el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 31 de octubre de 2012

31/ 10: BATMAN & ROBIN Vol.2

A la mierda! Tenía colgada esta serie desde Junio del año pasado! Bueno, nunca es tarde para retomar.
La verdad que, si bien ninguno de los dibujantes de este tomo puede siquiera lamerle un cordón de la zapatilla a Frank Quitely, en general me parece que el Vol.2 es mejor que el Vol.1. Porque claro, no está Quitely, pero tampoco está el impresentable Philip Tan, que convirtió en un adefesio ilegible a tres numeritos a los que Grant Morrison les puso mucho huevo.
El primer arco del Vol.2 es -a grandes rasgos- prescindible. Se disfruta bastante porque Morrison mecha muy buenos momentos dentro de una trama medio anodina. Esta consiste en: aparece un cadáver de Bruce resucitado, Batman, Batwoman, Damian y Alfred lo confrontan y al final es una réplica. O sea, una gilada, como casi todo lo que pasó en las series regulares de DC cuando tuvieron que engancharse con la infausta Blackest Night. Lo bueno de este arco pasa por otro lado: por Knight y Squire (y los villanos británicos), por algunos diálogos entre Dick y Batwoman, por los magníficos cruces entre Damian y Alfred y por los dibujos de Cameron Stewart, que están buenísimos, mucho más dark que en otros trabajos suyos, como para adecuarse mejor a un guión bastante truculento y sombrío.
En el segundo arco, Morrison me shockeó. Metió en sólo tres episodios todo lo que yo esperaba ver en esta serie: el contraste entre Dick y Damian, un rol destacado (e impredecible) para Talia, una investigación exhaustiva por parte de los héroes acerca del verdadero paradero de Bruce Wayne y la aparición de uno de los villanos clásicos. No lo quiero mencionar porque es sorpresa y porque aparece recién en la última página. Obviamente la lucha grossa contra él va a estar en el Vol.3. Me acuerdo que yo rescataba del Vol.1 la interacción entre Dick y los secundarios que habitualmente rodean a Bruce: Alfred, Gordon y Lucius Fox. Bueno, la mejor escena de este tomo es cuando Damian –con la complicidad de Fox- se mete en una reunión de directorio de Wayne Enterprises. Eso es un bonus track que jamás me vi venir y que además está obscenamente bien escrito.
Hasta el momento de la revelación impactante respecto del “villano encubierto”, los buenos se distraen luchando contra otros villanos creados por Morrison para esta saga (creo), que no me llegaron a interesar. Eran meros obstáculos, un recurso para que la saga no se limitara a la investigación y tuviera algo de machaca. De todos modos, lo brillante es la investigación, cómo Morrison convierte en algo nuevo y fascinante a la Baticueva, a la Mansión Wayne y a todos esos ancestros de Bruce que alguna vez se mencionaron en historietas anteriores. El escocés hizo los deberes y “metió en continuidad” a muchos antepasados Wayne que andaban boyando por ahí y a los que después resignificó en The Return of Bruce Wayne, un comic que a priori no me interesaba leer (porque como ya dije muchas veces, me tienen los huevos al plato con Bruce Wayne) pero si realmente engancha mucho con el Vol.3 de esta serie... no me voy a poder resistir.
El dibujante de este arco es Andy Clarke, una mezcla entre Quitely y Travis Charest que no llega al nivel de ninguno de los dos, pero aún así es de bueno para arriba. Clarke trabaja sobre una narrativa clásica, sin estridencias, mete muchas rayitas que quedan muy lindas, maneja muy bien la anatomía (maravilloso su Deathstroke), pela unas portadas alternativas que le hacen el aguante a las de Quitely y por ahí su único deficit pasa por las expresiones faciales, que escasean bastante. Los personajes, especialmente Batman y Talia, tienen un repertorio de expresiones muy limitado, como si no tuvieran ganas de actuar. Si le perdonamos ese detalle, lo de Clarke está muy a altura de los excelentes guiones de Morrison.
Del primer tomo dije “está bueno, pero no es para tanto”. Del segundo digo “Si la serie aguanta hasta el final sin bajar la calidad que vimos en este tomo, puede llegar a convertirse en una de las mejores etapas en la larguísima historia de los comics de Batman”. Y encima en el Vol.3 dibuja Frazer Irving! Más fichas no le puedo poner...

martes, 30 de octubre de 2012

30/ 10: LA SAGA DE NUEVA YORK (parte 3)

“Hey, Manhattan, here I am”, decía el tema de Prefab Sprout que yo silbaba mientras recorría Harlem y Morningside aquel miércoles 10 de Octubre. Pero se hizo de noche y hubo que volver al depto. ¿Cómo resolví el tema de mis amigos uruguayos? Con un recurso clásico pero efectivo: asomarme cada tanto a la ventana, a ver si los veía. Me puse a mirar tele y cada vez que el programa iba al corte, miraba a la vereda, a ver si estaban. Efectivamente, un rato antes de las 12 (cuando yo ya estaba bastante harto de ver un programa atrás de otro, todos bastante chotos) aparecieron Matías, Nacho y Nico, con sus valijas y las anécdotas de su largo periplo desde Montevideo hasta el depto.
Para el jueves nos esperaba un día largo, muuuuy largo. Más que un día, fue una semana comprimida en 24 horas. Creo que podríamos escribir una novela tipo las últimas de Harry Potter sólo con ese 11 de Octubre. Nos levantamos temprano y fuimos a hacer compras por Harlem: el desayuno, algo de ropa y para los uruguayos, computadoras, ipads y esas cosas, que estaban infinitamente más baratas que en Montevideo. Al rato vendría a buscarnos al depto Sebastián, el hermano de Nico, que estaba dando la vuelta al mundo hacía como cuatro meses y justo coincidía en ese momento en Nueva York. Ahora éramos cuatro charrúas y un porteño y salimos a caminar para el otro lado, el de Morningside y la Universidad de Columbia, por donde había merodeado yo la noche anterior. Estábamos tan entretenidos escuchando las anécdotas de Sebastián en Asia, Europa y Oceanía que ni entramos a las dos o tres librerías por las que pasamos. Caminando tranqui llegamos hasta Tom´s Diner, el restaurant donde paraban Jerry Seinfeld y sus amigos en la mítica serie. Yo era el único no-fan de Seinfeld que no se derretía de la emoción.
De vuelta al depto, los hermanos se despidieron y con Nico, Nacho y Matías planificamos nuestra siguiente etapa: a las 13:30 nos esperaba Will Dennis en las oficinas de DC para llevarnos a recorrerlas. Nos tomamos el subte rumbo al centro y como llegamos temprano, nos quedó un rato para patear por Times Square. Entramos a varios negocios de computadoras pero nadie compró nada. Y cuando entramos al Disney Store y estaba listo para estallar el cebamiento infinito, ya era hora de enfilar para DC. “Volveremos, volveremos”, canté yo bajito mientras salía del local.
Times Square, que cuando yo fui en los ´80 era una fosa séptica llena de locales cerrados, donde sólo sobrevivían los cines porno y los vendedores de falopa, es un poquito impactante. Con sus luces, sus carteles mega-tecno tipo Blade Runner, sus increíbles marquesinas (la de Vorterix, en Times Square es una chapa pintada) y su infinita sucesión de locales de “primeras marcas” siempre atestados de gente, se me ocurre que si viviera en New York evitaría esa zona como si fuera cancerígena. No sé qué onda los neworkinos, si la evitan o si les parece copado ver a todos esos alienígenas sacando fotos y comprando pelotudeces como si se acabara el mundo dentro de 15 minutos... Por supuesto todo era más caro que en Harlem, con lo cual uno supone que es la famosa Trampa para Turistas en la que los locales no caen ni en pedo. Pero había tanta gente, tanto movimiento, latía todo tan fuerte, que sería muy arriesgado suponer que sólo había turistas.
Justo enfrente de las oficinas de DC, por ejemplo, había una cola de varios cientos de personas, que desembocaba en un hermoso teatro. Okey, era la avenida Broadway, donde hay muchísimos teatros, pero man... son las 13:30! ¿Quién hace función a esa hora? No era una obra: era David Letterman, que los jueves a la tarde graba dos programas, el del jueves y el del viernes, con los mismos espectadores en la tribuna. La entrada a la tribuna es gratis y de ahí la masiva afluencia de público todos los jueves en ese teatro.
-Pero dale, boludo, que nos espera Will Dennis y son las 13:30!
-Okey, retomamos pronto.

lunes, 29 de octubre de 2012

29/ 10: ROSENDA (Y OTROS MOMENTOS POP)

Ya lo dije alguna vez y lo repito: Manel Fontdevila es un genio del Noveno Arte, el abanderado, el heredero más talentoso de la Escuela Bruguera (la de Francisco Ibáñez, Manuel Vázquez, José Escobar y tantos otros), que además supo leer con avidez e inteligencia a Yves Chaland (otro de sus fetiches), Albert Uderzo y Frank Margerin, entre otros. Del obsceno enfieste entre la tradición española de Bruguera y el estilo atómico (o sea, la reformulación posmoderna de la línea clara de Hergé y sus clones) surge con el fulgor de una supernova el imprescindible Fontdevila, brillante guionista, inmejorable dibujante e infalible narrador gráfico. Casi me da vergüenza la poca bola que se le da en Latinoamérica a este autor con 25 años de trayectoria y muchos –y muy merecidos- premios en su haber.
Para las aventuras de Rosenda (realizadas en los ´90 para la efímera pero influyente revista Mr. Brain, que él mismo dirigía), Fontdevila opta por el estilo más “realista” que le sale, un estilo en el que se ve obviamente a Chaland, pero al estar pensado para blanco y negro, tiene unos claroscuros y unos trucos de iluminación que no aparecían en los trabajos del malogrado prócer francés. También hay algo de Roger Langridge y Hunt Emerson y hasta sombreados que nos recuerdan a Charles Burns, en las secuencias más oscuras.
Todo este despliegue de aciertos gráficos está puesto al servicio de guiones desopilantes: aventuras que parodian con acidez al género folletinesco, ese de los villanos infinitamente perversos y los héroes muy nobles y un poquito nabos. En ese sentido, Rosenda es pariente cercana del Opium de Daniel Torres. Como Torres, Fontdevila hace gala de su magistral manejo de las convenciones del género del que se quiere mofar y a la vez toma de este la estructura clásica, la de principio, desarrollo y fin. Todo cierra en cada episodio, nada queda librado al azar. Fontdevila va incluso más allá, porque las tramas en las que envuelve a la malévola Rosenda y su némesis, el ex-comisario Gustavo Plaitex, son decididamente bizarras, van de una a causar gracia, a que digas “nah, me estás jodiendo”, sobre todo por lo extremo de los planteos. Sin salir de ese clima medio festivo de “nos estamos riendo de una aventura pedorra tipo cine clase B”, aparecen situaciones realmente sórdidas, que incluyen mutilaciones, eyaculaciones, tráfico de drogas y sexo con niños. Claramente, a Fontdevila no le tiembla el pulso a la hora de joder con temas delicados.
Los personajes secundarios y muchos de los diálogos son intencionalmente acartonados, en sintonía con las novelas y comics de aventuras de épocas pasadas. Imaginate el efecto que logra Fontdevila cuando mete en ese contexto un chiste guarro escrito como hablan los lectores de hoy. Las cinco historias cortas de Rosenda son joyas de la mala leche, magníficamente dibujadas y muy difíciles de superar.
Para completar el tomo, tenemos otras dos historias cortas realizadas por Fontdevila para la revista Mr.Brain, una en un estilo mucho más caricaturesco, más cercano a los maestros españoles de los ´50, y la otra en el estilo que usa el gran Manel para casi todos sus trabajos en El Jueves. Puestas después de las desmesuradas aventuras de Rosenda, estas historietas resultan un poquito pueriles, pero no están mal.
Y finalmente, 21 tiras de Los Tres Marcianos (aparecidas en la inolvidable revista U), en las que Fontdevila les pega sin asco a los autores, los lectores y los coleccionistas de comics. Acá no hay lugar para finas ironías: cada tira desemboca en un remate certero y contundente, al ángulo, a donde el arquero no llega nunca. El dibujo es simplísimo (al punto de prescindir de los fondos en unas cuantas tiras) pero lo importante es lo que dice el autor a través de los personajes. Imposible no sentirse identificado (e incluso agraviado) en alguna de las patéticas mini-comedias que propone Fontdevila en estas tiras.
Por alguna extraña carambola del destino, este álbum (editado a todo culo por Glénat) suele verse a precios razonables en las comiquerías argentinas. Que no se te escape la gallina.

