lunes, 31 de julio de 2023
AL FILO DEL FIN DE MES
Se termina otro Julio intenso, y llego justo a tiempo a postear una vez más, las reseñas de los últimos libritos que tuve oportunidad de leer.
Empiezo en Inglaterra, año 1979, cuando en el semanario 2000 A.D. se empieza a serializar ABC Warriors, una creación del maestro Pat Mills por la que (en esta primera etapa) pasarán dibujantes de la talla de Kevin O´Neill, Dave Gibbons, Brendan McCarthy, Mike McMahon, Carlos Ezquerra y Brett Ewins. Algunos van a aportar muy poquitas páginas y a otros los vamos a ver dibujar a los pedos, o en los albores de sus carreras, siempre lejos de su mejor nivel. Por lo menos en la faz gráfica, los resultados que exhibe este libro no están ni cerca de las expectativas que generan los nombres involucrados. Dentro de la decepción, McMahon es el que sale mejor parado. Y por ahí Gibbons, en segundo lugar. Pero todos tienen trabajos mucho mejores sin salir de la 2000 A.D..
Los guiones de Mills son entretenidos, muy violentos, con algunos diálogos graciosos, pero lo que falla -a mi criterio- es la estructura de la serie. Primero, el tema de los episodios de seis páginas con un continuará muy marcado, verdaderos cliffhangers, cuyo impacto se pierde con los constantes cambios de dibujante. Por ahí leídos de a seis páginas por semana no se nota tanto, pero en la recopilación se notan el caos y la redundancia. Y después la forma en que presenta la saga: en vez de arrancar con el equipo ya formado, Mills se manda para adelante con apenas tres personajes (Hammerstein, Happy Shrapnel y Joe Pineapples) y en cada una de estas primeras aventuras veremos cómo reclutan a uno de los miembros que faltan (hasta llegar a siete, por eso el tomo se llama The Meknificent Seven). En todos los casos se repite una misma fórmula: el personaje nuevo primero confronta con el grupo, luego es derrotado (casi siempre por Hammerstein) y finalmente se suma a los ABC Warriors tras jurarle lealtad al líder.
Con el equipo ya completo, se viene un arco argumental bastante extenso ambientado en Marte (pensé que me iba a gustar más) y el álbum termina con tres episodios en los que los ABC Warriors prácticamente no aparecen: 18 páginas de presentación de quien será su próximo oponente... en un libro que no tengo y no sé si existe. Acá hay muy bienvenido cambio en el ritmo del relato, con mucha atención para presentar a George como un personaje atractivo y complejo, no como un mero obstáculo al que Hammerstein y los suyos van a eliminar en seis páginas de combate al palo. Así que me quedé con ganas de ver cómo se resuelve el plot de George. Una pena, porque cuando la cosa se pone un poquito mejor, se termina. Igual estuvo bueno que, en su línea de tomos recopilatorios de material de la 2000 A.D., DC publicara el inicio de esta legendaria serie de Pat Mills. Sigo a la caza de más tomos de esa breve pero muy lograda colección.
Me voy a Japón, año 2015, cuando Usamaru Furuya (a esta altura, un fetiche de este blog) publica Quiero ser Asesinado por mi Alumna, un manga cuyo primer tomo se editó hace no mucho acá en Argentina. De nuevo, el dibujo no me convenció. No es choto, pero no está al nivel de lo que vimos en otros trabajos de Furuya. De todos modos no es óbice para disfrutar de lo más interesante que tiene este manga, que es el argumento.
¿Querés problemas mentales? Acá tenés un tipo de 34 años que se calienta con la fantasía de ser estrangulado por una chica de 16, y no cualquier chica, sino una que sufrió violencia intrafamiliar en la infancia y desarrolló una segunda personalidad, más áspera y jodida, que emerge cuando la personalidad "principal" entra en crisis. Por si faltara algo, esta chica es muy amiga de otra colegiala que sufre un trastorno de comportamiento que le impide interactuar en grupos, percibir los sentimientos o emociones ajenas o expresar los propios. Además, tiene una inteligencia infinitamente superior a la del resto de los alumnos de la secundaria a la que asiste.
No pasa mucho más en este primer tomo, fuera de la presentación de los protagonistas y del plan de Haruto para encontrar la muerte a manos de Maho, en parte porque Furuya decide plantear el conflicto desde el punto de vista de cuatro personajes distintos. Sobre el último tercio del tomo, la trama empieza a avanzar y sin dudas el suspenso y el enrosque logran un in crescendo notable, que logró ponerme nervioso. Furuya ya demostró que tiene una mirada única, sumamente perturbadora, acerca del mundo de los chicos y chicas que cursan la secundaria en Japón, con lo cual está todo dado para que el espesor de esta trama se vuelva asfixiante.
Me llamó mucho la atención el hecho de que la edición argentina esté traducida al neutro (en este caso por Guadalupe Domínguez). Parte de lo que me hace disfrutar tanto los mangas de Ivrea que compro, leo y reseño en este espacio, es la traducción con modismos argentinos. Y acá los eché mucho de menos. Si fuera un manga de samurais, me chuparía un huevo leerlo en neutro. Pero esto, que busca todo el tiempo la complicidad de un lector al que le resulta familiar el entorno de los adolescentes y los profes del secundario, se disfrutaría más si los personajes hablaran como nosotros. Ojo: por ahí estoy hablando pelotudeces y la editorial Merci compró los derechos para distribuir esta edición en cuatro o cinco países más de Latinoamérica donde se habla un castellano muy distinto al nuestro. La verdad que no lo sé. Pero si es una edición sólo para Argentina, la decisión de traducir los diálogos al neutro me parece bastante desacertada. De todos modos, quedé enganchado con la historia, a la espera de la continuación.
Y nada más por hoy. Recomiendo una vez más pasar por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ y bajarse la Comiqueando Digital nº7 por menos de lo que vale una docena de facturas. Posta, vale la pena. Gracias y nos reencontramos el mes que viene, acá en el blog.
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miércoles, 26 de julio de 2023
TARDE DE MIÉRCOLES
Hoy a las 22:30 hs, en el canal de YouTube de Comiqueando, tenemos una nueva emisión en vivo de Agenda Abierta, el programa que conduzco yo, pero en el que pueden participar tod@s l@s que quieran hacerlo. No se lo pierdan, que va a estar buenísimo.
Vamos con las reseñas, que de eso se trata este espacio:
Arrancamos en 1998, con la edición brasilera de Caatinga, un álbum autoconclusivo escrito y dibujado por el maestro Hermann. ¿Por qué carajo lo leí en portugués? Podría chamuyar y argumentar que se debe a que la historia transcurre en Brasil, pero la verdad es que busqué este libro mucho tiempo, y lo quería tener en castellano o en francés. Finalmente me ofrecieron la edición brazuca y dije "bueno, dale", como prueba de lo fácil que soy.
Hermann nos lleva de nuevo al Sertao, a la peligrosa tierra de los cangaceiros, que ya visitamos (por ejemplo) el 13/03/13 de la mano de Danilo Beyruth, o en aquel clásico de Hugo Pratt conocido en castellano como "La Macumba del Gringo", o en "Pier el Corso", del maestro Gianni Dalfiume. Claramente la época (principios del Siglo XX) y el lugar (nordeste de Brasil) son propicios para la aventura, y Hermann no se la quería perder.
El resultado es un álbum de 48 páginas, que tiene un único problema: el final es un poco abrupto, como si al maestro se le hubiesen acabado las páginas de golpe, antes de llegar a darle el toque final que redondeara un poquito más la epopeya de Diamantino y Manuel. Toda la gran movida que viene armando Clovis Mendes a lo largo de muchas páginas se desactiva en muy pocas viñetas, en las que lo más importante (el exterminio de los cangaceiros por parte de las milicias estatales) sucede fuera de cámara. No se puede discutir que es un final original: cualquier otro autor nos hubiera mostrado esa masacre con Diamantino y Manuel involucrados de lleno en la acción, dispuestos a dar su vida, y probablemente el álbum hubiese terminado así, con los protagonistas muertos tras el cruento combate. Pero no. Caatinga nos ofrece otro final, distinto, menos predecible y también mucho menos impactante que este que flasheaba yo a medida que pasaba las páginas.
En el medio, hay mucha acción y sobre todo mucha violencia. Lo que empieza con una boludez (un pibe pobre le afana una cabra a un hacendado rico) va in crescendo hasta convertirse en un huracán de muerte y sangre que impulsa a Diamantino y Manuel hacia terrenos inciertos, donde van a encontrar más muerte y más sangre. Y además, una causa y un destino, de la mano de estos bandoleros duros, curtidos por un terreno y un clima extremos y despiadados. Los muchachos se van a convertir en hombres, en soldados y hasta en héroes en una cantidad bastante breve de páginas, en las que Hermann maneja con maestría el ritmo del relato. Esto mismo, narrado por Robin Wood en una serie para Columba, tomaría no menos de 15 episodios de 14 páginas.
Y por supuesto, como suele suceder cuando hablo de obras de Hermann, lo que más me emocionó es el dibujo del maestro belga. Su puesta en página clásica, su narración cristalina, su anatomía impecable, su trabajo demoledor en materia de documentación histórica y -por sobre todo lo anterior- la magia de sus pinceles a la hora de colorear la historieta. La paleta de Hermann hace que Caatinga pase de ser una buena historieta a ser una maravilla del Noveno Arte. Muy recomendada para los fans del ídolo, o de las buenas aventuras para adultos, en general.
