Este libro recopila las historietas que Gustavo Sala publica en Barcelona desde 2011 y que, ya desde el título, son una oda a la incorrección política. En Hijitos de Puta, Sala le canta quiero retruco a lo más jodido que se te ocurra. ¿South Park? ¿Daniel Tosh? Son todos Anteojito y Antifaz al lado de estas historietas.
Hijitos de Puta te ofrece casi 100 páginas repletas de chistes de pedofilia, zoofilia, necrofilia, coprofagia, antropofagia, incestos, violaciones y sodomía, chistes en los que aparecen travestis, sexópatas, fetos abortados, alienígenas, discapacitados, ancianos, linyeras, inmigrantes de países vecinos, demonios, lesbianas, negros, gremlins, famosos de la A (como Marcelo Tinelli, Paul McCartney o el Papa Francisco) y de la B (como Diego Parés o Daniel Melero) y hasta el propio Dios. Nadie se salva del humor desenfrenado de Sala, que acá va a fondo, a no dejar nada en pie. Lógicamente no hay chistes de judíos en campos de concentración, pero todo lo demás está, y está a un nivel de mala leche que me dejó atónito.
Ni hace falta aclarar que si no te gusta ese tipo de humor, ni te acerques a este libro. Si, como yo, te cebás mal con el “humor sin barreras”, acá vas a llorar de risa (de verdad, hubo un par que me hicieron llorar) con las tropelías de Justito, Cirilo y Tomás, y con planchas totalmente descolgadas en las que no aparecen ni los hijitos de puta ni Normita, la mamá. La de los cómicos de stand-up, la del flequillo de Carlotto Balá… son chistes que podrían haber aparecido en Bife Angosto, o en otra publicación, porque no tienen mucha relación con esta tira… excepto por la impronta transgresora, feroz, descarnada, zarpada al límite.
Con o sin los personajes protagónicos (a los que ni se calienta por desarrollar más allá de lo básico), Sala detona en estas páginas todo su arsenal de recursos humorísticos: la escatología, la guarangada sexual, las transformaciones bizarras (quizás el “salismo” que menos me divierte), las apariciones para nada predecibles de celebridades, la posibilidad de que cualquier animal, planta, objeto o cuerpo celeste de pronto pele genitales y se empome a otro, las estructuras de relato circular, el juego de una idea que empieza chiquitita y termina por cobrar dimensiones cósmicas, el remate después del remate, las enumeraciones que se van yendo al carajo, las elipsis… Entre una cosa y otra, el efecto acumulativo de leer una atrás de otra más de 80 historietas es sencillamente devastador.
El libro arranca con cuatro historias narradas por Sala en tres tiras, es decir, en 12 viñetas. En cada una pasan un montón de cosas y hay muchos, muchos chistes, no sólo el remate final. Después, a partir de la quinta entrega, Sala baja un cambio y plantea páginas resueltas en dos tiras, con una cantidad de cuadros que fluctúa entre los 6 y los 9. Ahí pasan menos cosas, las historias enfilan más rápido hacia el remate y el dibujo –lógicamente- se luce más.
En la faz gráfica se ve al Sala de siempre, a la bestia desbocada que parece sufrir de agorafobia y que prácticamente no deja espacios sin ocupar con elementos visuales. A veces hasta se le complica meter en cada viñeta a todos los personajes, fondos y diálogos que quiere meter y recurre a composiciones muy extrañas. Pero lo más extraño de Hijitos de Puta, y donde creo que el ídolo se pasó de vanguardista, es el diseño de los tres chicos protagónicos. Son personajes construídos en base a formas geométricas muy marcadas, los tres muy distintos entre sí, casi como si los dibujara un autor distinto. El resto del universo gráfico es el clásico, el que Sala utilizó toda la vida, y en ese contexto, los diseños de Justito, Cirilo y Tomás desentonan, llaman la atención por los motivos incorrectos.
Hojeo el libro para ver si no me estoy olvidando de nada y me vuelvo a reir como un subnormal. Posta, esto es demasiado. Gustavo Sala volvió a saltar en el trampolín al carajo y creo que todavía no tocó tierra. Ni olvido ni perdón para estos Hijitos de Puta que me hicieron despedazar a carcajadas con las atrocidades, las bizarreadas y las inmundicias más extremas que yo recuerde.
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