Década del ´30. En un pueblito perdido en el conservador y retrógrado corazón agrícola de los EEUU nacen varios chicos con grotescas deformidades. Algunos padren los matan sin piedad, otros no juntan las agallas y los esconden. Los chicos crecen y un día, se pudre todo.
Así de sencillo es el argumento con el que Steve Niles nos va a mantener agarrados a la silla durante 138 páginas. Los hallazgos, que no son pocos, están casi todos en el guión, en la forma en que Niles elige contarnos esta historia. Lo primero que me cerró fue el clima: dark, ominoso, jodido, pero con resquicios para que se cuele también la ternura, sobre todo en la relación entre Trevor (el protagonista) y su hermano Will (el más destacado de los deformes, al que más bola le da Niles). Yo dije “mirá qué turro: quiere que el freak nos caiga bien y nos enternezca, para después matarlo de un modo horrible y que nos duela mal”. No te puedo contar si acerté o no, porque te cago la resolución de la trama. Pero a lo largo del libro son muchas las veces en las que Niles se regodea mostrándonos el trato cruel e inhumano que reciben estos freaks, y lo hace sin miramientos, sin atenuantes, decidido a generar en el lector esa mezcla de dolor, impotencia y bronca, como si te enteraras de que tu vieja tiene cáncer, tu mujer se acostó con todo el barrio y a tu equipo lo va a dirigir J.J. López. En esa manipulación de los sentimientos del lector es donde más se nota la increíble habilidad del guionista.
También en la construcción de los personajes, sobre todo Trevor y su papá, Henry Owen, quien cumple –como los dioses- el rol de villano en la primera mitad de la obra. Lástima que el tono que eligió Niles es sumamente realista. Si no, en las últimas páginas tendría que aparecer Henry y hacer alguna maldad. Por supuesto, el principal villano no tiene nombre y apellido, sino que es la discriminación, el maltrato y la marginación del distinto. Se trata de un supra-villano, de una villanez colectiva, que se extiende a todo el pueblito salvo a Trevor y su amiga Maggie. Y al ser una sociedad villana, las motivaciones de su maldad tienen que ver con la cultura, con la educación (o la falta de ella), con el aislamiento, la endogamia, el atraso, ese saberse impresentable y por eso elegir el ostracismo. De ese caldo espeso y maloliente sale la crueldad inmisericorde con que este pueblito trata a sus freaks.
¿Y los freaks, de dónde salen? No creas que Niles se calienta demasiado en explicarlo. Hay una explicación, pero es una onda muy light, un par de frases, no muy distinto a como explica Sergio Bizzio las anormalidades que aparecen en sus novelas. No es lo importante. Lo importante es que con la salida de Trevor y Will de la granja de los Owen se rompe el status quo y de pronto todo puede suceder.
A todo esto, la historia podría ser una pedorrada sin pies ni cabeza y aún así tendríamos que hablar maravillas de Freaks of the Heartland simplemente porque la dibuja (y colorea y rotula) un Greg Ruth inspiradísimo, mucho mejor que en la historieta que aportó al tomo de Creepy que vimos hace no mucho. Ruth mezcla con éxito dos tradiciones estéticas: la onda Sean Phillips-Michael Lark (ideal para un comic realista con ambientación retro) y la onda Kent Williams-George Pratt de la aproximación pictórica a la historieta. El resultado es realmente formidable: pasan las páginas y el nivel no sólo no baja, sino que sube. La narrativa es cristalina, los climas son asfixiantes, la violencia duele de verdad; caras, cuerpos y hasta cielos y paisajes expresan montones de sensaciones que casi dejan sin sustento a las palabras (igual ya sabemos que Niles escribe más bien poco, que no se zarpa a la hora de meter textos). A nivel visual, esto es una maravilla, una mezcla perfecta entre power y lirismo, pero además puesta 100% en función del relato.
Por ahí no llega a calificar como imprescindible, porque no es recontra-original. Aún así, Freaks of the Heartland no defrauda en lo más mínimo, no es predecible y tienen un arma de seducción irresistible, que es el magistral trabajo de Greg Ruth.
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9 comentarios:
Que te parecieron Andres los capitulos de HellSpawn de Steve niles?
Nunca los leí, Anónimo. Compré los de Bendis y Ashley Wood, pero no sé si alguna vez los leí. Creo que me cebé tanto mirándolos (y me interesaba tan poco el personaje) que nunca los llegué a leer.
Esto tiene una pinta tremenda, le voy a entrar.
graciela y salute!
Andres,
queria hacerte unas consultas:
Me recomendas el Deadman de Neal Adams?
Lei cosas minimas de Paul Chadwick, pero queria empezar con Concrete. Que te parece el personaje?
Y la ultima: de Bendis fuera de Marvel, que me recomendas sacando Powers?
Buenisimas las reseñas como siempre, Andres.
A ver...
Deadman de Neal Adams: fundamental.
Concrete de Paul Chadwick: maravilloso.
Algo de Bendis fuera de Marvel que no sea Powers: A mí me gusta mucho Torso, aunque tiene el problema de que la dibuja Bendis...
Y la dibuja para el orto.
Greg Ruth es brillante...
Alguna vez leíste Sudden Gravity? Es una historia guionada por el y que publicó Caliber hace una punta de años, y después reeditó (creo que) Image.
Esa historia fue casi su debut, y es increíble. Guión excelente: un manicomio (el Panopticon, un edificio central y gigantesco con cúpula) donde viven seres extraños y donde pasan cosas raras, incluído un médico que fue dejado ciego por uno de sus pacientes y unos mellizos a los que les falta una pierna a cada uno, sustituídas por una ruedita..., y a donde va a parar una mujer muy rica y de buena familia acusada de haber quemado viva a su flia., incluyendo sus hijos, y un doctor "nuevo" que se hace con el caso...
El dibujo: Greg Ruth en B y N, pura pluma y pincel... sin palabras.
Si no lo lesiste, te lo recomiendo mucho. La edición de Image se puede conseguir aún. La original de Caliber no se. Yo, como me encantó, tengo las dos.
Saludos desde Uruguay.
Gabriel
No la conocía. Suena muy interesante! Espero encontrarla algún día, así la compro y la leo.
Revisé mi biblioteca... Sudden Gravity la republicó Dark Horse, en formato librito tipo "manga". Buscala que vale la pena.
El dibujo, según atestigua la editora, no sólo es excelente sino que el amigo Ruth entintó con una BIC!
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