domingo, 28 de octubre de 2012

28/ 10: SMOKE

Alex de Campi es una chica yanki que estudió Historia del Arte y después se fue a Hong-Kong, a dedicarse al mundo de las finanzas. No se sabe cómo, terminó por vivir mitad en EEUU mitad en Londres, donde dirige videoclips y escribe algunas historietas. Aunque resulte casi imposible de creer, Smoke es la primera historieta que escribió, allá por 2005.
Digo que es casi increíble que esta sea la ópera prima de de Campi porque Smoke ostenta un guión de una potencia y una solidez que mucho envidian la mayoría de los tipos que llevan 25 ó 30 años en la profesión. Hay un sólo problema: cuando al protagonista, Rupert Cain, le cae la ficha de quién es el más hijo de puta de “los malos” y decide liquidarlo para ponerle fin a sus padeceres, faltan sólo cuatro páginas. O sea que el fin de este siniestro personaje llega (de modo espectacular) muy sobre la hora, cuando ya casi no queda espacio para bajar un cambio, respirar y disfrutar más tranqui de algún tipo de epílogo. Al final, lo más parecido a un epílogo son las últimas dos viñetas.
Si dejamos pasar este detalle, tenemos por delante 146 páginas (tres libritos, en la edición de IDW) absolutamente hipnóticas, en las que de Campi nos enrosca en una conspiración de sofisticada maldad. La historia nos lleva a un futuro muy cercano (podría ser el 2013, tranquilamente) en el que Inglaterra está al borde del default económico y el FMI amenaza con tomar cartas en el asunto. El verdadero “poder detrás del poder” (que no es la familia real, ni el primer ministro) pone en marcha un intricado plan para salvar al otrora próspero imperio, y para eso habrá que hacer trampa, boletear a unos cuantos, perjudicar seriamente a muchos más y venderle al resto fruta podrida para que nunca sospeche qué fue lo que realmente sucedió. Lo de siempre, bah...
A la bancarrota económica se suma la moral: Smoke está poblada de tantos tipos nefastos y excecrables que el protagonista, que es un asesino a sueldo, nos termina por caer simpático. Tras varios acuestes y operaciones-dentro-de-la-operación, el albino Cain (que era un sicario del Gobierno) se verá en la situación de tener que ser él quien confronte y derrumbe la gigantesca mentira urdida por sus ex-jefes. De Campi no le ahorra momentos de mierda: al pobre asesino le va mal con la mina a la que ama, se entera de que el hombre al que más respetaba era un sorete, le mienten, lo manipulan, le usurpan la identidad, lo tratan de boletear veinte veces... No está muy bueno ser Rupert Cain, realmente.
La trama, además de atrapante y compleja, es muy clara. “Los malos” tienen un buen Plan B, “el bueno” no resuelve las cosas por casualidad, los personajes secundarios (entre los que se destaca la periodista Katie Shah) entran y salen de escena de modo coherente y la acción no decae: siempre aparece cuando tiene que aparecer, ni antes ni después.
El dibujo de Smoke es una cátedra magistral del maestro croata Igor Kordey, aquel que nos maravilló en los ´80 con sus laburos para las antologías europeas (y la Heavy Metal) y después mutó para dibujar superhéroes de Marvel. Acá, nada que ver. Este es un Kordey distinto y además mucho mejor. De lejos, puede parecer un dibujante clásico, cercano a la línea de Joe Kubert o Jordi Bernet. Ahora, cuando lo mirás en detalle, empiezan a aparecer recursos de Dave Gibbons, David Lloyd, John Cassaday, Enki Bilal, Andreas... puestas en página re-europeas al mejor estilo Hermann combinadas con otras que parecen de Howard Chaykin... un lujo atrás de otro. Kordey se juega la vida en cada fondo, le pone todo a cada escena tranqui, explota en las escenas de acción, la rompe cuando elige los ángulos, impacta cuando le imprime a sus personajes unas expresiones faciales que un dibujante “careta” nunca les pondría y se complementa a la perfección con el colorista Len O´Grady, al que no tenía visto y ya pongo en la lista de los fundamentales.
Smoke es un thriller político apasionante, con algo de romance, algo de comedia, mucha mala leche y mucha acción. Guionista novata y dibujante experimentadísimo mancomunaron esfuerzos para crear una saga muy, muy atractiva, cautivante y satisfactoria de principio a fin. Acá sí que no nos vendieron humo...

sábado, 27 de octubre de 2012

27/ 10: LA SAGA DE NUEVA YORK (parte 2)

Bueno, veníamos bien. Teníamos el cuarteto armado, el depto y los pasajes. Me faltaba que los amigos de la New York Comic Con me acreditaran como periodista para no pagar la entrada, que no era barata.
Mi único antecedente en este sentido era San Diego, donde me acredité como profesional en mi primera visita (1991) y nunca más me hizo falta realizar ningún tramite para que me otorgaran el pase de “PRO”. En aquel momento el trámite era sencillo, se hacía por fax y los requisitos eran mínimos. En la NYCC, 20 años más tarde, el trámite se sigue haciendo por fax, pero es bastante más complejo. El Javits Center, sede de la convención, tiene una capacidad limitada y los muchachos que organizan aclaran desde el vamos que su prioridad son los fans, no la prensa. Y para que ningún falso periodista “le robe” su lugar en el predio a un fan (que además son los que ponen la tarasca), para darte el pase de PRESS te vuelven loco. Yo tuve que llenar un formulario de cinco páginas, completarlo con datos como cuánta gente escucha mi podcast, lee mi blog o visita mi sitio web, qué clase de cobertura pensaba darle al evento, mi tarjeta profesional (no tengo, truché una para mandarles por fax a estos rompebolas), copias de artículos míos en los que figure mi nombre, obviamente vinculados al tema, etc. Ya que estaba, les metí las portadas de los dos libros de este blog, en los que mi nombre aparece grandote.
En total fueron hojas y hojas de fax, con todos los comprobantes habidos y por haber de que uno se dedica a esto de verdad. Faltó que me pidieran el certificado de vacunación de los perros que no tengo. Tardé varias semanas en reunir toda esa data y mandarla, pero en muchos menos días de los previstos me llegó por mail la confirmación de que mi solicitud había sido aprobada y que tal día a tal hora podía pasar a retirar mi credencial de PRESS por tal mostrador del Javits Center. Ahora sí, medio cerquita de las fechas del evento (ese mail me llegó el 30 de Agosto y la Con arrancaba el 11 de Octubre), ya estaba todo listo.
Finalmente llegó el día de viajar a Nueva York, apenas unas horas después de desarmado el stand en Tecnópolis, totalmente filtrado a causa de varios días de laburar mucho y dormir poco. Nunca en mi vida viajé con la valija tan vacía: tres remeras, tres calzones, tres pares de medias, las ojotas, el pijama y un sweater. Y en la mochila, un par de libritos para leer en los aeropuertos. El avión de LAN aterrizó en el aeropuerto Kennedy el miércoles 10 a las 7:30 de la matina y entre las colas para migraciones, la espera del equipaje y el viaje en tren y subte del JFK al departamento, llegué al mismo cerca de las 11:30. Ya nos habían avisado que nos lo iban a entregar a las 14, así que tenía varias horas para perder. Logré infiltrarme en el edificio, dejé la valija semi-vacía al lado de la puerta de mi depto y –más livianito- me fui a pasear por el barrio, a hacer huevo hasta las 14. Los uruguayos llegaban entre las 11 y las 12 de la noche, así que a mí me tocaba la responsabilidad de pagarle al manager la tasa de limpieza y el depósito y recibir las llaves y todas las instrucciones pertinentes.
En los papeles, el depto estaba en el Upper West Side, cerca de Morningside Heights y la Universidad de Columbia. Y sí, es cierto, la universidad estaba a unas cinco o seis cuadras. Pero a una cuadra y media estaba... el corazón de Harlem! Upper West Side, la pindonga. Estábamos en el auténtico Harlem, cuna de los Globetrotters, de Louis Armstrong, Duke Ellington, Billie Holiday, Fats Waller, Sammy Davis Jr. y Alicia Keys, entre miles de célebres afroamericanos. De hecho, estábamos a escasas tres cuadras del legendario teatro Apollo, por donde pasaron todos los músicos y stand-up comedians negros a los que vale la pena escuchar.
O sea que al ritmo del hip-hop y rodeado de chicos con capuchita que le sacaban chispas al aro de basket de la plaza, recorrí el barrio, caminé también para el lado de Morningside (hacia el Oeste, donde se termina la islita), me encontré con el manager, me habilitó el depto, entré la valija (a la que obviamente nadie había tocado), me bañé, dormí un rato, seguí caminando la zona, comí livianito y en un punto me di cuenta de algo: el portero eléctrico no funcionaba. ¿Cómo carajo me iba a enterar yo que habían llegado los uruguayos, si el portero eléctrico no funcionaba? Telepatía no tengo, celular tampoco, computadora tampoco... ¿Y ahora? Retomamos pronto.

