el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 30 de enero de 2024

MARTES A.T.R.

Cerramos el Enero más largo de la historia con una noche calurosa en la que aprovecho un rato libre para escribir reseñas. Tenía colgada desde Abril una serie alucinante como es 20th Century Boys, del maestro Naoki Urasawa. Y me tocó volver con un tomo en el que el autor reincide en la especialidad de la casa: insertar en la trama nuevos personajes y desarrollarlos un montón, a los efectos de contar en detalle algo que, en el contexto general de la obra, no es tan relevante. En este caso quiero subrayar el trabajo que hace Urasawa con el padre Luciano, un personajón increíble, totalmente tridimensional, que le sirve para darle dramatismo y fuerza a la historia en la que el Papa viaja a Japón a pesar de que se está cocinando una runfla muy espesa para hacerlo boleta. Todo el tema de Amigo muerto y su posible resurrección es muy potente y está narrado de tal modo de generar el máximo suspenso posible como para poner muy nervioso al lector. La segunda parte del libro se excede un poco en la extensión de los flashbacks a la infancia de Amigo, pero claro, ahora que nos reveló su identidad, Urasawa ya puede explorar con más libertad la conexión entre el villano central del manga y el grupito de "los buenos". Y como tantas cosas en 20th Century Boys, esa conexión tiene que ver con el pasado y más precisamente con la infancia. Este segundo tramo arranca con un timeskip, y también presenta con lujo de detalles a nuevos personajes que -en una de esas- se integrarán al elenco protagónico. Es muy loco que todo esto esté escrito ANTES de la pandemia de Covid-19, porque los puntos de contacto con lo que pasó en el mundo real son muchísimos y muy alarmantes. Y lo más absurdo y disparatado de todo es -como siempre- la calidad del dibujo de Urasawa. La secuencia del Papa y el pandillero japonés en el pueblito chino de QingDong es una cátedra de narrativa totalmente demoledora, que te descoloca por completo en su complejidad y en la emoción que transmite. Y como esa hay varias. Tengo el Vol.9 en el pilón de los pendientes, así que prometo entrarle pronto.
Me voy a Francia, año 2020, cuando se publica Un Cowboy entre Algodones, un álbum de Lucky Luke escrito por Jul y dibujado por Achdé. Acá reaparece el legendario Bass Reeves (a quien conocimos el 05/09/23), aunque en un rol secundario. Pero está bueno que haya un personaje negro en el centro de la escena, porque este álbum aborda (por primera vez en la historia de esta longeva serie) el tema de las secuelas de la Guerra de Secesión y la reinserción de los ex-esclavos negros en la nueva sociedad que se va a construir en los Estados Unidos. El nuevo statu quo es particularmente picante en los estados del Sur (donde el sistema esclavista era prácticamente el motor de la economía) y ahí es donde Jul lleva a Lucky Luke para esta aventura. El motivo por el cual el cowboy se inserta en el contexto de una gigantesca plantación de algodón es medio frutero, pero todo lo demás (diálogos, situaciones, desarrollo y resolución de los conflictos) es magnífico. Jul no ahorra ni una gota de mala leche a la hora de mostrar la crueldad de los terratenientes blancos, unos villanos perversos e irredimibles a niveles dignos de Toto Caputo o Federico Sturzenegger. Un crueldad que duele el doble porque estos soretes no son criminales, ni marginales (como los Dalton) sino que son el establishment y sus conductas está totalmente normalizadas y gozan de la más absoluta impunidad. El dibujo de Achdé recupera a la perfección la onda de Morris y hasta un par de veces se anima a meter cuadros más grandes, que rompen con la clásica grilla de cuatro tiras. Lo que le falta en originalidad, Achdé lo compensa con una notable solvencia narrativa y unas composiciones muy logradas, sobre todo en las viñetas superpobladas de elementos. Sin dudas uno de los mejores álbumes de Lucky Luke de la era post-Goscinny, muy bien editado en Argentina por Del Zorzal.
Y ahora que paré un poco con las reseñas de historieta argentina, me puedo dedicar al pilón de material de otros países de Latinoamérica. Ya vimos el otro día historieta boliviana, y ahora es el turno del Vol.1 de Gas Station, del chileno Víctor Abarca Lizana, aparecido en 2022. Este es el típico relato noir del detective privado de la B Metropolitana que, por un buen fangote de guita, acepta meterse en un bolonki que huele recontra turbio desde el primer minuto, y donde todo el tiempo es obvio que el millonario que lo está contratando es el verdadero Garca Mayor de la historia. Y ahí va Val Bruises, a jugarse la vida para descubrir la agenda secreta de un minón infernal, casada con el millonario, y adentrarse en un laberinto de pornografía, sadomasoquismo, freaks horrendos y sobre todo, mucha violencia. No hay grandes sorpresas en el argumento en sí, pero Víctor Abarca apuesta fuerte al ritmo narrativo, a los climas, a los momentos que elige para detonar las revelaciones más impactantes, y sobre todo al plato fuerte de Gas Station, que es el dibujo. Acá vemos a un dibujante especialmente dotado para dibujar espacios cerrados, climas sórdidos y gente desfigurada. No tanto acción, ese quizás sea el talón de Aquiles de Víctor. Imaginate una especie de Nicolás Brondo, pero más compacto en la narrativa, al que se le aparece Guido Crépax y le dice "dejame que te entinte yo a las mujeres, así te quedan más hermosas". Esa pátina de sofisticación enriquece mucho al dibujo de Abarca, y lo distingue al toque de sus contemporáneos. Si te gusta el género noir, creo que Gas Station te va a atrapar y vas a querer matar gente con tal de saber cómo sigue la historia de Val y Candice. En Argentina esto no se consigue, pero por ahí conocés a alguien que viaje a Chile, donde sí está disponible en librerías y comiquerías. Hasta acá llegamos. Mañana cerramos este Enero infinito con una nueva emisión en vivo de Agenda Abierta, a partir de las 22:30 hs en el canal de YouTube de Comiqueando, gratis para toda el habla hispana. Nos vemos.

