sábado, 29 de mayo de 2021
24 al 30 de MAYO
Desde afuera, uno podría suponer que estos días de menor actividad y más horas dentro de casa se traducirían en más lecturas de material para reseñar en el blog. Pero la verdad es que no. Aproveché el encierro para meterle pata al nº2 de Comiqueando Digital, una bestialidad de 285 páginas que va a estar disponible probablemente el jueves en nuestra tienda virtual, junto a nuevas descargas gratuitas. Y además estoy leyendo bastante sobre historietas, libros y revistas de autores y países distintos, que no suelo reseñar en este espacio (ni en ningún otro). Así que, como ya es casi costumbre, no es tanto lo que tengo leído como para comentar acá.
La última vez que estuve en Córdoba (Septiembre de 2019), recibí de regalo un ejemplar de The Pub Crawl Anthology, un libro editado a todo culo, financiado a través de Kickstarter, con 12 historias cortas que sólo comparten el hecho de tener algo que ver con los pubs, tabernas o reductos consagrados al escabio. No conocía a ninguno de los autores involucrados, pero la calidad de la edición me hizo tenerle fe.
Una fe que fue pisoteada y despedazada a medida que pasaba las páginas y me hundía en historietas de un nivel muy poco compatible con la hermosa factura técnica del libro. Esto es un rejunte de principiantes, de chicos y chicas que están mucho más para batallar en fanzines que en libros editados a todo culo. No me quiero regodear con lo más horrible del tomo, así que simplemente subrayo lo que me pareció más o menos rescatable.
Christopher Matusiak, el guionista de la primera historieta, escribe muy bien. No es hiper-original y no sobrevive a los flagelos de tener un dibujante pésimo, pero sus textos están bien trabajados y la idea que desarrolla no está mal. Andrea Rosales es una dibujante de gran solidez, con un trazo alucinante y un excelente manejo del equilibrio entre blancos, negros y grises. Se complica sola a la hora de narrar, porque mete en cada viñeta una cantidad brutal de elementos, y encima le tocan páginas de muchas viñetas. Así, todo se ve excesivamente atiborrado y el relato fluye con dificultad. Pero son viñetas lindas de observar. Brian George es autor integral y se la banca muy decorosamente. Maura McGonagle es una genia total en el manejo de las tramas mecánicas. En todo lo demás, le fata bastante. Y finalmente, Trevor Markwart es un dibujante muy competente, cuyo estilo realista lo hace estar muy pendiente de la referencia fotográfica. Dentro de esa estética onda Juan Carlos Flicker (que no es la que a mí más me seduce, ni la que garantiza un mejor flujo narrativo en la historieta), está muy bien.
Y de verdad, eso es todo lo que puedo salvar del bochorno. El resto es un naufragio jodido, muy triste porque me imagino que los pibes y pibas que participan de la antología le pusieron todo a sus trabajos, y por lo que mencionaba antes de la fastuosa calidad de la edición. Una pena.
Y me vengo a Argentina, donde el año pasado se recopiló en un librito Sangre y Oro Azteca, una aventura del glorioso Sargento Kirk, serializada en las páginas de la revista Billiken, allá por 1973. Muy loco que en Argentina no haya libros que recopilen la etapa clásica del personaje, cuando lo escribía Héctor G. Oesterheld y lo dibujaba Hugo Pratt, pero sí se recopila este material, con Gustavo Trigo en el lugar del Tano. Y otro detalle muy loco es que se publique en libro una historieta de ¡32 páginas! Hace 20 años, una historieta de 32 páginas se publicaba en comic book. Ahora, le meten 12 páginas de relleno y sale como libro. No me quejo, porque la edición está buena, pero me llama la atención.
