jueves, 31 de agosto de 2023
NOCHE DE JUEVES
Vamos rapidito con un par de reseñas, que tengo poco tiempo...
En 1969, una editorial de Brasil publicaba en ese país un comic-book de los X-Men, en blanco y negro, con las historias originales de Stan Lee y Jack Kirby. Pero como estas tenían 20 páginas y la revista 32, tenían que llenar la publicación con algo y se les ocurrió encargarle historias cortas de estos mismos personajes a autores locales, sin pedirle permiso a Marvel. La revista duró apenas 14 números, 10 de los cuales incluyeron estas historietas apócrifas, escritas por el experimentado guionista Gedeone Malagola (de larguísima trayectoria en el comic de Brasil) y dibujadas por Walter Gomes.
Esto es, básicamente, una truchada, en el sentido más amplio del término. Los guiones son cualquier cosa: las personalidades de cada uno de los X-Men no están bien respetadas, Malagola tiene 8 ó 9 páginas pero cuenta historias que daban para cuatro o para 20, y el personaje más importante de esa primera etapa (el Profesor Xavier) aparece sólo en una de las 10 historietas de producción propia. En general son anécdotas muy menores, muy por abajo del material de Stan Lee, que tampoco era brillante.
El dibujo de Gomes es muy desparejo, muy tosco. Cuando se limita a la mímesis, le va más o menos bien: reproduce la puesta en página y el trazo del Rey Kirby de un modo casi aceptable. Pero sobre el final empieza a probar otras cosas y opta por una puesta en página que se vuelve torpe y confusa, y por un trazo mucho más cercano al de Werner Roth, el dibujante que sucedió a Kirby y tuvo a su cargo la etapa menos atractiva de esta serie. Si esto se ve así en blanco y negro, no me quiero ni imaginar qué hubiese pasado si se publicaba a color, con el color que tenían las revistas brasileras en 1969.
El tomo recopilatorio (donde tampoco aparece ninguna leyenda que nos aclare que estos personajes son de Marvel) incluye también tres historias cortas de Nick Fury que -al igual que las de los X-Men- fueron encargadas a autores locales por la editorial que publicaba en Brasil la revista del espía más capo de SHIELD. La diferencia es que nunca se supo quiénes fueron los autores de estos verdaderos papelones, mal escritos y pésimamente dibujados, con un festival de viñetas choreadas de comics de Barbarella, Rip Kirby, Modesty Blaise y siguen las firmas.
Esto es algo que quería tener y me interesa conservar simplemente por el grado de bizarreada, de material imposible, que sólo aceptás que existe cuando lo tenés en la mano. En 1969 ya era obvio que X-Men era un título muy menor dentro de la cosmogonía de Marvel y que en cualquier momento lo cancelaban. Aún así, una editorial de Brasil (no precisamente de las más chicas) apostó por esta serie, quizás porque las más conocidas ya estaban compradas por otra editorial, y de yapa nos obsequió estos clásicos de la impostura y el choreo a mano armada. La edición de 2022 a cargo de Editora Criativo, un lujo, con muy buenos textos y gran calidad de reproducción para un material por lo menos polémico.
Me voy a Francia, año 2014, cuando Noël Simsolo y Frederic Bézian inician la serie Doctor Radar, con un álbum de 64 páginas titulado "Asesino de Sabios". Por ahí hay gente que no lo conoce, pero Bézian es uno de los mejores historietistas del planeta, un monstruo, un tipo de un talento descomunal. Cualquier cosa que lleve su firma se convierte en el acto en algo que merece ser comprado, leído y atesorado. Bézian es una mezcla perfecta entre Lorenzo Mattotti, Nicolas De Crécy, Alberto Breccia, Lionel Feininger y Carlos Nine (y Lucas Nine, incluso). Un dibujante virtuoso, plástico, expresivo, con una solidez narrativa impactante, un manejo de la masa negra que te hipnotiza, y que acá encima utiliza una paleta de colores limitada, potenciada por un juego de engamados pensado para resaltar los climas que quiere transmitir en cada página. No alcanzan las palabras para describir lo maravilloso que es el trabajo de Bézian en Doctor Radar, esto hay que verlo para creerlo. Y releerlo varias veces, para colgarse mal en cada viñeta, porque en cada una hay muchísimo para descubrir y para deleitarnos.
El guion de Simsolo es interesante. Muy clásico, al punto que los diálogos recurren a esa prosa florida y protocolar típica de los álbumes de Tintin. Y con la suficiente cantidad de giros argumentales como para mantener el interés del lector hasta el final. El misterio principal, que tiene que ver con la verdadera identidad del Doctor Radar, se resuelve de manera magistral (e impredecible) cuatro páginas antes del final, pero lo que sigue no es un epílogo, sino más peripecias y más acción. La trama está ambientada en París en 1920, y la reconstrucción de la época es magnífica. Simsolo no deja sin visitar un sólo punto emblemático de lo que sería la famosa Belle Epoque parisina y nos pinta un fresco muy atractivo de aquella sociedad, sus vicios, miserias, búsquedas y hallazgos. Pobre tipo, haga lo que haga siempre va a estar opacado por la magia arrolladora del trazo de Bézian, pero la verdad es que de no conocer a Nöel Simsolo, pasé a considerarlo un guionista a tener muy en cuenta.
El final deja una punta abierta, y efectivamente los autores la retomaron en otros dos álbumes de Doctor Radar, publicados en Francia, pero inéditos en España (de lo cual deduzco que a este no le debe haber ido bien en la Madre Patria). Espero conseguir las secuelas este año, cuando me toque visitar por primera vez el país de Astérix.
Y esto es todo por hoy, y por este mes, que ya termina. Gracias por el aguante y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
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lunes, 28 de agosto de 2023
NOCHE HORROROSA
Hace un frío atroz y el cielo está más oscuro que el corazón de Mephisto. Una noche inmunda, que sólo se puede soportar leyendo comics. O reseñas de comics, en una de esas...
Empiezo con el tercer y último tomo de La Danza del Tiempo, de Igor Baranko, una obra de la primera década del milenio que le valió al autor ucraniano un éxito enorme a nivel global. La verdad que la labor de Barank en la faz gráfica lo justifica ampliamente, porque acá se lo ve en un nivel espléndido, como ya dijimos en las reseñas de los tomos anteriores. Acá hay un poquito de Moebius, un poquito de Druillet, mucho Milo Manara, mucho Sergio Toppi, algo del primer Bilal, algo de Durañona, algo de Hugo Pratt... hasta algo de Andrea Pazienza, si me apuran. La narrativa es dinámica, variada, sorprendente, el color es hermoso, las secuencias están armadas con gran criterio... hasta esa página con nueve cuadros chiquitos repletos de texto llama la atención por la calidad del dibujo y la variedad de los enfoques.
El guion está muy bien, aunque me parece que en un punto se le fue de las manos al autor y, cuando se dio cuenta, ya estaba muy cerca de las últimas páginas y tuvo que pegar un volantazo para resolver la trama central de un modo que -me parece- no era el que había planificado en un principio. Nunca vemos el reencuentro entre Luna-entre-las-Nubes y Cuatro-Vientos, éste nunca cruza el Océano Atlántico para llegar a las tierras de los blancos y el ritual para cerrar la brecha del Tiempo nunca se llega a concretar. Son demasiadas las diferencias entre las cosas que los personajes enuncian como parte de sus objetivos y lo que realmente sucede, con lo cual uno sospecha que el final real era otro, y Baranko no llegó a mostrarlo, porque se colgó con otras historias dentro de la historia, o le dio bola a otros aspectos de la trama que le comieron mucho espacio. En este tomo, por ejemplo, entre que Luna-entre-las-Nubes llega al país de los iroqueses tras la pista de su ex-marido y que decide seguir viaje tras conocer su paradero, pasan 30 páginas. Que están bárbaras, pero en el contexto de un álbum de 48, donde además quedaban por resolver puntas argumentales de dos álbumes previos, es mucho.
El resto está muy bien. Baranko juega fuerte con el misticismo propio de las culturas originarias de América del Norte, pero no cae en la tentación de hacer "la Gran Jodorowsky" y aprovechar los elementos sobrenaturales para no explicar nada y dejar medio en bolas al lector. Acá hay un elemento sobrenatural importante, pero tiene peso sólo sobre el final y no es un deus ex machina para resolver cabos sueltos, sino que es un desafío más en el derrotero de Cuatro-Vientos.
Es probable que por el tono de la saga, ésta requiriera un final más épico, más definitivo, en lugar de deshilacharse hacia un desenlace donde a Baranko le quedan varias cosas por definir. Pero el viaje se disfruta a pleno, no faltan la acción, la intriga palaciega, la rosca, la contradicción a veces irónica entre las creencias de estos pueblos y lo que realmente le sucedió a América en el Siglo XVI, y hay muchos personajes de los que uno se enamora y quiere volver a ver en infinitas secuelas. Así que La Danza del Tiempo es, por lo menos para mi gusto, una trilogía de álbumes sumamente recomendable.
Vamos a Estados Unidos, año 2014, la época en la que Astro City era un título mensual en la línea Vertigo, siempre a cargo de Kurt Busiek y Brent Anderson, pero con la posibilidad de sumar a algún otro dibujante para garantizar la periodicidad mensual. Así es como en este tomo, Private Lives (vendría a ser el Vol.11 en la colección de TPBs), tenemos un unitario dibujado por Graham Nolan, siempre lejos de mi lista de favoritos, pero en un nivel bastante aceptable. Anderson, en los otros cinco episodios, está sólido como siempre, sin cancherear, sin que le sobre demasiado, pero muy en sintonía con los guiones de Busiek (que a veces se van un poquito a la mierda en cantidad de texto) y con el trabajo de los coloristas.
En cuanto a las historias, acá tenemos cuatro episodios unitarios y uno de dos partes, que además es el mejor. Como lo sugiere el título del TPB, son historias chiquitas, que atañen a las vidas privadas de los personajes. No busques la hiper-epopeya en la que está en juego el universo entero, porque acá no la vas a encontrar. En el primer unitario, Busiek nos cuenta cómo es la vida de la secretaria de una especie de "hechicera suprema", que no es Stephen Strange pero es obvio que funciona como analogía del Tordo en esta realidad. Después tenemos la historia de un villano de la B que adoptó distintas identidades a lo largo de las décadas porque nunca pudo dejar la adrenalina que le genera cometer delitos. La tercera es una especia de ejercicio formal en la que los autores eligen contar una historia en desorden, con secuencias intercaladas de modo casi aleatorio, sin respetar la diégesis. Es un experimento complicado porque además hay dos tramas: una más romántica y una más... metafísica, porque trata de la aparición en Astro City de una entidad más cercana a un dios que a los humanos.
El libro cierra con un gran unitario protagonizado por Starbright, un superhéroe joven, bastante en la línea del primer Firestorm, que transiciona de varón a mujer. Y la historia en dos partes juega con un tema que aparece en miles de comics de superhéroes, pero nunca se había encarado desde esta óptica: los robots asesinos. ¿Cuántas veces viste a un superhéroe desactivar o destruir robots asesinos? ¿Y alguna vez te preguntaste qué pasa con ellos una vez terminada la batalla? ¿Alguien pasa a levantarlos, alguien trata de reconstruirlos, alguien estudia esa tecnología para aplicarla a otras cosas? Busiek propone una respuesta que te va a asombrar, y a la vez te va a cerrar por todos lados.
Como suele suceder en las historias de Astro City, por encima de la aventura se luce el desarrollo de personajes, que en general son hombres y mujeres bastante más normales que el superhéroe o supervillano promedio. En ese contraste entre un universo poblado de super-seres y personajes muy humanos y muy reales, Busiek encuentra hace casi 30 años la materia prima con la que construye estas historias, casi siempre conmovedoras y a veces muy impactantes. La idea básica siempre es mostrar el lado más terrenal de los universos superheroicos, la vida en las calles (o puertas adentro) de la gente como nosotros que vive en un mundo en el que existen desde siempre versiones mínimamente camufladas de los icónicos justicieros de DC y Marvel. Y es una idea tan bien llevada a cabo, que hoy Astro City es, más que una serie recomendable, una serie indispensable. Tengo otro tomo sin leer en el pilón de los pendientes, así que pronto volveremos a visitar a esta gran creación de Busiek, Anderson y Alex Ross.
Nada más, por hoy. Gracias por tanto, perdón por tan poco, y si el miércoles a las 22:30 están al pedo, vengan al canal de YouTube de Comiqueando, que vamos a estar charlando de comics, cine, literatura, política, deportes, amor, sexo, religión, morfi, viajes... sin restricciones de ningún tipo, en vivo y gratis para toda el habla hispana en una nueva emisión de Agenda Abierta. Nos vemos por ahí.
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viernes, 25 de agosto de 2023
VIERNES EN BLANCO Y NEGRO
Bueno, voy lento con la lectura, es una garcha, pero es real.
Hoy tengo para reseñar en primer lugar el Vol.3 de Innocent, el manga de Shin´ichi Sakamoto centrado en la familia de verdugos que tenía a su cargo las ejecuciones públicas de delincuentes en los años previos a la Revolución Francesa. En este tomo en particular pasan dos cosas que no me coparon en lo más mínimo: 1) no aparece el mejor personaje del Vol.2, que era la hermanita menor de Charles-Henri; y 2) si el ritmo narrativo hasta acá era lento, ahora es definitivamente parsimonioso. Parece a propósito, como si el autor no quisiera llegar nunca al siguiente punto importante de la historia. Desde el principio del tomo tenemos como conflicto central la inminente ejecución de Robert-François Damiens, un personaje que fue presentado de manera magistral en el tomo anterior, y que acá saca una chapa infinita. Pero son 200 páginas de amagues, porque la muerte de Damiens no llega a incluirse en el Vol.3 de lo lento que Sakamoto narra "la previa".
Como mencionaba en la reseña del tomo anterior, lo más interesante de Innocent es cómo se aleja del concepto de la aventura para ahondar en la psiquis de los personajes y en el contexto histórico de esa Francia de la segunda mitad del Siglo XVIII, rica en injusticias y desigualdades. Este tomo recorre a fondo la primera de esas vertientes, la indagación en la personalidad y las motivaciones de Charles-Henri, Nicolas, Anne-Marthe y el ya mencionado Damiens. Y cuando digo "a fondo" es a fondo, posta. Uno siente que conoce muy bien a estos personajes, sufre y goza con ellos y sabe cómo va a reaccionar cada uno frente a los distintos sucesos (muy pocos, cabe aclarar) que presenta el desarrollo de la trama.
Y obviamente, aunque todo eso no te interese en lo más mínimo, Innocent es un manga que se puede comprar simplemente para babearse con los dibujos, que tienen una calidad realmente majestuosa. Los personajes masculinos están un poco muy afeminados (los de clase alta, el resto no), pero todo lo demás es glorioso. Los detalles en la ropa, en los muebles, en los carruajes, los paisajes, los palacios, las ciudades, esas escenas más oníricas... Sakamoto y su equipo le ponen belleza hasta a las torturas. Llega un punto en que ya deja de importar que la trama avance a la velocidad de un caracol tullido, ciego y con 52º de calor, porque si te colgás con los dibujos, encontrás magia tanto en las páginas splash como en las viñetas más chiquititas y eso -posta- justifica todo. Innocent es un manga lírico pensado para contar el horror. Algo que parece una contradicción o un oxímoron, se convierte en un atractivo irresistible, incluso en un tomo en el que la historia avanza poquísimo. Tengo un par más, ahí esperando su turno, así que ya volveremos a esta París que de a poquito empieza a mostrar esa inestabilidad que va a explotar con fuerza en 1789.
Me vengo a Argentina, porque encontré otro título de 2022 que me faltaba leer y reseñar: Guanaco Blanco, un libro con unas 140 páginas de historieta escritas y dibujadas por Omar Hirsig, el autor oriundo de Tierra del Fuego de quien ya vimos otro trabajo allá por el 03/10/16.
El planteo de la saga no es super original: un pibe se intenta suicidar, pero es salvado por una entidad mística ancestral que lo empodera para que se convierta en un justiciero, destinado a vengar los crímenes cometidos contra la tierra en la que vive. Hasta ahí, nada que no hayamos leído varias veces. El detalle que cambia todo es que la historia de Guanaco Blanco transcurre en Río Grande, Tierra del Fuego, en el extremo sur de Sudamérica, donde los pueblos originarios fueron masacrados sin piedad para que llegara una "modernidad" que resultó rentable para muy pocos. Entonces, esta enigmática figura pondrá sus poderes al servicio de una cruzada que es básicamente una venganza letal y despiadada contra quienes encarnan la corrupción y la injusticia en esa región remota de nuestro país.
La historia está muy bien contada, hay muy buenos personajes secundarios, buenos villanos, buenos diálogos y los flashbacks en los que Hirsig explica qué corno está pasando y por qué están puestos en momentos muy acertados. La historia genera intriga y tensión, entre otras cosas porque el autor encuentra la forma de que incluso este espectro justiciero, claramente más ágil y más fuerte que cualquier ser humano, pueda ser vulnerable y esté cerca de morir en combate. Eso, más el buen ritmo al que avanza la trama, garantiza un buen rato de diversión y emociones fuertes, a menos que te espante un toque la violencia, que está muy presente en todo el relato.
El dibujo de Hirsig está mucho mejor que en sus trabajos anteriores. Sigue muy jugado al claroscuro, pero lo maneja a la perfección, con trazos que recuerdan a Jok, a Eduardo Risso, a Lauri Fernandez y -en los tramos más hermosos del comic- a José Muñoz. La narrativa es diáfana, muy fluida, los textos se complementan con las imágenes de modo orgánico, los personajes son perfectamente reconocibles, los planos son variados... Claramente ya no estamos frente a un principiante, sino a un autor ya consolidado, con un gran manejo de la técnica tanto gráfica como narrativa.
Si no te aburre la temática de "el justiciero que vuelve del Más Allá para vengarse de los garcas" y no te molesta el alto grado de violencia, no tengo dudas de que Guanaco Blanco te va a cautivar. Es una historieta bien escrita, muy bien dibujada, con sutiles toques de comedia, de terror y de denuncia socio-política. Por si faltara algo, la edición del libro está muy prolija, muy cuidada, al nivel de cualquier lanzamiento de las editoriales de Buenos Aires, Rosario o Córdoba. Bien por Omar Hirsig y a esperar con ansias su próxima obra.
Nada más, por hoy. Espero tener un rato durante el finde para avanzar con nuevas lecturas, así las comentamos pronto acá en el blog.
miércoles, 23 de agosto de 2023
BLUE BEETLE
Bueno, por fin me hice un rato para ir al cine y ver la peli de Blue Beetle como se debe ver: en pantalla grande, con buen sonido y sin interrupciones de ningún tipo.
Como siempre, fui esperando una garcha atómica. Pero me encontré con una película bastante buena. Me da la sensación de que el film de Angel Manuel Soto está pensado para que te guste más cuantas menos películas de superhéroes viste antes. Es claramente una peli para traer gente nueva al palo de los superhéroes en el cine, como lo fueron en su momento Black Panther o Shang-Chi. Y le fue bien en EEUU, con lo cual supongo que esa meta se logró, o se está logrando. Yo, que ya vi demasiadas películas de superhéroes, la disfruté bastante, excepto por ese tramo en el que Jaime se manda mil cagadas mientras trata de entender cómo corno funciona la armadura, que me pareció entre ridícula y patética. El resto me pareció que está bien, que es un muy digno origen (con unos cuantos cambios respecto del de los comics como siempre) para este tercer Blue Beetle, surgido a mediados de los 2000 de la mano del maestro Keith Giffen, un ignoto co-guionista llamado John Rogers, y el lápiz del implacable Cully Hamner.
Más allá de las peleas y los efectos especiales (que están muy bien), más allá del ya clásico combo entre aventuras y chistes (que también muestra un equilibrio entre ambas cosas bastante logrado), creo que lo que más me gustó de estos 127 minutos fue el nivel muy parejo y muy alto en las actuaciones. Acá nadie desentona, nadie tira para abajo el promedio. Creo que salvo Susan Sarandon (a la que aborrezco hace décadas), no conocía a ninguno de los actores y actrices de Blue Beetle, pero todos me sorprendieron gratamente.
Y lo otro que me gustó mucho y me impactó es el subtexto político: esta es una superproducción yanki que habla de forma bastante directa del imperialismo yanki y de las heridas que quedan abiertas en los países de Latinoamérica en los que sufrimos intervenciones militares (o no) por parte de Estados Unidos. El villano es el capitalismo salvaje, ese que va por todo, dispuesto a no respetar ni siquiera esa ínfima ilusión de poder formar parte del sistema, que hace que los pobres se deslomen laburando 16 horas por salarios de mierda. El guion de Gareth Dunnet-Alcocer es muy explícito en este sentido, no hace falta ser el rey de la lectura entre líneas para entender que la codicia de los hiper-millonarios es el obstáculo entre las mayorías y una vida feliz (o al menos digna), se esfuercen cuanto se esfuercen. Hay un mensaje muy claro de aguante, de un pueblo que se une bajo banderas de memoria, de resilencia y de solidaridad para resistir la embestida de los que te quieren convencer de que ellos son el progreso y el futuro (y vendértelo carísimo).
No sé si a los mexicanos y descendientes de mexicanos que viven en EEUU les parecerá mucho o poco el respeto con el que la cinta los retrata a ellos y a sus costumbres, pero a mí no me pareció una caricatura demasiado grotesca. Sí me pareció raro el rol tan protagónico para la familia de Jaime, algo bastante infrecuente en los relatos superheroicos. De hecho, la participación tan activa de los Reyes en el aspecto aventurero de la trama la desequilibra un poco: ya de por sí, con los poderes del escarabajo alienígena, Jaime es prácticamente imbatible, y si encima su familia agarra los fierros y se suma al combate, cualquier amenaza queda chica. Y también me imagino que eso no va a estar tan presente en la eventual secuela, no le van a dar tanta participación a la abuela, la mamá, la hermana y demás.
El desafío, ahora que Jaime ya controla los poderes de esta armadura sintiente, es que Blue Beetle no sea "el Iron Man latino". Que haya algo más para explorar y que aparezcan amenazas que estén a ese nivel de poder. Yo sospecho que en la secuela van a traer a la Tierra a la raza de esta extraña entidad llamada Khaji-Da, algo que ya vimos en la gloriosa serie animada de Young Justice. Por otro lado, me imagino que de acá en más le van a dar más bola a algo que está muy bien planteado en esta película, que es el legado de Blue Beetle. Todo el tiempo se remarca que Jaime no es el primer héroe con este nombre, y todo el tiempo sobrevuela la sombra de un personaje muy importante pero ausente, hasta que en la escena post-créditos nos sacamos la duda acerca de si está vivo o muerto. Eso también abre puntas muy copadas para explorar a futuro.
Por último, esta película cuenta con el beneficio de la duda acerca de si forma parte del universo fílmico al que James Gunn le dio de baja, o si se va a integrar al canon cuya ingeniería está a cargo de este director. Acá se nombra a Gotham, Metropolis, Central City, Bruce Wayne, LexCorp, Batman, Superman y Flash... pero todo muy al pasar, sin enfatizar demasiado en la conexión entre esta mitología y el contexto en el que transcurre esta aventura (una nueva ciudad ficticia llamada Palmera City). La lógica indica que la decisión de sumar o no a este Blue Beetle al nuevo universo fílmico de DC se tomará en base a qué tan bien le vaya en la taquilla.
Por ahora, mi sensación es que la historia de Jaime Reyes en la pantalla grande empezó con el pie derecho. Me reí, me sorprendí, me emocioné y casi pego un alarido cuando empezó a sonar Nada Personal, de Soda Stereo. No es de esas películas fundamentales, que te cambian la vida... pero quizás porque uno no es parte de la colectividad latina que vive en EEUU...
Como dirían mis amigos (y mi sobrino) hinchas de Argentinos Jrs, aguante el Bicho.
lunes, 21 de agosto de 2023
FERIADO CON RESEÑAS
Sigo sin ver la peli de Blue Beetle (por ahí mañana), pero tengo un par de libritos para reseñar, ambos bastante recientes.
En 2021, el Fondo de Cultura Económica publicó en México Junius Maltby y las Praderas del Cielo, un trabajo del maestro Ricardo Peláez Goycochea. Poco conocido en Argentina, Ricardo Peláez es uno de los más grossos historietistas surgidos en Méxicio en los últimos 30 años. La historieta consta de apenas 42 páginas, en las que Peláez reversiona un capítulo de Las Praderas del Cielo, una novela de John Steinbeck que yo, que soy un burro en materia de literatura estadounidense, desconocía.
Es un relato precioso, exquisito, que me recontra llegó. Me sentí interpelado, me emocionó, me cerró por todos lados. No sé si es el relato ideal para convertirlo en historieta, porque no ofrece mucho más que diálogos y silencios, pero el lápiz de Peláez le insufla una onda increíble a los personajes y a los paisajes, con lo cual no se echa para nada de menos la falta de acción, o de trama aventurera, o romántica. ¿De qué se trata? Básicamente del amor por la cultura, y cómo el mismo se puede canalizar por fuera del sistema. O de LOS sistemas, porque Steinbeck habla tanto del sistema productivo como del sistema educativo. Arte y cultura, inteligencia y erudición, florecen en esta obra de manera silvestre, sin fronteras ni restricciones, de la mano de un personaje fascinante como es Junius Maltby. Y claro, en algún momento se encuentran con la mirada del afuera, esa que prioriza el aspecto, la prolijidad o la disciplina por sobre la creatividad y el conocimiento. Por ahí pasa el conflicto, que no está muy enfatizado, ni pasa nunca a mayores, pero está planteado con mucha inteligencia y además muy bien resuelto.
El trabajo de Peláez es una maravilla. El armado de las secuencias es magnífico, el trazo es preciso, con mayor expresividad en los personajes y mayor realismo en los fondos, que son un despelote. La forma de plantear los flashbacks, el manejo de los tiempos con viñetas mudas, una variedad de grillas que van de la splash page a la Gran Watchmen y demás recursos entran en juego para llevar adelante una narración gráfica impecable, plena de belleza y emoción.
Si no conocías a Ricardo Peláez Goycochea o si ya eras fan, el resultado es el mismo: vas a cerrar el libro puteando porque se terminó. Es inevitable, uno siempre quiere más páginas de este monstruo, y más cuando elige para adaptar una historia tan hermosa. La edición no es todo lo buena que a uno le gustaría (principalmente porque para un álbum de 48 páginas, seis páginas sin historieta es demasiado) pero tampoco es bochornosa. Esto está impreso en México y llegó a Argentina en pocas cantidades, pero se consigue en algunas comiquerías. Incluso lo vi en algún stand en la Crack Bang Boom. Obviamente lo recomiendo muchísimo.
Me voy a 2022, cuando Dark Horse publica Motherbridge, una novela gráfica escrita por George Mann (que venía del palo de la literatura) y dibujada por la talentosa Aleta Vidal, amiga e ídola argentina con unos cuantos años de notable trayectoria a cuestas. Esta es la clásica distopía en la que la sociedad avanzó hacia un estado totalitario (o algo así) que dejó afuera a un montón de gente y se cagó por completo en la naturaleza y el medio ambiente. Ahora, a través de la protagonista, Hayley Wells, la naturaleza va a volver con todo, a reclamar lo que es suyo y a asestarle un golpe letal al gobierno despótico y represor. La idea está bien, el desarrollo de personajes es interesante, hay un buen elenco de secundarios, la historia tiene un ritmo consistente, no está ni estirada ni comprimida, pero tiene un problema fundamental: en la cuarta página ya me di cuenta cómo iba a terminar. Mann plantea el conflicto de forma tan obvia, que no hay muchas alternativas. La historia va a ir para ese lado, sí o sí, y en todo caso, si queda margen para la sorpresa, serán sorpresas menores que tienen que ver con el ritmo al que avanza la trama, o pequeños detalles que involucran a los personajes secundarios. Eso me frustró bastante, porque me gusta más que las resoluciones no sean las obvias, y si se hace muy evidente cómo se van a resolver los conflictos, que sea más cerca de la última página, no en la cuarta o la quinta.
Por suerte todo esto está dibujado por una Aleta Vidal muy inspirada, que deja la vida en el lápiz, la tinta y el color (el rotulado está a cargo de otro grosso argentino, Mauro Mantella). Aleta se adapta al toque a la forma de narrar del típico comic yanki, le pone mucha expresividad a los rostros, impacta cuando hay que impactar y conmueve cuando hay que conmover. Y no se tira a chanta en las páginas en las que los profusos diálogos de Mann amenazan con comerse las viñetas enteras. Lo más atractivo es ver a Aleta dibujar a los personajes femeninos y las plantas, en esas escenas en las que la vegetación se descontrola y cobra un protagonismo inusitado. Ahí nuestra compatriota te hace sentir de modo muy real toda esa magia, con un lucimiento espectacular en la puesta en página y en el color, que es una belleza. Sin dudas el aspecto visual de Motherbridge amerita pegarle un vistazo a la obra, si bien el guion peca de predecible.
Nada más, por hoy. Nos reencontramos pronto, no sé si con nuevas reseñas de libros o con la crítica de la peli de Blue Beetle. Gracias por el aguante.
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miércoles, 16 de agosto de 2023
HOY, TRES RESEÑAS
Hacía bastante que no clavaba tres reseñas en una misma entrada, pero esta vez hay dos que me quedaron un toque más cortas que las habituales.
Allá por el 01/10/18 me tocó reseñar el Vol.1 de La Danza del Tiempo, obra del maestro ucraniano Igor Baranko para el mercado francés, publicada en nuestro idioma por Planeta-DeAgostini. Tarde pero seguro conseguí los dos álbumes restantes, y la verdad que el Vol.2 es bien del medio. No resuelve la trama (porque eso lo va a hacer Baranko -supongo- en el vol.3), no explica demasiado lo que ya contó en el Vol.1 (por eso no recomiendo la pelotudez que hice yo de dejar pasar cinco años entre un tomo y otro), y en todo caso lo que hay es una depuración del elenco, en la segunda mitad del tomo.
Como ya conté en la reseña del Vol.1 esto es una especie de Romeo y Julieta atravesado por Back to the Future, con protagonistas que vienen de distintas tribus de los pueblos originarios de Norteamérica. En esta segunda parte, la historia de amor se tensiona, la tragedia insinuada en los sueños proféticos de Luna-entre-las-nubes se lleva. a unos cuantos personajes y la incursión de los pieles rojas al territorio de los aztecas termina bastante para el orto. Vamos a ver en el Vol.3 (que prometo leer pronto) a ver cómo resuelve Baranko todo lo que le queda pendiente.
Mientras tanto, tenemos majestuosas batallas con ejércitos precolombinos, un trabajo glorioso en trajes y armas, una narrativa clara y a la vez novedosa, y la influencia de los grandes dibujantes italianos: Hugo Pratt, Milo Manara y Sergio Toppi están todo el tiempo presentes en las páginas de Baranko, en sus composiciones y hasta en el trazo, que por momentos también coquetea con cositas de Jean Giraud. Visualmente, La Danza del Tiempo es una orgía de emociones, una obra con la que Baranko se puede sumar sin ningún pudor al Olimpo de los hiper-consagrados. Pronto nos vamos a enterar si el argumento se la banca hasta la última secuencia, o si nos comemos un derrape final que le impida ascender también al Olimpo de las obras maestras del comic europeo de este siglo.
Le puse mucha onda a Phonogram: Rue Britannia, porque venía muy bien recomendada. Pero me fue mal y lo mejor que tengo para decir es que por suerte conseguí muy barato el TPB. En esta obra de Kieron Gillen y Jamie McKelvie me encontré con un dibujo a media máquina, genérico, básico, sin sorpresas, ni magia, ni imaginación. Es un comic realizado en blanco, negro y grises, pero me parece que no levanta ni siquiera con un colorista top onda Dave Stewart o José Villarrubia. Una pena, y a la vez muy copado constatar que en trabajos posteriores de McKelvie queda atrás esta escacez de onda que lastra tanto a Phonogram.