sábado, 27 de enero de 2024

SÁBADO RETRO

Venía pisteando como un campeón, con un muy buen ritmo de lectura, pero esta semana me costó mucho más encontrar el tiempo para dedicarle a lo más lindo el mundo, que es leer historietas. Pero bueno, hoy tengo un rato para reseñar los dos libros que llegué a leer. En 2023, entre muchas reediciones de material originalmente publicado en Skorpio, tuvimos el rescate de El Imperio y los Harapos, una breve serie creada a fines de los ´80 por dos ídolos de quien tuve la suerte de ser amigo y que -injustamente- murieron muy jóvenes: Walter Slavich y Rubén Meriggi. Walter y Rubén formaron una dupla bastante prolífica en aquellos años, pero creo que de todo lo que hicieron juntos, nada supera a El Imperio y los Harapos. En apenas 56 páginas, tenemos una saga familiar de poder, ambición, crueldad y amor, dibujada en un gran nivel y con unos textos por momentos maravillosos. Slavich le tenía tanto cariño a esta historia que los hermanos gemelos que la protagonizan se llaman Wal (por Walter) y Mar (por Marcelo, el hermano gemelo de Walter). La historia está ambientada en una versión fantástica del Lejano Oriente pre-feudal, o sea que no nos puede quedar más lejos. Pero la habilidad de Slavich como guionista hace que los conflictos se nos presenten como muy reales y muy cercanos, y que logremos identificarnos con estos personajes y sentir en carne propia los dilemas morales que los atormentan. El guion es redondo, sólido, un mecanismo de relojería que no avanza a fuerza de caprichos ni de volantazos inexplicables, a pesar de que el espacio no abunda y Slavich sabe (o intuye) que tiene que resolver todo rápido, que no se puede colgar en detalles menores. Cuando leí El Imperio y los Harapos por primera vez, me conmovió su fuerza, su profundidad y cómo la acción y la violencia que asociamos con las aventuras épicas en mundos fantásticos se pudo poner al servicio de emociones y sensaciones muy humanas, muy nuestras. Pasaron más de 30 años y hoy me volvió a emocionar, por eso la recomiendo muchísimo. El libro tiene una sola pifia (cuando enumeran las obras de Meriggi mencionan a "Iras", sin h) y un acierto, que es el de reunir a modo de complemento los tres episodios de la saga de Ray-Heart, más un unitario precioso (con los mejores dibujos del libro) llamado "Progreso". La trilogía de Ray-Heart no está al nivel de El Imperio... pero tiene un muy buen tercer episodio. El segundo, en cambio, es bastante errático y se termina por definir en una página 14 con diez viñetas repletas de texto, en las que Slavich tiene que explicar todo lo que no se entendió a lo largo de las 13 anteriores. El trabajo de Meriggi no varía mucho entre una saga y la otra (son obras de la misma época, dibujadas con pocos meses de diferencia) y representa un salto de calidad respecto de lo que el autor había mostrado en las revistas de Columba. Esa mezcla imposible entre clásicos del comic yanki tipo Joe Kubert, Jack Kirby y Gil Kane y bestias del comic francés como Moebius se plasma en estas páginas, en las que el trazo de Rubén se libera, se despliega y denota compromiso, riesgo y sobre todo felicidad. "Progreso" está un escalón por encima de las otras dos obras que incluye el libro, simplemente porque Meriggi encuentra un mejor equilibrio entre masas negras y espacios blancos. Pero el impacto, la potencia y el dinamismo que eran la marca de fábrica de Rubén, están siempre, en todas las páginas del libro.
Me voy a Italia, año 2010, cuando la editorial Sergio Bonelli le dedica el Vol.4 de la colección semestral Dylan Dog Color Fest a una antología de cuatro historias, agrupadas bajo el falso título de "Humor". Sí, la portada es del maestro Silver (del que hablamos hace poco) y es en joda. Pero las historietas de adentro no son necesariamente cómicas. Son típicos guiones de Dylan Dog, resueltos con menos oscuridad, menos muertes, y dibujados en un estilo más luminoso, más amistoso. Veamos qué hay ahí adentro. La primera aventura es la que generaba mayor expectativa, por estar a cargo de dos autores fundamentales para entender los últimos 50 años de la historieta italiana: guion de Tito Faraci, dibujos de Giorgio Cavazzano. El dibujante sale más que victorioso (y el color es muy lindo), pero el guion la verdad que está por debajo de la línea de pobreza, muy lejos de lo esperado. La segunda historia tiene un guionista menos conocido (Lorenzo Bartoli) y unos dibujos majestuosos de ese genio que es Massimo Carnevale, acá en un tono distinto al habitual, como si tratara de fusionar a François Boucq con Juan Bobillo. El resultado son 32 páginas con un guion simpático, con giros impredecibles, y un nivel en lo visual que justifica totalmente la compra del libro. La tercera historia es la más delirante, la que menos encaja en el molde de las típicas aventuras del investigador de lo oculto, escrita por Bruno Enna y -también- dibujada y coloreada de manera muy atractiva y muy disfrutable por Fabio Celoni. No es una gema, pero está muy bien. Y cerramos con una historia escrita por Giovanni Gualdoni que se ajusta demasiado al molde de Dylan Dog, de modo que casi no hay margen para la comedia. Pero es un muy buen guion, jodido, espeso, que logró ponerme nervioso. El dibujo es alucinante: es el maestro Corrado Mastantuono, especialista en climas oscuros y ominosos, en un experimento loquísimo por cambiar su línea y dibujar en un estilo semi-funny, tipo Feliciano García Zecchin en 4 Segundos, como para ubicarlo fácilmente. Lo más insólito es que le queda perfecto. Incluso a años luz de su estilo habitual, Mastantuono nos regala unas páginas realmente formidables. Y hasta acá llegamos. Gracias por el aguante y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog. Ah, el miércoles a las 22:30 hs hay Agenda Abierta en el canal de YouTube de Comiqueando, por si me quieren acompañar un rato.

martes, 23 de enero de 2024

MARTES MORTIFERO

Acá estamos de nuevo, con tres libros listos para reseñar. Empiezo con una breve mención para el Vol.11 de El Escorpión... sí, conseguí el puto Vol.11 en tapa blanda, después de buscarlo siglos y siglos. Me acordaba bastante de la trama, a pesar de que el tomito anterior lo leí un lejano 22/09/15, y por suerte el guion de Stephen Desberg tira bastantes pistas de lo que pasó antes, sin caer en una recapitulación detallada ni mucho menos densa. El Escorpión es, sobre todo, una historieta dinámica. A veces (como en este librito) la aventura pasa a un segundo plano y el protagonismo se lo lleva la rosca político-religiosa, pero siempre pasan cosas impactantes y el ritmo de la narración es ágil y ganchero. Acá además de la intriga palaciega tiene mucho peso el componente sentimental, porque a Armando "se le junta el ganado" y tiene que decidir con cuál de sus dos mujeres se va a quedar. Desberg se revela como un diestro guionista de telenovelas y genera una tensión muy interesante en torno a este punto. El Vol.12 es el final de este arco, y como un gil no me lo compré en España, porque no me acordaba que tenía el 11 sin leer. Y también es el último tomo con dibujos del glorioso Enrico Marini, cuyo trabajo en estas páginas es motivo más que suficiente para comprar el álbum. Todo el apartado gráfico es magistral, pero además está todo puesto al servicio del relato, no es Marini canchereando ni robándole la atención del lector a la historia que cuenta el guionista. Son dos narradores del carajo en perfecta sincronía, y por eso esto funciona tan bien. Ni bien pueda salgo a la caza del Vol.12, así cerramos como corresponde esta magnífica serie.
Me voy a EEUU, a leer seis números más de la serie regular de Astro City que publicó Vertigo durante la década pasada. Lovers Quarrel es el Vol.12 en la colección de trade paperbacks (la antigua, hoy ya hay una nueva donde se reordenó todo) y ofrece como plato principal la saga homónima, cuatro episodios protagonizados por Quarrel y Crackerjack. A un ritmo pachorro, pero sin aburrir jamás, Kurt Busiek aborda un tema central en el mundo de los superhéroes: qué pasa cuando los personajes que son humanos sin superpoderes empiezan a envejecer. Quarrel y Crackerjack son una pareja de justicieros enmascarados que comen sano, tratan de descansar bien y dejan la vida en cada entrenamiento para estar siempre listos para saltar, trepar, caerse y pelear, a veces en pie de igualdad con tipos y minas con poderes alucinantes. Pero ellos no tienen poderes, son simplemente una mina y tipo con habilidades y reflejos muy trabajados... que en algún momento, ya pasados los 40 años, empiezan a perder. Los golpes duelen más, las heridas tardan más en curarse, y son más frecuentes, porque ya no están tan afilados como para salir siempre enteros de los combates en los que participan. Lovers Quarrel explora todos esos cambios, y cómo además cambia irremediablemente la forma en que los personajes se vinculan con una actividad de riesgos tan altos como la de ser justicieros enmascarados. Todo esto contado con el máximo realismo que se le puede pedir a este género, grandes diálogos y excelente trabajo en el desarrollo de personajes, a los que sentimos absolutamente humanos y verosímiles. Complementa la historia de Sticks, el gorila baterista, que es entretenida y simpática, pero está contada en 48 páginas cuando daba para una historia corta, un complemento de 10 ó 12 páginas. Todo el libro cuenta con dibujos de Brent Anderson, siempre muy correcto. A Anderson le queda mejor el trazo más definido, más preciso, con más influencias de Neal Adams, que cuando opta por el trazo más fluido, más etéreo, más para el lado de Gene Colan. Por suerte mira más a Adams que a Colan, y además tiene buenos coloristas que lo respaldan. En la historia del gorila, se nota que Anderson lo dibuja copiando de fotos de distintos gorilas, con lo cual los rasgos del protagonista cambian bastante de una viñeta a otra, pero bueno, no es tan grave. Por los menos se nota que es un gorila, no parece un chabón peludo con dientes de hombre lobo como los gorilas que dibujaban en los comics de DC de los ´60. Y me parece que de acá me tengo que pasar a la colección actual de TPBs, la de Image, donde recopilan los números de Vertigo que solo habían salido en tapa dura, más los que nunca habian salido en libro, más los nuevos arcos argumentales. Hay que hacer un curso para leer Astro City en libro, lamentablemente, pero por suerte las historietas rara vez decepcionan.
Allá por el 14/02/19 me encontré en las páginas de una antología con un autor boliviano que llamó favorablemente mi atención: Armin Castellón. Y en 2023, en la Crack Bang Boom, me lo encontré vendiendo Mixtorieta, un hermoso álbum que recopila historias cortas que realizó en solitario, o junto a otra artista muy notable, Nicole Molleda. Ambos adoptan distintos estilos gráficos para cada historia corta, con lo cual al hojear el libro pareciera una antología en la que participan siete u ocho autores distintos. Pero no, son Armin y Nicole probando distintas líneas, distintas formas de armar la página, de trabajar el color, etc.. El resultado es muy interesante, al punto que las ocho historietas de la antología me gustaron. Las dos del final, dibujadas por Castellón en blanco y negro, son increíbles. Son trabajos de un autor maduro, sólido. En Juego de Niños muestra una estética parecida a la de ZeroCalcare, mientras que en Monstruos se zarpa con la aplicación de las tramas mecánicas como si fuera Sean Murphy o Nicolás Brondo. El nivel es realmente bueno en todo el libro y re vale la pena tenerlo, o por lo menos sumar a Armin Castellón y Nicole Molleda a la lista de autores bolivianos a los que conviene seguir de cerca, para disfrutar de su creatividad, su talento y su solvencia en el arte de narrar historietas. Ojalá pronto caigan en mis manos nuevos trabajos de cualquiera de los dos. Nada más, por hoy. Mañana, paro general en defensa de tu país. Nos reencontramos pronto.

