el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 25 de mayo de 2014

25/ 05: WONDER WOMAN: THE BLUE AMAZON

Entre las tantas pelotudeces que le vimos hacer a Dan DiDio en los años que lleva al frente de DC (creo que ya son más de 10, la década perdida), una de las más obtusas fue haberle puesto fin a la línea Elseworlds. Por supuesto, bajo ese rótulo aparecieron muchas historietas francamente excecrables, pero también fue un ámbito propicio y generoso para el surgimiento de papa fina, o de comics quizás imperfectos, pero que tenían el atractivo de ver a autores muy grossos hacer lo que se les diera la gana con los personajes de DC. Así, de arranque, me vienen a la mente Alan Davis, Howard Chaykin, Michael Lark, Mark Millar, Paul Pope, Dan Brereton, Paul Gulacy, García López, Mike Mignola... muchos nombres de los que no se ven habitualmente en las series regulares de DC y que sí mojaban cada tanto en los Elseworlds.
Entre los Elseworlds más raros está la trilogía que termina en The Blue Amazon. Acá, los guionistas Randy y Jean-Marc Lofficier (a los que conocimos en los ´80 como “el matrimonio que traducía al inglés las historietas de Moebius para que las publicara Epic”) deforman los argumentos de varias películas clásicas del cine expresionista alemán para mezclarlos con una versión también muy distorsionada del DCU. El primer librito fue Superman: Metropolis, el segundo Batman: Nosferatu, y este (de 2003) no se mete con una sóla película, sino con dos: The Blue Angel y Dr. Mabuse, the Gambler. En algún momento se habló de un cuarto libro, en el que aparecerían versiones de los cuatro miembros clásicos de la JLA a los que hasta ahora no mencionamos, pero eso nunca se concretó. Y hubiese sido bastante raro, sobre todo porque The Blue Amazon funciona muy bien como un final de trilogía.
El mérito principal del guión es ese: nos presenta de cero a tres personajes (Diana, Cheetah y el Dr. Psykho), arma una trama en la que los tres tienen espacio para destacarse, y además logra insertar esa trama en el contexto mayor, con roles destacados para el Nosferatu y el Super-Man a los que nos habían presentado en los tomitos anteriores. Para que todo funcione, para que la mitología de las amazonas pueda amalgamarse con esta trama mayor que tiene como eje a la ciudad de Metropolis, los guionistas necesitan clavar en la mitad del tomo un extenso flashback, que se morfa 10 de las 64 páginas que tiene la obra. Por suerte, nunca se hace denso ni obvio, sino que está lleno de revelaciones interesantes y condimentado con una dosis justa de machaca.
La trama del “presente” tampoco se empantana nunca. No tiene demasiados diálogos (sí unos cuantos bloques de texto muy atractivos, con bastante vuelo) y está llevada con un ritmo ágil, mucho más orientado a la acción que cualquier película clásica alemana, y condimentada con crueldades, atrocidades y actos de violencia (física y emocional) realmente escabrosos. Vos sabés que, con Superman y Wonder Woman en el paquete, es casi imposible que ganen los malos, pero igual la runfla se hace tan espesa (y la mano negra de Lutor se siente tanto, incluso dos tomos después de su muerte) que más de una vez el pronóstico se hace bastante desalentador.
Lo que se ve espléndido de punta a punta es el dibujo del maestro Ted McKeever, muy bien interpretado y potenciado por el colorista Chris Chuckry. No es fácil colorear a McKeever, y menos cuando la consigna de “homenajear al cine expresionista alemán” te obliga a acotar la paleta. El clima de la obra, la gran cantidad de freaks y deformes varios que aparecen, la buena dosis de acción y violencia, le brindan a McKeever muchas oportunidades de lucimiento, que el ídolo no desaprovecha jamás. Su única limitación es que, si uno le cree a los bloques de texto, Diana es una mina de una belleza inigualable, que te deja helado con sólo mirarle los ojos. Y McKeever es un genio, pero no le pidas que dibuje minas hermosas, porque le cuesta un huevo. Es más fácil encontrar hinchas de Tristán Suárez en Bulgaria que minas hermosas dibujadas por McKeever. En general, su fuerte es lo otro, esa onda retorcida, de personajes contrahechos, grotescos, que heredó del Viejo Breccia. Ni siquiera cuando realmente se esfuerza, le sale un rostro de Diana que vos digas “ah, sí, esta es la mina perfecta que me describen los bloques de texto”. Pero bueno, es McKeever y lo banco a muerte.
Si nunca leíste Metropolis y Nosferatu, no se te ocurra empezar por acá. La trilogía debe ser leída en orden, porque si no, se entiende la mitad. De hecho, este es el tomito más difícil de encontrar, así que las chances de que empieces por el final son muy pocas. No estaría mal un recopilatorio de los tres prestiges en un sólo libro, así te sumergís de un saque en esta extraña versión del DCU (denominada por los especialistas Tierra-1927) creada entre películas mudas de los años ´20 y comics de todos los tiempos por los esposos Lofficier y el incomparable Ted McKeever.

4 comentarios:

Gustavo Ippolito dijo...

Tengo los dos primeros y no los leí justamente porque aún no conseguí este. Manía de completista. Además de que me da fiaca que cuando lo consiga debería leerlos de nuevo para acordarme de cómo viene la mano. :p

Andres Accorsi dijo...

Sí, conviene tener frescos los dos anteriores. Si no, también se entiende, porque algo te refrescan en las primeras páginas.

Anónimo dijo...

Por un momento cuando escribiste decada perdida pense que te referias a Kretina y sus secuaces, pero después me acorde que después del año que viene se te terminan un par de curros...

Walter dijo...

Con los que está pasando en los títulos de DC hoy, no sé si realmente terminó la línea Elseworlds...

Hay cuatro series que banco a muerte, y el resto, gracias pero no, gracias.