El guion de Gillen tiene una idea brillante (los "phonomantes", tipos y minas capaces de obtener magia de la música) sepultada entre un montón de elementos que no me cerraron. Por ahí esa misma idea, puesta más en el centro de la trama, menos rodeada de todas esas referencias al brit-pop (que no me molestan, pero acá no aportan nada más que confusión), o con un protagonista más copado, y sobre todo en menos páginas, podría haber funcionado bien. No es el caso. Acá el guionista realmente se excede en la presentación del contexto, la ciudad, los músicos, los discos, anécdotas intrascendentes del pasado de David Kohl... y para cuando la historia más o menos arranca, uno ya quiere que se termine cuanto antes. Me imagino que para un erudito, o un crítico especializado en rock británico de los ´90, esto puede ser una sorpresa alucinante, porque de pronto todas esas bandas hoy semi-olvidadas (con las excepciones de Blur, Pulp y alguna otra) resultan importantes para una especie de aventura sobrenatural que -mejor escrita- podría haber aparecido en Vertigo. Para el comiquero muy curtido, las sorpresas del guion no son tales, y en todo caso se rescata un concepto atractivo (ya lo mencioné) y la calidad de los diálogos, muy adultos, realistas y en perfecta sintonía con la caracterización de los personajes. No mucho más, lamentablemente.
Y cierro con un comic de autores argentinos aparecido en 2022 que había leído en digital, pero no en físico: el Vol.1 de Distancia, escrito por Jonatan Catalano y dibujado por Daniel Roa. Bajo una hermosa portada de Salvador Sanz, me encuentro con un dibujante al que no conocía, bastante decoroso, con muchas influencias del manga pochoclero y del mainstream "bonito" del comic yanki noventoso. Un muchacho que maneja muy bien la narrativa, la expresividad de los personajes, los fondos... pero lo mejor que tiene la faz visual de Distancia, para mi gusto es la aplicación de los grises, que no está a cargo de Roa, sino de Catalano. Paradojas de la vida. Entre lo que no me gustó del trabajo de Roa destaco las caras de los personajes secundarios (sobre todo Sara y Giselle), cuyos rasgos cambian bastante de una viñeta a otra. Sentí como si estuviera viendo una película y cada vez que enfocan a un personaje apareciera la cara de una actriz distinta.
Los aciertos de Catalano no se limitan a la aplicación de los grises, sino que la rompe MAL en el rubro diálogos (realmente excelentes). La construcción de los personajes también está muy lograda, pero claro, hay una trampa: Catalno se toma 100 páginas para presentarnos a Franco (un goma total, estoy al borde de odiarlo), 175 páginas para presentarnos a Laura (personajón, mucho más rico y complejo) y recién en las 22 páginas finales de este potente Vol.1 se empieza a desarrollar realmente el conflicto central de la obra. Es lógico y hasta imprescindible que si le dedicás 275 paginas a presentar a los protagonistas, estos tengan relieve, profundidad y altas chances de cautivar al lector con sus conflictos y su personalidad.
Este Vol.1 de Distancia tiene un muy buen ritmo, se siente honesto, fresco, y capta a la perfección la ambientación porteña, sin hacer excesivo hincapié en que todo sucede en Buenos Aires. Me mató esa viñeta en la que aparecen las máscaras de Dr. Paradox, Caballero Rojo y Manta, y por supuesto el diálogo que establece Catalano entre la tragedia que azota a su Buenos Aires y la que vivimos unos años atrás con la famosa pandemia de COVID-19. La gran cagada que tiene este vol.1 de Distancia es que en 300 páginas apenas tenemos un esbozo de para dónde puede ir la trama, y no sabemos ni cuántos tomos van a necesitar Catalano y Roa para desarrollarla, ni cuándo estará disponible el Vol.2. Encarar un proyecto con este nivel de ambición, en Argentina y sin el respaldo de una editorial importante (Distancia está editada por sus propios autores) es una movida en la cornisa entre la patriada y el delirio, que puede salir muy bien o muy mal. Por ahora, las ventas fueron muy buenas y forzaron más de una reedición, pero claro, para el Vol.2 los autores van a tener que largar desde el vamos una tirada mucho más grande... y estar listos para volver a reeditar el Vol.1, sin el cual la saga no se va a entender. No es fácil, ojalá les salga bien. Y pronto, antes de que los lectores que se engancharon con el Vol.1 pierdan el entusiasmo.
Al final no vi la peli de Blue Beetle, pero queda para la semana que viene. En un rato salgo para Rosario, para asistir una vez más a la Crack Bang Boom, y a la vuelta seguro vendré con más libritos leídos que se convertirán en nuevas reseñas acá en el blog. Gracias y hasta entonces.
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martes, 15 de agosto de 2023
TEENAGE MUTANT NINJA TURTLES: MUTANT MAYHEM
Bueno, me fui muy contento del cine. Estas no son las Teenage Mutant Ninja Turtles que a mí más me gustan: ese universo me cautiva cuando se sumerge a full en la violencia y nos regala historias de sangre, tripas y mala leche. Acá, en cambio, tenemos una historia de humor, alegría y buena onda. Y sin embargo, no sólo no salí a las puteadas, sino que incluso me atrapó, me cerró, no me hinchó las bolas la bajada de línea de aceptación, comprensión y amor para con el distinto.
Creo que las claves son dos. Primero, el protagonismo de la aventura, que está muy bien contada. Son 99 minutos que se te pasan volando, porque los directores Jeff Rowe y Kyle Spears logran un ritmo espectacular, apoyados en ese combo Machaca + Chistes que tan buenos resultados suele darle a las películas de Marvel. Con esos dos elementos bien balanceados, buenos villanos, buenos personajes secundarios y una excelente caracterización para los cuatro protagonistas, la cinta se sostiene tranquila, sin mayores sobresaltos. El origen de las TMNT respeta el de los comics de los ´80, y sí, es todo menos dark, menos letal y menos sangriento que en aquellas primeras historietas de Peter Laird y Kevin Eastman. Incluso dos de los villanos más heavies son villanos... 15 minutos y después se dan vuelta. Pero la escena post-créditos da a entender que en la secuela tendremos al villano jodido por antonomasia, el que sin dudas va a traer un baño de sangre a este universo de bichos asquerosos pero queribles.
La otra clave es, claramente, la realización visual, que es alucinante. Acá hubo GENIOS que se sentaron a pensar qué estética darle a la película, para que sea animada pero por momentos las calles de New York parezcan reales, para que los personajes parezcan muñecos y dibujos al mismo tiempo, y que esos dibujos tengan trazos que nos remitan a las distintas épocas de las TMNT en los comics. Quedó esa boludez de los dibujos animados de los ´80 de darle a cada tortuga un color que la identifica, y se suman rasgos "de identidad" para diferenciarlos que seguramente se mantendrán en futuras películas, series animadas, muñecos, comics, lo que venga. Pero no jode para nada. Se ve todo muy novedoso, muy fresco, muy lindo, sin nada que envidiarle a las mega-maravillas que vimos en las últimas pelis animadas de Spider-Man.
Las voces (originales, no dobladas) son excelentes, la música está buenísima y cada detalle está pensado para que los pibes se ceben hasta el infinito y más allá y los grandes también la disfruten. Con decirte que yo, que ya estoy para levantarme de la butaca e irme a la mierda cada vez que una producción de Hollywood me flagela con la enésima persecución de autos, me divertí incluso en esos momentos en que malos y buenos se persiguen en vehículos por las calles de la Gran Manzana. Esto está apuntado a un espectador un poquito más pendejo que el del MCU, pero tira referencias a cosas que los grandes entienden y los chiquitos no, como la peli de Ferris Bueller, estrellas de la música como Beyonce, Adele o Missy Elliott; o como que Jackie Chan le preste su voz al maestro Splinter. Incluso hay referencias a las pelis de Marvel, a Batman, a Godzilla... faltó la del origen de Daredevil, nada más.
