Bueno, me puse al día con Términus. El número que tengo para reseñar hoy es también el último que salió. Siempre que reseñaba un número, tenía el siguiente ahí, en la pila de los pendientes, y esta vez o yo voy muy rápido o el bache entre esta entrega y la siguiente se hizo muy prolongado. Lo cierto es que creo estar ante el mejor número de esta antología. Son sólo siete historietas y vamos a repasarlas una por una.
Un abonado a la Términus es Rip Van Hellsing, el personaje creado por Enrique Barreiro, Hernán Ferrúa y Alejandro Santana. Esta vez es una historieta con bastante texto (lejos del mutismo casi absoluto al que nos tenían acostumbrados), pero también con mucha acción, una trama atractiva y secuencias muy bien armadas.
Fernando Baldó se manda con una de superhéroes, pero muy anclados en la realidad, casi al filo del slice of life, con un dibujo impactante y muy buenos diálogos. Me da la sensación de que esos personajes están pensados para volver y seguir desarrollándose en futuras historias.
Otro habitué de esta antología, el gran Pato Delpeche, forma equipo con el guionista Edgar Roggenbau para una breve historia “con truquito” que además funciona muy bien como experimento narrativo. Diego Simone, una de las luminarias de la Liga del Mal, colabora con un guionista español en una historia jodida, perturbadora, con un subtexto devastador, y dibujada a un gran nivel, con un trabajo de grises asombroso.
Sebastián Cabrol aporta una historieta de 9 páginas (larguísima para los standards de la Términus) en la que adapta un cuento de Ambrose Bierce. En algún momento del relato, dejó de ponerme nervioso y me empezó a aburrir, pero por suerte el dibujo es realmente exquisito, con mucha atención por los climas y muchos logros en la integración de la referencia fotográfica.
Bruno Chiroleu reincide con Blas, esta historieta presentada a modo de serie de episodios unitarios que casi siempre giran en torno a dilemas morales, resueltos sin violencia. Para esto, Chiroleu afina mucho la puntería con los diálogos y logra escenas muy atractivas, y otras… un poco crípticas. Cuando finalice la serie, me gustaría leerla toda de un tirón para meterme más a fondo en su dinámica. El dibujo, impecable, como siempre.
Y me guardé para el final la papa más fina, sin dudas una de las dos o tres mejores historietas que recuerdo haber leído en la Términus. ¿Te acordás cuando el 12/02/14 vimos una antología de historietas de zombies en la que había quedado afuera una de Luciano Saracino y Dante Ginevra, por un problema que tuvo Dante con la fecha de entrega? Bueno, esas 10 páginas están acá y son una JOYA. El guión de Saracino combina sutileza, habilidad técnica y lirismo, sin irse nunca de las convenciones de un género que de sutil y de lírico suele tener poco. Y el dibujo de Ginevra es glorioso, en la línea de sus mejores trabajos en blanco y negro, pero además con una magnífica impronta brecciana, como si se propusiera aggiornar para el Siglo XXI el estilo con el que el genio la rompiera en los ´60 con Mort Cinder. Posta, valió la pena esperar unos meses más para leer esto.
¿Por qué esta Términus es mejor que las otras? Por la experiencia y la solvencia de Ginevra y Saracino (que no son parte del elenco “cuasi-estable” de la antología), porque no hay historietas mudas, porque hay historietas de 9 y 10 páginas (cuando rara vez pasaban de las 7 u 8), porque se nota un nivel muy profesional, de cero improvisación, de cero relleno, de cero amigos medio principiantes a los que se les da un espacio por ser amigos, o por aportar unos pesitos para la imprenta. Por este camino, Términus va a llegar MUY lejos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario