Hora de reencontrarme con Paul Grist, este talentosísimo autor británico, mucho más conocido en los EEUU que en su propio país. Se supone que Kane es un policial, pero la verdad es que ya desde este segundo tomo se nota la fuerte inclinación del autor por contar otras cosas. Hay un entorno, un elenco de personajes típico del policial, pero las historias –sin despegarse totalmente de ese género- van bastante para otro lado. Así tenemos algo de slice of life, algo de humor al filo del delirio, una sátira muy lograda al género de los superhéroes y una mezcla de homenaje y parodia al Sin City de Frank Miller.
¿Ves en la tapa al chabón grandote, con la cara hecha mierda y un colgante con la letra M? ¿Te hace acordar a Marv, el de la primera saga de Sin City? Bueno, ES Marv. Lo llaman “Frankie” (para que hasta el último subnormal capte la referencia a Frank Miller), pero es Marv. Algo hablamos de los parentescos gráficos entre Kane y Sin City cuando vimos el Vol.1 (21/02/13) pero acá eso está muy subrayado, Grist se esfuerza mucho para que sean muchos los elementos visuales e incluso narrativos que nos remitan a la obra de Miller.
De todos modos, el dibujo de Grist no es exactamente una réplica sistemática de los yeites claroscurísticos de Miller. Es una mezcla rara y muy atractiva entre un dibujo de claroscuro extremo (con Miller y Mike Mignola como referentes más visibles) y una linea clara pura, elegante, prolija, que –una vez más- me remitió al grafismo de otro británico alucinante, Rian Hughes. Y si con el crossover entre Miller y Hughes no te emocionás hasta las lágrimas, te subo la apuesta con algo que también vimos en la reseña del Vol.1 pero acá es mucho más evidente: a la hora de pensar la narrativa, a la hora de plantear la puesta en página, de armar las secuencias, de elegir la forma más dramática, más impactante o más emotiva de mostrarnos cada cosa, el principal referente de Grist es el canadiense Dave Sim. Sin afanarle milimétricamente ese inagotable arsenal de recursos narrativos que desarrolló Sim a lo largo de los años, Grist recupera la impronta, esa sensación única que producía la lectura de los comics de Cerebus. El ritmo, la espacialidad, hasta la forma de colocar los globos y los bloques de texto tienen mucho que ver con la “tradición” narrativa de Sim. Lo cual, combinado a la inusual calidad del dibujo, te brinda una experiencia de lectura apasionante, incluso aunque no te interesen los guiones.
El primer episodio de este tomo, por ejemplo, consiste en 32 páginas mudas. Son varias historias ambientadas en la ciudad de New Eden que se empiezan a entrelazar a medida que se hacen más intensas, más violentas. Ninguna llega a resolverse del todo, eso sucederá en los episodios posteriores. Pero entre los trucos narrativos heredados de Sim y los elementos gráficos tomados de Sin City, Grist le da a estas páginas un vértigo, una furia, que te mete totalmente adentro de la historia y no podés parar de leer, aunque no entiendas ni la mitad de lo que está pasando.
Y así como Bakuman requiere un tiempo de lectura muy superior al de cualquier otro manga por su gran cantidad de diálogo, Kane tiene como única contra que dura poco. Por la cantidad de cuadros por página, por la proliferación de las secuencias mudas, este es un TPB cuyo tiempo de lectura es bastante menor que el de otros tomos de 144 páginas. Lo cual no significa que satisfaga, entretenga o emocione menos. Entre su afán por transgredir las normas del género policial y su pasión por la experimentación y el riesgo a la hora de narrar gráficamente sus historias, Paul Grist termina por ofrecer un comic realmente único, sustancioso y atractivo, más allá de lo rápido que te lo bajes. Prometo entrarle al Vol.3 en los próximos meses.
jueves, 16 de julio de 2015
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