En síntesis, no es la película perfecta de las Teenage Mutant Ninja Turtles, porque la idea es que la vayan a ver los menores de 14 y eso significa niveles de sangre y violencia mucho más bajos que los que nos gustan a los fans de la etapa clásica de los comics. Pero aún así, es una gran película, un paso adelante BRUTAL respecto de todas las otras versiones audiovisuales de este universo, y una excelente excusa para compartir un rato con hijos, sobrinos, ahijados o mascotas bípedas, a pura acción, aventura y humor.
Tengo varios comics leídos, así que en cualquier momento vuelvo con esas reseñas... o con la de la peli de Blue Beetle que también se estrena esta semana, quién te dice...
viernes, 11 de agosto de 2023
VIERNES DE CLÁSICOS SEMI-OCULTOS
Hoy también hay reseñas, vengo leyendo a un ritmo un poco más aceptable que el de los últimos... meses, creo.
Empezamos en Japón, año 1970, el momento en que Osamu Tezuka está on fire y publica varios mangas oscurísimos y geniales en un montón de antologías, todos al mismo tiempo y todos de gran calidad. Bomba! es un manga que el ídolo publica en una antología básicamente centrada en el shonen, y se supone que tiene que ser una aventura para adolescentes. Sin embargo, las primeras páginas van para el lado del manga romántico: un triángulo amoroso entre una joven y bella profesora del secundario, un profe mala leche y violento y un nene de la primaria que sueña con casarse con la Señorita Mizushima, obviamente cuando sea más grande.
Esto evoluciona rápidamente hacia una historia densa y retorcida acerca de la obsesión de Tetsu con la profesora, una fijación irracional que se pone todavía más perturbadora cuando Tezuka introduce un elemento sobrenatural: un caballo fantasma que causa accidentes en los que mueren aquellas personas a las que Tetsu se quiere sacar de encima. El caballo (Bomba) funciona como una especie de Death Note: Tetsu le dice "quiero que muera Tal Persona", y efectivamente Tal Persona muere, en un accidente truculento donde alguien dice haber visto al caballo fantasma. El pibito es consciente del enorme poder que maneja y lo usa sin piedad, en un descenso a las fosas de la abyección que lo llevan a eliminar a sangre fría incluso a sus padres (que muy bien no lo trataban, pobre).
De todos modos, no es que Tetsu sea "el villano" y Tezuka plantee el clásico conflicto entre él y un "héroe". Acá no hay buenos, por lo menos hasta que faltan unas 35 páginas para que el manga se termine. A partir de ahí, un personaje intentará rescatar a Testu de este espiral sin fin de muerte y obsesión, en otro volantazo que nunca me vi venir. No quiero spoilear nada del final, simplemente decir que en 144 páginas, Bomba! te lleva a experimentar muchos estados de ánimo distintos, visita tópicos de distintos géneros y guarda siempre un as bajo la manga para que la tensión y la sorpresa nunca escaseen.
El trabajo del Manga no Kamisama en la faz gráfica es demoledor. Me imagino las caras de los pibes que compraban la revista Bessatsu Shonen Magazine cuando se encontraron con esto. Acá hay experimentación y expresionismo al palo, en la planificación de las secuencias, en la elección de los ángulos y en la composición de las viñetas. Tezuka juega al claroscuro como nadie y tira magia con el trazo, con la mancha y con la aplicación de los grises. En algún momento se pasa de rosca y dota a algún personaje secundario de expresiones faciales demasiado caricaturescas, mucho más acordes a un manga humorístico que al drama turbio que presenta en Bomba!, pero bueno, recordemos que todavía trabajaba para una revista de shonen.
Si te bancás la oscuridad, el enrosque y la total falta de escrúpulos del protagonista, Bomba! te va a enganchar con la arrolladora fuerza del dibujo y con una trama retorcida, donde no todo tiene explicación, pero que te va a poner nervioso y te va a sorprender varias veces.
Salto a Bélgica, para leer un álbum de Comanche titulado "El Prisionero". ¿Qué es esto? Son historias escritas y dibujadas por el maestro Hermann que, debido a su extensión, no entraban en los álbumes comunes. Es lo que los franceses llaman un "hors serie" (fuera de serie). En este caso, con unas ilustraciones magníficas y cinco historietas breves. Las dos primeras se publicaron en 1972, en la revista Tintin Selection, y están claramente pensadas para aparecer en un formato mucho más pequeño que el que eligió Planeta Comic para este álbum. Al agrandar las páginas, tenemos pocos cuadros enormes y el trazo de Hermann se ve más grueso, casi grotesco. A esto sumémosle que (como ya vimos hace un par de años en los álbumes de Yugurta) en 1972 Hermann no dibujaba ni en pedo tan bien como unos años más tarde. De todos modos, la primera historieta (la que da título al álbum) es buenísima. La segunda (Recuerda, Kentucky...) ya no tanto.
Después tenemos una historia corta de 1979, publicada en la Tintin Special. Son apenas ocho páginas, pero no están agrandadas, y además acá el trazo de Hermann ya brilla casi como en su mejor momento. El guion también es hermoso, y cuenta una anécdota del pasado de Red Dust y Ten Gallons que no se había revelado hasta ese entonces. Y finalmente, dos historietas de una página cada una, muy locas porque son básicamente chistes con los personajes del Ranch 666. Estas están dibujadas en 1982, cuando Hermann ya la rompía toda.
Lamentablemente el álbum no brinda ninguna data acerca de las historietas, las fechas y las revistas donde aparecieron originalmente. Yo las encontré en un artículo de un colega español en Zona Negativa. Una verdadera cagada que se arme un álbum así, de rejunte de material disperso, y no te digan de dónde lo sacaron. Pero si sos fan de Comanche, o de Hermann, muy probablemente desconocieras la existencia de estas historietas, y en ese caso El Prisionero es un gran complemento para tu colección de álbumes del ídolo belga. Si nunca leíste historietas de Comanche y no tenés idea de quién es Red Dust, no recomiendo empezar por acá. Y si no te gusta el western, obviamente tampoco. Este libro es para el fan termo de Comanche o para el fan termo de Hermann.
Nada más, por hoy. Ni bien tenga más libros leídos, se vienen nuevas reseñas acá en el blog. Ah, y el domingo no votes a ningún fascista, por favor.
miércoles, 9 de agosto de 2023
TARDE DE RESEÑAS
Arranco sin preámbulos con el Vol.2 de A Walk Through Hell, la segunda mitad de esta obra de terror psicológico realizada por el irlandés Garth Ennis y el croata Goran Sudzuka para la editorial yanki AfterShock.
Ante todo, quiero dejar sentado lo grosso que es el dibujo de Sudzuka, lo bien que adapta su trazo a estos climas más densos y más ominosos que le impone el guion, el cuidado por los detalles, el trabajo impecable en las expresiones faciales... Se supone que la gente compra este comic por Garth Ennis, pero el trabajo de Sudzuka es realmente monumental, consagratorio. Cuando el clima de la historia lo pide es sutil, y cuando Ennis se va al carajo con lo que narra, el croata lo acompaña y hasta le sube la apuesta. Sudzuka demuestra en estas páginas que con esa línea elegante tipo Ernesto García Seijas también se puede retratar el horror y la sordidez.
Y Ennis, especialista en buscar el horror y la sordidez por el lado del gore y la violencia más brutal, acá encuentra la forma de causarnos escalofríos de un modo más sutil, incluso más perverso. Por supuesto hay gore y escenas macabras y shockeantes. Pero están dosificadas de tal manera que impactan de un modo más cruel, más maligno que si esto fuera un festival de sangre y decapitaciones. Al guionista le interesa explorar el laberinto de la perversión humana, de la manera más perturbadora posible, y acá logra ese cometido sin necesidad de irse a la mierda con la violencia. Esta vez el camino elegido es el enrosque, la tortura psíquica a la que somete a Shaw, la agente del FBI con problemas de alcoholismo que rápidamente queda en el centro de la "acción"... entre comillas, porque es bastante escasa. Esta no es una historieta de tiros ni de machaca, sino de exploración de las áreas más oscuras y abyectas del alma humana.
