No, no tuve suficiente con una adaptación al comic de Beowulf. Ya vimos la de Jerry Bingham allá por el 14/06/13 y ahora me cruzo el Atlántico para descubrir una nueva versión, a cargo de Santiago García y David Rubín, dos destacadísimos autores españoles. Como ya comentamos alguna vez, el proyecto original tenía como dibujante a Javier Olivares, quien un día se bajó. Cuando parecía que todo se prendía fuego, apareció Rubín con la manguera, se cargó a Beowulf al hombro y rescató del freezer al guión de García. Pero claro, semejante nivel de bombero no sale gratis. Rubín convirtió a esta versión del legendario poema sajón en un comic 100% suyo. No importa el origen ancestral del relato, no tiene mayor peso la pluma de García… este es el Beowulf de Rubín, una obra mucho más emparentada con cualquiera de los dos tomos de El Héroe que con cualquier otra referencia que podamos tomar.
Y claro, sin desmerecer al anónimo autor de Beowulf ni a Santiago García, lo mejor que nos podía suceder a los lectores de historietas era eso: que Rubín, el rápido y furioso, el prolífico y virtuoso, le pasara por encima a todos y a todos con sus potentes rasgos de identidad gráfica y narrativa. El gran atractivo de este tremendo álbum (en extensión y en tamaño) es -para qué disimularlo- el dibujo de Rubín, la forma en que el gallego de Galicia hizo suya la historia y la incorporó sin ninguna dificultad aparente a su propio universo estético y temático.
Una sola cosa para criticar: el exceso de escenas mudas. Entiendo que hoy en día ya no resultan normales ni verosímiles esas escenas de pelea de los comics de los ´80, en las que los personajes se despachaban extensos soliloquios mientras luchaban. Pero en un comic tan centrado en la machaca como este, hacer que los personajes peleen en absoluto silencio significa lograr que estas 196 páginas se lean demasiado rápido. Falta texto y no es algo terriblemente grave: obviamente sería peor si faltara sustancia, o si faltara calidad gráfica o literaria. Pero la carencia está, se siente.
El resto es todo ganancia. La epopeya tiene un ritmo increíble, una dimensión humana lograda desde lo gestual a la que el nivel de los conflictos no logra eclipsar. Las escenas de acción son alucinantes, las planificaciones de página (y doble página) que nos obsequia Rubín son joyas de la arquitectura viñetil, los recursos a los que echa mano el dibujante para omitir toneladas de fondos son más que válidos, el tratamiento del color es vibrante y original… La verdad que es increíble cómo un relato tan antiguo puede verse tan moderno, tan actual, imbuído de un espíritu tan pujante, tan fresco, por momentos tan experimental.
No tengo mucho más para decir, porque el argumento es el mismo de siempre…. Los monstruos, el héroe, los combates… Si te interesa la fantasía épica, o el género de espada y brujería, o si alguna vez indagaste en los orígenes de la literatura sajona, seguro sabés de memoria la historia de Beowulf. Esto es simplemente una nueva versión de eso mismo, una forma nueva de contarte (y mostrarte) lo que ya conocés. Obviamente, si te gustan esas cosas y nunca leíste Beowulf, este comic es una puerta de entrada devastadora, que te va a fulminar el bocho y calcinar las retinas. Y si ya conocés la historia de Beowulf, te recomiendo entrarle a esta versión por el lado de “una nueva novela gráfica de David Rubín”, en la que vas a ver al ídolo brillar con ese fulgor incandescente que ya vimos en El Héroe. Acá vas a ver y a disfrutar todo lo que convierte a Rubín en un historietista único, irrepetible, en un autor con todas las letras, incluso cuando participa en un proyecto que él no generó, que no escribió y que se centra en personajes y situaciones que no imaginó. Era obvio que Beowulf, especialista en derrotar a monstruos mitológicos, contra David no iba a poder.
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2 comentarios:
¡Me encanta Rubín en cada historieta!!
Mi punico problema en el caso de Beowulf fue la edición de ASTIBERRI. Siendo un dibujo tan sintético, unos cuadros tan amplios y un manejo del color tan vibrante, resulta más que obvio en la lectura que ésta es una historieta que podría leerse en la mitad del tamaño en que fue publicada. (ojo, sabés que soy fan de los mini-libros!)
Entiendo si se publica en un formato grande una historieta de Moebius, una de Quitely o hasta una de Geoff Darrow, son autores que juegan a que te maravilles y pongas los ojos chinitos buscando detalles en cada dibujo. No es el caso de Rubín, que construye fuerza y trompada al estómago con tres líneas de pincel.
Eso nomás, el libro es hermoso.
En cambio a mí me encantan los formatos grandes, en lo que uno tiene la sensación de que puede sumergirse en cada página como si se tirara a una pileta de natación. Y éste en particular lo disfruté muchísimo.
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