sábado, 20 de enero de 2024

VOLVER AL PASADO

Ustedes no se acuerdan porque capaz que ni habían nacido, pero hubo un tiempo en que había libros de historieta argentina en los kioscos. Casi todos eran de Ediciones de la Flor, que recopilaba páginas de humor y tiras cómicas de Caloi, Quino, Fontanarrosa... pero también Columba cada tanto te mandaba un libro de Nippur, y De la Urraca sacaba libros con material de Trillo y Altuna, Grondona White, Tabaré, Milo Manara... Después en los ´90, el circuito de kioscos perdió terreno frente a las librerías y ahí apareció con bastante fuerza Colihue, que te sacaba libros de Oesterheld, Breccia, Solano López, Nine, Lalia... O sea que uno asociaba al libro con un lugar de privilegio, reservado a autores y obras de prestigio. Un punto de llegada. En esas mismas décadas (´80 y ´90) los chicos que querían ser historietistas hacían sus primeros palotes en los fanzines, revistitas baratas, de circulación limitada. Casi todos tenían entre 40 y 80 páginas, en formato antología, es decir, con historietas cortas de distintos autores. Prácticamente ninguno se planteaba sagas largas, porque nadie sabía con certeza cuándo salía el número siguiente, entonces pensaban las historias en seis páginas, ocho, doce a lo sumo. Número a número de cada fanzine, veías cómo mejoraban estos principiantes y cómo algunos sacaban chapa de "jóvenes promesas". Incluso vimos cómo muchas de esas promesas se cumplieron. Hoy, los libros son igual de difíciles de producir, caros de imprimir y requieren la misma cantidad de saberes y recursos aplicados a la logística, la distribución y la venta que hace 30 años. Sin embargo, por lo menos en Argentina, no son más el punto de llegada. También pueden ser el punto de partida. Por algún extraño motivo, chicos que recién empiezan, a los que les falta muchísimo rodaje, están apurados por publicar su mega-obra en libros voluminosos que -lógicamente- terminan por editar ellos mismos (sin experiencia ni conocimientos previos) porque las editoriales no apuestan por sus obras. Justo esta semana me topé con dos ejemplos de esto. Al Ocaso en Buenos Aires es una ambiciosa novela gráfica de Manuel Boyero de 170 páginas. El libro tiene varios problemas en el aspecto técnico, pero lo más impactante es la bajísima calidad del dibujo. Boyero tiene buenas ideas para sorprender con la puesta en página, pero el dibujo me resultó impenetrable. Las limitaciones en la anatomía, en la gestualidad de los personajes, en cosas tan básicas como la perspectiva, la indefinición en materia de entintado, ese ir y venir caótico entre plumín, pincel, aguadas, claroscuro, esfumados, témpera blanca... hasta páginas a color tenemos en Al Ocaso en Buenos Aires, en una búsqueda frenética por una identidad gráfica que Boyero no encuentra nunca, porque no domina ninguna de las técnicas que ensaya. Este es un caso emblemático, de un chico al que nadie le dijo "no, flaco, te falta un montón. No te tires a la pileta con un libro, que te vas a quemar". Boyero está para colaborar en fanzines durante varios años, mientras mejora su dibujo que -repito- acá se ve muy precario. Pero le ganó el apuro por ver su libro publicado y la verdad que el resultado no lo posiciona ni cerca del status de "joven promesa". Ojalá se tome un tiempo antes de ofrecernos nuevas historietas y lo haga en dosis más pequeñas, con menos ambición y más consistencia.
Otro que apareció de la nada y se autoeditó un libro de 140 páginas es Luciano Villar, un muchacho que cuenta en el prólogo del libro que aprendió a dibujar en su casa, mirando tutoriales en YouTube. Nadie le dijo "no, flaco, andá a estudiar con un profesor", y así tenemos un trabajo llamado Buscando la Verdad, donde el dibujo adolece de todos los problemas típicos de los principiantes que antes veíamos en los fanzines. Anatomía y perspectiva son los rubros más flojos en un trabajo que no me convenció en absoluto, aunque tiene bastante menos ambición que Boyero y se mete en menos berenjenales a la hora del entintado. Villar narra una historia autobiográfica, en la que un flaco de casi 30 vive la clásica vida de los "jóvenes a la deriva", atravesado por un vacío existencial que lo angustia y lo atormenta. A lo largo del libro sale a buscar respuestas trascendentales a lo que le pasa y finalmente las encuentra en una religión cristiana, pero no católica (creo que es adventista). La historia es un gigantesco panfleto en favor de la fe en Dios, o sea que si no sos creyente te puede resultar un pijazo infumable. Por suerte hay escenas en las que Villar le mete imaginación a los conflictos, y los ilustra de modos originales y visualmente gancheros, más allá de sus obvias limitaciones a la hora de dibujar. Nada, no me quiero ensañar con estos pibes a los que no conozco y en una de esas son macanudísimos. Pero quiero dejar sentado que -por lo menos desde mi óptica- estos libros no deberían existir. Soy fan de los fanzines, y por supuesto desde que empezó este milenio también de los blogs, el behance y todas esas instancias de publicación digital que nos permiten ver trabajos de autores que recién empiezan. Para mí, el libro es otra cosa. No quiero ver palotes de pre-escolar en un libro caro, pesado, que ocupa mucho espacio en la biblioteca. Ese material tiene que mostrarse, si no queda otra, en otro tipo de publicaciones. Porque si no, se nivela para abajo, y eso no le sirve a nadie. Prefiero volver a ese pasado en el que había un fulbito de potrero y una Champions League bien diferenciados.
Para sacarme la amargura del paladar, le entré a 22-26 el segundo librito de historias cortas de Tatsuki Fujimoto, el consagrado autor de Chainsaw Man (el anterior lo vimos el 11/12/23). Acá, ya un poquito más maduro y más afianzado como narrador, Fujimoto levanta bastante la puntería. La primera historia, la de las sirenas, se me hizo un poco larga al pedo, pero las ideas están buenas y tiene momentos muy interesantes. La segunda historia fue, definitivamente, la que más me impactó. Acá el autor se concentra en dibujar básicamente rostros y cuerpos vistos muy de cerca y con pocos detalles, casi sin darle pelota a los fondos. Y cuenta una historia donde las emociones y los diálogos sostienen una estructura dramática muy ganchera. "La enfermedad que te convierte en chica" es una montaña rusa en la que te reís, sufrís, te agarrás la cabeza al grito de "¡No puede ser! ¡Te estás yendo al re-carajo!"... y todo en 45 páginas. "Nayuta la chica de la profecía" es, lejos, la mejor dibujada de estas cuatro historietas. También parte de una premisa muy atractiva y tiene momentos que me pusieron muy nervioso. Hay épica, hay costumbrismo, hay un contraste muy logrado entre escenas tiernas y cómicas y escenas truculentas, y por ahí lo que menos me cerró fue el final, que tampoco es un desastre ni mucho menos. Y finalmente, "Hermanas" es casi un chiste largo, una comedia muy dinámica, con algún momento más tenso, pero en general muy basada en los diálogos y en la interacción entre dos personajes muy bien logrados. Acá lo vemos a Tatsuki ensayar un trazo más adusto, como si quisiera esconder su virtuosismo, o como si quisiera reproducir algo de esa síntesis de la que hace gala en sus mangas Kiriko Nananan. El balance es muy bueno, me animo a recomendar 22-26 incluso a quienes no entrarían nunca al paco de Chainsaw Man. Nada más, por hoy. Prometo de acá en más muchas menos reseñas de historieta argentina y más material de Europa, Japón, Estados Unidos y otros países de Latinoamérica. Gracias por el aguante y nos reencontramos pronto.

