Esto es demasiado bueno para ser real. Más de 200 páginas de historietas de Roger Langridge (el genio neozelandés radicado hace muchos años en Londres) es más de lo que cualquiera puede soportar sin salir a afanar metales para hacerle un monumento en la plaza más cercana. Roger Langridge es el Dibujante Supremo, el historietista más completo que yo haya visto en muchos años. Leerlo es como leer la historia del comic. Es reencontrarse con George Herriman, E.C. Segar, Cliff Sterrett, Frank Willard, Billy DeBeck, Al Capp, Walt Kelly, Jack Davis, Bil Elder, Wally Wood, Jack Cole, Basil Wolverton, obviamente Robert Crumb... Langridge es una lámpara de Aladino con un montón de genios adentro, una bestia de la viñeta que sabe demasiado y a la que todo le sale demasiado bien. El expresionismo al palo, el control molecular sobre el grosor de la línea, los cross-hatching enfermizos, las tramas mecánicas, el claroscuro, los grises, el color directo, el timing para la comedia, las splash pages, las páginas con 16 viñetas... Todo lo que debe hacer bien un dibujante que aspira a ser considerado un virtuoso, Langridge lo hace perfecto. Hasta pareciera que le sobra, que lo hace de taquito.
Este libro reúne toda su obra dispersa, publicada en antologías o revistas semi-under, mayoritariamente a lo largo de los ´90. Es un compendio de todas las obsesiones, delirios y bizarreadas que Langridge hizo para hinchar las bolas, no para pagar las expensas, y se nota. Las historias irradian libertad, disparate, humor absurdo de gran nivel, homenajes a los maestros, parodias a los verduleros e incluso, en las aventuras de Mugwhump, asistimos al nacimiento de un género nuevo, el Género Langridge, que es el que le valió al neozelandés la posibilidad de ponerse al frente de los comics de los Muppets, a los que encaró como un comic 100% de autor. Hay mala leche, ironía fina y alguna grosería... pero también ternura freak, planteos existencialistas y dilemas éticos. Por supuesto que al lado de su talento como dibujante el Langridge guionista pasa un poquito desapercibido, pero sólo porque dibuja indescriptiblemente bien. Como guionista es realmente maravilloso.
En algunos de estos disparates forma equipo con Gordon Rennie, un guionista que lleva más de 15 años acumulando éxitos en el Reino Unido, pero que nunca se lanzó a la conquista de otros mercados. Del trabajo en conjunto entre Rennie y Langridge salen dos de las mejores historietas del tomo: la bizarrísima Kabuki Kid (con artes marciales, robots, masacres en pueblitos onda Far West y teoría marxista) y la fundamental Dr. Spin, una brillante y descarnada sátira los comics de superhéroes, sus kilombos de continuidad, su eterno reciclaje de plots y sus sagas gradilocuentes que amenazan todo el tiempo con re-escribir la historia “para siempre”. Repletas de chistes, pero también de ideas grossas, las 32 páginas de Dr. Spin (dibujadas por Langridge como la hiper-concha de Dios) valen lo que pagues por todo el libro.
Esto es un prodigio. Un libro para comprar, leer, atesorar por siempre y no prestar jamás a nadie. Un libro lleno de vitalidad, de personajes memorables, de aventuras limadas, de situaciones cómicas muy originales. Un libro pensado para rescatar material raro o disperso, que termina por funcionar como un totem sagrado, un testimonio del inmejorable nivel alcanzado por ese prócer del Noveno Arte, que aún hoy tiene muchos menos fans de los que merece (y eso que mojó en proyectos más populares, como los comics de los Muppets, lo nuevo de Popeye, una serie de Thor, casi todos los Big Books de Paradox Press, etc.). Roger Langridge, amigo viñetófilo. Un maestro de los maestros al que recomiendo seguir a muerte, a donde vaya. Si hay que nadar hasta Nueva Zelanda, todo bien.
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3 comentarios:
Roger Langridge no se la mide. Se la pesa.
Andres, hay algo de Roger Langridge en Jamie Hewlett??....estuve viendo unas historias bizarras por ahi y hay unas cosas muy parecidas en el armado de pagina.
Sí, Rodrigo, observaste bien. En los trabajos a color de Langridge se ve una planificación parecida a la de Hewlett.
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