijera que para vivir plantaba zapallos o relataba partidos de futbol.
Si eso no te irrita ni un poquito, seguro te vas a emocionar al ver las increíbles proezas, las patriadas, los sacrificios, las cosas imposibles que logra este hombre cuyo amor por nuestra tierra y nuestro mar (no por su fauna, obviamente) fue tan incuestionable como ejemplar. Casalla investigó a full la vida de Piedra Buena y estudió especialmente la biografía escrita por Cándido Eyroa, un capitán de fragata que navegó bajo las órdenes del “Capitán Luis”. A partir de los testimonios históricos emerge una figura de enorme integridad, un verdadero pionero en esto de afirmar nuestra soberanía en los territorios del sur de nuestro país, en cada islita y cada canal perdidos en el culo del mundo y obviamente ignorados por los atildados políticos porteños. El rol de Piedra Buena en parte consiste en crear conciencia: esto existe, es nuestro, y está lleno de riquezas que –si no las protegemos- nos las van a avechuchear o nuestros vecinos del Oeste, o los piratas británicos que ya nos avechuchearon las Malvinas.
De todos modos, el heroico “Capitán Luis” no dudará en socorrer a marinos ingleses, a exploradores chilenos ni a ninguna otra víctima de los vientos huracanados, los fríos extremos o de algún aborigen medio pasado de rosca de la inhóspita región en la que elige vivir. Varias de las escenas de esta biografía transcurren en paralelo con “la campaña del Desierto”, pero el espíritu que predomina no es para nada el de la cacería despiadada de onas y tehuelches, sino el de fraternidad entre argentinos. Piedra Buena, en vez de matarlos, recluta a los indios para la causa nacional, les enseña a querer a nuestra bandera y a defender nuestro suelo de los posibles invasores. De hecho, los aborígenes que se ven en esta obra aparecen como tipos tranquilos, muy integrables, muy en armonía con su habitat (aunque con gran puntería para arponear cetáceos).
En fin... siempre está bueno conocer la vida de hombres importantes para la historia argentina, y la historia de Piedra Buena está narrada de forma dinámica, con una impronta aventurera, casi épica. Hay que mirar para otro lado cuando sale a masacrar animales, algo que felizmente el Chingolo Casalla no grafica de modo shockeante ni revulsivo. Un logro más de este historietista eterno, de este prócer que –con casi 88 años- sigue firme frente al tablero de dibujo jerarquizando nuestro Noveno Arte.

19 comentarios:

Sucubo dijo...

Andres con todo respeto, no te parece que te vas de mambo con pedirle conciencia ecológica a un tipo del siglo XIX?
Es como criticar Moby Dick porque quieren matar a una pobre ballena o defenestrar a Allan Quatermain porque es un drogadicto colonialista que se dedica a entreter una oligarquía expoliadora a costa de los recursos naturales de otros pueblos (bueno por ahi si lo último)

Anónimo dijo...

"hace 150 años, cuando quizás no estaba tan mal visto como ahora", y no Aggordi, a mediados del 1800 no estaba mal visto, era algo común, además no cazaba a esos animales por deporte ni para hacer tapados, vos sos o te hacés?

Y al cráneo que escribio arriba, vos sos indígena o descendiente directo de ellos? porque si no, cómo la mayoría de la población de Argentina, sos descendiente de, oh casualidad, "a oligarquía expoliadora a costa de los recursos naturales de otros pueblo".

Monster Madness dijo...

una pregunta sobre los seudónimos que usaban los autores en columba ¿eran obligatorios? ¿porque razón?

Desde ya muchas gracias, saludos y la radio esta muy buena.

Anónimo dijo...

osea te jode que robin wood ponga prosas poeticas en personajes que no saben leer ni escribir, y te jode que te cuente como era normal cazar ballenas hace 150 años, no se si sabias que antes no estaba el petroleo y resien se le estaba dando bola a la electricidad, y la unica manera de tener luz era con aceite que conceguian de dichos animales.

Sucubo dijo...

Yo en particular soy descendiente de gallegos que tenían una panadería. Salvo que cuentes al rey de la medialuna, dudo que mi bisabuelo califique como aristocracia.
Segundo no se que tienen que ver los indígenas con los negros del áfrica. Lo de Quatermain era un chiste, por si no te habías dado cuenta.

Ludmilo dijo...

"Resien"
Y encima te haces el que la tenes clara.

Andres Accorsi dijo...

Lo de los pseudónimos en Columba... No, no eran obligatorios. Supongo que los guionistas los adoptaban porque creían que un nombre con sonido "anglo" resultaba más atractivo, o porque les daba cosa meter siete u ocho historietas firmadas por un mismo autor en una misma antología.

En cuanto a lo de la matanza de ballenas, focas, etc. entiendo que hace 150 años fuera algo normal. me cuesta digerir que en una historieta realizada hace no más de 15 años el autor no se haga cargo de que era una animalada. Que no diga ni siquiera "esto que para nosotros hoy resulta atroz, para estos tipos no lo era". No estoy juzgando a Piedra Buena. Simplemente me habría gustado una reflexión por parte de Casalla acerca de esto.