miércoles, 17 de enero de 2024

NOCHE DE MIERCOLES

Hoy sólo dos reseñas, pero bueno, algo es algo. Empiezo en Italia, año 1996, cuando se publica un Almanacco Lupo Alberto dedicado al mejor personaje secundario surgido en la famosa historieta de Silver: Enrico La Talpe, un topo jodido como enema de chimichurri que comparte con Alberto y el resto de los bichos antropomorfos el entorno de esa granja sin seres humanos. El libro recopila varias planchas de Lupo Alberto en las que el protagonismo (o por lo menos los roles destacados) recaen en Enrico, su esposa Cesira y Silvietta, la joven pajarita a la que el topo se quiere voltear. Acá descubrí al Silver de los ´80, que dibujaba mucho más que en los ´90. Yo lo conocí en esa década, cuando su estilo ya había logrado un punto de síntesis que lo emparentaba con Massimo Mattioli y con Charles Schulz, capos totales de una línea finita y poco generosa en materia de detalles, aunque muy expresiva. El Silver anterior, al que nunca había visto, hace gala de un trazo más cargado, casi para el lado de Walt Kelly, Robert Crumb o el mejor Angeli. Una bestia fuera de control, que además maneja muy bien el tempo narrativo de la tira y la aplicación de los grises. Además de esas páginas de Silver, el libro ofrece varias historietas protagonizadas por Enrico La Talpe (algunas se publicaban por primera vez en el Almanacco) a cargo de otros autores. Casi todos los guiones son de Francesco Artibani y el dibujante con más presencia es Giacomo Michelon, que se parece muchísimo al Silver de los ´80, aunque más dotado para meter muchos más elementos en cada viñeta, incluso en las más pequeñas. Ni hace falta aclarar que se trata de historietas cómicas, con gags pasados de rosca en materia de violencia, a veces con una ironía muy filosa, otras con un humor más para el lado de la clásica tira de los diarios norteamericanos y otras un poco más resueltas por el absurdo. Nada, rarezas que uno lee para explorar, y que si bien en Italia son populares, fuera de la península son menos que una nota al pie. Pero me re-gustó, eh? Me reí bastante y los dibujos me parecieron maravillosos.
Pero vamos a lo grosso. Me liquidé en dos sentadas las 376 páginas de Walicho, el nuevo libro de Sole Otero, recientemente publicado por Salamandra. Me encontré con un comic sencillamente brillante, de lo mejor que se publicó en 2023 a nivel global. Una verdadera cátedra de una autora que pega saltos exponenciales entre un trabajo y el siguiente y no permite avizorar un techo para su crecimiento. En esta verdadera obra maestra, Sole arma una trama compleja de misterio sobrenatural que abarca varias generaciones, y la trae a Buenos Aires, a algún lugar del conurbano. Los personajes hablan un argento perfecto, hay una sintonía finísima en los diálogos, sobre todo de los personajes jóvenes. Después, en el fragmento en el que se habla castellano clásico (con "vosotros" y esas cosas) aparecen algunas pifias, pero en todo el tramo que transcurre en el presente es asombroso el nivel de los diálogos. Hay, además, muy buena construcción de personajes, una decisión muy acertada (y bancada a lo largo de todo el libro) de insertar los elementos fantásticos en un contexto de costumbrismo que muchas veces nos hace verlos (y tratar de entenderlos) desde una óptica más cercana a la comedia que al drama... aunque Walicho no deja nunca de ser una historia dramática. Rápidamente te cae la ficha de que esos elementos que se repiten en las distintas historias no son casualidad: es Sole contando una única historia, pero segmentada para poder abordar la trama desde ópticas distintas y en momentos distintos de la historia de los personajes. Un andamiaje narrativo complejo y cautivante, como se ve en las grandes obras de la literatura. Como en toda obra de semejante cantidad de páginas, hay escenas estiradas, y hasta escenas que podrían no estar. Pero la verdad que gráficamente está todo tan bien presentado que mejor no sintetizar, ni sacar nada de lo que hay. Otero experimenta con la puesta en página, con el color, tiene páginas sin zanjas y otras con, secuencias enteras basadas en el manejo del lenguaje icónico (no verbal) que sólo existe en la historieta y encuentra distintas formas gráficas de meterte en la cabeza de los personajes y en el núcleo de la trama. Como en Naftalina, tenemos esas figuras grandotas con las cabezas chiquitas, que ya son una marca registrada de Sole, pero en Walicho todo es más plástico, más dinámico. En algún momento del libro, uno de los personajes menciona a Mariana Enríquez, y me cerró muchísimo, porque algo del clima de Walicho se vive también en los cuentos y novelas de esta increíble escritora argentina. El tema de traer al barrio el misterio y la oscuridad, esos detalles de la realidad cotidiana que hacen más creíble a la ficción, están presentes también en la obra de Otero y le aportan a Walicho parte del encanto que lo hace irresistible. De verdad, entré a este libro con expectativas muy altas y me topé con un relato magistral, muy por encima de lo que yo esperaba. No alcanzan las palabras para recomendarlo. Y nada más, por hoy. Si todavía no pasaste por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ a descargar la Comiqueando Digital, no seas ortiva y contribuí con unos pesitos a que sigamos generando contenidos gratuitos y de calidad. Si ya la descargaste, mil gracias. Nos reencontramos pronto, acá en el blog.