¿Y qué onda la historieta? El argumento es absolutamente predecible, los textos de Oesterheld están buenísimos (sin nada que envidiarle a los de la época de Frontera, ni a los que en esa misma época el maestro escribía para Columba) y los dibujos de Trigo tienen muchísima fuerza, mucho más en esta versión en blanco y negro que en la publicación original, donde alguien se los coloreaba. Lo único que no me cierra es que casi toda la historieta está planteada en páginas de cuatro tiras, muy chatitas, y esto lo habilita a Trigo a hacer una especie de trampa que se nota demasiado, y que consiste en no dibujar nunca a los personajes de cuerpo entero. Todo está contado muy de cerca, con un gran predominio de los primeros planos, y casi sin viñetas que nos muestren qué tienen los personajes debajo de la cintura. Las poquísimas veces que Trigo dibuja a algún personaje de cuerpo entero, lo hace muy bien, con lo cual supongo que optó por el recurso de narrar todo muy de cerca simplemente para sacar más rápido las páginas. O sea que esto visualmente es raro, porque no estamos acostumbrados a 32 páginas seguidas contadas con planos tan cercanos. Y lo otro que me llamó la atención es cómo Trigo acomoda su estilo para parecerse bastante a Hugo Pratt. Hay varias viñetas que más de un incauto podría creer que fueron dibujadas por el Tano. Y muchas en las que se nota esa impronta más terrenal, más prosaica, más pesada incluso, que le ponía el recordado Negro Trigo a sus trabajos más personales, por lo menos en los ´70.
El regreso del Sargento Kirk y sus amigos para una última aventura en Billiken fue un experimento extraño, que no tuvo continuidad. Una rareza en la bibliografía tanto de Oesterheld como de Trigo. No está mal redescrubrirla casi 50 años después, y tampoco estaría mal que se rescatara en libros a Marvo Luna, la otra serie (mucho más extensa) que realizara HGO para Billiken en esta misma época. Recuerdo esos dibujos de Solano López coloreados para el ojete en las páginas de Billiken y me encantaría tener una edición actual, en blanco y negro.
Nada más por hoy. Gracias y hasta el finde que viene.
Etiquetas:
Gustavo Trigo,
Héctor G. Oesterheld,
Sargento Kirk
sábado, 22 de mayo de 2021
17 al 23 de MAYO
Otra semana de escasas lecturas, pero bueno, estoy muy metido en el tema de la revista digital, cuyo nº2 va a ser un bombazo nuclear que explotará en un par de semanas.
Hace unos meses hice el experimento de entrar a una comiquería y agarrar un manga cualquiera, del que no supiera absolutamente nada, y que reuniera como única condición ser un tomo autoconclusivo. Así me llevé Sekiro, de Shin Yamamoto, autor al que por supuesto desconocía. Ahora lo leí, y caí en la cuenta de que esto en realidad es un gaiden. ¿Lo qué?!? Un gaiden es una historia que funciona de complemento a otra cosa más grande. En este caso, me entero a través de esta hermosa edición de Norma de que Sekiro es un videojuego de la empresa FromSoftware, del que por supuesto tampoco había escuchado hablar jamás. Me imagino que la mayoría de los lectores de este manga entraron a la primera página manejando mucha data acerca del contexto o de alguno de los protagonistas que yo no manejaba y trato de que ese handicap juegue a mi favor.
Lo logro a medias. Yamamoto te explica algunas cosas como si fueras un neófito total, y otras no. Nunca me enteré qué o quién es Sekiro, por ejemplo. Tampoco me quedó muy claro cuáles de estos personajes vienen de la trama del videojuego, aunque me inclino por Hanbei, el inmortal. No saber eso no es algo que cambie mucho la experiencia de lectura del manga, por suerte. La historia que cuenta Yamamoto está bastante bien, tarda un toque en arrancar pero dentro de todo tiene sentido, en algún momento encuentra un ritmo bastante ganchero y recién en las últimas 15 ó 20 páginas se hace confusa, ambigua… o por ahí yo soy un salame que no entiende lo que le cuentan. La dudosa claridad en la narrativa no es algo que se vea sólo en el final, sino que es algo que aparece varias veces a lo largo del manga. Sin dudas ese no es el fuerte de Shin Yamamoto. Tampoco los diálogos, que son bien de fórmula, de manual. Lo más interesante, lo que mí más me llegó, es la personalidad de Hanbei. Y claro, al ser un manga básicamente de acción y combates entre samurais y criaturas recontra-power, también juega mucha el impacto de las escenas en las que vuelan litros de sangre, extremidades y cabezas. En ese rubro, Yamamoto la rompe. Y en general en todo el aspecto gráfico me encuentro con un mangaka muy sólido, muy eficaz. Está ahí, entre la elegancia de un Hiroaki Samura y la desmesura barroca de un Kentaro Miura, y sin el virtuosismo extremo de ninguno de los dos. Pero con una línea finita, un trazo preciso y preciosista que le queda muy bien y que se complementa muy bien con los grisados, las líneas cinéticas y esas cosas que (uno supone) los mangakas delegan en sus asistentes.