Vamos con una historia gloriosa, pero con final triste. Muy poca gente en el habla hispana conoce (y menos aún escribe sobre) Cul de Sac, una tira humorística creada por el estadounidense Richard Thompson a principios de 2004, para The Washington Post. Al principio eran tiras dobles, como la mayoría de las dominicales, coloreadas con acuarelas. Después, en 2007, Cul de Sac se convirtió en una tira diaria que aparecía en blanco y negro de lunes a sábados y a color (también en formato de tira doble) los domingo, ya no en un solo diario, sino en muchos. Hasta que en 2012, Thompson anunció que dejaba la tira por problemas de salud que terminarían con su muerte en 2016, con sólo 58 años.
El año pasado conseguí el libro de 2008 que reúne la etapa original de Cul de Sac, y un montón de tiras de cuando pasa a aparecer en un muy buen número de diarios. Y por si faltara algo, un prólogo de Bill Watterson. Obviamente mi primera reacción cuando empecé a leer las tiras fue "la puta madre, ¿cómo tardé tantos años en descubrir que existía esto? ¿Cómo nunca leí artículos de gente que lo recomendara? ¿Cómo nunca se tradujo al castellano?"... en fin, llo habitual en estos casos. ¿Y por qué esta reacción? Porque Cul de Sac es una tira BRILLANTE. Thompson pone como protagonista a una nena de cuatro años que va al jardín de infantes, y alrededor de ella construye un elenco en el que están sus padres, su hermano, sus compañeritos de sala, su maestra, sus vecinos... de a poco te das cuenta de que todo Cul de Sac (que así se llama el barrio cerrado donde viven Alice y el resto) le brinda al autor material para las tiras. Thompson mezcla con maestría el humor delirante que surge de escuchar hablar a los nenes de cuatro años, con un humor más elegante, más sofisticado, y con sutiles pinceladas de sátira social. No es una tira tan existencialista ni tan mala leche como Pearls Before Swine, ni tan tierna como Mutts, pero tiene cosas de ambas. Estamos frente a un autor muy versátil, que claramente conoce el mundo de los nenes de esa edad, y sabe potenciarlo con el contexto de la familia yanki de clase media, el consumismo berreta, los shoppings horribles de la periferia de las grandes ciudades, el tránsito fuera de control y aquel elemento que Charles Schulz nunca exploró y con el que Quino y Watterson hicieron maravillas: el contraste entre el mundo de los chicos y el mundo de los grandes.
No quiero vender humo: si bien ganó un montón de premios (entre ellos un Harvey y un Reuben), Cul de Sac no está al nivel de Mafalda ni de Calvin & Hobbes, pero para lo que son las tiras de prensa en el Siglo XXI, es sin dudas un hito. Thompson tampoco dibuja tan bien como Quino o Watterson, pero su trazo (mezcla de Schulz, Watterson, Patrick McDonnell y Ben Katchor) recontra funciona para lo que nos quiere contar. Y te conquista al toque, sobre todo si empezás por las historietas pintadas con acuarelas, que son hermosas. Obviamente ni bien encuentre más recopilatorios de Cul de Sac, me tiro de cabeza.
Y nada más, por hoy. Muchas gracias a quienes pasaron por comiqueandoshop.blogspot.com a descargar la Comiqueando Digital nº7, y a quienes todavía no lo hicieron, los esperamos con un número bestial de 360 páginas y unos contenidos audiovisuales exclusivos de un nivel mortífero. Nos vemos esta noche en Agenda Abierta, el domingo 30 en la MiraCon de Miramar, y volvemos a compartir nuevas reseñas muy pronto, acá en el blog.
sábado, 22 de julio de 2023
RESEÑAS DE SÁBADO POR LA NOCHE
Por fin tengo un ratito para escribir las reseñas de un par de libros que leí durante la semana.
Incidenti (incidentes) es la primera obra larga de Lorenzo Mattotti en solitario, es decir, como autor integral. Son 64 páginas que el genio de Milán produjo en 1981, cuando su estilo todavía no estaba consolidado. Y en blanco y negro, lo cual es bastante loco. El dibujo es increíble. Por momentos se ve un esbozo de lo que va a ser el Mattotti definitivo, pero aparecen cosas raras. Un feísmo extraño, típico del under europeo de los ´70, una narrativa bastante similar a la de Didier Comés, momentos en los que la línea quiere parecerse a la de José Muñoz (hay un par de homenajes a Alack Sinner en el álbum, como para despejar dudas acerca de qué autores influenciaron a Mattotti en esta etapa) y de ratos aparecen esas texturas demencialmente sobrecargadas que asociamos con el primer Enki Bilal y la etapa más barroca de Moebius. Todo el tiempo se nota que el autor sabe lo que está haciendo, y cómo esas decisiones estéticas tienen que ver con cosas que nos quiere transmitir desde el dibujo. Incluso cuando quiere transmitir tantas cosas, que se mezclan mucho las técnicas y se produce cierta confusión, o indecisión en el aspecto visual de la obra. Pero si nos abstraemos de los tropiezos narrativos en los que puede incurrir un autor primerizo, hay que reconocer que Incidenti mantiene un nivel visual realmente notable, de punta a punta, y en un in crescendo que hace que el álbum llegue al final con el dibujo realmente prendido fuego.
