el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 29 de mayo de 2023

LUNES DE CIENCIA FICCION

Tengo un par de libritos listos para reseñar y los dos van más o menos para el lado de la ciencia ficción. Veamos. Empezamos en EEUU, año 2003, cuando la efímera pero gloriosa editorial iBooks lanza The Best of Ray Bradbury, un recopilatorio de historias cortas que adaptan cuentos del legendario escritor, a cargo de un All-Star Squadron de autores de comics. No todas las adaptaciones me gustaron, algunas porque los cuentos originales me parecieron chotos y otras porque el traspaso de un medio a otro les jugó en contra. Pero hay gemas. Repasemos el tomo juntos. La primera historia cuenta con unos dibujos gloriosos de Richard Corben y el argumento es hiper-ganchero. Por ahí si en vez de extenderse 12 páginas se condensaba en ocho, el impacto era mayor, pero así como está, sin dudas funciona. La adaptación a cargo de Mike Mignola tiene el acierto de condensar el relato en 10 páginas... aunque dos de esas páginas tienen mucho texto. En general, está bien equilibrada, el dibujo del ídolo se luce bastante y la idea del cuento original (que es más metafórico que aventurero) está bien llevada al papel. La tercera adaptación, por el contrario, naufraga en su propia ambición literaria. Se ve que a Kent Williams y John Van Fleet les costó desprenderse del texto de Bradbury y les quedó algo poco historietístico, similar a un cuento ilustrado, donde por momentos se luce bastante el trazo de estos genios del comic pictórico y por momentos es todo medio un "WTF?", porque el relato secuencial funciona poco y a los tumbos. La de P. Craig Russell es otra adaptación que habría funcionado mejor en menos páginas. No me quejo, porque el dibujo es sublime, pero está estirada un poco al pedo. Probablemente la mejor adaptación del libro sea la de "Night Meeting", 12 páginas memorables a cargo de un Daniel Torres que le pone alma y vida a cada trazo, a cada pincelada de color, y logra mejorar un cuento que ya de por sí era excelente. "Picasso Summer", versionada por Van Fleet, también sufre el lastre de un exceso de texto, pero la trama es muy atrapante y el dibujo es fastuoso, así que se banca sin problemas. La siguiente, a cargo de Mark Chiarello, es una historia sin acción, basada en diálogos y climas, y no está mal, pero se me hizo un poco densa. La adaptación más larga del tomo tiene 14 páginas, en las que el maestro Dave Gibbons mete 16 viñetas chiquitas por página. Así crea un efecto similar al de agarrar un cuento y cambiarle los signos de puntuación. La trama en sí no es tan genial ni tan impredecible, pero la forma en la que la desarrolla Gibbons la hace increíblemente ganchera. En la siguiente adaptación Craig Russell se encarga sólo de la puesta en página y deja el dibujo en manos de un Michael Lark todavía poco experimentado (es un comic de 1995), pero al que ya se le notaba el talento para los climas, sobre todo los opresivos. Muy buen trabajo. Y ya sobre el final, primero tenemos una extrañísima y brillante colaboración entre Harvey Kurtzman y Matt Wagner, una historia 100% en joda, de gran atractivo visual. Después viene Jon J. Muth a emocionarnos con su versión de "The April Witch" (una historia básicamente romántica) y finalmente tenemos una adaptación que ni me calenté en leer: "The Foghorn", a cargo de un señor llamado Wayne Barlowe que se mandó unas ilustraciones preciosas, pero nunca se esforzó por integrarlas entre sí, en generar la famosa "solidaridad icónica" entre los dibujos, con lo cual todo parece un cuento ilustrado, con masacotes de texto que pisan parte de las hermosas imágenes. No es lo que a mí me interesa leer, sorry. Pero bueno, busqué muchos años este libro, y ahora que lo tengo y que lo leí, le levanto el pulgar a la selección de historietistas, a la labor de casi todos ellos y me pregunto cómo carajo esto no se editó nunca en Argentina, donde Ray Bradbury tiene hordas de fans. A todos ellos, les recomiendo este hermoso tomo de 160 páginas en las que los relatos del maestro cobran vida e imágenes de la mano de algunos de los mejores historietistas de todos los tiempos.
Y me voy a España, año 2017, cuando Astiberri publica Cosmonauta, una novela gráfica del maestro Pep Brocal, un autor del que soy fan desde principios de los ´90. Este libro hace trampa: o sea, si lo tuyo es reseñar libros, Cosmonauta está pensado para cagarte como de arriba de un puente. Primero porque el trabajo de Brocal, tanto en el guion como en la faz visual, te deja sin palabras. Y segundo porque incluye un texto de Manel Fontdevila y uno de Álex De la Iglesia en los que estos próceres tiran un montón de puntas para el análisis de la obra que están buenísimas, y que uno no quiere repetir como un imbécil en la reseña. Para ser muy breve, esto es ciencia ficción de la buena. De la que toma los elementos fantásticos vinculados a la tecnología futurista para hablar de nosotros, de nuestro presente, de la alienación, de la memoria, de la estupidez humana, de la manipulación. Con certera mala leche, con un dibujo sintético e hiper-expresivo, con una paleta de colores intencionalmente acotada, Brocal nos lleva en una aventura hacia nuestro interior. En un punto, cada lector en algún momento se transforma en Héctor Mosca, el cosmonauta del título. Porque el autor nos convence de que somos eso: pelotudos a los que nos lanzan a la nada misma, solos, inseguros, dependientes, mutilados, homogeneizados como productos industriales, a surcar el infinito en busca de respuestas trascendentales que nunca vamos a encontrar. Brocal aprovecha la inusual extensión de la obra para experimentar con la narrativa y nos deleita con las más variadas puestas en página que te puedas imaginar. Los flashbacks son geniales, las expresiones faciales están perfectas, y lo más loco: cuando Héctor flashea que se encuentra con Dios, este habla ¡en argentino!. Pibe, boludo, macanudo, quilombo, estoy a full... todas las giladas de nuestro querido castellano rioplatense (en su versión informal, claro) dichas por el típico señor de túnica blanca, barba y pelo largo al que le salen luces locas de la cabeza. Una maravilla. Tendría que escribir toda la reseña con informalismos españoles, o toda en catalán, como para devolverle la gentileza al grosso de Brocal. Pero no os preocupéis, que eso no va a suceder. No la quiero hacer larga al pedo. Recomiendo MUCHÍSIMO este libro, me cago a latigazos a mí mismo por no haberla incluido entre las nominadas a Mejor Historieta de 2017 cuando hicimos ese jueguito con los lectores de Comiqueando para elegir a las mejores obras de la década pasada, y después veleteo, y me felicito por haberla recomendado antes de que saliera, cuando la anunció Astiberri, en un Comic Clip en el sitio web donde escribo casi todos los días. Muy satisfecho con las lecturas, creo que por este mes no tengo nada más para ofrecer en este espacio. Me vuelvo al monumental laburo que exige la Comiqueando Digital, y ni bien pueda, habrá nuevas reseñas acá en el blog. Gracias y hasta entonces.

