el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 23 de julio de 2015

23/ 07: MORTADELAS SALVAJES

48 páginas y 39 tiras es muy poco. Sean del autor que sean, armar un libro que llega al público a $ 80 con 39 tiras es un delirio. El libro es lindísimo, con hermosas tapas con solapas, formato grande, excelente calidad de papel e impresión… y el autor es Frank Vega, un virtuoso, una bestia asesina del plumín considerado por muchos el más legítimo heredero de Robert Crumb surgido en Argentina. Pero repito: 39 tiras es MUY poco, mucho menos del mínimo indispensable para que un conjunto de trabajos de un autor se pueda convertir en libro sin dejar gusto a escacez.
Muchas de estas tiras se publicaron en 2012 en Fierro, con lo cual yo me las acordaba. Pero eso está bien, es señal de que me gustaron mucho. Y además acá están impresas mucho más grandes que en Fierro, y con una definición mucho más nítida, que permite apreciar mucho mejor las tramas y los detalles que mete Vega. Fierro publicó esas tiras de a tres por página (si no recuerdo mal), o sea que si se respetara ese formato, con las 39 tiras de este libro armaríamos 13 páginas de historieta. Eso se parece más a nada que a poco. ¿No había otros trabajos del autor, otras colaboraciones en otras antologías, que se pudieran sumar a Mortadelas Salvajes por lo menos para hacer bulto, para arrimar decorosamente a las 80, ó 100 tiras? ¿O a un libro en formato vertical de 64 páginas?
Hechas todas esas salvedades, es hora de contarte que con este libro me cagué de risa. La cantidad de ideas limadas que detona Vega en estas páginas es increíble. Su humor coquetea con la marginalidad, se emparenta por momentos con los autores más sacados de El Víbora, y por momentos se precipita hacia el surrealismo, hacia un sinsentido que jamás pierde el costado picante, espeso, irónicamente crítico. Las “aventuras” de Plutonio el Sapo Karateca son una bizarreada pasada de rosca, en las que Vega repite siempre la misma estructura: el lector ve cómo sucede una y otra vez prácticamente lo mismo, pero cada vez causa más gracia, en vez de menos.
Y el gran hallazgo de Vega es sin dudas Pititi, un personaje excecrable y entrañable a la vez, capaz de rematar con chistes formidables breves tiras que se integran para formar algo así como “sagas”, en las que el autor se juega a contar cosas un poquito más complejas, siempre en el sutil filo entre lo desopilante y lo sórdido, lo grotesco, lo visceral. Tantas ideas en tan pocas viñetas me hacen pensar que Vega (que se gana la vida como dibujante de story boards) debe tener muy poco tiempo para dedicarle a sus historietas. Si no, me juego la chota a que nos ofrecería todos los años 64 u 80 páginas de aventuras de Pititi.
El dibujo de Vega, como ya mencioné, está muy cerca de la estética de Robert Crumb, sobre todo de la época de Fritz the Cat. Lo cual es muy loco si pensamos que Frank se formó primero con los hermanos Villagrán y después con Alberto Breccia, artistas de los que no vemos prácticamente nada en los trabajos actuales de este autor. Pero hay más cosas, más lecturas bien asimiladas por Vega, que van de Gilbert Shelton a Miguel Brieva. Los prodigios técnicos y los aciertos narrativos que despliega Vega en sus páginas son más de los que me atrevo a enumerar. Si no te causa rechazo la estética under, roñosa, sobrecargada de rayitas y texturas, esto te va a volar la peluca, mal.
Qué pena que Frank Vega y sus editores se hayan apurado tanto, que no hayan esperado a juntar más páginas, más material, para redondear una propuesta más jugosa, más atractiva. Quizás, bancando un par de años, nos habrían dejado un verdadero clásico, un libro al que en vez de faltarle contenidos le sobrarían los motivos para que todos lo recomendáramos enfáticamente a los fans de la siempre asombrosa historieta argentina… Esto es lo que hay y a nivel calidad está buenísimo, pero lamentablemente a la hora de comprarse un libro uno espera también más cantidad.

1 comentario:

Luq dijo...

Puede ser que sea poca cantidad, pero la calidad está tan alta que no me importa.
Frank está preparando actualmente el libro de Pititi, de unas 100 páginas