Bueno, respiremos
aliviados. El 10 de Diciembre se termina la pesadilla neoliberal y empieza (una
vez más) la reconstrucción del país que estos garcas nos dejan en ruinas cada
vez que gobiernan. Mientras tanto, sigo avanzando con las lecturas.
Retomo después de un
paréntesis la lectura de Oyasumi Punpun, el manga del maestro Inio Asano, y me
encuentro con un Vol.6 que me resultó –hasta ahora- el más flojo de la serie. No
me refiero al dibujo, obviamente, que sigue a un nivel impensable para
cualquier otro mangaka. Lo que hacen el sensei Asano y su ejército de
asistentes en Oyasumi Punpun está totalmente fuera de escala, no se condice ni
a palos con el hecho de estar produciendo un manga que se serializa dentro de
una antología semanal.
Mi problema, en todo caso,
es con el guión. Oyasumi Punpun no es una serie fácil. Es una serie de
vínculos, donde quizás las tramas no sean tan importantes como el viaje
interno, la exploración que hace Asano de la mente de los personajes. Es un
comic de hondo contenido psicológico, que no llega a ser existencialista, pero
casi. Llevar adelante algo así a lo largo de 13 tomos (seis años y medio de
producción del autor y su equipo) es una ordalía, una epopeya tremenda, donde
–lógicamente- se puede trastabillar.
Este tomo se resume en una
sola frase: Asano decide matar a la mamá de Punpun, y para que eso tenga más
sentido (o más impacto) dedica buena parte de estas 200 páginas a darle
profundidad y espesor a un personaje que hasta ahora había aportado muy poco a
la trama. Y la verdad es que, si bien se esfuerza, el arco dramático centrado
en la señora Onodera me enganchó poco y nada. Para fijar el foco en este
personaje, Asano le da cero pelota a Yuichi Onodera, el tío de Punpun, al que
había convertido en un personajón, capaz de eclipsar al protagonista en
extensos tramos de la obra. Nada por aquí, nada por allá para los fans de
Yuichi, como si nunca hubiese sido parte del elenco de este manga.
¿Y Punpun, qué onda? Asano
le guarda un par de escenas copadas a nuestro borrego favorito, algunas
realmente muy lindas, pero ninguna demasiado crucial para el desarollo del
argumento. Y al final del tomo, la serie pega otro salto de ¡dos años! Muy
zarpado. Veremos cómo sigue esta extraña exploración de los sueños, las
fantasías, las frustraciones y los traumas de estas criaturas de papel y tinta
que la magia de Inio Asano nos hace sentir tan pero tan reales.
Este año se publicó en
Argentina el segundo libro de Norton Gutiérrez, el aventurero uruguayo creado
por el gran Juan Sáenz Valiente (la reseña del tomo anterior salió el
28/03/18). Norton Gutiérrez y el Experimento del Profesor Maglione es una
lectura más sencilla, menos compleja que su antecesor. Esta es una aventura de
palo-y-palo bien clásica (básicamente es una aventura de Spirou, Fantasio y el
Conde de Champignac con otros personajes), sin subtextos ni matices más
elaborados. Un gorila asesino parece estar bajo el control de un científico, el
experimento falla, el gorila se descontrola (por ahí viendo los resultados
electorales de la Provincia de Buenos Aires) y empieza la lucha de Norton
Gutiérrez y sus amigos por sobrevivir a un torbellino de violencia, destrucción
y muerte. Y tal como te imaginás, los tres personajes creados por Sáenz
Valiente en el tomo anterior llegan vivos al final de este.
El Experimento del
Profesor Maglione no tiene subplots, no tiene desarrollo de personajes y tiene
muchos menos chistes que El Collar de Emma Tzampak. Si no nos resulta oscura ni
perturbadora, es porque el grafismo y el color de Sáenz Valiente (esa línea
clara prolijísima, esos personajes redonditos y amistosos, y esa paleta de asombrosa
sobriedad) van para el lado contrario con muchísima fuerza. La narrativa es…
ufff! Apabullante. No da respiro nunca. Las secuencias tienen un dinamismo muy
difícil de lograr cuando planteás la página en grillas tan clásicas, un combo
rarísimo que requiere un enorme talento y un estudio minucioso de la obra de maestros
como Hergé y André Franquin.
Recomiendo este álbum de
Norton Gutiérrez sobre todo por esos rubros: el dibujo y la narrativa. Ahí es
donde realmente Juan Sáenz Valiente revalida sus credenciales de autor de la
San Puta, de primer nivel mundial. El guión, sin ser choto ni mucho menos, me resultó un poco desbordado
de violencia para los lectores más chicos y un poco simplista para los lectores
adultos.
Gracias por el aguante y
vuelvo pronto con nuevas reseñas. Este finde voy a estar en el Museo Municipal
de la ciudad de Pergamino, participando como siempre en la copadísima Pergamino
Comicon. Los que quieran acercarse a saludar, a conocer a los autores grossos
que van a estar de invitados, o a comprar buenos comics a precios
hiper-accesibles, no se lo pierdan.