domingo, 14 de enero de 2024

DOMINGO VARIADITO

Hoy tengo para reseñar publicaciones muy distintas entre sí. Veamos con qué nos encontramos. Empieza en Estados Unidos, año 1983, cuando la ignota editorial Nautilus Dreams publica una ambiciosa antología llamada Voyages en un formato de álbum europeo, con 90 páginas y portadas en cartulina. Ya desde la portada de Frank Brunner nos llama la atención el diseño de una guerrera tan parecida a Angela, que si la ilustración fuera mía, le habría metido un juicio (otro) a Todd McFarlane. En el interior del álbum brilla el imposible Alex Toth con 21 páginas del que probablemente sea el trabajo más raro de su larga y gloriosa historia. Un delirio en el que su personaje emblemático de los ´80 (Bravo for Adventure) es una excusa para dibujar lo que al prócer se le da la gana, experimentar con la línea y dar cátedra de recursos narrativos. Después de eso, todo lo demás deja gusto a poco. Hasta unas paginitas a todo color de Howard Chaykin realizadas con técnicas pictóricas muy avanzadas para la época. Hay historias cortitas de Charles Vess, una de Rick Geary bastante bien escrita, están también Lela Dowling y Trina Robbins (con historias bastante del montón), hay un artículo acerca de la obra y las técnicas de P. Craig Russell, y lo que más me gustó (fuera de lo de Toth) es una historieta mucho más poética que narrativa a cargo de Jay Muth, apenas tres páginas en las que las imágenes me remitieron a los videoclips de Fleetwood Mac protagonizados por Stevie Nicks. No mucho más. No sé si hubo más entregas de Voyages, o si esta fue debut y despedida. Pero es una rareza en el panorama del comic yanki de los ´80, y la atesoro como tal.
Por fin le entré al tercer y último tomo de Indigno de Ser Humano, el mejor manga que leí en 2023 (y estas semanitas de 2024). En esta adaptación de una famosa novela de Osamu Dazai me encontré con el mejor Junji Ito que vi en mi vida, un autor que -sin resignar su impronta gráfica personal- vuelca toda su capacidad narrativa para ponerse al servicio de un relato que le es ajeno. Este último tomo también tiene sacudones imprevistos, escenas de un nivel estremecedor de crueldad y sordidez, momentos en los que estos turros te hacen sentir empatía y compasión por personajes abyectos y despreciables, grandes diálogos y garches subidos de tono. El dibujo de Ito es realmente exquisito, por momentos más adusto, pero cuando encuentra la ocasión, se hace suntuoso, barroco, sobrecargado de una magia imposible para los detalles y las texturas. Acá el horror y la demencia son tan importantes como en las otras obras de este autor, pero pasan por otro lado, y felizmente Ito lo entiende y encuentra nuevas formas de graficar y transmitir esas sensaciones. Recomiendo enfáticamente este manga, porque es realmente una gema, jugada, adulta, conmovedora y muy bien editada por Ivrea.
Y me queda para comentar la antología Match (20 historias de citas) que arranca desde el inframundo, en -10, por estar publicada con el logo de Dunken, la editorial más horrible y trucha del universo, el peor ejemplo de lo que se llama "vanity press", garantía de pésima distribución, pésima difusión, un curro liso y llano pensado para esquilmar a autores que están hartos de rebotar con sus obras por otras editoriales más serias y prestigiosas. Esta antología coordinada por Leila Kovacs (colorista del libro reseñado el 12/03/22) tiene una consigna ganchera, y dos problemas muy notorios: 1) el nivel MUY desparejo de los dibujantes, y 2) la decisión ilógica de meter 20 historietas en 110 páginas, lo cual hace que todas sean excesivamente cortas (la más larga tiene seis páginas). Es imposible pretender que autores en su mayoría nóveles (o muy jóvenes) narren una buena historia en cuatro o cinco páginas, con lo cual hay muy poquito para rescatar en materia de guiones. Apenas uno de los guiones de Kovacs (Amantes Invisibles), el de Lenm y el de Pablo Turambar se destacan en un contexto de una pobreza tan alarmante como inevitable. Por suerte en el rubro dibujos hay un nivel bastante más interesante. Hay un muy buen trabajo de El Toreh, cuatro páginas muy logradas de Enri Santana, tres paginitas de Dolores Alcatena en las que el color ayuda muchísimo, un interesante Gonzalo Aquino (muy influenciado por Salvador Sanz, pero con gran potencial), un impactante laburo de Ignacio Vega (mas ilustrador que historietista, pero de innegable talento), y otros tres autores a los que no conocía y me parece que van muy bien encaminados: Pablo Murias, Daviana Saavedra y Pahito. Ya había destacado la labor de Lenm (Luisina Módica) como guionista, y además sus cuatro páginas están muy bien a nivel dibujo, narrativa y color. Gran trabajo de esta joven revelación que este año surgió con todo. Ojalá muchos de estos chicos y chicas logren continuidad en el medio y muy pocos tengan que volver a publicar a través de Dunken. Nada más, por hoy. Muchas gracias a tod@s l@s que descargaron la Comiqueando Digital en https://comiqueandoshop.blogspot.com/, y quienes no lo hicieron, todavía están a tiempo de llevarse un contenido realmente premium por muy poca plata. Nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.

viernes, 12 de enero de 2024

BESTIAS DEL HUMOR

Sigo con las últimas lecturas de material de autor@s argentin@s aparecido en 2023. Ya me falta muy poco, de verdad. Sobre el final del año salió el Vol.4 de La Caja, la colección que recopila las viñetas humorísticas que Esteban Podetti sube todos los días a las redes. Esta vez vino un libro bien power, con 180 páginas que traen chistes de punta a punta. Esto es realmente brillante, es Podetti en medio de su etapa imperial. Ya no extraño al Podetti que contaba historias en páginas con secuencias de varias viñetas, ya me hice demasiado fan de este Podetti como para querer a algún otro. Con este tomo de La Caja me reí mucho, muchas veces, incluso con chistes que había leído hace relativamente poco en las redes y de los que me acordaba perfectamente. Pero el libro está genial para ver cómo se repiten ciertos temas, cómo Podetti ensaya variaciones sobre los temas que más le interesan: payasos, verdugos, instituciones que ponen sus carteles en la puerta de sus respectivas sedes, sexo, animales, sexo con animales, la agenda progresista, las redes sociales... con distintos niveles de incorrección y de transgresión, pero siempre con una mirada muy afilada y un timing muy efectivo para los diálogos. Yo creo que si con este libro no te hacés fan de Podetti, ya está, nunca te vas a hacer fan de Podetti. Acá hay un nivel realmente muy alto, en los chistes e incluso en el dibujo, que se enrola intencionalmente en una estética feísta, pero que funciona perfecto para que el impacto del humor pegue donde tiene que pegar. Otro libro del 2023 que recomiendo a full.
También en 2023 tuvimos el increíble ojete de que, por primera vez en la historia, se publicara en Argentina un libro de Laerte, una autora brazuca de primerísima línea, que en los ´80 y ´90 era u autor brazuca de primerísima línea. Yo tuve la suerte de conocerlo personalmente en 2011, cuando empezaba su transición hacia ser mujer, pero ya era fan de Chiclete con Banana y todas esas revistas alucinantes en las que Laerte publicaba (en Brasil) desde la segunda mitad de los ´80. Ahora la editorial Loco Rabia publicó Manual del Minotauro, otro libro bien voluminoso, con más de 200 páginas (más de 400 tiras) que -supongo- salieron originalmente con periodicidad diaria, en algún medio importante del Coloso de Sudamérica. La sobredosis de material que ofrece este libro está buena para varias cosas. Para maravillarse con el dibujo de una bestia que maneja una asombrosa variedad de estilos y para descubrir que el humor de Laerte es imposible de encasillar. Acá aparecen ideas que podrían aparecer en Macanudo, o en la tira de Rep, y otras (muchas) que sólo las podía graficar alguien que haya llegado a un nivel de abstracción y de delirio como el que alcanzó Laerte en su madurez. Hay chistes que no pretenden ser graciosos y otros que te arrancan carcajadas. Hay reflexiones sesudas, hay disparates totalmente absurdos, chistes meta, personajes que (como en las tiras de Rep y Liniers) se vuelven recurrentes y regresan una y otra vez, y sobre todo una sensación de inmensa libertad. Laerte te subraya todo el tiempo que esta es su tira y hace lo que se le canta el orto. Acá tenemos a una autora libre de toda atadura, excepto la del propio formato de la tira, que evidentemente Laerte entiende y aprovecha al máximo. Esto es una montaña rusa: cada tira encierra una sorpresa, ya sea por el lado del dibujo, de la forma en que está armada la secuencia (o el reemplazo de la misma por una única imagen), o de lo que Laerte le hace decir o hacer a los personajes. Y además es una montaña rusa para adultos, porque hay temas picantes, temas filosóficos, políticos, metafísicos, obviamente temas sexuales... mezclados con las tiras más graciosas, las oníricas, las fantásticas, las que no tienen ningún sentido, etc. Un libro poderosísimo, ya sea para descubrir a Laerte o para reencontrarse con ella si eras fan suyo en la época en la que fue uno de los artífices de esa maravillosa renovación que experimentó la historieta brasilera a mediados de los ´80. Ojalá esto venda fortunas y alguien se anime a traducir al castellano y recopilar aquellos gloriosos quadrinhos del Laerte ochentoso.
Y ya fuera del campo del humor y sus aledaños, quería dedicarle unas líneas a La Señora del 5ºC, una historieta corta (24 páginas) escrita y dibujada por Dolores Alcatena, publicada por Deriva en su ya clásica colección de revistas parecidas al comic book pero con tapas más chetas. Me gustó mucho la idea, y la forma en la que está desarrollada. Es una historia de realismo mágico, teñida de nostalgia, con la fantasía y la alegría que asociamos a los días felices de la infancia. Y está muy bien contada, con buen ritmo, buenos diálogos, buenas secuencias mudas. Es un relato claro, conciso, y con la ambigüedad justa que requiere el realismo mágico para funcionar. No debe haber sido fácil para una autora acostumbrada a los relatos mucho más extensos, pensar y planificar una historia de 24 páginas con esta solidez. El dibujo me gustó un poco menos que el guion, principalmente porque me parece que a Dolores todavía le falta un poco para que le quede bien el experimento de combinar distintas técnicas de entintado. En estas páginas hay una mezcla de pincel y plumín de trazo finito, mancha negra y crosshatching minucioso, que -para mi gusto- no queda bien. Yo iría por una sola técnica, preferiblemente la del claroscuro, hasta dominarla a fondo. Aún con esos "peros", La Señora del 5ºC es una historieta muy atrapante, satisfactoria y -sobre todo- promisoria. Hasta acá llegamos por hoy. Le meto pilas a las lecturas pendientes, a ver si puedo volver a postear pronto, acá en el blog. Y para quienes quieran leer más, siempre está la posibilidad de descargar por muy poquita plata algún número de la Comiqueando Digital en https://comiqueandoshop.blogspot.com/, lo cual (como siempre digo) ayuda un montón a que siga girando la rueda. Gracias y buen finde.