jueves, 25 de mayo de 2023

FERIADÍSIMO

No tengo la menor idea de por qué me desperté a las 7:45 de la mañana, pero bueno... acá estamos... Veremos cómo me trata este horario ímprobo a la hora de escribir reseñas. Arranco con el Vol.2 de Innocent (el Vol.1 lo vimos el 19/01/23), el manga ambientado en Francia a fines del Siglo XVIII y firmado por Shin´ichi Sakamoto. Tenía miedo de que, una vez superado el impacto que me provocó el dibujo en el primer tomo, el segundo me interesara menos. Por suerte no fue así: la temática es tan atrapante, la época histórica está tan bien reflejada, el "countdown" hacia la revolución de 1789 está tan bien sugerido, que al final con este tomo me enganché más que con el primero. Creo que lo único que no me cierra es que los personajes son un poco extremos, casi al filo de la caricatura. Charles-Henri es demasiado sensible, su madre es demasiado desalmada, la hermanita también va para el lado del estereotipo... Tal vez eso sea lo único que desentona un poco con la sutileza, la elegancia e incluso la cuota justa de ambigüedad con la que se maneja Sakamoto para contar la historia de los verdugos más temidos de París. Este tomo se mete mucho con el tema de las desigualdades sociales, explora de modo descarnado la miseria, la vulnerabilidad extrema a la que está sometida la inmensa mayoría de la población francesa, en obsceno contraste con el lujo y los privilegios de los que gozan las minorías acomodadas. No hay muchos mangas que se internen en ese pantano, por eso me resulta tan valioso. La trama, centrada en el camino que recorre Charles-Henri para convertirse en el legítimo sucesor de su padre, avanza lento y deja mucho aire para la introspección, y para explicar a fondo un contexto político y social que el lector muy probablemente desconoce. Así es como Innocent se aleja definitivamente del concepto de "aventura" y se parece más a una novela histórica, lo cual también me llama positivamente la atención. Y por supuesto, lo más alucinante es el dibujo. Las cosas que hacen Sakamoto y su legión de asistentes en Innocent no las vas a ver en ningún otro manga. Esto es una cátedra de cómo mostrar la crueldad, la violencia, el horror y la sordidez de la manera más bella imaginable. En cada página hay algo que te hace decir "no, pará, esto es mucho". O una expresión facial, o un efecto de iluminación, o la reproducción de un edificio histórico, o una escena de acción, o una escena de sexo, o primeros planos de órganos de un cuerpo diseccionado. Todo es desmesuradamente hermoso, gracias a un virtuosismo gráfico pocas veces visto en un manga comercial. Ante semejante festín visual, lo que menos me importa es que la historia avance lento. Ni bien consiga el Vol.3, habrá más Innocent acá en el blog.
Me vengo a Argentina, año 2022, cuando se publica en libro Nathaniel Fox y la Tumba de Humayun, de Rodolfo Santullo y Manu Loza. Ese empaste marrón horroroso que se ve en la portada, en la que lo único legible son las letras, por suerte adentro está coloreado como los dioses por El Santa. Hay muchas páginas engamadas en marrones, pero todas se ven mil veces mejor que esa portada piantavotos. El dibujo de Loza es muy bueno todo el tiempo, y alcanza un nivel realmente sublime cuando le toca dibujar primeros planos. Ahí cambia su impronta sintética y dinámica por una donde hay más atención por los detalles, que le queda perfecto. Me encontré con varias páginas que se verían mejor equilibradas si más viñetas tuvieran fondos, pero es un criterio muy personal. Cuando Manu pone fondos, están invariablemente bien trabajados, no los pone así nomás para sacárselos de encima. El guion de Santullo tiene todas las peripecias clásicas de este género "a lo Indiana Jones": diálogos picantes, peligros extremos, escapes imposibles... y dos problemas. Uno es sobre todo un problema mío: yo esperaba un poquito más de ambición, tal vez un subtexto más profundo que "los nazis son muy malos". En el único momento en que se ve un intento por superar esta bajada de línea tan obvia es cuando el guionista nos dice "pero ojo, los ingleses no son los buenos, para ellos el territorio que hoy conocemos como India era una colonia más". El otro problema del guion también tiene que ver con lo malos que son los nazis. Veamos: Herr Kallman, el jefe nazi, contrata a Sabrina, una sicaria, para que mate a un líder indio. La asesina a sueldo cumple con su parte y Kallman, en vez de pagarle y sacársela de encima, la traiciona... y la toma prisionera. ¿Para qué? No tiene sentido. Lo lógico era pagarle y que se fuera de la ciudad, o volarle los sesos de un escopetazo y que se fuera del mundo de los vivos. ¿Cómo vas a dejar viva a una mina que es una asesina profesional y que ni bien pueda va a tratar de vengarse de vos porque la cagaste? ¿Qué sentido tiene eso? La única explicación racional es que Santullo está haciendo un truco de manual: desactivar a un personaje en el primer acto, mantenerlo al margen de la acción en el segundo, y hacerlo reaparecer reloaded en el tercero. Efectivamente, en algún momento Sabrina se libera y va a ser quien altere el equilibrio de poder en favor de Nathaniel y sus aliados. Si la asesina no entrara en acción para cagar a los nazis, el plan de Kallman se cumpliría a la perfección, y el final sería funesto para los protagonistas. Narrativamente, que Sabrina no muera es fundamental para que la historia llegue al final que Santullo quiere darle. Desde la lógica, no tiene sentido que los nazis sean tan malos como para no querer pagarle y no tan malos como para hacerla boleta y que no joda más. Fuera de eso, Nathaniel Fox y la Tumba de Humayun es un comic muy entretenido, con un ritmo ágil, personajes queribles y locaciones asombrosas, a cargo de una dupla que entiende muy bien los códigos del relato aventurero. Si Manu y Rodolfo encaran nuevas entregas de esta serie, acá cuentan con un lector fiel que los va a bancar. Nada más, por hoy. Disfruten el finde largo y lean muchos comics. Gracias y hasta pronto.

lunes, 22 de mayo de 2023

LUNES FRESCO

Me costó leer comics estos días, porque estoy bastante a full con otras cosas, principalmente vinculadas a la Comiqueando Digital que se viene en Julio. Pero ya tengo un par de libritos más para reseñar. Empezamos en EEUU, año 2016, cuando se publica Dreaming Eagles, una saga de seis episodios en las que el maestro Garth Ennis retoma la temática que más le gusta y en la que mejor se desempeña: se trata de un comic bélico ambientado en la Segunda Guerra Mundial, que narra las hazañas de los primeros soldados afroamericanos que lograron completar el durísimo entrenamiento para pilotear aviones de guerra. Ennis nos mete en el día a día de estos cinco muchachos, tan yankis como cualquier otro, pero que -por ser negros- tienen miles de dificultades para desenvolverse y ser reconocidos en unas fuerzas armadas todavía segregadas, donde los blancos los miraban con cara de culo, hicieran lo que hicieran. Y lo mejor es que el planteo del guionista no se puede simplificar en términos de "los negros son los buenos, los blancos son los malos". Sí, el protagonista central, Reggie Atkinson, es negro y es un héroe en todo el sentido de la palabra. Pero también Ennis nos permite intuir el éxito y la efectividad de los pilotos negros en las misiones tiene que ver con la posibilidad de cumplir el sueño de muchos de ellos: matar blancos (en este caso, alemanes). La narración avanza entre escenas bélicas electrizantes y momentos más tranquilos, siempre con el tema del racismo latente, hasta el final de la Guerra. Y ofrece como plus una extensa escena ambientada 20 años después, a mediados de los ´60, cuando Reggie ya es un señor mayor y su hijo Lee empieza a militar en el movimiento de derechos civiles para los afroamericanos, inspirado por el Dr. Martin Luther King. O sea que es un comic variadito, no son sólo combates entre aviones. Y tiene unos diálogos realmente magníficos, que no redundan con lo que muestra el dibujo, ni sobre-explican las situaciones que viven los personajes. Quizás lo más flojo sea el dibujo, a cargo de Simon Coleby. Se trata de un dibujante británico con una vasta trayectoria a ambos lados del Atlántico, pero la verdad que no me movió un pelo. Sus aviones son perfectos, evidentemente maneja muy bien la documentación histórica, pero a la hora de dibujar la figura humana me parece que hace agua. Sus rostros no transmiten ni a palos las emociones que propone Ennis desde el guion y algunos de sus negros parecen blancos pintados de marrón. Encima, pobre pibe, cada episodio abre con una portada fastuosa de Francesco Francavilla, que te revolea las expectativas a la estratósfera. Comparadas con esas imágenes, las de las páginas interiores quedan medio pobretonas. La fuerza de la temática, me parece, es más que suficiente para darle una oportunidad a Dreaming Eagles. Más si te gusta la temática bélica y más si sos fan del Garth Ennis grosso, que es el que aparece cuando el irlandés se pone el casco, caza el fusil y se embarra hasta la cintura en historias de guerra, sin chistes ni gente con superpoderes, pero con mucha verdad.
De las 176.643 obras que se publicaron en Argentina durante 2022 con la firma de Quique Alcatena, me quedó última en la pila Las Aventuras de Mambrú. El libro compila 13 relatos escritos y dibujados por Quique, cuya extensión fluctúa entre las 8 y las 15 páginas, todas ambientadas en mundos de la más absoluta fantasía. Este material fue realizado originalmente para el suplemento de historietas de Télam, y más tarde modificado por el propio Alcatena, que le cambió el formato a las tiras para convertirlas en páginas. El detalle de que esto originalmente se publicó en forma de tiras no es menor, porque acá no nos vamos a encontrar con el despliegue que habitualmente nos ofrece Quique en la puesta en página. Claro, esto no se pensó en términos de página. Sin embargo, el tema de ampliar algunas viñetas, dibujar fondos por detrás de las mismas y reacomodarlas en formato vertical está muy bien logrado, casi nunca hace ruido ni te descoloca como para alterar el flujo de los relatos. Se extraña un poco esa espectacularidad que suele ofrecer Quique cuando tiene que "establecer" una escena, y te tira esos palacios majestuosos, o esas criaturas inconmensurables, pero el dibujo y el color están muy bien, son muy funcionales a lo que el autor quiere contar en estas breves historias. Y bueno, después están los guiones, que -como suele suceder en estas obras en las que Alcatena trabaja como autor integral pensando en un público no exclusivamente compuesto por adultos- me resultaron algo desparejos. Algunos (como el de la Farolera o el de Pierrot) me parecieron medio pavotes, ese en el que Mambrú interactúa con el dibujante repite los chistes que vimos mil veces en los cortos de Chuck Jones con Bugs Bunny o Duffy Duck, y otros, en cambio, me sorprendieron con giros poéticos, o con moralejas muy atractivas, muy bien calzadas en el esquema de la historieta de aventuras. Creo que lo que más me gustó fue verlo a Quique saldar una vieja deuda: a lo largo de su ilustre trayectoria, lo habíamos visto llevar al papel la mitología de las más variadas civilizaciones, algunas incluso inventadas por él mismo. Pero nunca había ambientado una historieta en la ciudad que lo vio nacer. Por eso enloquecí con "¡Botelleroo!", la exploración alcateniana de los mitos porteños. El guapo, el farolito, el tango, la calesita, los corsos... toda una vida esperé que Quique (con o sin Mazzitelli) interpretara en su peculiar estilo el lado fantástico de Buenos Aires, y bueno, por fin llegó. Al guion no lo pongo entre los mejores del libro, pero tampoco está mal. Probablemente, en el contexto global de la inmensa obra de Alcatena, Las Aventuras de Mambrú no arrime a la cumbre, pero me parece genial que se publique, simplemente porque el suplemento de historietas de Télam no existe más hace ya unos cuantos años, y toda esa producción (no sólo la de Quique) está entre perdida y olvidada. Ojalá cunda el ejemplo de Primavera Revólver y se recuperen en buenas ediciones en papel las otras historietas que ofrecía Télam, que ahí había merca de muy buena calidad de unos cuantos autores de primer nivel. Nada más, por hoy. Ni bien pueda, vuelvo a postear nuevas reseñas acá en el blog. Gracias y hasta entonces.

miércoles, 17 de mayo de 2023

MARAVILLOSO MIÉRCOLES

El otoño nos sigue regalando días increíbles a los porteños y las porteñas, y uno los aprovecha para... leer comics, obviamente. Vamos con un par de reseñas, así, de una. Cuando vi este libro de Oddville! en una batea en EEUU, pensé "Jay Stephens está loco, ¿cómo va a editar un comic para público infantil en blanco y negro?". Después me di cuenta de que el equivocado era yo. Este material se produjo originalmente entre 1995 y 1996 para los semanarios alternativos de EEUU, en el clásico formato de historieta cuadrada en blanco y negro que asociamos (por ejemplo) con Life in Hell, la mítica tira semanal de Matt Groening. O sea que, si bien Stephens juega con la estética del comic infantil, Oddville! es una serie apuntada al público adulto. La gracia de Oddville es la bizarreada, la forma en que Stephens atraviesa un montón de géneros sin circunscribirse a las convenciones de ninguno de ellos. Por momentos hay aventuras con una superheroína, por momentos aparecen elementos de terror (muertos que resucitan como zombies, un simio gigante), elementos de ciencia ficción (un robot gigante), por momentos la serie se centra en la vida cotidiana de una familia contada en plan de comedia (como en tantas otras tiras de los diarios yankis) y a veces el foco se desplaza a las mascotas de la familia y se vuelve una tira de "animalitos cómicos" al estilo de Mutts, Garfield, Marmaduke y tantas otras. La mejor de todo es que Stephens no se toma nada de esto en serio, y encima, ni bien puede, dispara dardos venenosos hacia temas picantes de la sociedad, como la codicia, el fanatismo por las armas de fuego y la brutalidad policial. El resultado es un comic muy ágil, totalmente impredecible, repleto de volantazos que no te ves venir, donde un elemento inclasificable (una bebita de origen alienígena que tiene el poder de volar) desencadena toda una serie de sucesos, uno más desopilante que el otro, ambientados en la ciudad que da nombre a la tira. Esto (y su continuación, Land of Nod) más tarde se va a convertir en un dibujo animado apuntado al público infantil, pero acá todavía Stephens puede mostrar una arista más cruda, o más cínica. No en el dibujo, que es perfectamente amigable y atractivo para los más chicos, pero sí en los guiones. En el trazo del canadiense se ve una mezcla hermosa entre Beto Hernández, Seth, Joe Matt, Hunt Emerson, y hasta Jason, que no sé si en 1995 era conocido en Canadá, pero ese mono gigante al toque me remitió a la estética del astro noruego. El pincel suelto, atrevido, de Stephens le permite darle al dibujo una gama muy amplia de matices, y el uso de las tramas mecánicas lo complementa a la perfección. Esto es anterior a Atomic City Tales (ver reseña del 15/09/22) y se le parece poco en la superficie, pero por debajo subyace el mismo talento y la misma imaginación desbordada. Creo que ya tengo todas las historietas de Jay Stephens, que no son muchas porque hace años que se dedica exclusivamente a la animación, pero sigo atento, a ver si aparece algo más, para entrarle como el agua al Titanic.
Entre 2004 y 2010 se produjeron en Europa los cuatro álbumes de Borgia, la serie de Alejandro Jodorowsky y Milo Manara, luego convertida en un tomo integral que salió en 2013 en el mercado francés y en 2021 acá en Argentina, en una impecable edición del sello Merci. Borgia es un comic histórico, en el que Jodorowsky se abstiene de introducir elementos fantásticos para ceñirse a los hechos tal como sucedieron en la Italia del Renacimiento. De hecho, este es el Lado B del Renacimiento: una mirada salvaje y descarnada a la corrupción, la desigualdad, la pestilencia, la depravación y la abyección moral que reinaba por sobre aquellos inmensos artistas que prácticamente refundaron la cultura "occidental y cristiana". Es un relato de ambición y lujuria llevados al límite, donde los protagonistas (Rodrigo Borgia y sus hijos) se presentan como los abanderados del incesto, la sodomía, la codicia, los asesinatos políticos, la compra y venta de influencias y favores eclesiásticos y la ruptura de pactos entre nobles de distintos países por los motivos más prosaicos que se te ocurran. Acá vale todo: orgias de todos contra todos, violaciones, mutilaciones, torturas, decapitaciones, vas a ver gente que le mea el rostro a otra gente, gente moribunda arrojada a las fauces de perros famélicos... y además vas a sentir el olor nauseabundo de una época en la que no existían ni la ducha, ni el inodoro, ni el bidet. El guionista chileno y el dibujante italiano contraponen todo el tiempo el lujo, la pompa y el boato de los papas y los nobles con el hedor de las caballerizas, e incluso de las calles pobladas de gente que se bañaba muy de vez en cuando. Jodorowsky se relame al mostrar en detalle las miserias del poder político y eclesiástico y explica el trasfondo de todas las hazañas militares, a veces motivadas por la ambición y otras veces por la lujuria. El Papa Alejandro VI aparece como un personaje venal, desesperado por el poder, capaz de todo con tal de amasar más riquezas, más influencia y más impunidad para sus pecados carnales. Ni el mismísimo Leonardo Da Vinci se salva en este revisionismo histórico furibundo en el que prácticamente todas las figuras del Renacimiento están salpicadas de sangre, mierda y semen. Con estos guiones fuertes, al hueso, sin fumanchereadas ni delirios místicos, Manara realiza el que, para mi gusto, es el mejor trabajo de su extensa carrera. Las malas lenguas dicen que buena parte de las tareas las delegó en su hija, porque su salud no le permitía cumplir con las entregas, pero yo acá veo todo el tiempo la mano del maestro. Y me pongo de pie, y lo ovaciono, porque (enfermo o no) Manara acá puso el alma y la vida. Esas escenas multitudinarias, esas batallas, las expresiones faciales, los decorados de los palacios, los paisajes, los barcos, los trajes, los peinados... y por supuesto esa sensualidad infernal en los cuerpos, tanto desnudos como vestidos, hacen que uno no pueda más que rendirse ante el despliegue descomunal realizado por el creado de Giuseppe Bergman. Lo único que le critico es que entre la primera página y la última pasan apenas once años y -sobre el final de la obra- el Papa Alejandro VI parece estar 30 años ó 35 años más viejo que al inicio, mientras que el resto de los personajes no parece envejecer demasiado. En todos los demás aspectos, el dibujo y el color de Borgia son un hito absoluto, en la bibliografía de Manara, y en la historieta histórica en general. Por si no nos quedó claro durante la lectura de la obra, al final del libro aparece un texto de Jodorowsky en el que el chileno traza los paralelismos entre las atrocidades, inequidades y salvajadas de esa bisagra entre los siglos XV y XVI y los albores del Siglo XXI. Me parece que no hacía falta explicitarlo tanto, pero sin dudas Borgia es una obra que habla de nuestro presente, y lo hace de una manera realmente cautivante y estremecedora. Un libro sumamente recomendable para los fans de Jodo, de Manara, del comic histórico, del Renacimiento, o de la buena historieta para adultos. Hasta acá llegamos, por hoy. Ni bien tenga leídos un par de libritos más, nos reencontramos con nuevas reseñas, acá en el blog.

