Ultimo tomo en esta recorrida por algunos highlights de la colección Un Uomo un'Avventura, gestada en Italia en la segunda mitad de los ´70. Este es un álbum de 1977 que tiene como principal atractivo los dibujos del maestro Sergio Toppi. Tanto es el atractivo, que la edición española no dice en ningún lado que el guión no es de Toppi, sino de un tal Decio Canzio. Menos mal que existe la compañera Wikipedia para aportar esos datos…
La verdar es que el guión de Canzio se esfuerza, le pone garra, pero no logra armar una buena aventura. ¡Viva México! funciona mejor como un comic documental, casi como un ancestro de las historietas de Joe Sacco. Lo que mejor hace Canzio es recrear aquellos convulsionados años de la revolución mexicana, explicarnos cuál era el conflicto, por qué hace 100 años estos muchachos se cagaban a tiros y se dinamitaban unos a otros, con qué tácticas (y con qué pruritos a la hora de eliminar al adversario) combatían uno y otro bando, cuál era la postura de EEUU frente al bolonki, en qué se diferenciaban y en qué coincidían Emiliano Zapata y Pancho Villa… un montón de data muy interesante, que no aparece de modo pedagógico ni enciclopédico, sino muy bien integrado a ese relato que quiere ser de aventuras pero no llega.
El protagonista y uno de los principales secundarios son yankis, y excepto en las cuatro últimas páginas, cumplen roles muy menores, son simples testigos de lo que sucede. Acompañan, observan, hacen preguntas que le dan el pie a los mexicanos para explicarnos en los diálogos muchos de estos elementos ya enumerados… y no mucho más. Los comentarios que hacen los yankis entre ellos nos muestran claramente la distancia cultural entre ambos países… un poquito deformada por la visión que un guionista italiano tenía de esas diferencias. Por suerte, todo lo que muestra Canzio en esta faceta más descriptiva del guión resulta interesante, creíble, me permite suponer (por lo menos a mí que toco de oído en materia de Historia Mexicana) que el tipo hizo los deberes, se documentó bien, no mandó fruta.
Y por suerte escribió poco, metió pocos bloques de texto, pocos diálogos, pocos cuadros por página. Digo “por suerte” porque eso es lo que permite un enorme lucimiento del dibujo del maestro Toppi. Acá el milanés tiene espacio para jugar, para resolver hermosas secuencias mudas, para experimentar con el armado de la página, con la composición de las viñetas, en su estilo más maduro, ese que se basa en un complejo y fascinante equilibrio entre espacios vacíos y sobrecarga de elementos gráficos en texturas, fondos y hasta en detalles en los primeros planos.
Son innumerables los aciertos de Toppi en el manejo del plumín y la mancha. La documentación histórica está buenísima, la referencia fotográfica está perfectamente integrada, la acción tiene muchísimo dinamismo, las onomatopeyas son espectaculares… Por ahí le faltó zarparse un poquito más en las expresiones faciales, que están algo contenidas, desenfatizadas. Y lo que realmente no suma, sino que resta un poco, es el color. Un color chato, sin onda, sin énfasis, muchas veces puesto al estilo Columba (personajes o paisajes enteros pintados de un sólo color), muy poco comprometido, muy poco funcional a los climas del relato. Sospecho que alguna vez, probablemente en Francia, ¡Viva México! se debe haber reeditado en blanco y negro. Si existe tal cosa, debe ser una auténtica maravilla, mucho más disfrutable que esta versión.
Aunque no te interese mucho el tema de la revolución mexicana, este álbum se puede tener para babear con los dibujos del inmenso Sergio Toppi, a quien le venía dando duro y parejo, y ahora me propongo dejar decansar unos meses. De hecho, ya me queda sin leer muy poca historieta europea clásica de los ´70 y ´80, así que en estos días se vienen con todo varios hitos, pero del Siglo XXI.
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