Si andás buscando un manga autoconclusivo, con machaca violenta, elementos sobrenaturales y poderes zarpados en el contexto del Japón medieval, probablemente Sekiro te enganche. Y si no, para descubrir a Shin Yamamoto y cebarse con sus dibujos, también se la banca.
Hace poco más de tres años, allá por el 09/04/18, me tocó reseñar el primer librito que recopilaba las tiras de ¡Corré, Wachín!, la historieta de Nahuel Sagárnaga popularizada en las redes sociales. Ahora salió un tomo más power, con muchas más tiras, que por supuesto incluye todas las que yo ya había leído y comentado en este espacio. Recomiendo repasar esa reseña, a la cual no es mucho lo que tengo para agregar.
Me gustó que en esta segunda tanda de tiras Sagárnaga le diera más vuelo a la imaginación, al delirio, a mezclar lo cotidiano con lo imposible, a deformarlo y dibujarlo con mucha onda. Y me reí bastante, incluso con tiras que ya conocía, sobre todo cuando entran en juego los elementos escatológicos, que es algo que Nahuel maneja muy bien, sin quitarle a la historieta ese costado tierno y apto para todo público que es el que –creo yo- convirtió al Wachín en un personaje tan querido por tanta gente. Lo recomendé en su momento, y lo vuelvo a recomendar ahora que salió esta “Super Salchichín Complete Edition”.
Y esto todo por hoy. A aguantar adentro este finde extra-large, en lo posible rodeados de buenas historietas. Si no tienen nada para leer, dense una vuelta por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ donde hay un montón de material para descargar sin poner un mango, y también está la posibilidad de llevarse las maravillosas 208 páginas del nº1 de Comiqueando Digital por míseros $ 290. Gracias y hasta pronto.
Etiquetas:
Nahuel Sagárnaga,
Shin Yamamoto
sábado, 15 de mayo de 2021
10 al 16 de MAYO
Buenas, ¿cómo va? Yo a full, trabajando muy duro rumbo a la recta final del nº2 de Comiqueando Digital. Tengo algunas cositas para reseñar, así que ahí vamos.
Empezamos en 1968, el año que me vio nacer, con L´Astronave Pirata, una obra muy rara dentro de la fascinante e idiosincrática bibliografía de ese monstruo milanés llamado Guido Crépax . L´
Astronave Pirata es una aventura de ciencia-ficción muy lineal en su planteo argumental, para nada críptica, sin diálogos retorcidos, sin bajada de línea política y sin escenas de sexo. –Pará: ¿estás seguro de que es de Crépax?. Sí, incluso en aquellos álgidos años finales de la década del ´60, Crépax podía bajar un cambio y contar una aventura clásica, apta para todo público, centrada en la acción, el ritmo y las posibilidades argumentales que le brindan una extensa serie de elementos fantásticos. No encontré el dato de dónde se publicó originalmente L´Astronave Pirata, es decir, si nació como una novela gráfica de poco más de 100 páginas, o si esto es la recopilación de algo que fue serializado en varios episodios en alguna publicación semanal o mensual. Si el día de mañana alguien me dice que se serializó en una publicación infanto-juvenil (una especie de Pilote italiana), no me sorprendería para nada, porque se trata de una obra relmente muy accesible.