viernes, 26 de octubre de 2012

26/ 10: TARZAN Vol.15

No pasaba nada, no pasaba nada, y de repente... pasa todo junto!
La vez pasada se nos cortó el tomo cuado recién arrancaba la saga de los tártaros, esa en la que –por primera vez- había personajes femeninos atractivos, capaces de mover los hilos de la trama. Bueno, hete aquí que el maestro Burne Hogarth... no termina esa saga! Hace 12 páginas más y se va a probar suerte con Drago, un personaje de su propia creación. Para reemplazarlo llega Rubimor, pseudónimo detrás del cual se esconde el portorriqueño Rubén Moreira, conocido por los muy eruditos de DC por haber co-creado a Roy Raymond y Rip Hunter, además de participar bastante en las antologías de misterio.
Rubimor, un dibujante correcto, a años luz de Hogarth, apenas un poco mejor que los pibes de 18 años que daban pena en los comic-books de Marvel y DC de mediados de los ´40, se va a quedar al frente de las planchas dominicales de Tarzan 88 semanas. Va a terminar la saga de los tártaros y a iniciar otras, que esta edición no incluye para centrarse en las aventuras en las que mete mano Hogarth. O sea que hay un salto en la narración y es bastante brusco, porque cuando se inicia la saga que marcará el regreso de Hogarth, Tarzan está casado con Jane y vive en una granja, con capataces y peones. Incluso cuando tiene que viajar, se viste con un impecable traje blanco! Pero pará, que falta lo mejor. Cuando Rubimor lleva seis páginas de esta nueva saga (llamémosla “El Lago de Sangre”) se anima a lo imposible: cambia el esquema de cuatro tiras de viñetas por uno de TRES tiras! O sea que dibuja, como máximo, nueve viñetas por página en vez de 16! Acá mejora mucho el dibujo, pero claro, como pasan menos cosas por página, se ve más forzado el cliffhanger con el que terminaba cada entrega.
Y la página 18 de esta saga, del 10 de Agosto de 1947, marca el regreso triunfal de Burne Hogarth, a quien le había ido bastante mal con Drago. Hogarth vuelve cambiado, más extremo, más expresionista, más cebado con dibujar acción y machaca grandilocuente. La nueva grilla de menos cuadros le permite jugar mucho más con el dibujo y cada vez que la rompe para darle más espacio a alguna viñeta, su anatomía y sus fondos explotan en una orgía visual apabullante. Ahora sí, el dibujo de Hogarth brilla en todo su esplendor y –salvo algunos rostros femeninos- todo se ve demasiado perfecto para ser real.
Además, tanto en el tramo inicial (el de los tártaros) como en el epílogo de la saga del Lago de Sangre, Hogarth hace que pase algo que nunca había pasado antes: exhausto y malherido, Tarzan cae, se va a la lona, tira la toalla, no tiene más fuerza para pelear, ni siquiera para mantenerse erguido. Al principio lo salvan otros tártaros. Al final, el monito Nikima pide auxilio a todos los animales de la jungla y ya veremos en el tomo siguiente quién logra rescatar al Rey de la Selva de una situación límite, que por primera vez parece revestir real gravedad. Por supuesto, aplaudo la aparición de este Tarzan más vulnerable, porque eso lo humaniza, lo hace más creíble. El guacho pistola que se banca todo las 24 horas de los 365 días del año ya me tenía bastante podrido.
Tarde pero seguro, explotó Tarzan. Y ahora sí, si los guiones empeoran aún más, me importa un carajo. Primero porque me faltan sólo tres tomos para llegar al final. Y segundo porque sobre el final de este tomo, el dibujo de Burne Hogarth alcanzó ese nivel imposible, ascendió al Olimpo, no dejó promesas ni amenazas sin cumplir. Si el precio para acceder a este festival del dibujo académico-realista es fumarse guiones excecrables, de los que no se puede rescatar ni los signos de puntuación, yo por este Hogarth me los fumo, sin dudarlo.

jueves, 25 de octubre de 2012

25/ 10: DENGUE

El post de hoy, destinado a ser recordado por siempre por ser el número 1000 de este blog, engancha en cierto modo con la saga de Nueva York. En una de las tantas charlas con el maestro uruguayo Matías Bergara, le comenté que era inminente la aparición del milésimo post, a lo cual me respondió de una “Tiene que ser la reseña de Dengue”. Y bueno, no le puedo fallar a un amigo...
Dengue no se parece en nada a las otras historietas de Rodolfo Santullo y Bergara que leímos antes. Al igual que El Graf Spee y Acto de Guerra está ambientada en Montevideo, y hasta ahí llegan las similitudes. Si Acto... pretendía funcionar como testimonio y El Graf Spee jugaba a rodear de un cierto contexto aventurero un célebre hecho histórico, Dengue opta por el camino opuesto: el de irse a la mierda, el de usar a la ciudad real como marco para una aventura totalmente sacada, osada, grandilocuente y entregada sin condiciones a los brazos de lo fantástico, de la imaginación sin límites. Algo así como lo que hizo Oesterheld con El Eternauta.
Dengue es, además, la obra menos dark de la dupla. Al desconectarse de los trágicos episodios reales en los que se basaban sus antecesores, Dengue crea un clima un poco menos opresivo y sobre todo menos solemne. Tiene sus momentos truculentos, hay corrupción, violencia y escenas que te estrujan el corazón con la crueldad de un verdugo del medioevo en un mal día, pero no es una historieta demasiado reflexiva ni mucho menos depresiva. Al final, cuando la terminás, queda la aventura. Una especie de thriller policial en el que “el cana imperfecto pero bueno” se juega la vida una y mil veces para desentrañar una trama muy espesa de corrupción, negocios sucios y muerte y ni siquiera se queda con la minita. ¿Creés haber leído muchos de esos? Te aseguro que ninguno se parece a Dengue, porque en ese contexto ya bastante transitado, Santullo mete un elemento de ciencia-ficción que detona en la página 8 y propulsa a la historieta en una dirección totalmente distinta.
Hay varios aciertos más en el guión, pero me quedo con uno sólo: el primer tramo de Dengue no se lee como una novela gráfica, sino como un mosaico de historias cortas, unidas por un contexto y un personaje (el Sargento Pronzini) en común. De hecho, el segundo episodio, el de los jugadores de futbol, cierra tan perfecto en sí mismo, que publicado por afuera de Dengue también sería una joyita. Después, los hallazgos típicos de Santullo: buena construcción de personajes, excelentes diálogos, hábil manejo de las convenciones de los géneros con los que coquetea y un gran criterio para dosificar la información, para que la historia nunca se empantane entre complejas explicaciones pseudo-científicas, de las cuales acá hay unas cuantas.
Por el lado de la faz gráfica, tengo un problema jodido: No me gustó para nada el color. Vi los originales en blanco y negro en el estudio de Bergara y me gustaron mucho más que la versión publicada. Entiendo por qué se optó por esa paleta y demás, pero no me gusta. Ahora, si hago el esfuerzo de no ver el color (me hago daltónico, como John Byrne y Raúl Fortín) y me concentro en el dibujo en sí, en la línea, las manchas y los espacios “blancos”, me encuentro con un Bergara muy superior al de sus trabajos anteriores. Cada vez que aparecen “el Príncipe” o Kaneda, sentí que estaba leyendo a Katsuhiro Otomo, o a Moebius. Hay primeros planos perfectos, notables planificaciones de página, mucha variedad de ángulos, un gran trabajo en el lenguaje gestual de los personajes, en los cuerpos en movimiento, en la acción (y hay MUCHA acción), los monstruos son realmente horrendos, sin nada que envidiarle a los de Berni Wrightson, y los fondos son muy básicos, muy esquemáticos, pensados para desaparecer a la primera de cambio sin disputarle jamás el protagonsimo a la figura humana. Un salto cualitativo impresionante en la labor de este joven artista (todavía no tiene ni 30 años), lamentablemente un poco opacado por el color.
Aparecida hace menos de seis meses, Dengue ya es la historieta uruguaya más vendida en la historia del país vecino. Y muy merecidamente, porque realmente –y más allá de que uno sea amigo de los autores- es una lectura atrapante, consistente, impactante e inteligente, que se disfruta de principio a fin. Eso sí, después de leerla, doble pasada de Off, Raid a toda hora y espirales hasta en los calzoncillos...

miércoles, 24 de octubre de 2012

24/ 10: LA SAGA DE NUEVA YORK (parte 1)