Ennis y Sudzuka salen muy bien parados de un experimento difícil, donde el terror es más psicológico que físico, donde el pasado de los personajes juega un rol importantísimo, y donde nada se resuelve como el lector espera. A Walk Through Hell es un comic 100% adulto, por momentos muy perturbador, que no cualquier editorial se anima a publicar. Entre la vida y la muerte, entre la lealtad y la traición, entre la integridad y la corrupción, entre el horror físico y el enrosque mental, los autores nos proponen una historieta espesa, jodida, un viaje por los rincones más oscuros de la psiquis no sólo del villano, sino incluso de los supuestos héroes que lo enfrentan.
No quiero contar nada del argumento para no spoilear, porque leer el Vol.2 de A Walk Through Hell sabiendo cómo se explica todo lo que en el Vol.1 era misterio y ambigüedad puede ser un garrón. Alcanza con contarte que tanto el villano como un personaje secundario del Vol.1, en este segundo tomo cobran una dimensión tremenda, y que hay que acercarse a esta obra preparados para sufrir en carne propia una tensión que por momentos resulta asfixiante. Nada más, porque no le quiero cagar a nadie la experiencia de internarse en esta cátedra de maldad del maestro Ennis.
Me vengo a Argentina, año 2023, cuando Comic.ar publica un trabajo de dos autores a los que yo nunca había oído nombrar: el guionista Javier Del Romero y el dibujante Juan Manuel Terradas. De la labor conjunta entre ellos surge Niño Guapo, una novela gráfica de casi 80 páginas ambientada en Buenos Aires, en 1930, sobre el final de la presidencia de Hipólito Yrigoyen que quedará trunca a causa del primer golpe militar de nuestra historia. El contexto político no es para nada imprescindible para entender lo que sucede en Niño Guapo, pero sobre el final del libro un texto profundiza en este momento histórico, por lo que supongo que para los autores fue determinante a la hora de plantear la trama.
Básicamente, Niño Guapo cuenta una historia de amor prohibido entre un jockey que corre carreras en el hipódromo de Palermo y el joven hijo de un potentado miembro de la alta sociedad porteña, propietario (entre otras cosas) de los caballos que monta el jockey. Entre los perfumados palacetes de la oligarquía y las hediondas caballerizas del hipódromo, Del Romero urde una cautivante trama de romance clandestino entre Faustino y Lisandro, en la que brillan los diálogos (perfectamente en sintonía con cómo se hablaba en Buenos Aires en aquella época) y que funciona como un retrato muy logrado de lo que era la clase alta argentina en los tiempos de Yrigoyen. Una muy grata sorpresa, porque -repito- jamás había leído nada de este guionista y, si este es su primer trabajo, estamos hablando de una opera prima realmente consagratoria.
El dibujo de Terradas me gustó bastante menos, no lo veo al nivel que exigía el guion de Del Romero. Sin dudas hay un trabajo muy logrado en el color, pero no alcanza para ocultar ciertas falencias en la anatomía, en la gestualidad de los personajes y hasta en algunas perspectivas. No está mal, no es un desastre ni mucho menos, pero me parece que el guion ameritaba la entrada en escena de un nombre con más trayectoria, o por lo menos más solidez en el dibujo de la figura humana. Esto mismo dibujado por -por irme a un extremo- Gabriel Ippóliti, sería una obra maestra. Así como está, rescato el tratamiento del color que ofrece Terradas, con momentos de gran belleza y una sutileza digna de Miguelanxo Prado, pero me parece que no le hace justicia a un guion muy notable.
Muy loco cómo, en un contexto de crisis editorial, Comic.ar vuelve a apostar por autores nuevos y obras nuevas, en vez de ir por lo seguro. No sé cómo le habrá ido en ventas a Niño Guapo, pero a mí me sirvió para poner a Javier Del Romero en el mapa de los guionistas a los que me interesa seguir en futuros trabajos, que ojalá se publiquen pronto.
No mucho más, por hoy. Voy lento con las lecturas, es cierto, pero es lo que hay. Nos reencontramos ni bien tenga un par de libritos más para reseñar, acá en el blog.
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sábado, 5 de agosto de 2023
ERA UN SÁBADO A LA NOCHE
Acá estamos otra vez con algunas reseñas de material que leí estos últimos días.
Allá por el 01/06/17 le dediqué un parrafito a Un Fortín en Dancalia, un episodio de Los Escorpiones del Desierto que acababa de leer. Ahora esa misma historieta aparece con el título "Palas dancalí" en el Vol.2 de Los Escorpiones del Desierto publicado por el Fondo de Cultura Económica. Y con cambios muy conspicuos: primero, esta edición en vez de armar la mayoría de las páginas con 12 viñetas, las arma con seis. O sea que la misma historieta ocupa el doble de páginas y cada viñeta se ve mucho más grande. Eso está buenísimo, porque se ve mucho mejor el trabajo de Hugo Pratt, y hasta se nota más la diferencia de trazo en los personajes (dibujados por el Tano) y en los tanques, aviones y jeeps (dibujados por sus asistentes). El otro cambio muy notorio es que acá la traducción está hecha en México, no en España, y lamentablemente en la edición argentina no se les ocurrió reemplazar los modismos mexicanos que aparecen en los diálogos, ni con castellano neutro, ni con modismos de nuestro país. Leer al Teniente Koinsky y el resto de los personajes hablando como si fueran mexicanos es una experiencia bastante frustrante. También, al agrandar mucho las viñetas, cobra mucho peso visual la tipografía que se usó para los diálogos, que no es para nada de mi agrado.
Fuera de eso, "Palas dancalí" es una historieta excelente, fruto de un Pratt inspiradísimo. Me detonó el cerebro la aparición de Tenton, el militar que ya había aparecido en Ana de la Jungla (ver reseña del 22/02/23) y en un episodio de Corto Maltés. Creo que no hay otros personajes que atraviesen tres obras distintas de Pratt y esto le da a Tenton una enorme chapa dentro del universo del glorioso autor veneciano.
El tomo incluye también una segunda aventura más breve (40 páginas) titulada "El salón del martini seco", que es básicamente un epílogo largo a "Palas dancalí", en el que Pratt nos cuenta cómo sigue la historia de Koinsky y De la Motte, dos de los pocos personajes que llegan vivos al final del primer tramo. Esto tiene un único atractivo que es la entrada en escena de un personaje secundario muy copado, el Mayor Fanfulla (nada que ver con la obra de Pratt que reseñamos el 07/06/15). No mucho más, realmente. Es un argumento breve muy estirado, con muchas secuencias que no hacen avanzar la trama en lo más mínimo, a veces con algo de acción, a veces con larguísimos diálogos que no tienen mayor relevancia para la narración, pero que Pratt utiliza para delinear un como mejor a los personajes. Lo grosso de todo esto es que se editó en Argentina y en libro "Palas dancalí", uno de los momentos realmente potentes de Los Escorpiones del Desierto. El resto, todo sanata. Tengo también el Vol.3 (con las últimas aventuras de Los Escorpiones que llegó a escribir y dibujar Pratt) y prometo leerlo lo antes posible.
Me voy a la hermana República Oriental del Uruguay, donde el año pasado los autores agrupados en la AUCH (Asociación Uruguaya de Creadores de Historieta) iniciaron su segundo arco de cuatro antologías: el primero fue el de las estaciones del año (creo que vimos los cuatro libros, acá en el blog) y ahora vamos con los elementos de la naturaleza, una tetralogía que se inicia con Fuego. Una vez más, convocaron a alguien "de afuera" para que eligiera los trabajos que se incluyen en el álbum, y esta vez la tarea recayó en la autora argentina Paula Andrade. Veamos qué historietas de autores charrúas decidió Paula que tenían que estar en Fuego.
La primera historieta, a cargo de Gabriel Cardozo, está bastante bien, excepto por una viñeta de la página 4 que es un calco literal de otra que ya vi en otra historieta que ahora no logro precisar (el problema de leer muchas). La segunda (una de El Viejo, a cargo de Alceo Thrasyvoulou y Richard Ortiz) es brillante, probablemente lo mejor de la antología. Ocho páginas concisas, punzantes, donde no sobra ni falta nada. La tercera, a cargo de Alejandro Rodríguez Juele, no está mal, pero no tiene mucho que ver con el tema del fuego, conecta apenas con la consigna de la antología.