La innovación constante, la pasión por romper siempre los límites de lo que se puede hacer en una página de historieta que uno asocia naturalmente con la figura de Crépax, acá la vamos a ver en la faz gráfica. Sin saltos al vacío, sin firuletes que compliquen la fácil lectura, con una puesta en página que prioriza siempre la agilidad del relato, acá el creador de Valentina sorprende con su virtuosismo apabullante en el manejo del blanco y negro, de la figura humana y –sobre todo- en el estallido de imaginación que pone al servicio de las naves, los decorados y la vestimenta de los personajes. Es una historieta en blanco y negro, pero tan bien puesto que te imaginás los colores, aparecen y se desarrollan atmósferas y sensaciones visuales que uno asocia inmediatamente con el color. Y me sorprendió también con el uso de las onomatopeyas, que tienen un peso enorme en la composición de las viñetas y tienen mucho más que ver con la estética de Jack Kirby que con la de Crépax, o la de cualquier otro autor europeo de los ´60.
La verdad que la pasé muy bien. Me enganchó la aventura, el desarrollo de personajes funciona, los conceptos limados también, y por ahí Crépax no es el dibujante más indicado para la épica, o para las peleas cuerpo a cuerpo entre muchachos (y chicas) musculosos con super-armaduras futuristas, pero la verdad que en L´Astronave Pirata todo se ve demasiado bien como para colgarnos en ese tipo de objeciones. Un clásico a reivindicar, sin dudas.
Salto a Argentina, donde me llevé otra sorpresa con Faz, una breve historieta realizada y editada en 2020 por Scuzzo. Para mí, Scuzzo era un ilustrador y diseñador del carajo, pero no me lo imaginaba como historietista. Y acá le alcanzaron 28 páginas para subirse al vagón de los GRANDES historietistas. Faz parte de una idea genial, que está brillantemente desarrollada, en el espacio justo y con una altísima calidad en el dibujo, el color y los diálogos.
Como en todo lo que hace Scuzzo, hay una utilización muy ingeniosa de la estética retro de los ´80, que acá se ve incluso en las publicidades en joda que acompañan a la historieta. Y la historieta está realmente buenísima. Scuzzo ofrece una narrativa muy ajustada, con muchos cuadros por página, todo bien compacto, sin nada librado al azar, con momentos muy graciosos, momentos shockeantes, momentos angustiantes… Un relato realmente muy logrado, que por supuesto si fuiste fan de The A Team (o Brigada A) te va a llegar mucho más. Gloriosas las referencias a películas y programas de TV, que van incluyen a Rambo, Los Simuladores, Seinfeld, El Chavo del 8 y South Park, entre varios más. Todo eso le da un plus a Faz que lo hace más memorable todavía. Ojalá que esto se venda mucho y Scuzzo se anime a producir aunque sea 28 páginas de historieta por año a este nivel.
Y termino con otra publicación argentina de 2020, el libro La Pandemia de mi Vida, que recopila historietas humorísticas de Ernán Cirianni, centradas en la vida del autor durante la extensa cuarentena que nos comimos el año pasado. El libro arranca con una historieta de cuatro páginas a todo color, que tiene un problema: es tan buena, que prácticamente nada de lo que vemos en las 96 páginas posteriores logra ese mismo impacto. De todos modos, me reí bastante, encontré situaciones muy graciosas, en las que me sentí identificado, o asqueado, o conmovido por el nivel de patetismo que Ernán le pone a este retrato de su vida cotidiana. Más allá del dibujo (del que ya hablamos bastante en otras reseñas dedicadas a los trabajos anteriores del autor), siempe aparecen esas frases explosivas que no te ves venir y que te arrancan una carcajada.
¿Hacían falta 100 páginas? Creo que no, que quizás pasando un peine más fino, se podrían haber elegido menos historietas y tener un libro que compile lo mejor, no TODO lo que produjo Ernán durante la cuarentena. Es loable el ejercicio de haber producido todo ese material a ese ritmo y en esas condiciones, pero no sé si se justifica tener todo en libro, a menos que seas MUY fanático del autor. Como crónica limada, desopilante, por momentos desgarradora de lo que fue la cuareterna, La Pandemia de mi Vida funciona muy bien. Como obra, como colección de historietas pensadas para que el lector diga “Qué capo Cirianni, le compro todo lo que publique de acá en más”, no tengo dudas de que hay otros títulos del autor que funcionan mejor.