Bueno, a pedido de la hinchada, se viene un repaso por mi reciente viaje a Nueva York, organizado en varios posts no consecutivos, para poder dedicarle un espacio razonable a cada cosa.
Este era mi segundo viaje a la Gran Manzana. El anterior había sido en Enero de 1985, cuando yo tenía 16 añitos. Era mi primer viaje sin mis viejos y hacía un frío de la hiper-concha de Dios: 18 grados bajo cero a la mañana, 40 bajo cero a la noche. Era como vivir en el ojete de Mr.Freeze. Estuve varios días vagando por la ciudad, casi siempre solo, con mi melena ochentosa (ver foto), y nunca más allá de la hora en que se hacía de noche (tipo 17:30). Mi viejo había estado en 1980, poco después del colapso, cuando la ciudad era medio “No Man´s Land”, y me había quemado la cabeza con advertencias, con lo cual yo iba bastante cagado en las patas. Fui a un par de museos, descubrí por primera vez las comiquerías (creo que en 1985 en Sudamérica no había ninguna) y no me animé a meterme en el subte porque me ahuyentó la baranda a chivo, vómito y meo de borracho. Subí al Empire State, pasé por las Twin Towers, por el edificio de las Naciones Unidas (en esa época yo todavía soñaba con ser diplomático... sí, justo ;) y no vi la Estatua de la Libertad porque la estaban reparando y estaba toda vallada. Ah! Y me mandé de caradura a las oficinas de DC donde no sólo no me echaron flit, sino que me regalaron muchos comics, entre ellos el n°1 de Crisis on Infinite Earths.
Entre el ´91 y el 2000 fui varias veces más a EEUU, pero siempre a la Convención de San Diego y –lógicamente- a Los Angeles, que es ahí cerquita y en verano es maravillosa. A Nueva York, nunca más. Pero ¿qué pasó? La San Diego Comic Con, otrora meca del comic, traicionó sus ideales. Durante la última década mutó en un gigante deforme y obsceno, 100% volcado al cine, la tele, los videogames y cualquier forma de entretenimiento más o menos masivo. El comic, bien gracias. En paralelo, fue creciendo la New York Comic Con, con consignas parecidas a las que hicieron indispensable a San Diego en los ´90. O por lo menos eso me contaban los autores amigos que viven allá o viajan con frecuencia (Eduardo Risso, Ariel Olivetti, etc.). Me fui cebando, me fui cebando, y a mediados de 2011 decidí que este año volvería a EEUU, y a explorar esa “nueva” convención, que de paso ofrecía la excusa perfecta para redescubrir Nueva York con ojos de adulto.
El primero que me dijo “Buenísimo, voy con vos!” fue Lucas Varela, con quien habíamos ido a San Diego en el 2000 y a Madrid y Barcelona en el ´99. Pero después le salió un viaje a Francia y allá se quedó, no le dio para emprender otra larga travesía. Entra en escena la Liga Latinoamericana. No me acuerdo en qué evento de 2011 (creo que el Unicomix de Mendoza) me encuentro con mis amigos uruguayos Matías Bergara y Nico Peruzzo (los dos tuvieron obras reseñadas acá en el blog) y me dicen “Uh, qué copado! Nosotros queremos ir! Vamos juntos, así nos sale más barato!”. Y no me acuerdo cómo se suma –por poquito tiempo- Chiqui Vilca, el organizador de Lima Comics. Eramos cuatro: un argentino, dos uruguayos y un peruano. Poco después se bajó Chiqui y se sumó un tercer charrúa, a quien yo conocí recién en Mayo de este año, cuando viajé a Montevideo Comics: Ignacio Alcuri, un famoso blogger, conductor de radio y televisión, stand-up comedian y autor de seis libros de cuentos. Y comiquero a full, no como los autores de comics que suelen ser medio pecho frío a la hora de apasionarse por los autores y los personajes.
Poquísimos días después de Montevideo Comics ya teníamos sacados los pasajes y reservado el departamento. Yo había tramitado el pasaporte en Enero y la visa en Abril, y hasta me había empezado a armar un canuto de dólares en ese viaje a Uruguay, donde vendí libros argentinos y cambié los pesos uruguayos por billetes verdes, de esos que en el país de acá enfrente te venden hasta en la caja del supermercado. En Junio, cuando viajé a Lima (de nuevo, con muchos libros argentinos para vender), repetí el procedimiento y me terminé de abastecer de dólares. Sólo me faltaba acreditarme como periodista para no pagar la entrada a la Convención, algo que en San Diego siempre me resultó ridículamente fácil y en New York, no tanto. Retomamos pronto!

martes, 23 de octubre de 2012

23/ 10: EX MACHINA Vol.8

Lo fui a visitar a Mitchell Hundred y no estaba, el muy turro! Pasé por el City Hall de Nueva York camino al puente de Brooklyn y lo busqué, pero fue al pedo. Debe ser porque este comic se terminó hace unos añitos. De hecho, todas las secuencias del “presente” que ofrece este TPB están ambientadas en 2004, aunque las historietas se publicaron entre 2008 y 2009, o sea que Ex Machina incluso en su momento estaba situada en el pasado de la Gran Manzana.
Por supuesto, al tener muy fresquita la geografía y los escenarios de Manhattan, la lectura de esta serie (y supongo que también de DMZ) cobra un gustito especial, que es el de reconocer esquinas, edificios, colectivos y hasta gente, que hasta hace un par de días para mí eran tridimensionales y ahora no. Y al haber respirado el clima de la ciudad, tengo que contradecir un cachito a Brian K. Vaughan. En muchos pasajes de esta obra, el guionista subraya (a través de Mitchell Hundred) lo difícil que es ser Jefe de Gobierno de una ciudad como Nueva York. La verdad, me parece que exagera. No digo que sea pan comido, o que cualquier subnormal (incluso perteneciente al PRO) pueda hacerlo. Pero al lado de ciudades como Buenos Aires, San Pablo, Lima o México D.F., me dio la sensación de que Nueva York no es tan complicada de sacar adelante. Si quieren que asuma la intendencia para demostrarlo con los hechos, no tengo problema. Convóquenme y con mucho gusto me fumo cuatro años al frente de los cinco distritos.
Pero vamos a este libro, que trae por un lado, una saga en la que el borracho-genocida-retrasado mental George W. Bush le complica la vida a Hundred al elegir a Nueva York como la sede de la convención que ungirá a los candidatos republicanos para la elección de 2004. Se trata de uan decisión medio extraña, porque la ciudad siempre le dio –histórica y merecidamente- la espalda al partido más conservador, retrógrado y filo-fascista de este continente. Pero no olvidemos que Hundred no es ni republicano ni demócrata, y además, al acercarse el fin de su mandato como Jefe de Gobierno, está evaluando la posibilidad de presentarse él también como candidato a Presidente de los EEUU. O sea que hay una linda runfla, un lindo teje-maneje de ambiciones, cálculos y especulaciones.
El problema es... el problema. Como este conflicto “fino” no alcanza para vender historietas, Vaughan tiene que sumar un conflicto grueso, casi grotesco, y es la chica medio chapita a la que los medios llaman “Trouble” (Problema). Años atrás, Trouble fue rescatada de una muerte segura por Great Machine (la ex identidad heroica de Hundred) y ahora ella también anda enmascarada, cometiendo osados actos de vandalismo con el único objetivo de desprestigiar e incomodar a Bush para que no venga a Manhattan a rosquear candidaturas con su séquito de olfas. Esto le da a Vaughan la posibilidad de mechar escenas de acción que, la verdad, no hacían mucha falta. Y de volver una y otra vez a los flashbacks a la época en que Hundred trabajaba de superhéroe, que ya me tienen medio harto. Hay un par de sub-plots que avanzan a buen ritmo, excelentes diálogos y buen desarrollo para varios de los secundarios, lo cual hace que el conjunto resulte satisfactorio a pesar de la machaca innecesaria.
Y lo mejor viene al final: 32 páginas dibujadas por el gran John Paul Leon que transcurren aún más atrás, cuando Hundred todavía no es Great Machine, y exploran el viejo tema del Ku Kux Klan, pero desde otra óptica: Vaughan se centra en el hecho de que estos racistas excecrables actúan enmascarados y eso dispara un exquisito debate sobre las máscaras y las identidades suprimidas que obvia pero muy inteligentemente, salpica para el lado de los superhéroes.
Todo lo que no dibuja Leon está a cargo, como siempre, de Tony Harris, esta vez con viñetas más grandes (pocas páginas ofrecen más de cuatro) y con su ya tradicional combinación de realismo, corrección y frialdad. Si cliqueás en la etiqueta de Ex Machina vas a ver que hace varios TPBs que vengo hinchando por el regreso (a esta altura impostergable) del Harris más dark y más expresionista.
Ni bien consiga los dos tomos que me faltan, me zambullo hacia el final de esta originalísima serie. Aguante Nueva York!

lunes, 22 de octubre de 2012

22/ 10: PROFESSOR MUNAKATA´S BRITISH MUSEUM ADVENTURE

¿Te lo imaginabas a Yukinobu Hoshino lejos de la ciencia-ficción? Yo sinceramente no. Después de leer tres o cuatro obras suyas lo había encasillado en ese género, de una, sin dudarlo. Acá el maestro me sorprendió con una aventura que roza muy, muy tangencialmente la ciencia-ficción y que tiene en común con sus trabajos en ese género un sólo aspecto: la enorme inteligencia del guión.
Hoshino creó al Profesor Munakata en 1994 y –con alguna interrupción- continuó sus aventuras hasta 2010. De ese año es este manga, editado (y esto es notable) por el British Museum, que además es donde transcurre buena parte de la historia. Hoshino viajó a Londres en 2009, se entusiasmó con el museo, se puso a trabajar en una saga del Profesor ambientada en el mismo y pronto el propio museo lo invitó a exponer las páginas de su manga y a editar este majestuoso tomo de 264 páginas (algunas a todo color) en el país que alguna vez fuera la capital de un poderosísimo imperio y ahora es un vil esbirro de los EEUU.
La historia tiene bastante que ver con esto, con el pasado imperial de Inglaterra, que le permitió apoderarse de reliquias de las más diversas culturas, que son las que hoy están expuestas en el prestigioso museo londinense. ¿De quién son esos tesoros? ¿Del museo, de Su Majestad la Reina de Inglaterra, o de los pueblos donde los ingleses los “encontraron”? Hoshino se anima a preguntarse eso y el museo (hay que reconocerle los huevos) se anima a publicar un manga donde esta polémica se convierte en el motor del argumento. A un ritmo lento pero efectivo, Hoshino construye una trama al estilo El Código Da Vinci: el Profesor Munakata se ve envuelto en un thriller muy intenso, por momentos casi grandilocuente, y tendrá que aguzar el ingenio para deducir pistas, decodificar mensajes ancestrales y diseñar un plan para que los villanos no acaben por destruir el patrimonio histórico de Inglaterra ni por chorearse uno de los objetos más valiosos del museo: la piedra Rosetta.
Munakata es intelecto puro. No es simpático, no es seductor, no hace chistes y suda la gota gorda cada vez que tiene que correr unos metros o deslizarse por algún pasadizo secreto. Entre él y su compañera en esta aventura, la atractiva Chris Caryatid, tiran muchísima data sobre el British Museum, su historia, sus piezas más representativas y muchísimas cosas más que tienen que ver con las culturas antiguas, su legado, etc. ¿Un manga que da cátedra de historia y arte de la Antigüedad? ¿No será un embole? Para nada, por el contrario, la historia jamás se empantana ni amaga con aburrir. Hoshino dosifica perfectamente las revelaciones grossas y la acción para que cada cosa calce justo en un conjunto realmente muy bien logrado, muy bien equilibrado.
Por el lado del dibujo, el sensei me volvió a detonar las retinas como el primer día. A su habitual jerarquía para dibujar caras, cuerpos y fondos, se suma ahora una cantidad enorme de aciertos a la hora de ponerle color (con la compu, supongo) a 18 páginas sencillamente inolvidables. Por supuesto, tanto los monumentos históricos de Londres como las reliquias más famosas del museo están basados en fotos, cuidadosamente retocadas por Hoshino para que se integren armoniosamente a su estilo gráfico. Las tramas mecánicas están perfectas, la puesta en página ofrece viñetas mayoritariamente grandes (en las que el dibujo se luce muchísimo) y lo único que no tiene demasiada onda es la tipografía que se eligió para la edición británica.
Obviamente, me quedé con ganas de que alguien edite en Occidente las otras aventuras del Profesor Munakata. Vamos, muchachos, que esto es papa muy fina!