martes, 9 de enero de 2024

MARTES PEGAJOSO

Mientras soporto estoicamente un clima pegajoso, pesado y agobiante y un gobierno fascista, pesado y agobiante, tengo un ratito para comentar las últimas lecturas. Arranco en Francia, año 2007, con el Vol.4 de Le Bestiaire Amoureux, libro que compré sin advertir que era el Vol.4 de una saga. De todos modos, se entiende perfecto, no hace falta haber leído los tres anteriores para engancharse. Sólo tenés que saber (o deducir) que Fernand es el protagonista de los seis álbumes de la serie Grand Vampire, que acá reaparece como personaje... no sé si secundario, pero seguramente no como figura central. Como su nombre lo sugiere, Le Bestiaire Amoureux es una historieta romántica. Y si bien los protagonistas son vampiros, licántropos y monstruos varios, la trama gira en torno a amores y desamores y se desarrolla (como las historias de amor del mundo real) mediante charlas, paseos y momentos de mayor intensidad que van del beso romántico a la noche de sexo desenfrenado. Por suerte esta es una obra de Joann Sfar, maestro en el arte de encajarte chotocientas páginas de gente que habla y habla, sin aburrirte en ningún momento. A veces son páginas con muchas viñetas chiquitas, en las que los globos de diálogo le arrebatan el protagonismo al dibujo, pero también hay secuencias mejor equilibradas. Sin dudas lo más interesante es el desarrollo de los personajes, construidos por Sfar para lograr que los lectores (y lectoras) nos identifiquemos con alguno de ellos, con sus vivencias, sus miedos, sus inseguridades, sus pasiones, aunque ninguno de los que estamos de este lado del papel nos alimentemos de sangre humana ni nos transformemos en lobos. No hace falta ser un freak ni un adicto a los misterios de la vida noctámbula para que te den ganas de compartir aunque sea unas horas, una fiesta de música gótica, con Richard, Edmundo, Aspirine, Josecine, el patito y el resto de los amigos y amigas de Fernand. Le Bestiaire Amoureux te transporta a ese mundo crepuscular de un modo muy atractivo, que lo hace sentir muy real, muy cercano, con diálogos afilados, chistes bien puestos y garches memorables. Amor en un mundo de terror, con personajes de raíz fantástica pero contados en clave muy humana y muy creíble por un Sfar que dibuja como los dioses, complementado de manera magistral por los colores de Walter, genio de los genios con un manejo tan zarpado de las distintas técnicas, que por momentos parece un comic de Richard Sala coloreado por él mismo. Ahora quiero los otros tomos de esta colección...
No se puede cerrar el relevamiento de las historietas argentinas aparecidas en 2023 sin reseñar aunque sea una obra de la dupla mágica integrada por Eduardo Mazzitelli y Quique Alcatena. Esta vez la editorial Primavera Revólver fue la encargada de traernos una de las obras de los capos realizada para el mercado italiano (aunque no nos aclaran ni cuándo ni en qué revista tana se publicó): la muy lograda Los Cuatro Mundos. En la superficie, Los Cuatro Mundos es el relato de una guerra tremenda entre los pueblos del Fuego, el Aire, el Agua y la Tierra, con ejércitos imposibles, armas, criaturas y fortalezas deslumbrantes de las que sólo Alcatena puede imaginar. Pero con el correr de las páginas, Mazzitelli deja en claro que todo eso no sólo es menor: también es un chiste, o algo así. Lo importante, lo que al guionista realmente le interesa contar es la vida de Blaz Bodel, un hombre que se peleó con la guerra y ahora quiere otra cosa para su vida: paz, amor, sabiduría, los valores que en la guerra no tienen ningún valor. Entonces, Mazzitelli va a estructurar dos tramas en paralelo: la de la guerra, que se va a ir devaluando al ritmo de las runflas y las traiciones entre los reyes de los distintos mundos, y la de Blaz, que va a cobrar espesor e interés a medida que el personaje crece hasta quedarse con el protagonismo total en el último episodio. Para el final, ya querés que salga una secuela con nuevas aventuras de Blaz Bodel, en estos mundos o en cualquier otro. El libro incluye también una historieta autoconclusiva de la dupla, un buen relato de intriga palaciega con elementos fantásticos y esos clásicos textos de Mazzitelli que levantan un vuelo poético magnífico mientras enfatizan los dilemas morales por sobre la acción y la machaca. El dibujo de Quique, una gloria de principio a fin. Incluso si no sos fan de Alcatena y Mazzitelli, dale una oportunidad a Los Cuatro Mundos, que te va a gustar.
Y me falta hablar un poco de la reciente recopilación de Tacuara, una historieta que se había publicado en 2013 en las páginas de Fierro, con guion de Rodolfo Santullo y dibujos de Dante Ginevra. Ese es el gran problema de Tacuara: son los mismos autores de Malandras (ver reseña del 02/12/14), que es una historieta muy, pero muy superior. Tacuara no es chota ni mucho menos, pero no tiene ese humor inteligente y atrevido que despliega Santullo en Malandras, no sorprende al presentarse como una serie de episodios unitarios que luego se conectan entre sí para convertirse en una novela gráfica, y el dibujo de Dante no tiene esa expresividad genial que tenía sobre todo en los rostros. Malandras ofrecía acción, romance, pinceladas de comedia costumbrista... Tacuara no. Se trata de una historieta a grandes rasgos documental, apoyada en una excelente investigación por parte de los autores, pero no es más que eso. Y encima investiga a un grupo político tan ambiguo, con tantas contradicciones, que ni siquiera te puede bajar una línea clara a favor o en contra de lo que pensaban estos tipos... porque cambiaron de idea 200 veces en los 15 años que recorre la historieta. La trama tiene momentos tensos, momentos violentos, momentos shockeantes, o sea que no es sólo gente que habla y rosquea (como lo sugiere esa portada opaca y sin alma). Pasan cosas y algunas son bastante tremendas. Pero, como en todo relato centrado en la política, la rosca y la sanata van a quedarse con los roles principales. Tacuara está buena para aprender. Para que el que no tenía la menor idea de que en Argentina había existido este movimiento revolucionario se entere y -si le interesa- busque más información. Como historieta -repito, sin ser chota- no me parece que esté cerca de los mejores trabajos ni de Santullo ni de Ginevra. Esto mismo, firmado por Juan Carlos Nadie y José Random, seguramente me arrancaba un par de elogios más. Pero de Dante y Rodolfo cualquiera que haya leído Malandras espera mucho más de lo que te dan en Tacuara. Hasta acá llegamos. Ni bien tenga leídos un par de libros más, nos encontramos con nuevas reseñas, acá en el blog. Y si estás de vacaciones, con tiempo para leer algo bien power, no dejes de descargar la Comiqueando Digital en https://comiqueandoshop.blogspot.com.