Uh, me fui al carajo. Cierro acá y la seguimos la semana que viene. No se olviden de pasar por https://comiqueandoshop.blogspot.com/. Faltan poquitos días para que se termine la oferta de los cuatro números de Comiqueando Digital por $ 1000, así que yo que ustedes la aprovecho. Gracias y hasta pronto.
Etiquetas:
Ernán Cirianni,
Guido Crépax,
Scuzzo
sábado, 8 de mayo de 2021
3 al 9 de MAYO
Esta semana le dediqué bastante tiempo a luchar contra un comic que a priori me interesaba, pero con el que me aburrí mucho. No lo voy a reseñar, pero igual tengo otras cosas leídas que quiero comentar acá.
Empiezo en EEUU, en los inicios de este milenio, cuando Eric Powell desactiva el sello Albatross y las historietas de The Goon pasan a editarse a través Dark Horse. Este Vol.2 (vimos el 0 y el 1 en las reseñas del 25/06/10 y 29/01/20, respectivamente) coincide con la mudanza de The Goon de un sello chiquito, autogestivo, y una editorial ya recontra-afianzada en el mercado.
En estos primeros números en Dark Horse, Powell ofrece un recuento de la historia previa del personaje para quienes no conocían lo anterior, y enseguida se lanza a contar nuevas historias ambientadas en este mundo ominoso, crepuscular… pero 100% proclive a las aventuras en joda. The Goon es, básicamente, una comedia de humor negro. Y el recurso que utiliza Powell para hacernos reir es la naturalización de la violencia desmedida, la mala leche, la grosería y la sordidez extrema. Acá todos los personajes son seres deleznables, cuyo aspecto monstruoso es apenas la cáscara de verdaderos cúmulos de maldad. Todos mienten, todos estafan, todos roban, todos se tratan de llevar lo que no les corresponde y de voltearse a quien no les corresponde, es una jungla despiadada y voraz donde sólo los más fuertes y los más garcas sobreviven. ¿Eso es gracioso? Sí, Powell logra que sea MUY gracioso. Y además lo usa como disparador para las aventuras, que tienen (casi siempre) muchísima acción.
Lo único que me dejó un sabor agridulce en este tomo es que el mejor guion que escribe Powell (las 11 páginas de “The Abomnibale Boggy”) no las dibuja él, sino Kyle Hotz… que no es malo, pero es un clon muy alevoso del mejor Kelley Jones, que a su vez asaltaba a mano armada a Berni Wrightson. Por suerte, de las historias que dibuja el propio Powell (a un nivel apabullante) no hay ninguna chota: todas van de lo simpático a lo recontra-power. Tengo otro tomo de The Goon sin leer, así que pronto volveremos al extraño mundo de Eric a machacarnos con zombies, fascinerosos y zombies, fascinerosos.
Sigo con monstruos y criaturas bizarras que se cagan a palos, y salto a Argentina, año 2020, cuando se publica Bestias Alteradas, una revista de apenas 36 páginas en blanco y negro, con dos historietas completas del capo marplatense Julián Mono. La segunda está escrita por Watkins, y si bien no es mala, tampoco es gloriosa. Pero la primera historieta, esas 15 páginas que Mono escribe y dibuja, es una bomba atómica. El dibujo es alucinante, la puesta en página está muy cuidada, y por si esto fuera poco, el guion es buenísimo, y los diálogos son geniales. Me reí mucho, me encariñé fuerte con el personaje de Loberto (ojalá vuelva en otras aventuras), me copó ese mundo bizarro y extremo en el que transcurre la historia y sin dudas, me dejó muy cebado, pidiendo más. La revista tiene unas publicidades en joda que no desentonan para nada con la onda bizarra y revulsiva de las historietas y que sirven para redondear un paquete muy, muy atractivo para aquellos que disfrutamos de las deformidades que salen de la mente de Mono.
Y para compensar la breve extensión de estos textos, le hago copy-paste a una reseña que escribí hace más de 15 años, perdida en las brumas del tiempo, con la que extrañamente sigo estando bastante de acuerdo.