El guion es claramente un primer intento de un autor que no tenía mucha experiencia en el rubro: para ser un thriller tradicional tiene momentos demasiado crípticos, y para ser una historieta de vanguardia, o transgresora, está demasiado atada a una estructura de aventura convencional. Pero no es un guion choto. Tiene buenos diálogos, buenas secuencias mudas, la trama genera una cierta tensión, hay un espacio para meter toques de comedia, de romance, de slice of life... hay una intención de retratar (aunque quizás no en primer plano) esa Italia violenta y convulsionada de la bisagra entre los ´70 y lo ´80, hay un par de personajes (Lucio, Igor y Cicilia) que se desarrollan bastante a lo largo del álbum... No se puede decir que esté mal, aunque estemos lejos de lo ideal.
Recomiendo la lectura de Incidenti a los fans de Mattotti, sobre todo para ver desde dónde arranca el ídolo la década de los ´80, que va a ser la de su consagración. ¿Por qué esto no está editado en castellano? La verdad que no encuentro respuestas. Pero es así: nunca salió ni en álbum, ni serializado "en fetas" en ninguna antología de historieta para adultos. Por suerte conseguí una muy buena edición italiana de los ´90 que abre con un prólogo alucinante del ya mencionado José MunDios.
Vamos a Estados Unidos, año 2018, cuando se forma un equipo increíble: el irlandés Garth Ennis y el croata Goran Sudzuka producen para la editorial AfterShock diez episodios de una serie llamada A Walk Through Hell, luego recopilada en dos TPBs. Este Vol.1 nos sumerge en las profundidades de un thriller psicológico espeso y sórdido, con algún tinte probablemente sobrenatural, y termina con un cliffhanger maligno, jodido como enema de chimichurri, así que prometo entrarle MUY pronto al Vol.2.
El dibujo de Sudzuka es magnífico. Ese entintado un poquito más filoso, menos redondito, le queda muy bien, y el manejo de las masas negras es asombroso. Por momentos parece que vino Eduardo Risso a ponerle los negros a las páginas, porque se arman unos claroscuros impresionantes, y muy a tono con la impronta hiper-dark del guion. La verdad que no hacía falta colorear esta historieta, pero aún así el trabajo de Ive Svorcina (otro talento croata) está muy bien, no opaca al trazo de Sudzuka, ni intenta competir con él. Por momentos pareciera que Sudzuka buscara alejarse un poco de la senda de Eduardo Barreto y Ernesto García Seijas (los principales referentes siempre presentes en su grafismo) y lo logra de manera muy satisfactoria. Se lo ve más suelto que en otros trabajos y muy solvente a la hora de mantener la atención del lector a lo largo de prolongadas secuencias en las que solo vemos a gente hablando. Diez puntos, lo de Sudzuka, más allá de ese vicio de autor que trabaja hace mucho para las editoriales de EEUU que consiste en dibujar muy pocas tomas panorámicas, o con los personajes de cuerpo entero, y abusar del enfoque más de cerca, más pendiente de las cabezas de los personajes que del resto de la escena.
El guion de Ennis me sorprendió muy gratamente. Primero porque nunca lo había visto escribir una historia de misterio sobrenatural ambientada en el presente (en este caso, en Los Angeles)... y sobre todo porque, si efectivamente A Walk Through Hell llegara a ser un thriller sobrenatural, no está presentado como Ennis presentaba las peripecias de John Constantine, sino como un relato de procedimiento policial. Más allá de sufrir con lo que les pasa a los agentes Shaw y McGregor en ese galpón gigantesco que parece estar habitado por algún tipo de entidad pesadillesca, el comic dedica muchas páginas a contar la previa: la vida de Shaw y McGregor en el cuartel del FBI donde trabajan, y su accidentada investigación para encontrar y meter preso a un sorete que dirige una red de pedófilos que secuestran, violan y matan pendejitos a lo largo de toda la Costa Oeste de EEUU.