Anónimo dijo...

Hola Andrés, gracias por tus siempre buenas recomendaciones. Quería saber si leíste Building Stories de Chris Ware y que te pareció. Gracias.

Walter.

Andres Accorsi dijo...

No, no lo leí. No creo que vaya a leerlo, tampoco. No me termina de convencer, más allá de que como experimento formal me parezca una maravilla.

Hombre Fichus dijo...

Además, para qué vas a leer al ñato ése, si es un álbum que se llena con una sola figurita. Además, no en vano nuestro aclamado Lucas Nine, que tiene herencia de la buena, aristocracia del dibujo como Tute, expuso sesudos argumentos de por qué Cocoliso debiera acabar con Chris Ware y sus secuaces. Otra razón es que sus libros son privativos. Pero más que nada, son como las pelis de Rocky, esto es: Si no viste la primera, ¿para qué vas a ver las otras? Y si ya la viste, ¿para qué vas a ver las otras?
De Lucas Nine no podemos decir eso de sus aclamadas sagas, porque siempre es discernible el dibujo en una de otra, claramente. Pero no hablemos ya del dibujo de la realeza, hablemos de los proletarios: A falta de Quatermain imperialista, tenemos a nuestro crédito marplatense, Quattordio. Su historieta de Perón no tiene parangó, más que a la liga de los caballeros extraordinarios, recuerda a la querida Watchmen.
Yo, la recomiendo. Los diálogos, jah'migo, son de otro planeta.

Lampazo-man dijo...

Posta ché, que viejo lacra anti-ecológico. Ojalá que lo agarre a piñas un contingente de lesbianas pela-tetas super vegetarianas y de religión holística comandadas por Anabela Ascar y Claudio María Domínguez. Pero a este último, ojalá que los indios amaestrados de este viejo sátrapa lo ensarten con muchos hampones, reivindicando los derechos de los pueblos originals.

Un cacho de cultura dijo...

Kurt Vonnegut nos comenta:

Mientras tanto Mary Hepburn se estaba suicidando en su habitación con la cabeza metida en la bolsa de polietileno de su "vestido Jackie". La bolsa estaba ahora llena de vapor y ella soñaba que era una gran tortuga de tierra tendida de espaldas en un caluroso y húmedo velero de antaño. Agitaba las patas en el aire con perfecta futilidad, como lo habría hecho cualquier tortuga de tierra. Con frecuencia, les había contado a sus alumnos, los veleros que cruzaban el Pacífico solían detenerse en las Islas Galápagos para capturar tortugas indefensas, que podían vivir de espaldas durante meses sin agua ni alimento. Eran tan lentas y mansas y enormes y abundantes. Los marineros las capturaban sin temor a los mordiscos o arañazos y descendían con ellas hasta los botes que esperaban en la costa, utilizando las inútiles armaduras de los anímales como si fueran trineos. Luego las almacenaban de espaldas en la oscuridad, sin prestarles ya atención hasta que les llegara el momento de ser comidas. La belleza que tenían las tortugas para los marineros consistía en que eran carne fresca que no había que refrigerar o comer en seguida.

Anónimo dijo...

Cómo carajo terminó Quattordio en todo esto?. De todas maneras y más allá de que sean campos distintos, el Perón de Quattordio no puede ser peor al Perón interpretado por Gerardo Romano (ojo, no soy el fachosorete de Asís).
Aguante el Sarmiento de Enrique Muiño que es como el Hitler de Morrison!

Anónimo dijo...

OK, un amigo lo tiene y por eso estuve leyendo algo, pero la verdad es que es practicamente inentendible el orden en que van los libros viste, si es que acaso hay uno. A mi me gusta mucho lo que hace, pero esto ya es una exageración en serio. En un punto es como David Lynch, no sabés si lo hace porque realmente le nace o si es por el hecho de querer ser diferente porque si...
Saludos.
Walter.

Anónimo dijo...

Está hablando del faso

Tornado

Anónimo dijo...

Off-Topic total, Accordi: ¿no sabés que pasó con la Terminus, si sigue editándose?

Andres Accorsi dijo...

Sí, salió el Vol.5 a fines de Marzo.

Anónimo dijo...

Es sencillamente una estupidez que un autor se tenga que estar haciendo cargo de prácticas que por ahi ahora nos parezcan aberrantes pero que en la época de la historia fueran comunes, eso es moralina barata, para eso mirá He-Man con esas enseñanzas del final, además es subestimar al lector, es creer que el que lee necesita que el autor le baje línea y este marcando "che, pero ojo que matar ballenas o tener esclavos esta mal"...

Hombre Fichus dijo...

En un futuro, ya no se recomendará más a He-Man para el que anda en busca de moralina, sino al Perón de Quattordio. Es como el abuelo de Heidi pero sin barba. Un gran abuelo argentino, capaz de -tehuelches mediante- dialogar con seres del espacio exterior. Además, nada de carnear pingüis, es imposible que veamos eso en este potente comic.