Me guardé para el final una joyita argentina, poco conocida, pero sencillamente magistral. Cuando a uno le dicen “Robin Wood y Mandrafina”, enseguida se babea y responde “Savarese! El mejor policial de bla, bla, bla...” y el resto no se entiende, por la baba. Sin embargo, esta ilustre dupla tiene en su haber otra creación, una serie bastante más breve, iniciada a fines de los ‘80 y titulada Morgan.
Morgan cuenta la historia de un detective duro en el año 2050, un
tipo anclado en una gigantesca e inhóspita mega-urbe, casi deshabitada, ya que todos los terrestres que pudieron se mudaron a las colonias en otros planetas. En la Tierra queda la lacra, los criminales, los mutantes y los vivos que hacen negocio con la desgracia ajena. De todos modos, Wood aprovecha las posibilidades de esta peculiar ambientación sólo en algunos casos, y pareciera sentirse más cómodo con las convenciones del típico hard boiled, o policial oscuro. En ese rubro, los hallazgos son muchísimos: los casos son complejos, los clientes están perfectamente definidos con un par de pinceladas maestras, y Morgan tiene la actitud perfecta (y unos diálogos geniales) para este tipo de relato.
Lo más impactante de Morgan (por lo menos para mi gusto) es su clima sórdido y su “filo” que lo acerca muchísimo a la historieta más adulta, esa que uno no suele identificar con Columba, sino más bien con Fierro, o Skorpio. De hecho, todas las historietas que integran el primer (y lamentablemente único) tomo recopilatorio de Morgan se podrían haber publicado tranquilamente en Fierro o en Skorpio, siempre y cuando les agregáramos la obligatoria escena de tetas al aire. Morgan tiene esa ironía, esa amargura y ese nihilismo típico del comic para adultos de los ‘80 y eso la convierte en una rara gema en la corona de Robin Wood.
El dibujo de Mandrafina es excelente, como siempre, pero aquí adolesce de un cierto abuso de los primeros planos. Seguramente, Cacho producía muchísimas páginas por semana y eso exige, entre otras cosas, más cabezas enormes y menos paisajes llenos de detallitos. Pero el fuerte es (como en Savarese, como siempre) la narrativa, la forma en que Mandrafina interpreta a Wood, cómo enfoca, cómo complementa a la perfección los textos del guionista, cómo nos mete en ese futuro espantosamente cercano. Del color y las letras, ya está todo dicho (y es todo horrendo). El resto, un lujo, sin duda.
Y ahora sí, no hay más. Pueden pasar por el sitio web de Comiqueando a leer más notas, bajar revistas viejas sin poner un sope en el sector de descargas gratuitas de comiqueandoshop.blogspot.com, comprar la descarga de la Comiqueando Digital nº1 ($ 290, una bicoca), o esperar unos días a que yo lea más material y lo reseñe, acá en el blog.
Etiquetas:
Cacho Mandrafina,
Eric Powell,
Julián Mono,
Robin Wood,
The Goon
sábado, 1 de mayo de 2021
26 de ABRIL al 2 de MAYO
Hoy suenan trompetas de gloria, porque tengo TRES libros para reseñar. En realidad es una fanfarria medio falopa, porque son tres libros con muy poco texto, que se leen muy rápido.
Empiezo por Spy vs. Spy: Fight to the Finish, una recopilación de 2013 con un montón de historietas de los famosos espías de la revista MAD, todo escrito y dibujado por el glorioso Peter Kuper. Recomiendo repasar la reseña del 24/04/13, porque lo que tengo para decir acerca de este libro se parece mucho a lo que ya escribí en aquella oportunidad. Este tomito se parece mucho al anterior, y sólo tiene sentido leerlo si no tenés para nada presentes las historietas anteriores de Spy vs. Spy. Si te las sabés de memoria, o las tenés más o menos frescas, otra dosis con esta cantidad de páginas, puede parecerte un exceso y hasta terminar con cara de orto, convencido de que estás ante la repetición infinita e innecesaria de una fórmula.