Por ahora, lo más importante, e incluso lo más shockeante, está ahí: en el procedimiento policial de los protagonistas. ¿Qué es lo que realmente pasa en ese galpón? Todavía es un misterio, que supongo que Ennis develará en la segunda mitad de la obra. Pero ya estoy muy enganchado, ya siento que conozco a fondo a los protagonistas, sobre todo a Shaw, un personaje con mucha más profundidad de la que le daba Ennis a las mujeres que escribía en los ´90. Incluso el villano me parece fascinante, un personaje totalmente tridimensional, humano, lo que lo hace mucho más aterrador. Nunca había oído hablar de esta obra, me enteré que existía cuando vi los dos TPBs en el stand de AfterShock en la última convención a la que asistí en EEUU. Pero por ahora, está realmente MUY bien, me parece un trabajo excelente de dos autores a los que admiro mucho, hace muchos años.
Nada más, por hoy. Ya tengo otras lecturas avanzadas, así que en cualquier momento se vienen nuevas reseñas, acá en el blog. Y el miércoles a las 22:30, nuevo episodio de Agenda Abierta, en vivo para toda el habla hispana en el canal de YouTube de Comiqueando. Nos vemos ahí.
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martes, 18 de julio de 2023
A TRATAR DE RECUPERAR EL RITMO
Bueno, ya terminé con el nº7 de Comiqueando Digital. Quedó una bruta bestia de 360 páginas, que ya se puede descargar por muy poca plata en www.comiqueandoshop.blogspot.com. No me alcanzan las palabras para recomendarla, de verdad.
Así que ahora es tiempo de volver a esas cosas que tuve que dejar un poco de lado en estas últimas semanas, como por ejemplo el blog. Algo logré leer en estos días, así que vamos con un par de reseñas.
Walt Disney´s Comics and Stories by Carl Barks Vol.31 es un tomito de 56 páginas que recupera cinco historias cortas de 1956, todas protagonizadas por Donald Duck y sus sobrinos, y -lo más importante- escritas y dibujadas por Carl Barks.
Lo primero que me llamó la atención es la perfección narrativa de Barks. Cada página destila la esencia del lenguaje al que llamamos comic de una manera engañosa, que hace creer que contar historias en este medio es una boludez, o algo que se puede hacer de manera intuitiva. No había en 1956 y no hay hoy muchos autores que puedan ofrecer esa fluidez del relato entre las viñetas, ni dentro de las mismas. La elección de los planos, las expresiones faciales de los personajes, la plasticidad que adquieren cuando se mueven, la organización de la información dentro de la viñeta y hasta la colocación de los globos (sean de diálogo o de pensamiento) son impecables. Una página de Barks es como una orquesta sinfónica repleta de músicos virtuosos, donde todo suena armónico, perfectamente ensamblado, pero las canciones que interpretan son simples, gancheras, cortitas, cero pretenciosas, como si fueran estribillos pop, o jingles publicitarios.
Los argumentos no son precisamente los más inspirados. No estamos ni cerca de aquellas gloriosas aventuras de Barks en las que Scrooge McDuck y sus sobrinos recorren el mundo en busca de tesoros imposibles. Estas son historias más cortas, más simples, en las que se repite una fórmula: Donald la va de canchero y queda como un pelotudo. Ya sea que inventa un negocio genial para llenarse de guita, o que le quiere dar una lección a Huey, Dewey y Louie, el resultado es siempre el mismo: por su propia ineptitud, por su ambición desmedida o por mala suerte lisa y llana, Donald termina humillado frente a sus sobrinos y frente a los lectores. ¿Es gracioso? Me imagino que para un pibe de 7 u 8 años de 1956, sí. A mí al principio me causó gracia, después ya no, porque se me hizo repetitivo el esquema. Pero la magia de Barks hace que incluso un argumento medio pelo resulte llevadero. El consejo (o la táctica) de acá en más es comprar sólo las historietas de Barks en las que el protagonista es Uncle Scrooge.
Retomé la lectura de Monster, la obra maestra del suspenso creada por Naoki Urasawa, cuyo Vol.2 vimos por acá el 7 de Marzo de este año. Una obra rarísima por cómo el autor estira hasta el infinito el conflicto central, y cómo se las ingenia para dilatar más y más su resolución. Lo que más me llamó la atención es que de pronto en Monster importa el corte entre capítulos, heredado de la publicación serializada, que generalmente cuando uno lee manga en tomos de 200 o 400 páginas, medio que te chupa un huevo, o hasta te molesta. Este animal mete los cortes de capítulo en lugares realmente malignos, donde el suspenso cobra dimensiones apoteóticas, o no: remata en cada final de capítulo una sub-historia con la que arma la historia mayor, al estilo Skorpio. Y acá hay sub-historias que duran un único capítulo (con principio, desarrollo y fin) y mini-arcos que duran dos o tres. Los primeros tres capítulos, por ejemplo, le sirven a Urasawa para desarrollar un arco (en una de esas intrascendente a la hora de la resolución) en el que reintroduce a Rudi, el psicólogo. Después hay un arco de varios episodios centrado en Nina, junto a un cana corrupto y Roberto, un personaje nuevo que va a cobrar relieve más adelante... en un arco protagonizado por Eva en el que Tenma va a tener un rol menor. Y para contarte en qué anda Johan mientras todo esto sucede, Urasawa te clava un arco de CUATRO capítulos, en los que presenta y desarrolla a Richard el detective, a Schuwald el viejo millonario, y a Lotte y Karl, dos estudiantes universitarios. Son páginas y páginas en las que no aparecen ni Tenma (que supuestamente es el protagonista) ni Johan, aunque la sombra de ambos está presente todo el tiempo.