domingo, 21 de octubre de 2012

21/ 10: RIP IN TIME

Estamos en 1986 y el maestro Richard Corben, que a pesar de su tamaño (tanto en sentido figurativo como literal) nunca se agrandó demasiado, empezaba a olfatear que su momento de furor en los mercados europeos (que ya llevaba casi 10 años) se estaba por acabar. Astuto y precavido, el gigante de Kansas se propuso probar suerte con una historieta más “de batalla”, más fácil, de llegada potencialmente mayor: una aventura al palo, con viajes en el tiempo, máquinas futuristas, dinosaurios y –lo más importante- protagonistas más creíbles, más humanos, más cercanos al lector. Así es como, entre secuela y secuela de Den (una más innecesaria que la otra) el maestro formó equipo con el guionista Bruce Jones, con quien ya había colaborado en historias cortas en varias antologías.
Por supuesto que si sabés de antemano que tu guión lo va a dibujar Corben, existe la tentación de tirarse a chanta. Felizmente, Bruce Jones prefirió arremangarse y cumplir con las consignas. La trama es lineal, simple, va para adelante como una locomotora y –lo más importante- los personajes están muy bien trabajados, evolucionan mucho con el correr de las páginas y no se parecen en nada a los de las otras obras de Corben. Guarda, tampoco es el guión de Watchmen. La forma en que los cuatro protagonistas se topan con “la máquina del tiempo” es un poquito caprichosa y la decisión de hacer mierda en la anteúltima página a uno de los personajes mejor elaborados en las 100 anteriores tiene demasiado que ver con el hecho de que se terminaba el espacio. Si la novela seguía hasta la página 120, estoy seguro de que el final de la Coronel era otro.
Subrayo, ya que estoy, el tema de que Rip in Time se lee como una novela. Originalmente fueron cinco comic-books y recién en 1990 se editó el recopilatorio. Pero lo leés en ese formato y realmente cuesta un huevo identificar las escenas en las que terminaba cada una de las cuatro primeras entregas. Jones pensó esta historia para ser disfrutada así, de un saque, y no me quiero imaginar lo que debe haber sufrido el pobre gil al que, cada veintipico de páginas, se le terminaba la dosis y tenía que esperar (vaya uno a saber cuánto) para saber cómo seguía la historia.
Dentro de ese lineamiento de “una obra menos hermética, de llegada más amplia” lamentablemente estaba la cláusula de “Cero desnudos”, lo cual por un lado fuerza a Jones a plantear los garches de modo “sugerido” y a Corben a abstenerse de dibujar gente en bolas, que es algo que hace mejor que nadie. Me da un poquito de bronca porque estas restricciones no se aplican a la violencia. Acá vemos gente atravesada por balazos, flechazos o morfada por un tiranosaurio como si fuera un alfajor Cachafaz. Pero eso sí, ni medio pezón.
Incluso sin dibujar tetas ni pijas, Corben da cátedra. Se banca páginas con muchísimas viñetas, algunas de ellas repletas de diálogo, se banca un elenco de siete personajes centrales, todos con sus rasgos muy diferenciados, y con todo eso arma unas secuencias de increíble power visual, a su vez hilvanadas por una narrativa con muchos desafíos y con muchísimos hallazgos. Todo esto en blanco y negro! Corben, el tipo que revolucionó la forma en que se coloreaban las historietas en los ´70, vuelve al blanco y negro de sus orígenes underground, ahora apuntalado por un laburo prodigioso en el manejo de las tramas mecánicas, a las que le saca tanto volumen y les da tanto protagonismo como al color en Den o Mutant World.
A nivel visual, lo único infumable es que –como en todas las publicaciones de Fantagor- los textos están escritos con una tipografía mecánica chata, aburrida, ya anticuada para 1986. Una columbeada que jode y mucho, porque –como decíamos- hay páginas con ingentes cantidades de texto y cuando ves esas letras sin onda, en globos gigantescos, y encima tapando los dibujazos de Corben, te dan ganas de cazar el chumbo y descargárselo en la cabeza a alguien. El resto, todo impecable.
En el contexto del comic yanki de 1986, es muy probable que Rip in Time pase un poco desapercibida. Y al tener tan pocas pretensiones, no es demasiado ilógico que eso suceda. Sin embargo, no es una obra que convenga ignorar, ni soslayar, ni mucho menos barrer abajo de la alfombra. Sobre todo si sos fan de de las buenas aventuras en las que pasa de todo y te enganchan de principio a fin a fuerza de ritmo, acción, algo de comedia, algo de romance, conflictos fuertes, ideas impactantes y personajes bien construídos. O si sos fan de Richard Corben, en cuyo caso seguro ya la tenés entre tu lista de imprescindibles.

jueves, 18 de octubre de 2012

18/ 10: WOLVERINE/ HULK

Si lo encaramos con mala leche, este libro tiene todos los números para convertirse en un papelón memorable. Estamos frente a un guión que jamás promete alterar en lo más mínimo a ninguno de los protagonistas, con lo cual puede parecer intrascendente o simplemente ladri. Además, el guión requiere todo el tiempo la aparición de Bruce Banner, mientras el autor se esfuerza por mostrarnos lo más posible a su verdoso alter ego, primero porque se divierte más dibujándolo y segundo porque es lo que la hinchada que compra estos comics quiere ver. Y por si faltara algo, el guión transita por la cornisa del delirio, un senderito muy finito en el que no está demasiado claro qué pasa en realidad, qué pasa en la mente de los personajes y cuánto de todo lo que pasa responde a meros caprichos del autor.
Y con todo eso que podría jugarle en contra, a mí esta saguita me gustó. ¿Por qué? Porque no me sale encarar con mala leche una obra de Sam Kieth. Soy fan de este enfermo de mierda y no lo puedo evitar. Y le reconozco lo más importante: la coherencia, la fidelidad a un estilo. Este es un comic de Hulk y Wolverine, es cierto. Pero sobre todo es un comic de Kieth, con todos los yeites clásicos de las otras obras de este autor. Las virtudes y, obviamente, los defectos.
Es verdad, pasa poco y casi nada de lo que pasa hace avanzar esta trama extraña, caprichosa y cuya resolución empezás a olfatear unas 25 páginas antes de que llegue. La machaca ocupa unas cuantas páginas y no aporta absolutamente nada al desarrollo argumental. Por el otro lado, hay diálogos exquisitos, mucha onda puesta en e personaje que durante muchas páginas funciona como hilo conductor de la trama (no me quiero extender en eso para no spoilear) y a la hora de definir a Hulk, Kieth opta por el Hulk bien cabeza, bien pavote, casi un tierno, en logrado contrapunto con un Logan siempre al filo de la salvajada.
Y por supuesto, mucho más inexplicable que cualquier fumanchereada del guión, es el dibujo de este monstruo fuera de control. Kieth encuentra los pretextos para dibujar pocos o ningún fondo y descontrola virulentamente en todo lo demás: anatomía pasada de rosca, expresiones faciales impresionantes, un color directo que lo muestra solvente y sorprendente en el manejo de innumerables técnicas y una narrativa coherente, a pesar de los múltiples estallidos que la machaca entre Wolverine y Hulk causa en la puesta en página. Realmente hay más páginas perfectas de las que me atrevo a revisitar. Visualmente, esto es una orgía, una especie de Frank Frazetta pasado de alucinógenos y con varios episodios de Ren & Stimpy clavados en las retinas.
Si no te resulta insostenible un comic en el que Hulk y Wolverine intercambian trompadas y rasguñones, tenés que leer esto para vibrar al ritmo de las bizarras maravillas que las plumas y los pinceles de Sam Kieth pelaron en esta historieta.

miércoles, 17 de octubre de 2012

17/ 10: EL PERFUME DEL INVISIBLE

La verdad es que el argumento de El Perfume del Invisible no es exactamente una calamidad. Lo único realmente choto es el final o, para ser más precisos, el punto en el que Milo Manara decide terminar la historia de Miel y el tipo que inventó la pomada para hacerse invisible. Cuando faltan sólo cuatro páginas para el final, a Manara se le ocurre pegar un volantazo totalmente impredecible y el resultado es francamente penoso.
El resto no está tan mal, sobre todo si pensamos que se trata de una obra claramente enrolada en el género erótico, un comic pensado para ser leído con una sola mano por un lector cuyo nivel de exigencia baja a medida que la carpa sube. En ese sentido, El Perfume... no defrauda para nada. Si lo que buscás es una historieta que te haga zumbar la entrepierna, Manara no te va a dejar de garpe, en lo más mínimo. Dentro de ese argumento livianito conviven varias excusas ingeniosas para que Miel, Beatriz o cualquier otra minita que entre en escena termine abierta de gambas recibiendo invisibles duraznazos por parte del profesor con olor a caramelo de leche.
Me gusta mucho una idea que no es mía: El principal hallazgo de Manara en esta obra y en El Clic! es que sus hembras (sensuales hasta el punto de prenderle fuego a la página... o pájina, no estoy seguro) están constantemente luciendo sus orificios abiertos y gozando como perras, pero las pijas jamás se ven. Ahí donde debería ir la pija, lo único que hay son los genitales de las minas, actuado como si la pija estuviera ahí. Pero no está. Por ende, el que finalmente las penetra, el que consuma la chanchada, es el ojo del lector. Y ese es un truco demasiado bueno como para no ovacionar al maestro italiano. Lo podemos verduguear por repetirlo cinco o seis veces, eso sí...
Otro dato interesante es que para esta edición argentina (la primera a color, porque en los '80 La Urraca lo había editado en blanco y negro) se realizó una traducción repleta de giros muy porteños. El más notable debe ser "No me puedo pasar el resto de mi vida en cuatro sólo porque descubriste la concha". Pero hay varios. Y también hay un problema, tal vez menor, que es el tema del caramelo cuyo olor tiene el profesor cuando se cubre con la pomada que lo hace invisible. En esta traducción, todo el tiempo se habla del "olor a caramelo" y Miel llama "Caramelo" al cada vez más alzado hombre invisible. Lo cierto es que no se trata de cualquier caramelo, sino del Butterscotch, que es lo que nosotros conocemos como "caramelo de leche", ese cubito tipo caldo Knorr, pero marrón y con una asombrosa habilidad para quedarse pegado en tus dientes y hacértelos mierda. Eso no se aclara nunca en la edición argentina.
Finalmente, el color está bastante bien y no opaca para nada el excelente trabajo de Manara en la faz gráfica. Un trabajo realmente consagratorio, sustentado por una narrativa fluída, un gran manejo del lenguaje gestual y facial, muchísima atención a los detalles en vestimentas, decorados, peinados y por supuesto, un virtuosismo fuera de control a la hora de plasmar la anatomía femenina con elegancia, pero también con toda la intención de levantar temperatura en el lector, hasta convertirle los ratones en comadrejas.
Este libro fue co-editado por Deux y el sello VV (que debutaba con este lanzamiento) y si bien en este tomo prometían dos álbumes más para esta colección dedicada a Manara, esto por ahora no se concretó. Vos sabrás si creer o no. Mientras tanto, está muy bien que haya ediciones de Manara en Argentina, accesibles, en un formato ni lujoso ni muy croto y en el caso puntual de El Perfume... con un guión casi aceptable y unos dibujos devastadores, de esos que ya ni el propio Manara logra conjurar en sus obras más recientes.