lunes, 15 de mayo de 2023

LA SUDESTADA

¿Otra vez al cine? Y sí... se estrena una película basada en la que para mi gusto es la mejor historieta argentina del Siglo XXI (ver reseña del 26/08/15), no voy a ser tan pajero de no ir a verla. ¿Y está buena? Comparada con la historieta, obviamente no. No es una garcha atómica, pero la verdad es que los directores Daniel Casabe y Edgardo Dieleke se toman tantas libertades que por momentos no entendés para qué le dejaron el mismo título. Lo más importante de la novela gráfica de Juan Sáenz Valiente, que es el vínculo que se establece entre Jorge y Elvira, está bastante bien trasladado a la pantalla. Juan Carrasco tiene entre 30 y 40 kilos más que Jorge y menos cara de sorete, pero actúa muy bien. Katja Alemann es un casting acertadísimo para Elvira, pero no le da la calidad actoral para reproducir con justicia las sensaciones y emociones que su personaje transmite en la historieta. Pero los problemas serios de la película no son ni el sobrepeso de Carrasco ni la actuación de Alemann: los problemas son básicamente todas las secuencias GLORIOSAS que están en la novela gráfica y no en la película, personajes enteros (uno de ellos muy importante, como la madre de Elvira) que desaparecieron en el traslado de un medio a otro, momentos clave para definir a Jorge y a sus amigos... Alguien barrió todo eso abajo de la alfombra con total impunidad y logró una historia más chiquita, menos compleja, con personajes menos atractivos, y sobre todo con menos excusas para que la película dure 87 minutos. La historia de Jorge y Elvira se podía contar tranquilamente en 45 minutos y todo lo demás es relleno, es estirar esta trama hasta el infinito con secuencias largas, densas, aburridas, de esas que hacen que el público estigmatice al cine argentino y le escape como si fuera cancerígeno. Es justo decir que la obra de Sáenz Valiente es generosa en secuencias mudas y en secuencias oníricas, pero en la novela gráfica las primeras son fundamentales para hacer avanzar la trama. En la película, mucho menos. Y además los directores nos hacen sentir demasiadas veces el rigor de "acá el que decide cuánto dura cada cosa soy yo". Entonces, al no poder llenar metraje con todas esas escenas en las que Jorge investiga otros casos, al reducir a la nada el subplot del amigo que sospecha que su mujer lo caga, al quedarse con tan poquito de lo que ofrece el comic, no hay más remedio que estirar esas escenas mudas y oníricas, y sumarle nuevas, que Sáenz Valiente no puso en su obra, en las que la trama tampoco avanza. Una a favor de la película: es mucho más creíble que un tipo como Jorge pierda un cuadernito de anotaciones que una billetera con sus documentos. Ahí uno de los guionistas de la peli se atrevió a discutir con la obra original y dijo "esto así no va, hay que buscarle otra vuelta", y encontró una vuelta mejor. Después, muchos de los cambios y omisiones son al pedo, fruto del capricho, o quizás de cuestiones presupuestarias. Una pena, porque -de regreso del cine- releo La Sudestada y no encuentro elementos que resulte imposible filmar en una película de bajo presupuesto como la que vi hace un rato. Por ahí no se puede filmar en el delta cuando se inunda tanto como en el comic, por ahí no le podés tirar a una actriz de 65 años un cacho de árbol como el que dibuja Sáenz Valiente en el comic, pero todo el resto es ambientación urbana en el presente, se puede hacer con dos mangos. La música está muy bien, los bailarines son grossos (aunque ocupan la pantalla demasiados minutos), las escenas oníricas (que son las más difíciles de filmar, porque ahí la iluminación y la escenografía son sumamente atípicas, y hasta hacen falta algunos efectos especiales) están muy bien logradas y en general, todo el aspecto visual está bastante cuidado. Tengo la sensación de que quienes se sienten a ver la peli sin tener la menor idea de que existe la novela gráfica, la van a disfrutar. O por lo menos no la van a putear. O por ahí sí, pero por lo lento del ritmo narrativo, no por la brutal cantidad de "traiciones" a la obra de Juan Sáenz Valiente. A mí, como hardcore fan de La Sudestada me pareció una versión muy rara, con demasiados cambios innecesarios, y si la película tiene grandes valores estéticos se me escaparon, porque estaba pendiente de todos los elementos que brillan en la historieta y faltan en el film. Estoy leyendo un libro larguísimo, pero ni bien lo termine se viene reseña acá en el blog. Gracias y hasta pronto.