Lo increíble es que cada uno de estos personajes, por pequeño que sea su aporte a la trama central, está perfectamente presentado y desarrollado. Todos son tridimensionales, todos actúan como seres humanos, no como engranajes en un mecanismo narrativo. Incluso desde lo gráfico, cada uno tiene su identidad bien marcada, de modo que se arma un elenco de enorme diversidad, donde uno reconoce al toque a los distintos personajes. Así da gusto que te la estiren hasta el infinito, e incluso comerse amagues de que tal personaje murió, para después descubrir que en realidad no murió un carajo, sino que quedó herido, y demás yeites clásicos del melodrama.
Entre la trama principal, las sub-tramas, los personajes que entran y salen de escena, los diálogos muy bien escritos (gran traducción de Agustín Gómez Sanz), las revelaciones impactantes brillantemente dosificadas, los escenarios que recorre la saga y las (no tantas) secuencias de acción, Monster me atrapó a lo largo de otras 400 páginas, en las que probablemente el conflicto principal no haya avanzado ni un milímetro. Pero un poco lo que propone Urasawa es eso: relajarse y disfrutar del viaje, sin estar tan pendientes de cuándo llegamos o a dónde vamos. Tengo más libros de este genio irrepetible del manga en el pilón de los pendientes.
Y nada más, por hoy. Haceme caso, descargate la Comiqueando Digital, que la vas a disfrutar enormemente. Nos reencontramos pronto por acá y el domingo 30 en Miramar, donde voy a asistir a la tercera edición de MiraCon junto a ídolos de siempre como Enrique Breccia, Cacho Mandrafina, Quique Alcatena, Jok, Kundo Krunch y varios monstruos más. Gracias y hasta entonces.
lunes, 10 de julio de 2023
NOCHE DE RESEÑAS
Otra breve pausa en el laburo interminable de la Comiqueando Digital, que aprovecho para redactar las reseñas de las últimas historietas que leí.
Empiezo en Suecia, nada menos, con la antología From the Shadow of the Northern Lights, un poderoso tomo de 200 páginas en el que los muchachos de la revista Galago (muy identificada con la historieta experimental, rupturista o simplemente alternativa) se toman el trabajo de traducir al inglés 26 historietas de autores y autoras de Suecia, para que las podamos disfrutar los que no leemos ese extraño idioma. El libro es de 2008, y quizás en los últimos 15 años el panorama haya cambiado un poco, pero acá lo que se ve es material muy, pero muy pegado al comic alternativo que se hacía en ese tiempo en Norteamérica. Este mismo libro podría haber salido en Drawn & Quarterly, o en Fantagraphics, con las mismas historietas, simplemente cambiando los nombres de los creadores suecos por nombres en inglés (y alguno en francés). No veo una "identidad sueca", una impronta que de alguna manera englobe a los autores... y tampoco me parece mal que no la haya. El tema es que muchos y muchas terminan en la bolsa de "el Peter Bagge de la B", "el Johnny Ryan de la B", "el Adrian Tomine de la B", o "la Jessica Abel de la B", porque obviamente al vivir y publicar en Suecia nunca van a trascender como lo hacen los autores norteamericanos. Es como que venga un yanki a visitar Argentina y en vez de mate le den Manaos.
Dentro de esa limitación, me encontré con un puñado de historietas impublicables, otras brillantes, y unas cuantas que están bien dibujadas pero me contaron cosas que no entendí o no me interesaron, como suele suceder en las antologías de comic alternativo.
Lo más destacado: el humor mala leche de Sara Granér, la historieta de Simon Gärdenfors, el dibujo de Benjamin Stengard (una especie de Thomas Ott putrefacto), la magia visual de Knut Larson, la historieta de Tom Karlsson (que me hizo acordar a los unitarios de Pez en la Fierro clásica), el dibujo y la narrativa de Loka Kanarp, la historieta de Lars Sjunnesson, el dibujo de Marcus Ivarsson, la historieta de Ruben Dahlstrand (bizarra y adictiva cruza entre Charles Burns y Craig Thompson), el dibujo de Joakim Pirinen... y lo más logrado lo encontré -con justicia- en la historieta más larga del tomo, las 24 páginas de Fabian Göranson, un capo que no tiene nada que envidiarle a ningún autor del palo alternativo de ningún punto del planeta. Göranson es el Zlatan Ibrahimović del comic, un sueco que puede ser figura en cualquier equipo importante de Europa o de Norteamérica.
