el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 1 de mayo de 2015

01/ 05: SHOWCASE PRESENTS JONAH HEX Vol.2

Hay que ser muy fan de Jonah Hex para bajarse en dos o tres días un masacote de 540 páginas de historieta, pero bueno… la serie de Jimmy Palmiotti y Justin Gray logró eso: que uno banque a muerte al pistolero más jodido del Oeste y se fume incluso sus andanzas setentosas.
Debo decir que me acuerdo poco del primer Showcase (lo leí hace mil años, antes de empezar con el blog), y a la vez tengo la sensación de que este me gustó bastante más. Hay cuatro o cinco de estos 27 episodios que le hacen el aguante sin ningún inconveniente a los mejores momentos de Gray y Palmiotti. Con otros recursos y otras limitaciones, Michael Fleisher (principal guionista de esta etapa) logra perfeccionar una fórmula que da resultados muy satisfactorios, y a veces incluso excelentes. Para ser justos, digamos que al podio de las mejores historias de este Showcase se suma también una de las tres que escribe David Michelinie: The Railroad Blaster.
El recopilatorio arranca con los últimos números de Weird Western Tales protagonizados por Jonah Hex y enseguida pasa a la revista que lleva el nombre del temible cazador de recompensas. En el primer número de Jonah Hex, todo sigue exactamente igual que en WWT: escribe Fleisher, dibuja como los mega-dioses José Luis García López y todo cierra en la última página de cada episodio, todos 100% autoconclusivos. Pero para el n° 2, el guionista propone una innovación: se viene una larga seguidilla de episodios (incluso los escritos por Michelinie) en los que se resuelve una aventura, pero queda pendiente algo más, una trama principal que sobrevuela las tramas menores: Hex es acusado de un triple homicidio del que es inocente y se convierte en un prófugo de la Justicia. Finalmente logrará limpiar su nombre y recuperar el status quo habitual de las aventuras de WWT en el n°16, una historia extensa, de 25 páginas, en la que Fleisher cierra todo lo que quedaba pendiente desde el n°2.
Los dos números siguientes también tienen historias de 25 páginas y son bastante bizarros porque Hex termina… en la selva del Amazonas! Quizás para darle un respiro a tanto pistolero, caballo y saloon de mala muerte, Fleisher inventa un argumento medio traído de los pelos para desplazar al protagonista a la jungla brasilera, en un primer episodio muy logrado y un segundo bastante choto. Como tantos otros guionistas yankis, Fleisher confunde Brasil con Argentina y hace que los brazucas hablen castellano. ¿Cómo vuelve Hex al Oeste de los EEUU? Olvidate, nunca se explica. Lo cierto es que después de esta extraña aventura vienen más episodios autoconclusivos, en los que a veces reaparecen personajes a los que ya vimos: alguna minita que pegó onda con el caripela, el papá de Jonah, o alguno de los villanos recurrentes: el bandido mexicano El Papagayo y el corrupto potentado Quentin Turnbull.
Entre una cosa y otra (y siempre sacando tolerancia de donde no hay para no indignarse cuando Hex sobrevive a caídas tremendas, trampas mortales, tiros, cuchillazos, dardos envenenados o días enteros sin comer ni beber) las peripecias se hacen muy entretenidas y, como ya dije, entre las aventuras definivamente menores hay algunas gemas realmente memorables.
En cuanto a los dibujantes, en los primeros dos episodios de este tomo tenemos a nuestro compatriota Jorge Moliterni, con un dibujo bien mugriento, muy de la revista Frontera, muy pensado para blanco y negro. El siguiente dibujante regular es García López y es brillante. Rápidamente abandona las manchas y las texturas para volcarse hacia su línea más fina, más elegante, más cercana a lo que hacía en Roland el Corsario, aunque sin soslayar la sordidez de estas aventuras. Y antes de la mitad del tomo ya tenemos como titular a Vicente Alcázar, que se va a quedar hasta el final y a dibujar casi todos los números del 8 al 22 de la revista Jonah Hex. Alcázar nunca estuvo entre mis dibujantes filipinos favoritos, porque es muy desparejo. En algunos episodios se lo ve como un dibujante con ideas, con imaginación para los enfoques, correcto en la anatomía y las expresiones faciales, muy aplicado en los fondos, pero sin mucha personalidad ni mucho empeño, como si se quisiera sacar el laburo de encima rápido. Es decir, a años luz de virtuosos como Alfredo Alcalá, Néstor Redondo, Alex Niño o el mejor Tony De Zuñiga. Y después tenés trabajos como el del n° 20, en los que no podés creer que sea el mismo dibujante. Acá Alcázar pela composiciones alucinantes dignas de Sergio Toppi, suelta el pincel para conjurar detalles, tramas, sombreados, crosshatchings y texturas zarpadísimas para el comic yanki, como si su pincel estuviera poseído por Carlos Roume o Antonio Hernández Palacios. Parece imposible, pero es real: es siempre el mismo dibujante, y es a la hora del promedio donde pierde contra talentos más constantes como Moliterni o García López.
Pasaron mil años entre el primer Showcase de Jonah Hex y el segundo, pero si sale el tercero antes de que me muera, acá tienen un comprador.

1 comentario:

Lobezno Narniano dijo...

¡Guiso fytal! Esto está muy bueno. ¡Fragga fragga booooom! ¡Explota! ¡Ah rre! XDDD