sábado, 13 de mayo de 2023

TARDE ALUCINANTE

Inmejorable clima este sábado en Buenos Aires, justo el día que se cumplen 29 años de la aparición del nº1 de Comiqueando. Pero vamos a las reseñas, que para eso estamos. En 1988 apareció una de esas historietas que hasta que no las tenés en la mano no podés creer que existen: el maestro Go Nagai se mandó una novela gráfica 100% inédita de Mazinger, a todo color y en un formato medio cuadrado, para la editorial estadounidense First, que en aquel entonces era una de las tres o cuatro que peleaban por el tercer puesto en el mercado eternamente dominado por Marvel y DC. ¿Qué hizo el célebre mangaka cuando la editorial con sede en Chicago le dio total libertad? Una garcha. El argumento de la novela gráfica es bochornoso: en el Siglo XXIII, Mazinger es un mega-robot que pelea en una guerra que enfrenta a los países del Norte con los de Sur. Un estallido nuclear lo transporta a otra dimensión, donde la gente es del tamaño de Mazinger (o sea, gigantes) y Kabuto (el milico que pilotea al robot) tiene el tamaño de un action figure tipo los Super Powers de los ´80. Kabuto pega onda con una princesa del tamaño de Mazinger que anda en tetas por ahí, y pone su espada y su coraje al servicio de esta chica para combatir a sus enemigos. ¿Qué pasa en la primera batalla? De nuevo, explotan miles de misiles y el estallido transporta a Mazinger de nuevo a su dimensión, donde alguien le dice -¿dónde estabas, pelotudo? Te estamos buscando hace un año... -¿cómo un año? Para mí pasó sólo un día... Fin. ¿Qué tiene que ver esto con el Mazinger que todos conocemos? Poco. Es un robot gigante, tiene una espada hiper-pulenta y lo tripula un flaco apellidado Kabuto. El resto, no tiene la menor conexión con la saga creada por Go Nagai en 1972. ¿El guion tiene algún hallazgo que permita remar lo mediocre del argumento? No, casi nada. No hay buenos diálogos, no hay desarrollo de personajes... todo chatísimo, 100% basado en la machaca, excepto la escena en la que Kabuto le tira los galgos a la princesa. Bueno, zafará el dibujo, me imagino.... De a ratos. Cuando Nagai (y su equipo) dibuja ejércitos, naves, armas, robots y explosiones, las páginas explotan de onda y polenta. El color (a cargo de Kazuhiro Amachi) está buenísimo, la narrativa es ganchera... Ahí la verdad que se luce. Y cuando dibuja la figura humana y especialmente los rostros, decís "ah, pero no aprendió nada... esto es igual de choto que los mangas que dibujaba a principios de los ´70". Posta, me cuesta entender que haya tenido tanto éxito un autor que dibuja tan mal el cuerpo humano y las caras de las personas. ¿Por qué está bueno tener este libro? No sé, por ahí por lo inusual, lo extraño que es todo. Una novela gráfica a color de Mazinger hecha para EEUU por el creador del manga original, seguro es algo que llama la atención. Después la leés y se te pasa, pero durante años quise tener esto, leerlo y constatar que existe semejante fumariola. Pero si alguien me ofrece un buen billete, no soy tan talibán ni de Mazinger ni de Nagai como para no largarla...
Me voy a 2005, cuando se edita en Italia la novela gráfica Ragazzini, que es la misma que en Francia salió un año antes como Les Enfants, obra del maestro Jean-Philippe Stassen. ¿Qué carajo hago leyendo comic franco-belga en italiano? Es la edición que pude conseguir. Juro que este año cuando vaya a Francia y Bélgica, el 50% de lo que me voy a traer van a ser obras que ya tengo en ediciones españolas, italianas o yankis, que van a ser reemplazadas por las originales. Pero mi amor por Stassen es más fuerte que la barrera idiomática, por eso cuando vi esto no me pude aguantar. Dicho esto, es hora de aclarar que es la obra de Stassen que menos me gustó de las que leí hasta ahora. Sin ser chota ni mucho menos, Les Enfants tiene dos problemas: El primero es que no están muy enfatizados lo conflictos. La historia avanza, la tensión que rodea a los personajes crece, hay desarrollo en los protagonistas y secundarios, pero nunca se le otorga un verdadero peso dramático a ninguno de los conflictos que Stassen plantea en estas 80 páginas. Que no son pocos, porque la obra se centra en la vulnerabilidad de unos chicos que viven en una ciudad africana muy próxima a una zona de guerra, donde ya casi no quedan adultos porque todos fueron al frente a combatir al enemigo. Los pibitos comen mal, tienen problemas mentales, deambulan por la ciudad semi-vacía en busca de cerveza o cigarrillos que se puedan afanar, se codean con adultos con fama de pedófilos que los miran con cariño, están expuestos a discursos racistas (de un lado y del otro) y, por supuesto, a la violencia, que va a estallar fuerte (y del modo menos racional concebible) cerca del final. O sea que Les Enfants es una de jóvenes a la deriva, con nenes de 9 a 13 años como protagonistas. El segundo problema es que todo esto es demasiado triste, demasiado bajonero, demasiado desolador. Alguna travesura de los pibes, algún chiste gracioso seguro se cuela por ahí, pero básicamente esto es un drama. La incertidumbre, el miedo a la invasión inminente del enemigo, la precariedad, la sordidez, se llevan puesta a la inocencia de los chicos, cuyas elecciones son cada vez más difíciles de justificar. Lo que al principio reviste una cierta "ternura freak" al final ya es muy turbio y te deja un sabor horrible en la boca. Por suerte el dibujo de Stassen es glorioso. Detallado cuando está bueno que se aprecien los detalles, sintético cuando pega más fuerte la síntesis, y con un coloreado magnífico. El belga sabe narrar de manera interesante largas secuencias en las que sólo vemos gente que dialoga, y le pone todo a las expresiones faciales y corporales de los personajes, que son todos pibitos africanos pero a los que podemos diferenciar sin el menor esfuerzo. Les Enfants te revienta el alma a garrotazos, pero el dibujo es tan hermoso que ayuda a aguantar los golpes. Sigo prefiriendo Deogratias o Thérese como punto de entrada a la obra de Stassen, pero si te copa una historieta más testimonial, más densa y menos apegada a las fórmulas del relato más convencional o más aventurero, puede ser que Les Enfants te cierre más.
Cierro esta edición extra-large con un libro editado en Argentina en 2022 que compila tres historietas de Brian Janchez protagonizadas por Bulma Jimenes. La primera y más extensa es La Frustración, a la cual ya le dediqué una reseña completa allá por el 14/11/20. Después, el mundo de Bulma se amplió con otras dos historias, El Taller y La Otra, que siguen la misma tónica en lo que se refiere al planteo estético de Janchez, con lo cual no hace falta volver a hablar del aspecto visual de estas obras. En los guiones de estas otras dos historietas, Janchez propone algo similar a lo que vimos en La Frustración: seguir las desventuras de un personaje que prácticamente no genera la menor empatía en el lector, salvo por el hecho de que concentra sus esfuerzos en triunfar (o por lo menos sobrevivir) como autora de historietas. Detrás de la frialdad y la mala onda de la conflictiva Bulma, uno percibe una pasión genuina por la historieta, y ahí es donde más o menos la sentimos cercana, o querible. Pero es una chica inestable, jodida, por momentos inescrupulosa, y a la que encima la suerte no ayuda ni un poquito. Tanto en El Taller como en La Otra vemos a Bulma rodearse de un muy buen elenco de personajes secundarios, y los vínculos que se establecen entre ellos son en varios pasajes más importantes que las tramas en sí. Este aspecto, sumado a la exploración del extraño mundo que crea Brian para esta serie, es lo que a mí más me llegó, lo que mantuvo mi interés hasta el final del libro. Me gustaron también las referencias a los X-Men y los personajes de Street Fighter, o que aparezca la revista "Salto Joven" (en vez de Young Jump) en la editorial "Suecia" (en vez de Shueisha) y esos guiños limados a otros mangas famosos como Sailor Moon o Dr. Slump. En todo momento queda claro que Bulma Jimenes es una obra de madurez para Janchez, a la que le puso mucha planificación, mucho corazón y donde, al incorporar acertadamente elementos de ciencia ficción post-holocausto, le agrega a su universo una capa de profundidad que va más allá de su notable manejo de la comedia costumbrista y el drama basado en relaciones humanas. No te digo que es la cima más elevada de la historieta argentina reciente, pero sin dudas está muy, muy bien y merece una oportunidad. Y nada más, por hoy. Gracias por llegar hasta acá y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