No sé si me enloquece la idea de salir a buscar el Vol.2 de From the Shadow of the Northern Lights, pero con este tomo la pasé bastante bien y descubrí a unos cuantos monstruos que no tenía en el radar. Tampoco sé cuántos de ellos siguen activos 15 años después, porque la historieta alternativa es muy ingrata y suele expulsar talentos hacia la animación, la ilustración, el diseño o el expendio de frutas y verduras en puestos callejeros. Pero lo grosso es que el libro funciona muy bien como muestrario de unos cuantos trabajos realmente interesantes.
Me vengo a Argentina, Enero de 2023, cuando Pictus reedita a todo color el librito de Merlín que vimos acá en el blog el 11/01/16 y le agrega las 72 páginas de la segunda aventura de esta serie para redondear un hermoso libro de 144 páginas. En la reseña del Vol.1, un pelotudo escribía: " A los efectos de captar lectores jóvenes, quizás convenía colorear esta saga, pero eso le habría restado impacto al dibujo de Jok". Pindonga. El color no sólo no resta nada, sino que suma muchísimo. Gran acierto haberlo incluído esta vez. Y el dibujo de Jok, que en el primer tramo es excelente... en el segundo mejora aún más, a medida que el titán de la tinta encuentra un trazo un poquito más sintético, menos sobrecargado. Muy notable, lo de Jok, que jamás se tira a chanta, jamás pone su virtuosismo por sobre la función narrativa del dibujo, y cuando lo dejan volar e imaginar, te enloquece con sus diseños de monstruos y sus secuencias oníricas.
La saga de Merlín y Héctor además, es un gran vehículo para que Jok y Rodolfo Santullo (el guionista de la obra) recuperen la ambientación medieval/ fantástica de Ladrones y Mazmorras en la que los vimos desenvolverse con total comodidad, aunque esta vez la aventura es un poco más solemne, menos ida al carajo en materia de comedia de enredos, retruques verbales graciosos, etc.. Este es un Santullo un poco más serio, que combina tramas bastante dramáticas, incluso por momentos sórdidas, con elementos del misticismo medieval británico que aportan el toque de fantasía. El combo funciona muy bien y, como en 2016 cuando leí el primer tomito, me dejó pidiendo más Merlín. Hay algo en este tipo de aventuras clásicas, sólidas, sin saltos al vacío, que resulta irresistible, aunque uno ya sepa que los buenos no van a morir en ninguna de las peripecias u ordalías que les plantee el guion. En el caso de Santullo, además, está el mérito de lograr que uno se encariñe rápidamente tanto con el porquerizo con destino de brujo como con el ladrón con destino de héroe.
Este es un material realizado para una revista de Inglaterra apta para todo público (un toque menos salvaje que la 2000 A.D., ponele), que estaba en parte inédito en castellano. Por eso es tiene también el valor de los grandes rescates editoriales. La única cagada es que se lee muy rápido... y ese es un tema para poner sobre el tapete y (eventualmente) discutirlo con autores y editores: compro un libro de casi 150 páginas, me gasto ocho lucas, me lo liquido en 20/25 minutos... ¿qué onda? ¿No es muy poco? Sí, puedo releerlo 100 veces, flashear horas y horas con los dibujos de Jok, pero la experiencia fuerte, que es la lectura inicial, se me pasó volando. No sé si la fórmula consiste en triplicar la cantidad de texto en cada página y exigirle a los guionistas que metan unos masacotes tipo Columba de los ´70... pero me parece que algo habría que inventar para que semejante inversión rinda un poquito más en cuanto tiempo de lectura.
La dejo picando y me vuelvo a sumergir en la Comiqueando Digital. Creo que va a estar terminada el lunes 17. Estén atent@s, que se viene un número monumental, con 360 páginas. Gracias y hasta pronto.
martes, 4 de julio de 2023
RECREO DE RESEÑAS
Le escapo un ratito a la esclavitud de estar todo el día dalequetedale, metido hasta el ojete en el diseño de la Comiqueando Digital, para redactar las reseñas de un par de libritos que logré leer en ratos de ocio, o en viajes en bondi.
Empiezo con un libro que poca gente sabe que existe, editado en Argentina en 2002, tiempos en los que "la historia oficial" de nuestro medio dice que no se editaba historieta en este país. Este es un libro en el que el guionista Raúl Echegaray y el dibujante Ricardo Garijo (al que quizás alguno recuerde por Lomax, recopilada en libro hace no tantos años) construyen varios relatos basados en las memorias de Antonio Pedraza. Este señor era un librero y un personaje destacado de la cultura de la ciudad de Tandil, esa que nos diera varios tenistas brillantes y un presidente lamentable. El libro se llama Diario de Plaza Moreno, y aparentemente ese título también fue utilizado por Pedraza para nuclear varios cuentos y crónicas de su autoría, que tenían como punto de encuentro esta plaza de Tandil.