martes, 16 de octubre de 2012

16/ 10: EL PREVIEWS DE DICIEMBRE

Hora de recorrer el Previews con el material que va a salir en EEUU a partir de Diciembre... y la verdad es que es todo bastante triste.
De Marvel no encontré un puto título como la gente, así que vamos a Dark Horse, donde la pulenta es Emerald & Other Stories, un gran recopilatorio de historias cortas del maestro Hiroaki Samura. Son 224 páginas a u$ 12.99 y no me resisto en lo más mínimo.
IDW anuncia el primer TPB de las nuevas aventuras de Popeye, esas que escribe el glorioso Roger Langridge y dibujan varios tercerones cuyos nombres no recuerdo. Suena interesante, pero me quieren cobrar u$ 17.99 por míseras 104 páginas, o sea que ni loco.
Por el lado de Image, un título fundamental, el Vol.2 de Fatale, de Ed Brubaker y Sean Phillips. Son 136 páginas a u$ 14.99, con una calidad que ni tiene sentido discutir. El otro que me interesó me ceba un poco menos, y entra al pedido sólo porque este mes hay poca merca imprescindible. Se trata del Vol.2 de Body Bags, una serie que Jason Pearson publicó en Dark Horse en los ´90 y ahora reaparece con nuevas aventuras. Le timbeo u$ 12.99 a ver con qué me llenan esas 112 páginas.
Vertigo: cri-cri... cri-cri... Ni medio TPB atractivo. Así que me queda DC, donde tenemos por un lado el Vol.2 de Animal Man, que entra de una, sin haber leído el Vol.1, así, de guapo. Son Jeff Lemire, Travel Foreman y Steve Pugh, se les puede tener fe. Así que ahí van los u$ 16.99 que valen estas 176 paginolas.
Y sin salir de DC, dos softcovers muy esperados, de material que tiene excelentes críticas pero que en hardco no me quise comprar: Batwoman Vol.1 (de J.H. Williams y Amy Reeder) y Wonder Woman Vol.1 (de Brian Azzarello y Cliff Chiang). Los dos valen u$ 14.99, aunque el de WW tiene 160 páginas y el de Batwoman 144.
Y no hay más. Posta, revisé bien. Se viene un mes de poco gasto en comic yanki, lo cul me viene bárbaro para terminar de pagar en pocos meses el desconche que estoy haciendo acá en Nueva York.

lunes, 15 de octubre de 2012

15/ 10: HORMIGAS EN EL CULO

Hoy una reseña corta, mitad porque vengo medio estropeado de tanto patear por Nueva York, mitad porque el libro es finito y ofrece poco material sustancioso para el análisis.
La consigna esta vez fue reunir material de Brian Janchez apuntado al público infantil, y sospecho que pensado para ser publicado a color, aunque acá nos lo presentan en blanco y negro. Las primeras 12 páginas son chistes de una sola viñeta, casi todos bastante ingeniosos, en donde el dato más llamativo es un que se va a repetir también en las historietas: los coqueteos de Brian con la escatología, algo que cuando uno era pendejito era impensable en la historieta infantil, y aparentemente hoy es un recurso más a disposición de los humoristas.
Después hay 12 páginas de historietas de Topati, que parecen tiras remontadas para formar páginas. Acá se lucen más algunas virtudes destacadas de Janchez, como su trabajo con los fondos, la diversidad de expresiones que les crea a los rostros de sus personajes y el buen equilibrio entre espacios blancos y masas negras.
Y finalmente, otras 12 "páginas que parecen tiras remontadas", pero de Soy L.A. Ventura, esta vez una nena de 10 años con mucha imaginación y una zapatilla gigante en la cabeza.
Está bien, me causó bastante gracia y está todo bien dibujado. Pero no lo pongo entre las obras importantes de Brian Janchez, ni entre los lanzamientos fundamentales de la historieta argentina reciente. Este mismo material, editado de otra manera, con más producción, con más páginas y demás, sería bastante más atractivo. Así, lo que vimos es una especie de fanzine pro, una mini-curiosidad, como para aguantar entre un libro posta de Brian y el siguiente.

domingo, 14 de octubre de 2012

14/10: BANCAME UN DIA MAS

Asi, sin enies ni acentos, en una compu garroneada en el centro de conven-
ciones, te cuento que hoy termina este mega-caos y maniana lunes retomamos nuestro contacto diario, esta vez desde Nueva York.
Todavia no me cruce ni con Spider-Man ni con Alack Sinner, pero no pierdo las esperanzas...
A bancar un dia mas, entonces... Gracias y hasta pronto!

martes, 9 de octubre de 2012

08/ 10: MIA

Bueno, me ensarté de nuevo. Esta novela gráfica de Man parecía promisoria, y no, a la hora de los bifes me decepcionó.
El dibujo es blandito, se le nota demasiado que está pensado para gustarle a todo el mundo. Y sin ser malo, le falta onda. Parece un comic dibujado por Pier Brito sin ganas. Hay mucha variedad de ángulos, no escasean los fondos, las secuencias están bien hilvanadas, y sin embargo tiene gusto a poco, a cosa obvia, muy pre-masticada. El color también, es predecible, aporta poco y por momentos le trata de dar visos más “líricos” a un dibujo más bien prosaico. Repito: no es que la faz gráfica esté mal, o que se vea fea. Es que le falta alma, filo, onda, no sé... algo.
El guión (en el que Santi Navarro le da una mano a Man) tampoco me convenció. Es la historia de unos fascinerosos que intentan secuestrar a un pibe y, de rebote, terminan por secuestrar también a una minita. Los dos cautivos pegan onda y harán lo imposible para liberarse a sí mismos y al otro. Los buenos van a zafar de peligros muy jodidos, lo cual erosiona bastante el verosímil, y los malvivientes –que la van de super-profesionales- cometen unos errores inexplicables que van a desembocar en la victoria de los jóvenes tortolitos.
Los policías a cargo de la investigación, los inspectores Angel y Salomón, también resultan tan ineptos que casi funcionarían mejor si Man los presentara como “comic relief”, como personajes en joda, pensados para descomprimir con chistes una trama que se presentaba sórdida y áspera y terminó por resultar obvia y edulcorada. Entre una cosa y otra, a Man no le faltan excusas para meter escenas de acción y la verdad que no están mal. El tema es que muchas veces no sirven para hacer avanzar la trama.
Creo que lo mejor del libro es lo que no pasa. Uno, que sigue a Man desde la época en la que hacía porno salvaje para la Kiss Comix, arrancó desde la página 3 esperando que a la protagonista (Mía, la sensual colegiala con bulimia) se la garcharan de arriba a abajo, como en tantas otras historietas de este autor. Y no, a Mía no se la garchan nunca, o por lo menos no lo ves. En la página 70 hay indicios de que uno de sus captores trató de abusar de ella, pero no nos consta, no se explicita. Y en el epílogo, que nos la muestra ya viviendo en pareja con... alguien, está claro que cogen, pero tampoco nos lo muestran. O sea que esta vez, un autor que –por sus trabajos en la Kiss Comix e incluso en otros, junto a guionistas como el gran Hernán Migoya- podría parecer entre machista, misógino y sexópata, se cuida muchísimo en el tratamiento de la protagonista e incluso a la hora de meterse con la bulimia, tema al que le dedica extensos textos al final del libro.
Esto es lo único no obvio, no trillado, no pensado para apelar a lo que el lector quiere ver en la historieta. Al resto se le notan mucho los hilos de la marioneta y eso no hace que Mía sea una mala novela gráfica, pero sí la manda a la pila de las prescindibles.
Mañana, en una de esas, se viene un post desde Nueva York. Si no, el lunes 15, con toda seguridad.