miércoles, 10 de mayo de 2023

SHOWCASE PRESENTS: TALES OF THE UNEXPECTED

Uh, esta fue difícil, eh? Un masacote de 512 páginas con los 20 primeros números de Tales of the Unexpected, una antología que DC lanzó allá por 1956, cuando no se podía ni mencionar el tema del terror y los monstruos y cuando había que minimizar la utilización de la violencia en las historietas. La respuesta es una serie con cuatro historias cortas en cada número (casi todas de seis páginas), con argumentos muy simples, que buscaban impactar al lector con sucesos que no tenían (por lo menos a priori) una explicación racional: antiguos objetos que conferían deseos o poderes zarpados, máquinas loquísimas que permitían hacer cosas raras (viajar en el tiempo, controlar mentes, duplicar objetos, desmaterializar objetos, etc.) y -cada vez más a medida que avanzan los números- contactos entre seres humanos y razas alienígenas. En las 80 historietas que incluye el libro, los protagonistas siempre son varones blancos y adultos. Casi siempre estos señores provienen del mundo de la ciencia, del espectáculo o del crimen, y estos últimos siempre terminan decididamente mal. La ambientación siempre es el presente y la gran ciudad (grandes ciudades donde no existen los negros, no?). Las fórmulas se repiten mucho, en parte porque al ser todas historias de seis páginas, vos sabés que al final de la cuarta va a estar todo mal, y en algún momento de la quinta alguien se va a dar cuenta de algo, o va a pasar algo, que va a permitir que en la sexta se reestablezca el equilibrio y se explique (casi siempre) qué carajo era esa bizarreada que nos tuvo en vilo desde la primera o segunda viñeta. Eso es todo, de verdad. Con eso una revista podía durar años y años. Por lo menos para cuando se editó el libro (2012) no se sabía quiénes eran los guionistas de la gran mayoría de las historias, porque en aquella época los comic books de DC no incluían créditos. Tal vez como acto de justicia, la historia que más me gustó, o que más me impactó, es una de las pocas que tienen un guionista acreditado, en este caso el maestro Ed "France" Herron. Y como no da para hablar de guionistas anónimos, y con lo que conté sobre las historias ya más o menos cubrí todo lo que hay para decir sobre las mismas, aprovecho para centrarme en los dibujantes, que es lo mejor que tiene este libro. La revista tenía un equipo de diez o doce dibujantes, que no aparecían en todos los números, pero que son siempre los mismos. Todos trabajan con una estética realista, uno solo se va mínimamente de mambo con la puesta en página, todos se fuman viñetas (y páginas) repletas de texto, y todos dejan la vida en cada cuadrito con decorados, paisajes, edificios, vehículos, armas y todo tipo de objetos dibujados DE VERDAD. No hay fotos retocadas, muy rara vez hay una viñeta donde solo se ve una cabeza que habla, todo el tiempo se llena la superficie del cuadrito con elementos gráficos (a veces simples texturas) que la edición en blanco y negro permite apreciar a pleno. Por orden de aparición, acá me encontré con estos magos del lápiz. John Prentice, un dibujante exquisito que va a abandonar el equipo de Unexpected para hacerse cargo de la tira diaria de Rip Kirby cuando Alex Raymond sufre el accidente en el que pierde la vida. Bill Ely, un dibujante activo desde fines de los años ´30, el único al que no conocía, y tal vez el que menos me gustó. Rubén Moreira, el prócer de Puerto Rico que reemplazó nada menos que a Burne Hogarth en las planchas dominicales de Tarzan, un capo absoluto de la escuela realista. Leonard Starr, otro monstruo de las historietas para diarios, creador de la tira On Stage (o Mary Perkins), también seguidor de la línea de Alex Raymond. Mort Meskin, un tipo que publicaba en DC desde la Golden Age y ya no estaba en su mejor momento, acá se tira más a un trazo más suelto y más sucio, que no le da buenos resultados. Sheldon Moldoff, otro grande de la Golden Age, dibujante principal del primer Hawkman y más tarde autor de centenares de historietas de Batman que aparecerían firmadas por el chanta de Bob Kane. George Papp, también identificado con un superhéroe clásico, el primer Green Arrow, en esta época dibujaba también a Superboy y más tarde a Bizarro. Pero en estas historias cortas ponía más huevo. Bernard Baily, el primer dibujante y co-creador de Hourman y el Spectre, seguía activo en esta época y dibujaba mucho mejor que en los años ´40. George Roussos, otro monstruo que venía desde fines de los años ´30 y había pasado por decenas de editoriales, incluyendo la ahora finiquitada E.C.. Más tarde se dedicará a entintar a sus colegas, principalmente a Jack Kirby. Nick Cardy, uno de los muchachos cuya carrera artística se interrumpió para ir a pelear a la Segunda Guerra Mundial. Para esta época ya llevaba varios años de éxito en distintas series de DC y tenía un trazo muy marcado y muy, muy hermoso. Jack Kirby, el Rey, pasó por DC en esta etapa y dejó su huella con un puñado de historietas en esta revista, algunas de las cuales ya vimos en el librito que reseñé un lejano 29/12/12. El único que experimentó un poco a la hora de desplegar las viñetas en la página. Jim Mooney, un veterano de mil combates, también activo desde la Golden Age y más asociado a superhéroes como Supergirl, Superboy, Dial H for Hero y -ya en los ´70- muchas series de Marvel. Acá lo disfruté más que cuando dibujaba superhéroes. Y bueno, también hay un par de dibujantes que aportan una o dos historietas y que no da para mencionar. Lo importante es que estos titanes de la tinta dejaban la vida en historietas bastante intrascendentes que hoy casi nadie recuerda, y yo los quiero reivindicar. Este libro está bueno como rareza, para explorar las consecuencias de la instauración del Comics Code, y para disfrutar de los dibujos, si te copa el estilo académico. No mucho más. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