Y sí, Peter Kuper encontró una fórmula que le permitió despegarse de la versión clasica de Sy vs. Spy (la del maestro Antonio Phroias) y a la vez conservar el interés por la serie, como para bancarla varias décadas sin aburrirse. Y esto es en parte porque (fiel a su estilo), Kuper busca todo el tiempo cosas nuevas, no tanto en la estructura de los gags, sino más bien en la narrativa, en la forma de organizar en las páginas estas violentas pantomimas de modo que (incluso apegadas a una fórmula inmutable) resulten atractivas al lector. Con eso, más la alucinante calidad de los dibujos, alcanza y sobra para que uno quiera clavarse 100 ó 120 páginas de Spy vs. Spy cada ocho años.
También me inyecté una nueva dosis del Súper Ninja Kururo, la gran creación del maestro chileno Marko Torres, cuyo tercer librito salió en nuestro país en 2020. Esta tercer aventura me pareció muy superior a las primeras. Torres se sube la apuesta a sí mismo en el dibujo, que llega a un grado de perfección indescriptible, organiza bien la dinámica del relato para que en 44 páginas pasen más cosas que en las entregas anteriores y sobre todo se suelta mucho más a la hora de los chistes. Acá hay un filo, un picor, una mala leche que quizás no estaba tan presente en las aventuras anteriores de Kururo, como si Torres se propusiera hacer reir a un público un poco más adulto que el que supuestamente compra estas historietas. Y lo logra, ampliamente. Esta es una aventura realmente desopilante, impulsada por personajes abyectos, violentos, codiciosos, inescrupulosos, egoístas y garcas hasta la médula, sin ningún reparo a la hora de mentir, traicionar o eliminar a sus adversarios de modos crueles y violentos.
¿Y se supone que es para chicos? Sí, porque es una historia guiada por la lógica del capricho, con un grado de fantasía y delirio totalmente hipnótico para los chicos, y porque la violencia y la maldad de estos criminales está presentada en un tono festivo, jodón y muy, muy divertido. Esto que empezó como una sátira a los videojuegos de peleas, hoy es algo más grande, más profundo incluso. Torres empezó a jugar cartas más bravas y a reirse del absurdo del mercantilismo extremo, de la ineptitud de las fuerzas represivas, del miedo que imponen los más pesados del hampa y hasta del imperio de Walt Disney. Realmente muy recomendable, no sólo como regalo para hijos, sobrinos, ahijados o mascotas bípedas de entre 7 y 12 años.
Y cierro con otro librito de humor, en este caso un recopilatorio de chistes de una única viñeta, que me hizo reir fuerte: el Vol.2 de La Caja, de Esteban Podetti. De nuevo, no es tanto lo que puedo agregar a lo expresado en la reseña del Vol.1 (publicada el 21/06/19), así que sugiero que la repasen. No todos los chistes me parecieron geniales, pero el porcentaje de material increíble es muy alto. Desde el juego de palabras fácil hasta chistes mucho más complejos, que se resuelven con detalles 100% visuales, Podetti despliega un abanico de recursos muy amplio y muy efectivo, sin miedo a jugar al límite de lo ofensivo, ni al límite de la pavada lisa y llana. Humor negro, humor absurdo, humor geek, humor con cierto filo sociopolítico… Podetti no le hace asco a nada a la hora de buscar la risa del lector. Lo bueno es que la encuentra muchas veces, sobre todo cuando exacerba las boludeces cotidianas de la gente de hoy, de su entorno, de su generación.
A esta altura, cualquier fan del humor gráfico sabe que tener los libritos de Podetti en su biblioteca es absolutamente imprescindible, con lo cual ni hace falta la recomendación. Simplemente quiero dejar constancia por escrito de lo mucho que me reí con esta selección de chistes (incluso cuando muchos ya los conocía por seguir al autor en redes sociales) y abrirle los ojos a quienes todavía no le dieron una posibilidad. Acá, muchachos, hay un capo que está en un momento tremendo de su carrera, y su ingenio y su talento están ahí, disponibles para quien los quiera descubrir y disfrutar. Imperdible es poco.
Ahora sí, nada más. Gracias y hasta la semana que viene.
Etiquetas:
Esteban Podetti,
Marko Torres,
Peter Kuper,
Spy vs Spy
Suscribirse a:
Entradas (Atom)