Y ayer festejamos, nomás, después de 13 años de sequía. No me quiero extender sobre esto, pero fue muy emocionante. Le mando un abrazo a todos los lectores de este blog que comparten la pasión racinguista y ahora sí, vamos a la reseña.
Casualmente se trata de la obra de un yanki hincha de River, dignísimo subcampeón. East of West es uno de los tantos kioscos que se armó Jonathan Hickman en Image, algo imprescindible para que nunca falten los proyectos creator-owned entre tanta producción digitada por los intereses corporativos de Marvel y Disney. Es la primera vez que me engancho con una creator-owned de Hickman, por un motivo muy simple: excepto East of West, todas sus series “de autor” tienen dibujantes de lesa humanidad, crotos impresentables que dibujan peor que yo parado, arriba de un 151 repleto.
Por eso quiero empezar hablando bien de Nick Dragotta, el camaleón, el hombre de los mil estilos, a quien ya vimos jugar de suplente en varias series que reseñamos acá en el blog. Para este proyecto puntual, Dragotta acomoda la línea para parecerse a Fiona Staples y le termina saliendo una mezcla bastante atractiva entre la canadiense y Peter Snejberg, el gran danés. Dragotta se luce sobre todo en el manejo del claroscuro (como Snejberg) y en el diseño de naves, fortalezas, armas y demás chiches tecno que abundan en esta saga, porque la ambientación elegida es una hábil mezcla entre western y ciencia-ficción. Y lo más flojo es un vicio heredado de Staples, que son las infinitas viñetas sin fondos. El colorista Frank Martin trata de llevar la estética para el lado de la canadiense, excepto en una secuencia (gloriosa) en la que parece poseído por Juan Giménez y pela –como si fueran novedad- recursos que el mendocino ya manejaba de taquito en los ´80. Pero se ve todo lindo, no hay mucho para criticar en este aspecto y menos si comparamos a East of West con las otras obras de Hickman en Image.
El guión arranca tranqui. Al principio, parece la enésima historia centrada en los cuatro jinetes del Apocalipsis, pero con rasgos más humanos, de tipos y minas “normales”, algo que ya hicieron demasiado bien Neil Gaiman y Terry Pratchett en Good Omens como para volver a insistir sobre lo mismo. Por suerte, esto no es “lo mismo”. Con el correr de las páginas Hickman despliega dos variantes muy atractivas: por un lado, sacarle mucho el jugo a esta ambientación rara, a este futuro en el que EEUU volvió de alguna manera (que ya se explicará, o no) a la época de los westerns, pero con tecnología futurista. Y por el otro, empieza a incorporar personajes y a mostrarnos de qué juega cada uno en este partido complicado, chivo, en el que se mezclan entidades de inmenso poder, fuyeros, fanáticos religiosos, maestros de la runfla política, hechiceros ancestrales, mercenarios de poca monta y genocidas a escala planetaria.
Dentro de este amplio y promisorio elenco, hay personajes apenas explorados, un par que pintan para tener roles importantes más adelante (Archibald Chamberlain, claramente) y uno que de a poquito se morfa la saga: Xiaolian, la princesa de la dinastía de Mao que conquistó a la Muerte en un sentido distinto al que te imaginás. En el segundo tramo del TPB, Xiaolian cobra una fuerza increíble y nos demuestra que Hickman, además de ser grosso a la hora de volar, de generar ideas grandilocuentes y conceptos originales, también sabe darle humanidad a los personajes y convencernos de que, a pesar de los poderes, los implantes cibernéticos o lo que chota sea, son casi seres de carne y hueso. Todo esto, obviamente, mediante hermosos diálogos y conmovedores silencios, e incluso con bloques de texto, porque le permite a los distintos personajes hacerse cargo, alternativamente, del relato en off.
Por la magnitud de los conflictos que se empiezan a delinear en este tomo, se me ocurre que Hickman pensó a East of West como una serie corta, como para durar no más de 25 episodios, o cinco TPBs. No la veo durando 75 episodios, ni a palos. Pero bueno, Lucifer duró más o menos eso con conceptos más zarpados, así que puede pasar cualquier cosa. Por ahora, East of West me enganchó y quiero más. Tengo el Vol.2 acovachado para leer el año que viene y en cuanto pueda me compro el Vol.3. La serie va por el n°16 en EEUU, así que con un tomo más ya estoy virtualmente al día. Si sos fan de Jonathan Hickman, dale una oportunidad, que no te va a defraudar. Esto es heavy, intenso, por momentos muy violento, con giros muy impredecibles y con todo para ser una obra realmente memorable.
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4 comentarios:
Es gloriosa esta serie, gracias por la reseña. A proposito, ¿no te gusta el trabajo de Nick Pitarra en Manhattan Projects ? A mi me gusta bastante, incluso tiene momentos muy Moebius como cuando muestra la batalla dentro de la cabeza de Oppeheimer.
No, odio a Pitarra. Me parece horrible. Nunca vi ese episodio puntual al que hacés referencia, pero lo que recuerdo era de espantoso para abajo.
los issues dentro de la cabeza de oppenheimer los dibuja Ryan Browne, maestro.
He ahí entonces ,supongo que me gusta tanto la serie que no noté que cambiaba el dibujante. Gracias por la corrección.
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