lunes, 8 de mayo de 2023

HOY, DOS CORTITAS

Tengo leídos dos libritos, pero son parte de sendas series de las que ya hablé bastante y no me quiero repetir, así que van a ser reseñas cortas (creo). El Vol.3 de FF coincide con el momento en que Johnny Storm vuelve a los Fantastic Four y esta serie empieza convivir con la clásica, que retoma su numeración. De pronto, Jonathan Hickman se encuentra con que tiene que escribir dos revistas por mes con los mismos personajes, pero rápidamente resuelve el problema: FF pasa a ser la revista de los pibes, donde todo se centra en Franklin, Valeria y el resto de los chicos (y Dragon Man) de la Future Foundation. La trama es la misma que se desarrolla en la revista de Fantastic Four, pero vista desde otro lado, lo cual también tiene la "contra" de que podés no leer FF y aún así entender todo lo que está sucediendo. De hecho yo en su momento leía sólo Fantastic Four y entendía todo. Ahora, con estos números de FF en la mano, me doy cuenta de que hay algunas puntitas que Hickman se las guardaba para explorar más a fondo en esta serie: pequeños momentos entre Valeria, Doom, Nathaniel... que por ahí no son definitivos, pero que aportan al "big picture" de la ambiciosa aventura con la que Hickman va a cerrar su paso por Fantastic Four. El guionista hincha de River es especialista en cocinar a fuego lento los momentos más apoteóticos de sus sagas, y acá, la posibilidad de tener una segunda serie paralela hace que esa cocción sea más rica y más compleja. Y por supuesto, le da espacio para desarrollar de manera alucinante a un montón de personajes secundarios. De los cinco episodios que recopila este TPB, tres cuentan con lápices del talentosísimo Juan Bobillo, entintado por el inolvidable Marcelo Sosa. Con la posibilidad de dibujar fondos en muy pocas viñetas, Bobillo le pone todo a los personajes, que se ven muy expresivos, muy distintos entre sí. Las escenas de acción en esos episodios son ínfimas, y casi todo avanza a través de los diálogos, con lo cual Juan se tiene que matar para que la escenas en las que los personajes conversan y rosquean entre ellos no se hagan tediosas ni repetitivas. En los dos episodios finales, cuando Nick Dragotta se hace cargo de los lápices, ya hay un poco más de acción, y el dibujante de East of West no desaprovecha la oportunidad de lucirse en esas páginas (no muchas) en las que los personajes dejan de hablar y empiezan a repartir piñas, rayitos y esas cosas. Si bien pierde en la comparación con Bobillo, este no es para nada un mal trabajo de Dragotta. Me falta un solo librito de FF para completar todo lo que escribió Hickman para Fantastic Four, así que ni bien lo vea a un precio razonable, le entro.
Me vengo a Argentina, año 2022, para disfrutar a lo guanaco de "El misterioso planeta de Calaffiuco", el quinto librito de Roque & Gervasio, Pioneros del Espacio, la magnífica serie que escribe Federico Reggiani y dibuja Ángel Mosquito. Esta aventura no sólo me pareció divertidísima, sino que además es importante porque mete en la continuidad de Roque & Gervasio a Los Visitantes del Agujero del Comedor (ver reseña del 14/02/17), una novela gráfica de los mismos autores que hasta ahora no estaba vinculada a esta (ni a ninguna otra) serie. En ningún momento los autores te dicen "tenés que leer Los Visitantes... para entender lo que está pasando acá", pero si la leíste, te das cuenta al toque que esas criaturas negras con forma de cono son las mismas que invadieron nuestro planeta en aquella obra de la misma dupla. Por lo demás, este quinto librito ofrece una aventura repleta de humor, mala leche y formas muy originales de plantear y resolver los típicos conflictos de las sagas de ciencia ficción en las que hay viajes interplanetarios, choques entre razas alienígenas y demás. Reggiani y Mosquito le meten a todos esos tópicos una vuelta de tuerca fresca y personal, que tiene que ver con el cinismo y la truchada que asociamos con "lo argento". Los diálogos son desopilantes, las onomatopeyas son brillantes, el dibujo mantiene el excelente nivel de los tomitos anteriores y por todos lados aparecen personajes y conceptos que enriquecen este bizarro universo. No cuento nada del argumento, porque esto salió hace relativamente poco y la idea es que los lectores de este blog se entusiasmen como para ir a buscar el librito y comprarlo. Posta, a esta altura, esta serie ya más que una pasión es una adicción. Por suerte ya tengo el Vol.6 en la pila de los pendientes, así que pronto habrá más Roque & Gervasio acá en el blog. Y esto es todo, por hoy. Ni bien tenga leídos un par de libros más, nos reencontramos con nuevas reseñas. Gracias y hasta entonces.

viernes, 5 de mayo de 2023

VIERNES VARIOPINTO

Acá estamos, con algunas historietas para comentar. El año pasado se publicó en Argentina un segundo integral de El Gato del Rabino, de Joann Sfar, con dos álbumes: el Vol.4 (Le Paradis Terrestre, de 2005) y el Vol.5 (Jerusalem d´Afrique, de 2006). ¿Por qué el segundo tomo tiene sólo dos álbumes franceses, si el Vol.1 traía tres? Porque Jerusalem d´Afrique es una historieta de 80 páginas, una bestialidad para un álbum francés que forma parte de este tipo de series. Pero no será la única vez que Sfar rompa con el standard de las 46 páginas... ni tampoco el álbum más largo de la serie. Este tomo arranca con una portada tan hermosa que pensé "si adentro hay TRES viñetas dibujadas a este nivel, ya se justificó todo". Hay más de tres viñetas dibujadas a ese nivel, por suerte. Sfar se aferra caprichosamente a la grilla de seis cuadros por página (y no la traiciona nunca, en ninguno de los dos álbumes que compila el integral), pero en cada uno de esos cuadros pone el alma. Acá hay laburo a destajo, hay belleza en los detalles (que abundan y mucho), hay composiciones magníficas, una falsa sensación de caos que se entiende de una, sin el menor esfuerzo, y también hay algo que en la edición argentina se desluce: mucho texto. Al publicar las historietas en un tamaño bastante más chico que el original, la tipografía de los diálogos y bloques de texto se reduce hasta hacerse casi microscópica. Por momentos se hace realmente complicado deducir qué carajo dicen esos garabatitos minúsculos que le salen de la boca a los personajes... porque además son historietas MUY habladas, donde el diálogo tiene un rol absolutamente fundamental. En cuanto a las de los álbumes, "El Paraíso Terrenal" es raro porque prácticamente no aparecen el rabino Abraham y su hija, que hasta ahora eran los protagonistas de la serie, obviamente junto al gato del título. Esta vez el protagonismo lo acapara "el malka de los leones", a quien Sfar nos presentara en el segundo álbum de la serie, y ahora nos invita a seguirlo en un periplo por distintas ciudades de ese norte de África desértico de principios del Siglo XX, donde conviven musulmanes, judíos y cristianos. Sfar nos muestra "en tiempo real" algunas de las peripecias del malka, y otras nos llegan a través de relatos, que éste les narra a otros personajes. Es un álbum entretenido, con excelentes diálogos y situaciones interesantes, donde no faltan los momentos en los que el gato, el león y la serpiente se morfan el protagonismo y la descosen. "Jerusalén de África", en cambio, se me hizo denso, pesado, muy lento, muy estirado. Las primeras 36 páginas se podrían condensar tranquilamente en menos de 15 y de ahí en adelante, la trama se activa, pero tampoco es que avanza a un ritmo frenético. Acá también hay personajes interesantes y diálogos divertidos, pero va todo tan lento que se hace un poco frustrante. Hay una página en la que Sfar se encarga de faltarle el respeto a Tintín en el Congo, y por supuesto lo ovacioné de pie. Y tal vez lo que me haya mantenido más pendiente de la trama y de los diálogos es algo que no logré responder una vez que llegué al final del álbum: Ese pintor ruso, rubio, judío y comunista... ¿es Marc Chagall? Cuando a Sfar se le ocurrió ponerlo como protagonista de una serie de dos álbumes, lo dibujó pelirrojo, no rubio... pero las coincidencias son muchas. En este álbum, a los típicos contrastes entre musulmanes, judíos y cristianos, se suma uno más: el gato, su amo y varios amigos llegan al centro de África, donde la etnia predominante no son los árabes sino los negros. Así aparece otra forma de entender la religión, un tema que vuelve al centro de la escena, como en los primeros álbumes de la serie. En el último tramo, Sfar suma también una trama romántica muy bien presentada, y todo cierra de una manera muy satisfactoria, aunque la cantidad de páginas que abarca la historia sea un despropósito. Sin ser el pico de la serie, las dos aventuras que ofrece este tomo tienen su encanto, y además el dibujo es fastuoso, todo el tiempo. Dedicales un tiempo largo, leelas despacito, si no usás anteojos conseguite una lupa para luchar contra esos textos tamaño subatómico, y disfrutá de una serie atípica, en la que se habla de un montón de cosas que en las otras historietas ni siquiera se mencionan. Si no me equivoco, este año saldrá un tercer integral, también editado por Hotel de las Ideas, con nuevos álbumes de El Gato del Rabino (en Francia por ahora hay 11, así que faltan varios más para ponernos al día). Vamos por más.
También en 2022, en Argentina se publicó Los Trapecistas, una breve novela gráfica de 50 páginas a todo color que marca el debut como guionista de historietas del famoso actor Facundo Arana. Se trata de una historia de misterio sobrenatural, co-protagonizada por un ex-policía que fue expulsado de la fuerza y el fantasma de Sara, una mujer que fuera novia de este policía y que muere en la primera secuencia de la novela. Ambientada en la Buenos Aires del presente, la historia se centra mucho en el vínculo entre el ex-policía (cuyo nombre no sabemos) y el fantasma de Sara, en los recuerdos que ambos tienen de la época en la que estaban juntos, y en la extraña situación en que se encuentra la mujer, que está muerta, pero puede seguir interactuando con quien fuera su novio. En algún momento, esta conexión entre el ex-cana y el Más Allá va a disparar una vuelta de tuerca interesante en la trama del crimen que nunca se resolvió y que le costó el puesto en la Federal, pero Arana elige no hacerlo de modo explícito, sino algo ambiguo. Claramente no es eso lo que se proponía resolver, sino lo otro, la relación entre los protagonistas. Así llegamos a un final que se queda en el impacto, porque la explicación de lo que sucede no llega nunca, o llega de manera tan poco clara que yo que soy medio pelotudo no la entendí. Me quedo con el desarrollo de los personajes, algunos diálogos muy bien escritos y algo del clima. La trama, para mi gusto, está demasiado jugada al misterio. No sé si en 50 páginas se podía explicar todo en detalle, pero aunque más no sea contame por qué Sara, una vez muerta, puede hablar con su ex-novio, este muchacho medio emo que se refugia en el alcohol para olvidar lo mal que le fue en la vida. El dibujo y el color están a cargo de Juan Carlos Quattordio, quien se esfuerza por realizar un trabajo sobrio, que no desentone con el clima que conjura el guion. Básicamente, el dibujo de Quattordio se limita a acompañar al relato, sin buscar ningún tipo de lucimiento. Se supone que el público va a comprar Los Trapecistas porque lo escribe Arana, no porque lo dibuja el marplatense, y eso parece estar claro también en la dupla autoral. Lo que menos me gustó de la faz gráfica es el abuso de la fotografía para los fondos en los que había que dibujar lugares puntuales de Buenos Aires. A veces estas están mejor integradas al grafismo de Quattordio y a veces se nota demasiado el copy-paste, una práctica bastante lamentable. Fuera de eso, no encontré ni logros ni pifias que no haya visto antes en otros trabajos de este autor que, claramente, no está entre mis favoritos. Ojalá que Arana persista en su intento por convertirse en guionista de comics, y vuelva a la carga con otras obras, quizás más extensas, o más enfocadas en la trama, o no: por ahí en la esencia de su estilo como guionista hay otra búsqueda. Hoy no lo sabemos, nos vamos a enterar cuando nos lleguen nuevos trabajos de este actor fanático de las historietas que una vez dijo "yo también puedo". Nada más, por hoy. Creo que me fui un poco al carajo con la extensión de las reseñas. Gracias por el aguante y hasta pronto.