domingo, 7 de octubre de 2012

07/ 10: FANTASTIC FOUR: UNSTABLE MOLECULES

Hoy no pensaba postear, pero bueno, este clima del orrrto nos obligó a cancelar las actividades en Tecnópolis y acá estoy. Mucho de lo que no se pudo hacer hoy se hará mañana, así que lo más probable es que mañana no haya post.
Me falta bastante para ponerme al día con los Fantastic Four de Jonathan Hickman, pero mientras tanto me concentro en una de las versiones alternativas, una nueva incursión de Marvel por el subgénero de “superhéroes en el mundo real” y por otra vertiente que ya casi es un subgénero, la de “le damos los personajes clásicos a algún autor del palo alternativo, a ver qué hace”.
En ambos casos, hay sorpresas. Por un lado, el autor elegido no es otro que James Sturm, un creador muy raro, muy personal, “famoso” por algunas historietas muy cercanas al género documental, siempre situadas en pequeñas ciudades de EEUU a fines del Siglo XIX o principios del XX. Sturm se hace cargo de los guiones, pero no de los dibujos, en una movida muy piola, porque el estilo gráfico de Sturm difícilmente sea digerible para los lectores habituales de Marvel. Para dibujar Unstable Molecules llega un ídolo de larga trayectoria en editoriales chicas, Dark Horse y Vertigo: el maestro Guy Davis, en el que creo que es su único trabajo para Marvel.
Y por el otro lado, esto es tan del “mundo real”, que Reed, Sue, Ben y Johnny no tienen poderes. De hecho, NADIE tiene poderes. Es una historia 100% realista, ambientada en 1958, antes del fatídico viaje al espacio del famoso cuarteto. En ese sentido, el del realismo, Sturm sube la apuesta aún más: Unstable Molecules no es una historia de los Fantastic Four, sino una biografía de las personas de carne y hueso en cuyas vidas se inspiraron Stan Lee y Jack Kirby para crear a los Fantastic Four. De hecho, Sturm nos cuenta que los Johnny y Sue Storm a los que leímos durante 51 años están basados en Johnny y Sue Sturm, parientes del guionista.
Toda la historia, e incluso el prólogo, las notas y los artículos que complementan la edición en TPB, se presentan como el resultado de una rigurosa investigación por parte de Sturm. El autor conoce el paño de la historieta documental y acá juega abiertamente con eso, y obviamente con el contraste entre las vidas “reales” de estos cuatro personajes y las vidas superheroicas que les imaginaron Lee y Kirby en los ´60 y que los lectores nos sabemos de memoria. Cada giro, cada volantazo, cada cosa que les pasa a estos personajes y que los alejan cada vez más de los FF que uno conoce, provocan un impacto maravilloso, además de ser funcionales a una historia que avanza con un rumbo sumamente coherente.
Además de jugar con los mitos de los FF y demostrar que los conoce a la perfección, Sturm le suma mucho a su historia cuando explota a full el contexto socio-político de fines de los ´50: el miedo a los soviéticos, el creciente control de los milicos sobre el desarrollo científico e industrial, el repudio de buena parte de la sociedad contra los comics, los primeros replanteos del rol de la mujer, el auge de la ciencia-ficción, la irrupción de los beatniks, el impacto de novelas como On the Road o Payton Place... todo eso está en Unstable Molecules perfectamente hilvanado a la trama principal.
Podría hablar mucho más de los hallazgos del guión de Sturm, pero quiero redondear con algunas frases acerca del dibujo de Guy Davis. Este es un trabajo raro en la trayectoria de este prócer: no hay monstruos ni criaturas infernales, casi no hay secuencias que transcurren de noche, no hay elementos fantásticos y, si bien es muy importante la reconstrucción de época, se trata de un período “luminoso”, o habitualmente graficado como luminoso. Los ´50 no tienen ni la oscuridad del medioevo, ni la sordidez de los años ´30, ni los claroscuros brutales de los ´40. O sea que Davis, sin subirse al tren del realismo fotográfico, se ve limitado a contar historias 100% verosímiles de gente 100% común, en un ámbito urbano básicamente limpito y lindo. Por supuesto, lo hace muy bien.
Y aplauso también para Robert Sikoryak, otro autor que viene del indie, que aporta esas extrañas viñetas de Vapor Girl, la historieta que obsesiona a Johnny y que Sturm conecta con la trama de Unstable Molecules al mejor estilo Watchmen.
En el prólogo, Sturm afirma que este es sólo el principio de una trilogía. Esto salió en 2003 y los volúmenes siguientes no salieron jamás, con lo cual supongo que esa afirmación es parte de la gran farsa que hay detrás de este comic supuestamente biográfico y definitivamente grosso. Te lo recomiendo incluso si no sos fan de los FF, ni de Marvel, ni de los superhéroes.

viernes, 5 de octubre de 2012

05/ 10: ATHOS IN AMERICA

Ufff... estoy hecho mierda... Vengo de laburar todo el día en Tecnópolis, preparando las grossitudes que se van a poder ver este sábado y domingo. Me quedan escasísimas pilas y menos luces que a la lancha del contrabandista, pero bue, vamos a tratar de pilotearla con un mínimo de decoro, ya que mañana y pasado no habrá nuevos posts...
Fantagraphics y la visitadísima concha de tu madre, ¿qué carajo te costaba sacar este tomo en softcover? La edición es hermosa, pero el lujo innecesario me subleva.
Aclarado ese punto, digamos que este libro incluye seis historias cortas del genial noruego Jason, coloreadas por el notable Hubert. Realmente hay que subrayar lo mucho que aporta el color, los muchos hallazgos de este gran artista (que también dibuja) y la forma en que cada uno de ellos se complementa con el dibujo de Jason y lo realza.
El dibujo de Jason, ya que lo nombramos, es siempre igual. No le pidas que cambie, porque el noruego está muy cómodo ahí, en ese registro cartoonesco, de animales antropomórficos definidos con pocos rasgos y contrapuestos a fondos más elaborados, pero sobrios, sin excesos de detalles ni de realismo fotográfico. En estas seis historias, Jason ensaya un truco más: todas las páginas (más de 190) están divididas en cuatro viñetas iguales, lo cual le otorga un control milimétrico sobre el timing de las escenas, algo muy importante cuando tienen tanto peso los silencios.
Pero vamos a las historias, que es donde están las sorpresas más interesantes. La primera va cobrando forma de a poco. Recién en la quinta página empezás a sospechar para dónde va la cosa. Lamentablemente en algún momento el rumbo se pierde, y lo que pudo ser una buena historia de género noir termina por ser una cosa medio rara, sin mucha explicación.
La segunda es más extensa (36 páginas) y mil veces mejor. Acá Jason coquetea con la autobiografía y narra una versión brutalmente exagerada de una ruptura con su novia, que lo lleva a arrastrarse en las más repulsivas ciénagas del patetismo. Esta tiene garches, trompadas, infinitas puteadas, gente en pedo, escenas tremendas imaginadas por los personajes... y un final totalmente impredecible.
La tercera es la mejor dibujada y el argumento podría ser una anécdota menor. Bizarra, porque tiene que ver con la relación entre un científico y su novia, de la que sólo se conserva la cabeza, pero menor. Jason la rema con un recurso difícil, pero que le sale bárbaro: hasta la página 20 narra toda la historia para adelante, en forma lineal. Y las últimas 10 páginas están compuestas de secuencias que narran cosas que sucedieron antes de la página 1 y que redondean y le dan mucho más significado a lo que pasó en esas primeras 20 páginas. Muy piola.
La cuarta es apenas un jueguito ingenioso. Son 22 páginas, de las cuales 20 narran cuatro historias en paralelo, que parecen totalmente inconexas y en las dos últimas páginas, los cuatro personajes se cruzan, también en una situación que se pasa un poco de bizarra.
La cuarta es la más extensa (40 páginas) y sin dudas es la mejor. Acá sí, Jason pela un comic de género noir perfecto, denso, retorcido, con personajes memorables, situaciones fuertes, un final perfecto y un laburo de Hubert sencillamente magistral. So Long, Mary Ann es una de esas historietas que hacen que TODO valga la pena.
Y la sexta y última es la que da título al libro y la verdad que no está mal, pero puesta después de So Long, Mary Ann, resulta un poquito sosa. Acá hay acción en una sola viñeta y el resto es puro diálogo, un diálogo en el que Jason busca –primero de modo elíptico y sobre el final bastante más directo- exponer las diferencias que él ve entre las culturas francesa y yanki.
En general, Athos in America es un muy buen libro. Si el estilo de Jason no te parece demasiado pecho frío, si no te molesta la forma en la que se esfuerza por tomar distancia de lo que te está contando, vas a disfrutar de muy buen material y a saltar por varios géneros distintos de la mano de un tipo que tiene todo bajo control y hace –definitivamente- lo que quiere. La seguimos el lunes.

jueves, 4 de octubre de 2012

04/ 10: BARNUM!

Bienvenidos a otro mundo alternativo en el que Phineas Barnum, el capo del circo más famoso del Siglo XIX es además un agente secreto al servicio de Grover Cleveland, uno de los presidentes copados que tuvo EEUU allá lejos y hace tiempo. Además de llevar emoción, diversión y freakeadas por las pujantes ciudades del inmenso país, Barnum y sus extraños amigos combaten al perverso científico Nikola Tesla (que vuelve a aparecer en un comic, esta vez –como en SHIELD- en el rol del villano), quien quiere destruir a los EEUU en venganza por... algo.
En este contexto, el maesto Howard Chaykin y su fiel esbirro David Tischman desarrollan una historia con muy buen ritmo, un clima de festiva bizarreada y mucho énfasis en la aventura. No esperes una obra adulta, jugada, dennnnnsa... ni siquiera entiendo bien por qué esto lo editó Vertigo, porque la verdad que no tiene nada demasiado zarpado a nivel contenidos. Y así, con poquitas pretensiones y con muchos logros, que arrancan con la ambientación histórica y terminan con un gran trabajo en la elaboración de los personajes, Chaykin y Tischman redondean un comic muy entretenido, al que casi no se le nota que está estirado, y que logra formar un elenco tan variado e interesante que uno termina el libro y corre a ver si salió una secuela.
No, nunca salió. Pero no estaría mal. Estas páginas generan un cariño hacia estos personajes que recontra-justifican ir a buscar un segundo tomo. Repito, sin ser una obra maestra. Porque el tono es muy liviano, hay giros argumentales predecibles, algunas peripecias que no sirven más que para estirar un poco la trama y un par de puntas importantes que se cierran demasiado rápido, a poquísimas páginas del final.
El dibujo está a cargo del ídolo canadiense Niko Henrichon, en un estilo totalmente distinto al de la obra que lo consagró (la gloriosa Pride of Baghdad) y del de la otra obra que le vimos en este blog (aquella de Spider-Man: Fairy Tales). Acá Henrichon pela truquitos de narrativa típicos de Chaykin, pero dibuja en otra onda, una mezcla rara entre Jack Davis y Philip Bond. El elefante, por ejemplo, está dibujado super-realista y algunos primeros planos, en cambio, están dibujados recontra-expresionistas. Lo cierto es que en este estilo casi inclasificable, Henrichon también se luce y muestra solvencia y versatilidad para dibujar drama, comedia, acción, romance y una ambientación histórica para la que parece haberse documentado a full. Por supuesto, comparado con su trabajo en Pride of Baghdad, todo lo demás parece de la B Metropolitana, pero sinceramente no me imagino a Barnum! dibujada en el estilo de Pride of Baghdad. La prefiero dibujada así. Y puesto a fantasear, me la imagino dibujada por Chaykin (y corro a cambiarme la ropa interior, obvio).
Bueno, no mucho más. Si le juraste lealtad eterna a Chaykin, no te la pierdas. Si querés descubrir a un Henrichon distinto, tampoco. Y si te interesa el tema de los grandes circos del Siglo XIX y el fenómeno popular y masivo que giraba en torno a ellos, tampoco.
Y sí, tengo todos los números para comerme otro “Cero Comentarios”, pero me la banco. Esto es Vertigo, un sentimiento inexplicable.

