Este es mi segundo libro de historias cortas de Rumiko Takahashi (el primero lo vimos el 19/05/11) y es probable que también sea el último, porque me parece que los pecho frío de los españoles no editaron más. Y en Argentina, donde se editaron tres series de la autora, a nadie se le ocurrió jamás publicar libros de historias cortas. 1 or W reúne nueve historias autoconclusivas, todas con una cantidad de páginas que va entre las 24 y las 48, pero no ofrece data acerca de la publicación original. Es decir, no nos cuentan en qué revista ni en qué año salieron estas historias en Japón. El dibujo me da pistas de que algunas son de fines de los ´70 o principios de los ´80, porque el estilo de Rumiko se ve todavía muy pegado al del maestro Shotaro Ishinomori. Pero son pistas, no certezas.
Lo cierto es que, al igual que en el libro que me tocó leer en 2011, todas las historias de 1 or W están ambientadas en el presente, en ciudades chicas de Japón. Algunas tienen tramas románticas, otras tienen elementos fantásticos, otras giran en torno a algún deporte y hay un par que tienen las tres cosas: amor, fantasía y deporte. Vamos a repasarlas una por una.
La Kannon Delgada es la más flojita. Es una típica historia de capricho adolescente, protagonizada por una chica de escuela secundaria que sueña con bailar con el pibe que le gusta en la fiesta de graduación. Rumiko se las ingenia para que la historia tenga acción y hasta una cierta tensión dramática, y después la resuelve con una obviedad que desvirtúa un poco todo.
La siguiente tiene boxeo, romance y una familia en la que todos los varones se transforman en perro cada vez que les sangra la nariz. Con estas ideas, cualquier autor del montón te arma una serie de 40 tomos. Takahashi, en cambio, se aguantó la tentación y resolvió todo en 32 páginas notables, llenas de humor y vitalidad.
Vamos con La Abuela y Yo, mitad comedia de enredos y mitad thriller sobrenatural, protagonizado por una pareja de sinvergüenzas que para el final buscarán una especie de redención. Muy divertida, y sobre todo impredecible.
Un Mundo de Perversión parece ser la historieta más antigua del tomo, y resulta ser una comedia muy jugada al delirio, a que pasen cosas desopilantes e imposibles todo el tiempo, mínimamente justificadas por un elemento sobrenatural. No me causó demasiada gracia, sobre todo por cómo están desaprovechados los personajes con los que se supone que uno se tiene que identificar.
Grandfather no tiene elementos fantásticos y casi no tiene historia de amor. Es una de beisbolistas donde la sorpresa y la intensidad pasan por la relación entre un pibe y su abuelo, dos personajes entrañables, jodidos, filosos, que le habilitan a Rumiko la chance de meter los mejores diálogos del tomo y situaciones muy graciosas, con una mala leche muy sutil. Muy grossa.
Invitación a Takarazuka es una joya, muy basada en un elemento sobrenatural, pero muy divertida, con gran ritmo, buenos personajes, excelentes diálogos, una tensión que te llega a poner muy nervioso y un gran final. Otra de las gemas de este tomo.
1 or W tiene las tres cosas: deporte (en este caso, kendo), romance y espíritus que salen de sus respectivos cuerpos para poseer a otros. Y sin embargo, le falta algo. No está mal, es entretenida, pero no llega al nivel de las mejores historias del libro.
La joya máxima, la historia que deja chiquita a todas las otras, no tiene deportes, ni romance, ni fantasía. Se llama Happy Talk y tiene un sólo problema: Rumiko aprieta un poquito la narrativa para contar en 24 páginas algo que daba para 36 ó 40. Pero es un guionazo, emotivo, sorprendente y con huevos para meterse en temas muy espesos como la prostitución y el travestismo.
Y cierra una de rugbiers, también con un espíritu en un rol central, con protagonistas muy carismáticos, buenos diálogos y un final al que le falta un poquito de originalidad.
Como dije al principio, el dibujo de Takahashi fluctúa bastante porque son historietas de distintas épocas. Sin embargo, el piso de calidad es altísimo y hay páginas en las que la autora realmente dejó la vida. Siempre es un placer encontrarse con una narradora gráfica quintaesencial como Rumiko Takahashi y -para los que no le tenemos paciencia a las series de chotocientos mil tomos con tramas que avanzan más lento que el 151 por Rivadavia un martes a las seis de la tarde- este formato de historias cortas es el ideal para disfrutar a pleno del talento de esta genia indiscutida del manga.
domingo, 5 de julio de 2015
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