Lo mismo pasa con la de Fernando Ramos. Es una muy buena historieta documental, con datos valiosos acerca de cómo el reinado de Pablo Escobar Gaviría sobre el narcotráfico colombiano transformó para siempre a ese país, pero no tiene un choto que ver con la temática del resto del libro. El dibujo, muy pendiente del realismo fotográfico, no me emocionó mucho, pero me doy cuenta que la elección de ese estilo refuerza el carácter documental de la historia que cuenta Ramos. En sus páginas, Fiorella Santana hace gala de su trazo elegante y sugestivo, pero la narrativa se me hizo un poquito confusa y el argumento no me llegó a atrapar.
A nivel dibujo, el impacto más fuerte me lo causó Martín Pouso, con su historieta "Lo Chiamano Fuoco", que tiene todo que ver con la consigna del libro. Acá vemos a un autor que maneja las masas negras de una manera increíble, muy original, sin descuidar el equilibrio de la página, a la que le mete también blanco y unos grises alucinantes. Lástima que le falta un poco de claridad en el relato, en el armado de las secuencias. El resto, muy grosso. Otro dibujante técnicamente zarpado pero al que le cuesta la parte de narrar con imágenes es Maan House, quien aparece con una historia escrita por Silvio Galizzi, bien oscura, fuerte, una fantasía dark bien pensada, pero que no se termina de disfrutar por esta falta de fluidez en el relato, que parece estar compuesto por fotos, más que por cuadritos de historieta. Y cierro con una nueva colaboración entre Rodolfo Santullo y Guillermo Hansz (ya vimos varias acá en el blog), quienes se proponen recontar en son de joda el mito de Prometeo, el hombre que le robó el fuego a los dioses del Olimpo. El dibujo de Hansz es siempre muy efectivo y varios chistes (no todos) me causaron gracia, así que está bien.
La edición es muy linda, la portada de Richard Ortiz es excelente, y en general es una antología disfrutable, un buen punto de entrada para el que no sabe un carajo de historieta uruguaya y quiere empezar a explorar qué es lo que se está produciendo hoy en la otra orilla del Río de la Plata.
Nada más, por hoy. Gracias por estar y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas.
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miércoles, 2 de agosto de 2023
SHOWCASE PRESENTS GHOSTS Vol.1
Me devoré otro bruto masacote de más de 500 páginas, que recopila los primeros 18 números de Ghosts, una revista de terror y misterio que DC empezó a publicar allá por 1971 y que -no preguntes cómo- duró once años y 112 ediciones.
A diferencia de las antologías de misterio que coordinaba Joe Orlando, en esta (coordinada por Murray Boltinoff) no tenemos un personaje fijo que sirva de anfitrión, ni remates que van para el lado del humor negro, ni guiones mínimamente atractivos. Hay muchos guiones cuyos autores se desconocen y cuando se sabe quién es el autor, casi siempre aparece el nombre de Leo Dorfman, quien trabajara asiduamente en los títulos de Superman durante la etapa de Mort Weisinger. Las historias son poco originales y repiten bastante la fórmula del avechucho que se quiere quedar con algo que no es suyo, para sufrir un castigo de ultratumba a manos de sus víctimas; o el escéptico que no cree en lo sobrenatural y de pronto sucede algo que claramente va para ese lado, o cosas así. Lo mejor que se puede decir de los guiones es que hay una constante bajada contra el imperialismo: cada vez que un yanki o un europeo trata de pasarse de vivo para cagar o rebajar a un aborigen de cualquier tribu (de Centroamérica, Estados Unidos, África o Australia), termina muy mal. Incluso hay guiones muy críticos de la intervención colonial en la India, y hasta uno ambientado en plena guerra de Vietnam, que se estaba combatiendo en el momento en que se publicaban estas historietas. Y por supuesto, unas cuantas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial en las que los nazis son muy malos y les suele ir como el culo por pasarse de ambiciosos o de crueles.
En uno de estos relatos de la Segunda Guerra Mundial (publicado en el nº9 de Ghosts) aparece algo que hasta ahora no habíamos visto en estas antologías "de género": un soldado negro en las filas del ejército yanki. Por primera vez tenemos a un negro que no es parte de una tribu cuasi-salvaje de África, Oceanía o Centroamérica. Es un personaje sin nombre, que aparece en tres viñetas y no abre la boca. Pero por lo menos no es un aborigen, ni un hechicero vudú, ni un esclavo que rema en un galeón. Algo es algo.
Y ahora sí, vamos a lo interesante: los dibujantes. O por lo menos a los que participan con más frecuencia de esta antología.
John Calnan es una especie de Jim Aparo de segunda marca, al que yo solía leer en las revistas de Batman de la segunda mitad de los ´70. Acá todavía le faltaba bastante, estaba lejos del nivel de Aparo (que dibuja una historieta hermosa en el nº1 y después... chau, suerte).
Tony De Zuñiga dibuja poco, pero en general muy bien.
Sam Glanzman, como siempre, le pone onda al dibujo sobre todo en los relatos con ambientación bélica, pero siempre le faltan cinco pa´l peso, sobre todo en los primeros planos de las caras.
Jerry Grandenetti, otrora asistente de Will Eisner en The Spirit, acá dibuja raro: por un lado, opta por un estilo más caricaturesco, menos realista que el resto de los dibujantes. Y por el otro, parece entintar con un fibrón recontra-grueso, lo cual genera unos claroscuros atractivos, pero le complica un poco el equilibrio de la página. Tiene momentos más cercanos a un Jack Davis de la E.C., y otros donde se pasa de grotesco y parece un principiante entintando a los pedos, para sacarse el trabajo de encima.
Jack Sparling, un dibujante que en general no me gusta, acá mete dos historias poco destacables y una (Caravan of Doom) en la que me sorprendió lo bien dibujada que está.
Buddy Gernale es un dibujante al que nunca había oído nombrar y acá aporta unas cuantas páginas. Nada para destacar, realmente.
Néstor Redondo y E.R. Cruz están en poquitos números, pero cuando aparecen, la rompen toda. Qué monstruos, ma-mita...
Alfredo Alcalá también, colabora de manera espaciada, pero siempre con trabajos de gran nivel, con un trabajo notable de texturas.
Ernie Chan (o Chua) es un dibujante que para mediados de los ´70 va a ser una bestia fuera de control. Acá se nota que todavía estaba un poco verde, porque no se lo ve ni cerca del nivel que ostentará unos años más tarde.
Por el contrario, Gerry Talaoc va a transitar la segunda mitad de los ´70 con muchísima producción para DC, casi toda chata, aburrida, con un estilo para nada atractivo. Sin embargo, en esta antología lo vemos en muchos números y con historietas muy bien dibujadas, con un trazo elegante, angulaciones asombrosas, expresiones faciales muy logradas y un gran manejo del claroscuro. Andá a saber por qué en un momento se empezó a tirar a chanta.
También hay trabajos bastante competentes, pero muy aislados, de George Tuska, Bob Brown y otro filipino elegante, Rico Rival, que por momentos parece una cruza enloquecida entre Redondo y Alex Niño.
Los primeros cinco números de Ghosts eran revistas gorditas, de 52 páginas, donde además del material nuevo (y los avisos) solían verse algunas reediciones de historietas de misterio de los años ´50, también con guiones bastante intrascendentes, pero dibujadas por autores clásicos de aquella época, entre los que se destacan Curt Swan (un Swan más dark, muy interesante) y el siempre grossísimo Rubén Moreira.
Nada más para destacar. Tengo un numerito suelto de Ghosts, muy posterior a esta primera tanda, porque trae una historieta dibujada por el maestro Leopoldo Durañona. Pero no me da para coleccionarla toda, ni aunque salieran más tomos como este, con chotocientas mil páginas en magnífico blanco y negro.
Sigo adelante con las lecturas, así ni bien tengo liquidados un par de libritos, les dedico unas reseñas acá en el blog. Gracias y hasta entonces.
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