Este álbum de Tintín, originalmente creado por Hergé en 1943, resultó ser desde su aparición en álbum (1944) en uno de los episodios más exitosos de toda la serie del aventurero del jopito. Y desde que la película de 2012 tomó buena parte de su argumento, se convirtió en uno de los álbumes de lectura obligatoria para las nuevas generaciones de fans de Tintín.
Yo, que me jacto de llevar siempre la contra de lo que opinan las mayorías, me atrevo a decir que es el que tiene el guión más choto. Te resumo el argumento: Tintín y Haddock van a buscar un tesoro y lo encuentran. Fin. No hay conflicto, no hay villanos, hay apenas peligros mínimos, fácilmente sorteables por los héroes. Recién cuando faltan cinco páginas para el final, hay un giro interesante en la trama, que tampoco involucra peligros ni enemigos. Simplemente les cae la ficha de que estaban buscando el tesoro en el lugar equivocado. Esas últimas cinco páginas tienen una inconsistencia mayúscula (Hergé resuelve en una viñeta el problema de cómo puede conseguir Haddock la guita para comprar el castillo de Moulinsart) pero son las más atrapantes, las menos predecibles y las que cierran de modo satisfactorio una saga (iniciada en el álbum anterior, que vimos el 03/12/12) que en este álbum se va a pique muchas veces.
A la falta de un conflicto fuerte hay que sumarle otro elemento que opaca muchísimo al guión: acá hace su primera aparición el Profesor Tornasol, quien tiene un rol muy destacado en esta historia. La “gracia” de este personaje es que es más sordo que una tapia y entiende lo que se le canta. Cada diálogo es un juego de palabras absurdo, en el que le dicen una cosa y él responde otra que no tiene nada que ver, porque oye para el orto. Eso puede ser gracioso una vez, o dos si tenés menos de 10 años. No 15 veces. Hergé debe haberse convencido de que esto era realmente muy cómico, y así es como todo lo que suman Haddock o Hernández y Fernández, lo resta Tornasol, a quien yo quería ver muerto para la página 12, más o menos. Sin esa pelotudez de la sordera, Tornasol sería un golazo, porque evidentemente su inventiva abre un montón de posibilidades en materia de aventuras, y Hergé las va a aprovechar al mango. Pero cada vez que aparece en escena, te dan ganas de dejar de leer los globos de diálogo.
Al no haber peligros grossos ni villanos que intenten interponerse entre los héroes y su objetivo, las peripecias tienen que ver con tropiezos, accidentes, boludeces que casi siempre van para el lado de la joda. La más graciosa, lejos, es la del principio, cuando una legión de avechuchos invade el departamento de Haddock para exigir su parte del tesoro de Rackham el Rojo. El resto es, básicamente, más de lo mismo: slapstick efectiva, amenazas low-fi y un arsenal inagotable de pretextos medio frutihortícolas para que Tintín zafe de todo.
Al igual que El Secreto del Unicornio, El Tesoro… se editó originalmente en un diario, a razón de una página por día, con lo cual Hergé no tenía tiempo de romperse tanto el culo en los fondos como en otros álbumes. Acá el nivel del dibujo es excelente, pero no está todo ese festival del detalle en los fondos, que era un rubro en el que Tintín le sacaba mucha diferencia a otras historietas de esa época. Lo que sí está y se disfruta muchísimo es la narrativa, siempre eficaz, por momentos hipnótica, que caracterizaba al Hergé de esta época.
Cierro con un detalle menor: una viñeta de la página 58 nos da la pauta de que esta aventura transcurre en el verano boreal de 1941. Sin embargo, no se hace la más mínima mención a que, para esa fecha, Bélgica había sido ocupada por el Tercer Reich. Obviamente, hacerse cargo de una cosa así hubiese restado verosimilitud al hecho de que un barco belga como el Sirius pudiera navegar libremente con rumbo a América, que es donde las coordenadas que maneja Haddock parecen situar al Unicornio. Y además, si Hergé mostraba a los nazis, o los tenía que pintar como villanos, o como una fuerza de ocupación pacífica y copada. Claramente, ni una cosa ni la otra convenían a sus intereses.
Si te enganchaste mucho con El Secreto del Unicornio, seguro vas a querer leer El Tesoro… Si venís siguiendo la serie, también es relevante, porque acá están la primera aparición de Tornasol y la llegada de Haddock y Tintín a Moulinsart. Pero la verdad es que no estamos frente a una gran historia y todo lo bueno que pasa en la historieta, pasa mejor y más flashero en la película.
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1 comentario:
Coincido en varias aristas de su artículo, pero a pesar de todo me parece y lo recuerdo como un álbum delicioso. Se me cruza, en el sentido de las imágenes y la "aventura", con La isla del tesoro de Stevenson.
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