martes, 2 de mayo de 2023

GUARDIANS OF THE GALAXY Vol.3

Allá por Abril de 2017, un goma que había ido a ver la segunda peli de los Guardians of the Galaxy y había quedado hiper-manija, la definía como "una combinación perfecta entre machaca épica, comedia y emotividad". Pasaron más de seis años (un despropósito) y el mismo goma hoy afirma que en la tercera película el humor quedó claramente muy atrás, y todo el sustento al que apela James Gunn a lo largo de 139 minutos está dado por la machaca épica y la emotividad. Obviamente hay chistes, pero no son tantos ni tan buenos. La fuerza de esta peli reside en otro lado: en los constantes golpes al corazón del espectador. Gunn sabe que uno está encariñado con estos personajes y especula con eso para atornillarnos a la butaca y hacernos sufrir y vibrar junto a ellos. Básicamente y para no spoilear, acá tenemos el regreso de una Gamora que no es la misma a la que vimos morir en Avengers: Endgame, extensos y gloriosos flashbacks que revelan en detalle el origen de Rocket y un subplot que tiene que ver con que el abuelo de Peter Quill puede estar vivo (en la Tierra, claro). El tema central de la película es "qué hijo de puta tenés que ser para hacer experimentos científicos con seres vivos" y el villano (no lo nombremos, por las dudas) es un especialista en eso. Es un villano poco predecible, porque en los comics no tiene tanto que ver con los personajes de la línea cósmica de Marvel, y además porque su nivel de poder está muy por encima de este simpático rejunte de tercerones que son los Guardians. Quizás lo más discutible de la trama sea que le ganan con bastante facilidad a un tipo que normalmente pulveriza a personajes de este nivel de poder. Un empate habría sido más creíble. En el medio, Drax hace un aporte enorme, Mantis también, deja de ser una inútil, y hasta el nabo de Kraglin tiene una escena en la que (de nuevo, a costa de algo así como el "verosímil") la rompe toda. Y como siempre, Groot sigue creciendo como personaje y como héroe, Nebula demuestra su jerarquía y Peter se destaca con su carisma y su pasión por la Justicia y por sus amigos. Si viste la segunda peli, recordarás que sobre el final estaba la pista de que Adam Warlock despertaba listo para comerse crudo al universo. Esta vez el guion le reserva un arco raro, por momentos confuso. ¿Es bueno? ¿Es malo? ¿Es un idiota? Finalmente el personaje se encamina para el lado que uno esperaba (aunque en la peli no es taaaaan poderoso) pero está claro que es otra de esas versiones que no tienen mucho que ver con las que conocemos los que leemos hace mil años historietas de Marvel. También en la segunda peli, había breves apariciones de unos piratas/ saqueadores espaciales que parecían ser versiones levemente modificadas de la formación original de los Guardians, la de fines de los ´60. Acá vuelven a aparecer pero, de nuevo, muy poquito. No se llega a explorar en profundidad qué hacen ni por qué, son más un adorno que otra cosa. Pero están ahí, y se pueden retomar más adelante en alguna otra película que nos ofrezca aventuras espaciales ambientadas en este universo. Como el glorioso Howard the Duck, que de nuevo aparece en una sola escena, sin el menor desarrollo, y queda ahí, a la espera de que lo usen más y mejor en una futura entrega. Imposible darle bola a tantos personajes en 139 minutos, donde además hay tanto para explicar, porque el plan del villano no es tan sencillo. James Gunn ahora se va a DC, a ponerse la cinta de capitán y tratar de salvar del descenso a un equipo al que rara vez le sale una. Deja atrás un combo de tres films muy logrados, con momentos bellísimos, momentos de una emoción indescriptible y con un nivel impecable en los rubros técnicos. Los efectos especiales, el diseño de producción, la coreografía de las peleas y la música son brillantes, y en esta tercera película vuelven a subir la vara. Las actuaciones no tienen desperdicio y el ritmo no decae nunca. Y lo más importante: son películas con corazón, que te llegan, te impactan, te conmueven. No son sólo una aventura, no se limitan al típico trámite de "villano pone en peligro muchas cosas, héroes van a neutralizarlo". En este tercer film por sobre eso hay un fuerte mensaje ético, hay una búsqueda de la identidad, hay un personaje que elige no matar más, se habla de cómo la creatividad es la etapa superior de la inteligencia, de cómo garpa darle segundas oportunidades a quien la primera vez nos juega en contra, se reivindican la alegría y los lazos solidarios incluso con desconocidos... Como pocas veces, sentí que Gunn no se quería ir sin antes transmitirnos un montón de valores copadísimos. Y encima los transmite de un modo atrapante, emocionante, en un film de una potencia visual que por momentos me apabulló. Si no viste las dos pelis anteriores, la verdad que no te la recomiendo. Pero si las viste, ninguneá a la gilada que dice que "las pelis de Marvel ya no están tan buenas como antes" y flasheá (y llorá) a lo pavote con este alucinante Vol.3 de Guardians of the Galaxy. Es una gema, posta. En cualquier momento volvemos a comentar historietas, acá en el blog. Gracias y hasta entonces.