miércoles, 3 de octubre de 2012

03/ 10: LA SAGA DE CHAVES

Hoy seguro me morfo otro “Cero Comentarios”, pero bue... Son los riesgos de leer a Alfonso López. Cuando leés a Alfonso López hay una sensación extra, por afuera de lo que cuenta la historieta, que es algo así como sentir que el autor hizo este trabajo sólo para vos, que uno es el único lector de las obras de este genio catalán. Posta, creo que conozco a un sólo fan de Alfonso López. Lo cual es tan bizarro como injusto, porque se trata de uno de los autores más originales, completos y solventes que tiene la siempre atractiva historieta española.
En esta oportunidad, López trabajó sobre un argumento del inmenso Manel Fontdevila, pero fue él quien le dio forma al guión, definió a los personajes y creó la impronta visual de esta novela gráfica breve, pero riquísima. Leocadio Chaves es un inmigrante mexicano que labura de jardinero en Beverly Hills. Un día se le ocurre la peregrina idea de construir en su jardín un pequeño mausoleo en el que conservar los restos de sus antepasados muertos. Para eso, decide viajar a Pátzcuaro, su ciudad natal, donde desenterrará a sus ancestros, los cargará en una camioneta que no es suya y tratará de pasarlos por la frontera que separa a El Paso (EEUU) de Ciudad Juárez (México). Por supuesto, semejante disparate no será fácil de concretar.
Chaves, su hijo Jimmy (que vive en México y trafica inmigrantes centroamericanos a EEUU) y su yerno Freddy (dueño de la camioneta y del hotelucho donde trabaja la hija de Leocadio) se verán envueltos en frenéticas peripecias, un poco fogoneadas por la extraña obsesión de Leocadio con repatriar a su muertos y un poco por toda la situación de corrupción y marginalidad que se vive en las cuidades fronterizas, donde Cielo e Infierno parecen estar a sólo una valla de distancia.
Alfonso López trabaja mucho sobre varios aspectos de la cultura de los inmigrantes mexicanos, principalmente la voluntad de ascenso social dentro de un contexto adverso y el apego a tradiciones que los yankis no entienden (los luchadores enmascarados, el Día de los Muertos, el rol siempre postergado de la mujer, etc.). Cuando se mete con los mexicanos que viven en México, López es mucho más despiadado y los retrata como criaturas venales, de bajísimo nivel cultural, siempre propensas a la vagancia o a la corruptela barata, al chiquitaje. Por supuesto, López no presenta esta mirada como objetiva. Lo suyo –claramente- no es un comic testimonial ni documental, sino una aventura con ribetes grotescos, cargada de una fina mala leche que –obviamente- también salpica para el lado de los yankis, que aparecen poco y en roles absolutamente deleznables.
El resultado es un comic definitivamente entretenido, con momentos desopilantes, momentos tensos, muy buenos diálogos y todo potenciado por el dibujo y el color, dos rubros en los que López se sigue superando a sí mismo, obra tras obra. Su trazo suelto, fluído, de gran dinamismo, encuentra su mejor vehículo en algo que no sé si es carbonilla o un lápiz de mina muy gruesa, cuya textura se ve perfectamente en la página, como si en vez de pasarlo a tinta, López lo resaltara a full en el photoshop. Imaginate una mezcla muy zarpada entre Oswal y Marcos Vergara, sin entintar. Por ahí más o menos transita López, apoyado en un tratamiento del color magnífico, que –de nuevo- no sé si son acuarelas posta o una técnica digital que imita las pinceladas de la acuarela. En ambos casos el trabajo del autor es prodigioso y logra unos climas espectaculares. En las carátulas que separan los capítulos, López se manda unas ilustraciones de página completa, generalmente centradas en paisajes, donde se va al carajo y más allá. Que el trazo simple, rápido y a veces nervioso no nos distraiga de lo importante: este tipo exhibe una sabiduría a la hora de dibujar a la que pocos pueden aspirar.
No sé si La Saga de Chaves te cambia la vida. Por ahí no. Pero es una historia atrapante, con un mensaje fuerte y con unos dibujos de la mega-San Puta. O como diría un mexicano, “padríiiisimos”.

martes, 2 de octubre de 2012

02/ 10: FRACTURED FABLES

A tono con el éxito de las Fables de Vertigo, Image armó una antología de historias cortas, todas en joda y centradas en los personajes de los clásicos cuentos de hadas. Bah, más o menos. También hay historietas basadas en cuentos y rimas infantiles de distintas culturas y otras con personajes como Papá Noel, los elfos, o incluso con personajes nuevos, pero en un contexto similar al de los cuentos de hadas. El libro tiene 160 páginas y 30 historietas, o sea que es cuasi-imposible desmenuzarlo a fondo en este espacio. Me conformo con subrayar lo más notable.
Ben Templesmith (grosso entre los grossos) aporta una muy linda historia, cortita, de apenas tres páginas, realmente deliciosa y distinta al resto de su obra.
El maestro Bryan Talbot le pega una vuelta ingeniosa al clásico cuento de Caperucita Roja, acompañado por una dibujante a la que no conocía, Camilla D´Errico, muy, muy buena.
Otra de las grandes historietas de la antología es Rumplestiltskin, del capo indie Doug TenNapel. Guión, dibujo, color y letras, todo de primera para este ascendente seguidor de la línea John Kricfalusi-Dave Cooper.
La del maestro Bill Morrison (el mejor autor que tuvieron los comics de Los Simpsons) no tiene un carajo que ver con las fábulas y los cuentos de hadas. Es un homenaje a Dennis the Menace, mezclado con un delirante jingle publicitario. Muy buen material.
La de Royden Lepp (otro al que no junaba) tiene un guión flojito y una narrativa poco historietística, pero el dibujo es maravilloso, por eso la destaco.
Otra dupla de desconocidas, Nikki Dy-Liacco y May Ann Licudine, me sorprendieron con la excelente The Fox and the Cat, bellísima y redonda por donde se la mire.
Pippi Van Wrinkle tiene un muy buen guión de Len Strazewski (¿te acordás de Len Strazewski, el que escribía a la JSA a principios de los ´90 cuando nadie le daba pelota?), no muy bien dibujado por Paul Fricke.
La de Jill Thompson son apenas dos paginitas. El guión no llega a desarrollarse más allá de una especie de chiste, pero el dibujo es sencillamente majestuoso.
Scott Morse (otro grosso, merecedor de mucho más reconocimiento del que tiene) la rompe con la de los ratones ciegos, también de lo mejor del tomo.
Otro dibujante al que no conocía y me encantó es Seth Damoose. Dibuja una historia medio chota y aún así brilla con su estilo gráfico en la línea de Mike Wieringo y Ramón Bachs. Un capo.
Ultima de las incuestionables, la de la Sirenita, a cargo de un equipazo: Peter David y Juan Ferreyra. Seis páginas perfectas, redondas, muy graciosas y obscenamente bien dibujadas.
Para terminar, me queda sólo nombrar a buenos dibujantes desaprovechados en historias propias o ajenas que no aportan demasiado: Brian Haberlin (hermoso laburo, a años luz de lo que hacía en Top Cow), Jim Di Bartolo (otro que pasó por Rex Mundi), el glorioso Ted McKeever (que convierte en historieta a una rima infantil) y Rodin Espejo (otro al que no ubicaba), un Juan Carlos Flicker con un excelente manejo del color digital, sólido en la narrativa aunque bastante pajero a la hora de dibujar fondos.
El resto, sigue participando. Como en toda antología de este tipo, no esperaba que todo el material fuera brillante, y aún así el balance da bastante positivo. Esperaba más de McKeever, ponele, y me hubiera gustado ver más páginas de Jill Thompson, pero compensamos con todos esos autores por los que –al leer los nombres en el índice- no daba dos mangos y me sorprendieron con muy buenos trabajos. Bien por Jim Valentino (a quien hace 20 años puteábamos hasta quedarnos afónicos) que coordinó y editó un libro lindo, atractivo, y sobre todo satisfactorio.
Y con orín colorado, esta reseña se ha terminado.

lunes, 1 de octubre de 2012

01/ 10: LOS MAS VENDIDOS DE SEPTIEMBRE

Septiembre fue un mes bastante más tranqui que Agosto, tanto en ventas como en cantidad de novedades. Y ya es bastante obvio que ambas variables están íntimamente relacionadas. Las comiquerías muchas veces actúan como “junkies” de las novedades y si salen pocos títulos, o títulos que no les despiertan mucho el interés, los pedidos bajan o se hacen más espaciados.
Veamos qué fue lo que más vendió:

1) Shankar Vol.1 (Loco Rabia + Belerofonte)
2) 30 Días de Noche (Deux)
3) Inhumano (Llanto de Mudo)
4) Vitamina Potencia (Llanto de Mudo)
5) Macanudo Vol.9 (Común)
6) Monsieur Jean (Común)
7) Antología de Héroes Argentinos Vol.1 (Universo Retro)
8) Peter Kampf lo Sabía (Ojodepez)
9) Nikol Shangai (Llanto de Mudo)
10) Cybersix Vol.1 (Napoleones Sin Batallas + Deux)

Sólo tres lanzamientos de Septiembre lograron subirse al Top Ten. El mejor rankeado fue 30 Días de Noche, una nueva apuesta de Deux al comic yanki un poquito menos obvio, esta vez en el formato correcto (TPB con saga completa). Bastante bien se desmpeñó en su primer mes Monsieur Jean, la magnífica obra de los franceses Dupuy y Berberian, sobre todo si pensamos que este es un país con poca tradición de historieta europea y que es un libro de $ 95 de tapa. Y el otro que logró entrar fue el recopilatorio de Nikol Shangai, una historieta de Diego Cortés y Federico Rübenacker originalmente publicada en los ´90, cuando Llanto de Mudo era una editorial 100% under.
Tal como yo teorizaba, el mes pasado Vitamina Potencia pasó un poco desapercibido por el alud de novedades, y este mes, con las aguas más calmas, logró las ventas necesarias para trepar al ranking, por supuesto merecidas por la gran calidad de la obra y de la edición.
De la catarata de lanzamientos de Agosto sobrevivieron un mes más en el Top Ten cuatro títulos, ahora con Shankar primero (la vez pasada fue segundo) y el Vol.9 de Macanudo, cuarto (la vez pasada fue primero). Cybersix aguanta desde hace un tiempito más (creo que desde Julio) y si en Octubre sale el Vol.2, que se anunció para Septiembre y no salió, es probable que se sostenga un mes más.
Y el puesto que queda se lo llevó un título que salió en Septiembre, pero de 2011: el insumergible Peter Kampf lo Sabía, a esta altura un verdadero fenómeno. Increíble que no se estén editando mes por medio las otras obras de Trillo y Mandrafina.
Para Octubre, las expectativas más fuertes están puestas en el Vol.2 de Cybersix y en Cieloalto, de Diego Agrimbau y Pietro. Hay algunos títulos más en ciernes, pero esos son los que huelen a hitazo. Veremos qué sucede, porque entre vacaciones y eventos, este mes voy a laburar dos semanas con toda la furia...