sábado, 6 de enero de 2024

SÁBADO RIOPLATENSE

Sigo avanzando con las lecturas del material de autores argentinos publicado en 2023, pero antes, un libro de autores uruguayos del 2022 que me había quedado pendiente. Las Nuevas Andanzas de Vlad Tepes es una antología protagonizada por el despiadado vampiro creado por Silvio Galizzi, un personaje ya con bastante andadura dentro de lo que es el comic uruguayo contemporáneo. Este tomo ofrece un puñado de hermosas ilustraciones y nada menos que once historietas, todas escritas por Galizzi, junto a distintos dibujantes del país hermano. Hay un par que se me hicieron totalmente impenetrables por la escasa calidad de los dibujos, otras con cositas para rescatar y alguna que realmente me gustó. La primera historieta se me hizo un poco larga al pedo. La idea está bien, pero se estira más de la cuenta. Y el dibujante (Matías Soto López) es bastante desparejo: tiene viñetas realmente muy bien logradas y otras que no transmiten nada. No tengo pruebas para acusarlo de ladri pero -en general- cuando un dibujante combina viñetas buenísimas con otras mediocres, las mejores suelen provenir de ideas "encontradas" en historietas de otros colegas. La de la Guerra de Troya (dibujada por Pablo Fernández) es entretenida, sin ser genial ni memorable. Jiang Shi es otra muy buena idea estirada para que dure nueve páginas, cuando se podría haber contado en cuatro o cinco. El dibujo de Alejandro Rodríguez Juele es muy bueno, pero parece estar pensado para un comic a color. Publicado así, en blanco y negro, adolece de un cierto desequilibrio entre espacios blancos y masas negras. No descubro nada si afirmo que Maan House es un dibujante extraordinario, pero me parece que no está tan canchero en la narrativa gráfica como para encarar un relato de ocho páginas sin textos. El resultado es una sucesión de viñetas maravillosamente dibujadas, entre las cuales no fluye con naturalidad la historia que quiere contar Galizzi. Una vez más me encuentro con un trabajo de Martín Pouso (ver reseña del 05/08/23) en el que me impacta su manejo del dibujo, la expresividad de cuerpos y rostros, la aplicación de los grises... lástima que sobrecargue las páginas con tantos elementos, y encima decida no separar las viñetas con zanjas. Son cosas que complican (también al pedo) la fluidez del relato. Y no conocía a Navas, pero me resultó bastante sólido su trabajo, tanto en el dibujo como en el armado de las secuencias. Probablemente la mejor historia del tomo sea la que dibuja el siempre eficaz Guillermo Hansz, una versión deforme del clásico cuento de Caperucita Roja, con las dosis de sexo, violencia y mala leche que uno espera normalmente cuando se mete en un libro de Vlad Tepes. ¿Alcanza para recomendar el libro? Y, yo te diría que si no sos fan de Vlad Tepes, no empieces por acá.
Vamos con una rareza que nos dio la historieta argentina en 2023: Carnaval, obra de dos autores hasta hoy desconocidos (Diego Pagani y Mariano Pini), publicada por un sello (Mopa) del que tampoco conocía otros títulos. Se trata de un librito de 64 páginas muy bien impreso... pero que sólo ofrece 44 páginas de historieta. Entre este festival de páginas vacías de contenido, aparece una historia muy extraña, inquietante, sugestiva, que logró ponerme nervioso. Carnaval apuesta fuerte a lo sobrenatural, a cosas que no tienen (y probablemente no necesiten) ninguna explicación, y se propone retratar con una belleza freak y oscura un hecho también oscuro, entre trágico y grotesco. La idea es muy buena, el tono está bien logrado (para que te des una idea, le dan visos de poesía macabra a la letra de un tema de Sandro), el clima te logra meter a full en la historia... lo que no sé es si hacían falta tantas páginas para contar lo que cuentan Pagani y Pini. Por ahí en menos páginas, esto pegaba más fuerte. El dibujo también es raro, funcional a la atmósfera que pretende generar el guion, con un claroscuro extremo, primeros planos muy logrados, una narrativa clara y muchas imágenes que parecen tomadas de fotos, e integradas al dibujo mediante el truco de extremar el contraste entre unas masas negras poderosísimas y unos pocos espacios blancos. Cuando entran en juego el rojo y el "amarillo casi naranja", el dibujo se vuelve todavía más raro y más atractivo. Para ser una opera prima, la verdad que es interesante. Evidentemente estamos frente a dos autores que saben lo que quieren hacer y que se plantan en este medio con una voz y una impronta propias. Veremos con qué nos sorprenden en sus próximos trabajos.
Y cierro con una breve glosa para el séptimo librito de Roque & Gervasio, Pioneros del Espacio, la magnífica serie con la que varias veces por año nos deleitan los enormes Federico Reggiani y Ángel Mosquito. La última aventura publicada hasta ahora ("Las arenas de mis huesos") es una historia de amor con viajes en el tiempo, bombas atómicas, playas paradisíacas, letrinas que funcionan de manera extraña, monstruos alienígenas, mensajes tallados en soretes fosilizados y hasta militares buenos. La trama tiene (como de costumbre) giros impredecibles, diálogos brillantes y situaciones de truchada y corrupción que tienen mucho más que ver con nuestra vida cotidiana que con las clásicas aventuras de conquistadores espaciales. Todo esto dibujado con soltura por un Mosquito que parece resolver estas secuencias de taquito, sin la menor dificultad, casi sin romper nunca esa grilla de cuatro viñetas iguales separadas apenas por una línea negra. Esto es comedia de alto nivel, con acción, peligros, romance y una ciencia ficción distinta a todas. Una serie recomendable a niveles cósmicos. Nada más, por hoy. Gracias de nuevo a tod@s l@s que pasaron por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ a descargar el nº8 de Comiqueando Digital. Si todavía no lo hiciste, no lo dudes, que es papa MUY fina.

jueves, 4 de enero de 2024

JUEVES DE GLORIA

Ah, bueno... Tengo para reseñar tres libros y los tres son gemas del infinito... Así vale la pena. Empiezo por el más esperado: Inodoro Pereyra: Inéditos, un álbum en formato grande que rescata un montón de planchas del Renegáu que (andá a saber por qué) no se habían incluido en ninguno de los libritos recopilatorios que durante años republicaron (en un formato chotísimo) las historietas del glorioso Roberto Fontanarrosa. Acá hay material de todas las épocas, desde planchas bien setentosas hasta entregas del año 2006, cuando la enfermedad que se llevó al Negro ya no le permitía dibujar ni rotular las historietas. No sé si están bien ordenadas, me parece que parte de las planchas que aparecen en el capítulo titulado "1980" en realidad son de los ´70... pero por ahí son justo de la bisagra, del año 1980 o 1981, previas a ese estadío en la evolución del dibujo del Negro que asociamos con los ´80. Obviamente es MUY bizarro que de las 184 páginas que ofrece el libro sólo 80 sean historietas. Pero me imagino que si en las páginas pares también se hubiesen puesto planchas de historieta, el libro quedaría como muy saturado, muy abigarrado... lo cual en general no me molesta. La verdad, no sé si prefiero esto (un libro grande con infinitas paginas en blanco) o la otra mierda, el librito cuadrado con las viñetas remontadas. Creo que esto es mejor, o menos malo. Algunas de las páginas que no tienen historietas recuperan frases que Fontanarrosa soltó en alguna entrevista, que no están mal. Y el prólogo de Rep es exquisito. En cuanto a las historietas, ¿qué puedo decir sobre Inodoro Pereyra que ya no se haya dicho? Nada. Esto es una cima absoluta del comic humorístico, que no trascendió fuera de Argentina porque está escrito como hablaban los gauchos, porque acumula una infinidad de referencias a la coyuntura argenta de los años en los que se publicó y porque le pone mucho énfasis a los juegos de palabras que son imposibles de traducir a otros idiomas. El dibujo de Fontanarrosa cambia muchísimo entre las primeras planchas y las últimas y -para mi gusto- alcanza su punto más alto en la segunda mitad de los ´80, para empezar la cuesta abajo en los albores de este milenio. En un 2023 que tuvo mucho laburo en el rubro Rescate Editorial, la movida de Planeta, de recuperar TODO Inodoro Pereyra en tres álbumes, no puede ser menos que gloriosa. Ojalá hagan lo mismo con todas las obras del Negro, en este mismo formato pero con planchas de historieta en todas las páginas... o por lo menos en el 75% de las páginas.
Breve paso por Japón para comentar sensaciones que me dejó la lectura del Vol.5 de Innocent. Acá no sólo Shin´ichi Sakamoto nos propone un "time-skip", sino que durante casi todo el tomo el foco pasa a Marie-Joseph, la hermanita menor de Charles-Henri Sanson, protagonista de las dos secuencias más estremecedoras de este quinto tankoubon. Me pareció magistral la idea de Sakamoto de graficar con una muñeca de porcelana la escena (tremenda) en la que un adulto se coge a una nena de nueve años. Y hermosa la escena del garche entre Charles-Henri (que hasta ahora sólo se había sentido atraído por varones) y Marie-Jeanne. El resto, lo de siempre: intriga palaciega, crueldad, atrocidades, injusticias que una elite perversa y decadente comete con total impunidad, y el talento desmedido de Sakamoto y sus asistentes para ponerle belleza y vuelo poético al horror y al dolor. Este es un manga áspero en la temática y en la forma de abordarla y absolutamente cautivante desde lo visual, aunque avance lento y tenga mucho más desarrollo de personajes que trama propiamente dicha.
Finalmente vuelvo a Argentina para recomendar enfáticamente un libro fundamental, que creo que está en los Top Five de 2023 de tod@s mis colegas: La Gran Estaca, la primera novela gráfica del imposible Tony Ganem, a quien ya habíamos visto en historias cortas incluidas en distintas antologías. Ahora este talentoso hincha de Racing va por la gloria y se despacha con casi 180 páginas de una aventura vibrante, intensa, ambientada en una Buenos Aires de los años ´50 alucinada y poblada por personajes antropomórficos de un carisma arrollador. La Gran Estaca es una historia de ciencia ficción con mechas a lo Evangelion, con combates graficados como si fueran dibujos animados de las Powerpuff Girls, con personajes que tienen cada uno su personalidad y su background (como en la película Sing, que aprovecho para recomendar, ya que estamos) y con unos diálogos magníficos en los que Ganem reproduce de manera muy acertada ciertos giros del habla de los porteños de los ´50. Hay referencias a toda la cultura argenta de aquellos tiempos: el lunfardo, el tango, el futbol, el gobierno de Perón, el machismo que le negaba igualdad de oportunidades a las mujeres, cierta "normalización" de la joda nocturna en su versión extrema de falopa, escabio y descontrol... Y si bien uno no vivió esa época y la conoce más que nada por películas, novelas y relatos de padres o abuelos, se siente lo más real que puede sentirse un comic protagonizado por ovejas, gatos y chanchos. Creo que de todos los hallazgos que tiene La Gran Estaca, el más potente es la capacidad de Ganem para hacer queribles a los personajes. Me parece que ahí reside buena parte de la magia de esta historia zarpada en miles de aspectos. El dibujo es indescriptible, repleto de riesgos en el diseño de los personajes (¡y los mechas!), en la puesta en página (acá hay logros maravillosos y asombrosos) y hasta en la elección de la paleta de colores, que prescinde por completo del azul. Acá se ve una integración muy notable de elementos dibujados a mano con imágenes logradas con la computadora, y el resultado es un combo devastador entre una ambientación claramente retro y una estética muy moderna, hasta adelantada a lo que hoy suele verse en las historietas. Por ahí el hecho de que haya animalitos que combaten al mal adentro de robots te puede transmitir la idea de que se trata de una historieta para chicos. No te dejes engañar: no descarto para nada que un pendejito de 11 años lea La Gran Estaca y enloquezca de emoción, pero sin dudas se trata de una obra pensada para ser disfrutada plenamente por los adultos, que entienden los subtextos sociopolítcos de la trama y la línea que (con bastante sutileza) baja el autor. Obviamente cuento los días como un preso hasta que vea la luz el próximo trabajo de Tony Ganem, que con La Gran Estaca da la vuelta olímpica que nuestra querida Academia nos viene mezquinando desde 2019. Nada más, por hoy. No te olvides de pasar por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ y descargar la nueva Comiqueando Digital. Si nunca le diste una oportunidad, estoy seguro que este número te va a enganchar y vas a decir "¿esto era la Comiqueando Digital? Está buenísima, ¿cómo nunca la había leído antes?". Ahí te esperamos con 270 páginas de artículos inéditos, un episodio especial del podcast, dos videos exclusivos, mucha merca de gran nivel, de verdad. Mil gracias a l@s que ya la descargaron y nos reencontramos pronto, acá en el blog.

