Hoy me toca reencontrarme con el guionista uruguayo Roy, de quien ya vimos varios trabajos, y que parece estar obsesionado con el tema de la procreación. En su magnífica Vientre (reseñada el 21/03/13), Roy hablaba de una mujer que quería tener hijos y no podía, y de otra que quedaba embarazada sin haberlo buscado. Esta vez, en Regulación 0.75, nos cuenta las terribles consecuencias de tener hijos en una sociedad distópica, en la que el Estado vigila celosamente el incremento de la población y las sanciones para quienes procrean sin permiso son por lo menos drásticas.
Y si bien Roy pasa de la actualidad de nuestras ciudades y nuestra época a un futuro impreciso (no tan lejano), logra mantener el realismo: esa cuota de diálogos, gestos, actitudes que nos hacen sentir a los personajes como cercanos, como amigos o conocidos de siempre, aunque vivan en una época que no es la nuestra y en la que nosotros no querríamos vivir. Como en toda obra de ciencia-ficción, además de contar la historia es menester bajarle data al lector acerca de cómo funciona este mundo imaginado por el autor. En ese rubro, Roy la rompe, porque nos aclara todo acerca de esta distopía sin aburrirnos, sin interrumpir el flujo del relato, con gran habilidad para deslizar la información de forma muy orgánica, sin explicitar demasiado: sólo manejamos la data suficiente como para que el mundo y las aventuras que suceden en él nos parezcan verosímiles.
Regulación 0.75 es una obra cruda, violenta, sin concesiones, con protagonismo coral y con un conflicto no planteado entre buenos y malos, sino más bien entre individuos y sistema. Buena parte del protagonismo recae en los agentes del Departamento de Regulación, los encargados de hacer cumplir estas leyes tan estrictas. Y si bien los vemos cometer atrocidades indecibles, no se puede decir que sean los villanos. Por ahí hay uno medio pasado de sádico, pero Roy se esfuerza por mostrarlos, ante todo, como personas reales, creíbles, y como tales, sujetos también de este sistema inclemente, que al principio los tiene como victimarios pero en cualquier momento los puede convertir en víctimas. Creo que ese es el principal logro del guión: que nos podamos poner del lado de algunos de estos tipos a los que vimos matar y secuestrar bebés. Además, como ya es costumbre en los guiones del uruguayo, tenemos muy buenos diálogos y escenas mudas muy potentes, de alto impacto dramático.
A cargo del dibujo tenemos a la mendocina Lauri Fernández, una de las dos dibujantes que colaboraron con Roy en Vientre. Lauri ya había incursionado en la ciencia-ficción, en unas historietas cortas escritas por Federico Reggiani, que si no me equivoco se publicaron en la revista Clítoris. Acá, sin embargo, el estilo de la mendocina vuelve a mutar. Abandona un poco esa elegancia, ese fino exotismo que mostraba sobre todo en el tratamiento del claroscuro, y agarra para otro lado. En Regulación 0.75, Lauri Fernández ensaya un grafismo más tradicional, más terrenal, también, ¿por qué no?. Acá no hay magia ni lirismo: hay fuerza expresiva al recontra-palo, mucha atención por los detalles, climas espesos y bastante más machaca que en cualquier otro trabajo de la autora. Se mantiene, felizmente, el gran nivel en las expresiones faciales, y vemos una sensible mejora en un rubro que no era la especialidad de Lauri: la elección de los ángulos. El agregado de grises en el photoshop (en realidad, una tonalidad de gris azulado, muy acertada), realza mucho el dibujo, en cuyo trazo se nota un gran dominio del plumín por parte de Lauri.
Si te gusta una ciencia-ficción bajonera, cruda, con mala leche, con un planteo muy original, buenos personajes, buenos diálogos, un clima asfixiante y muy buenos dibujos, dale una posibilidad a Regulación 0.75. No sé si me pegó tan fuerte como Vientre, pero sin dudas me animo a recomendarla ampliamente, porque me pareció una historieta fuerte, osada, de gran calidad tanto en textos como en imágenes. Una frontera que -a medida que se multiplican las colaboraciones entre Roy y Lauri- se va haciendo más difícil de trazar, porque cada vez más se ve la comunión, el entendimiento, la simbiosis entre ambos autores.
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1 comentario:
¡Muchas gracias , Andrés!
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