Perdón por la extensa presentación, pero bueno, es un trabajo raro. ¿Y está bueno? El dibujo de Garijo sí, me gustó bastante. Es un dibujante recontra-clásico, con muchos recursos estilísticos. Por momentos mete esos sombreados con puntitos mínimos como hacía Solano López a principios de los ´80, a veces se juega todo a unas aguadas preciosas, otras veces extrema el claroscuro como si lo poseyera el espíritu de Alberto Breccia, y así. Sobre una base de dibujo académico clásico, el trazo de Garijo ofrece múltiples mutaciones, buena variedad de planos y enfoques y un trabajo notable en las expresiones faciales.
La faz gráfica muestra un sólo punto débil, que es el rotulado, realizado con tipografías poco apropiadas, sin onda ni talento. Y por esa grieta se filtra el agua que hundirá al Titanic: los textos de Echegaray. Que no son precisamente malos, pero sí excesivamente literarios. Pareciera que el guionista se hubiera enamorado de la prosa del escritor al que le tocó adaptar a la historieta y no quisiera dejar afuera ni una palabra de las que Pedraza escribió en sus textos. Y ya sabemos que eso no garpa, que en la historieta sí o sí hay que sintetizar. Echegaray no sintetiza y eso hace que las viñetas de Garijo se vean invadidas por unos masacotes de texto que -por suerte- rara vez redundan con las imágenes, pero que le imprimen a la lectura de Diario de Plaza Moreno un ritmo que se hace duro de sobrellevar.
Las historias en sí van desde anécdotas con tono costumbrista, otras con tintes sobrenaturales, algunas con algún elemento policial y una -la que más me gustó- con un perfil político, vinculado al horror de la última dictadura cívico-militar. Me imagino que si sos de Tandil, ver a tu ciudad como escenario de esas historias (las primeras ambientadas a fines del siglo XIX, la última en los años ´80), debe ser alucinante. Yo que la veo desde lejos y nunca fui a Tandil, busco otra cosa, y por momentos aparece, pero envuelta en una dinámica demasiado literaria para un comic. De todos modos, el dibujo de Ricardo Garijo (fallecido en 2009) hace que tenga sentido dedicarle un rato al libro.
En mi intento por ponerme al día con series con la que vengo remando muy de atrás, me bajé el Vol.8 de Saga, de Brian K. Vaughan y Fiona Staples. La puta madre, ¡qué buena está esta serie! Cómo se disfruta el tema de que los autores puedan construir a largo plazo, sin tener que cerrar la trama cada seis números, qué bueno poder leer una aventura principal de cuatro números y después dos unitarios en los cuales revisitamos a personajes secundarios que llevaban un tiempo sin aparecer. Eso ya se ve poco en las series regulares del mercado estadounidense, y Vaughan y Staples lo hacen muy, pero muy bien.
El arco principal se mete nada menos que con la temática del aborto. ¿Vale abortar, hasta cuándo se puede, dónde empieza la vida, dónde termina? Todo eso que seguramente alguna vez debatiste con amigos, pareja o familiares, en Saga se plantea de modo sumamente explícito, por supuesto en un contexto fantástico, donde existen la magia y un montón de elementos vinculados a la ciencia ficción.
Lo mejor que tiene esta serie es que va a fondo, no arruga. La violencia es todo lo brutal que debe ser, los personajes que mueren no resucitan, el humor es sin barreras (hay chistes groseros de pija, concha y pedos), las escenas de sexo se presentan como algo natural, que sucede entre las personas adultas, y cuando los autores nos permiten ver lo que sueñan los personajes no es para rellenar tres o cuatro páginas, sino para ahondar en aspectos de su psiquis de una manera gráfica, que el talento de Staples convierte en un espectáculo memorable.
La trama principal, la de la guerra de las galaxias entre un planeta y su luna, en este tomo no avanza un milímetro. Pero avanza lo importante, que es la construcción de estos personajes que explotan de onda, carisma y humanidad.
Qué grata sorpresa ver cómo pasan los años, los autores acumulan más fama, más guita y más prestigio, y aún así ni se les ocurre tirarse a chantas y seguir con Saga en piloto automático. Acá no hay mezquindad ni especulación, hay una entrega absoluta que hace que cualquier fan de la historieta pueda entrarle a Saga y vivir emociones y sensaciones que otros comics no provocan. Llevo leídos casi 50 episodios de Saga y todos van de lo muy digno a lo apasionante, con algunos picos de genialidad. Hiper recomendable, posta.
Y nada más, por hoy. Gracias por el aguante y ni bien pueda, nos reencontramos con nuevas reseñas, acá en el blog.
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Brian Vaughan,
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