lunes, 1 de enero de 2024

DECIMOQUINTA TEMPORADA

Hoy se cumplen 14 años (casi una vida) desde el día en que empecé con este blog. Desde entonces cambió prácticamente todo, excepto que yo sigo adelante con este blog. Ya casi no hay espacios de este tipo, y si hay, a nadie le importan en lo más mínimo. Por eso lo primero que se me ocurre (antes de cualquier tipo de festejo) es preguntarme si tiene sentido seguir con este proyecto a lo largo de una decimoquinta temporada. Podría tranquilamente no hacerlo más, porque la verdad que no le debo nada a nadie. Las novedades que con enorme generosidad me hacen llegar editores y autores, las podría reseñar en el sitio de Comiqueando, o en el Podcast, que son espacios mucho más visitados, de mayor visibilidad dentro del medio. Y encima el blog ya no funciona tanto como un registro personal de qué leí y qué no leí, porque estoy leyendo bastante en digital, y acá sólo hablo de lo que leo en físico. También estoy leyendo muchas revistas de comics (básicamente antologías europeas de los ´80), de las que tampoco hablo en este espacio, y revistas y libros SOBRE comics, que tampoco da para reseñar acá en el blog. Hace AÑOS (literalmente) que no miro cuánta gente lee lo que yo posteo. El único número que tengo a mano es el de la cantidad de suscriptores, y se mantiene bastante estable hace mucho tiempo. O sea que la repercusión de lo uno publica en este espacio me tiene MUY sin cuidado. Escribo acá básicamente para hinchar las bolas, porque me parece estimulante ordenar en la cabeza el kilombo que se me arma cada vez que leo un comic (o veo una película) y transmitirlo de la manera más coherente posible. No hay otra explicación. De vez en cuando, echo mano a algún párrafo que escribí acá y lo integro a algún artículo para la Comiqueando, o para algún otro medio, pero es algo bastante infrecuente, con una incidencia ínfima sobre el total de párrafos que llevo escritos para este blog. Así que la única función real que cumplen estas reseñas es el placer que me causa tomarme un rato un par de veces por semana para sentarme a escribir. Y, a veces, ver que editores y autores que encuentran reseñadas acá sus obras, comparten los links en las redes, como el pibe que viene orgulloso a mostrarle el boletín a los padres, porque "se sacaron buenas notas". Ese es todo el sentido que le encuentro a esta tarea. No creo que nadie vaya a comprar o no un comic porque yo lo recomiendo, no creo que nadie diga "che, este limado nos regala hace siglos sus reseñas, comprémosle dos veces por año la revista digital que publica", no espero que en los comentarios surjan debates que me enriquezcan ni a mí ni a nadie... es más una cuestión personal que cualquier otra cosa. Como hacerse la paja, pero más higiénico y menos placentero. Esto es algo que está, que se da por sentado, y que si hasta ahora no dejó de existir es porque probablemente nunca lo haga... o en realidad que se corte cuando yo me muera y no pueda tipear más.
Dicho todo esto, anoche terminé de leer (por segunda vez, lo había leído de prestado como 20 años atrás) Superman & Batman: Generations 2, del maesto John Byrne. Muy sintéticamente, el dibujo está un poquito por debajo de lo que mostró Byrne en la primera serie y bastante por debajo de lo que va a pelar en la tercera, que es -lejos- la mejor dibujada. Las aventuras en sí, tampoco son gran cosa. Están bien, cumplen, no mezquinan escenas potentes, pero tienen sentido en función de otra cosa, que es lo que hizo imprescindible a Generations: la construcción de un Universo DC alternativo, en muchísimos aspectos más atractivo que el Universo DC oficial. El concepto de Generations (contar historias de Superman y Batman que arrancan en 1939 y avanzan de a 10 u 11 años para mostrarlos en distintos momentos de los Siglos XX y XXI, con la posibilidad de verlos envejecer en tiempo real) es excelente, y está ejecutado de manera brillante. Esta segunda serie (lanzada en 2001) amplía el foco aún más, y además de Clark, Bruce, sus hijos, hijas, nietos, etc., tenemos bastante protagonismo para la Justice Society y distintos superhéroes que -en distintas épocas- pueblan de a poco este universo. Así, Byrne nos invita a armar un rompecabezas en el que cada pieza por sí sola difícilmente te parezca una maravilla, pero a medida que se completa el mosaico, no quedan más opciones que la ovación de pie, sostenida y sentida desde el alma de cualquier fan de los superhéroes. Cuanto más sabés de la historia del DCU (y de sus autores y sus contextos de producción) más te ceba Generations y más niveles discursivos le encontrás. Recomiendo mucho esta serie a los fans de Byrne y de DC, y me quedo con muchas ganas de volver a leer la tercera parte, de la que me acuerdo poquísimo. Nada más, por hoy. Me quedan algunas historietas argentinas del 2023 para leer, así que pronto vuelvo con eso. Gracias, feliz 2024 para tod@s, y acuérdense de pasar por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ a descargar la Comiqueando Digital.